- Fuente/Autor: Julio M. Shiling
El Concilio Vaticano II, con su buena intención de formular una actualización de la Iglesia, terminó revirtiendo el enfoque que daba primacía a lo transcendental y lo sustituyó por lo inmanente.
En un radiomensaje de Navidad, emitido en la Nochebuena de 1955, el Papa Pío XII recalcó la incompatibilidad del comunismo con el cristianismo, por la relación inherente del último con la Ley Natural. “Nosotros rechazamos”, nos comunicó el Obispo de Roma ducentésimo sesentavo, “el comunismo como sistema social en virtud de la doctrina cristiana, y debemos afirmar particularmente los fundamentos del derecho natural”. Este Papa, cuyo nombre secular era Eugenio María Giuseppe Giovanni Pacelli, que confrontó el totalitarismo tanto nazista como comunista, estaba proclamando una posición de la Iglesia Católica que entendía que se podía hablar por los pobres y defenderlos sin tener que subscribirse a ideologías impías y que el comunismo era irreconciliable con la fe cristiana y una amenaza clara para la misma.
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