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Cuba elimina el pan normado para mayores de 13 años, evidenciando la crisis económica que azota al país. Un análisis de la escasez y el colapso del sistema cubano.
Aún...
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Soldado sin causa: el precio de vender la sangre de Cuba
La guerra en Ucrania ha abierto un capítulo vergonzoso para Cuba: la sangre cubana se vierte en tierra extranjera por una causa que no es noble ni propia. Cientos, quizá miles de jóvenes, arrancados de la pobreza y la desesperanza de la isla, han aceptado enrolarse como mercenarios en filas rusas, seducidos por promesas de salarios y beneficios inalcanzables en su patria. Hoy combaten y mueren en un conflicto ajeno, y con ello no solo se derrama vida cubana lejos de la isla, sino que se mancilla una tradición histórica: la de un pueblo que nunca había vendido su dignidad en los campos de batalla de otros.
No obstante, conviene recordar que el mercenarismo no es nuevo para el castrismo: surgió como estandarte de la propia dictadura. Las guerras de África en Angola y Etiopía, disfrazadas de “internacionalismo proletario”, fueron en realidad la primera gran exportación de carne de cañón cubana a conflictos que nada tenían que ver con los intereses nacionales. Miles de jóvenes murieron entonces bajo banderas extranjeras, víctimas de la ambición geopolítica de Fidel Castro. Hoy, medio siglo después, la historia se repite con otro disfraz y con la misma tragedia.
Silvio Rodríguez, bochorno del arte como medio de represión masiva
Tal vez el trovador vivo cubano de mayor renombre internacional, Silvio se presta para mostrar al mundo que en Cuba se puede “protestar” por algo mal hecho de parte del gobierno.
A sus gastados 78 años, el canta autor inicia en la escalinata de la Universidad de La Habana una gira que según diversos medios, seguirá por América Latina.
Silvio ha dedicado esta primera actuación a los jóvenes universitarios que protestaron contra el llamado “tarifazo” de ETECSA, el monopolio estatal cubano de las telecomunicaciones, actor esencial en la política represiva del sistema totalitario comunista al cual sirve esta empresa, cuyos ingresos provienen de la venta obligada, bajo chantaje feudal, de sus servicios, pagados con dólares y euros de las remesas de la emigración cubana.
ETECSA se encarga, no obstante, la fuente probada de sus cuentas millonarias, de bloquear selectivamente lo que el partido comunista (PCC) y la Seguridad del Estado (SE), binomio de la represión, consideran inapropiado, contrario a una buena imagen del país o hasta, en muchos casos, acciones en los medios peligrosas para el sistema socialista.
De paso, la consabida empresa tiene el poder y lo ejerce, de rastrear a presuntos enemigos, opositores, alcanzando en planificada perfidia a los que disienten de la política oficial.
Hay jóvenes en las cárceles con sentencias propias para un narcotraficante, por publicar en Facebook cortos videos denunciando la realidad que les rodea: apagones masivos permanentes, hospitales colapsados entre la falta de insumos médicos y la suciedad, escasez crónica de alimentos, y lo peor, la policía maltratando a quiénes han perdido el miedo.
El tarifazo fue sólo un exceso de la compañía telefónica estatal cubana, aguijoneada por la urgencia gubernamental de ingresar dólares, lo que determinó ciertas tarifas en extremo abusivas, contra las cuales los estudiantes se proclamaron en huelga.
El gobierno reaccionó rápido, reacomodando las tarifas, sin cambiar nada en lo fundamental de lo que es un abuso hecho norma al cobrar sus magros servicios.
Desde Estados Unidos, donde vive el 90 % de unos 3 millones de migrantes cubanos, por 25 dólares ETECSA ofrece el equivalente a unos 8 dólares al cambio real en La Habana, considerando, además, las interrupciones, apagones de no menos de 12 horas diarias a lo largo del país, sumando la lentitud probada de una conexión que no alcanza las 5G.
Las imágenes del concierto en la UH son elocuentes, vemos al dictador marioneta, Diaz-Canel, aplaudiendo a Silvio, ondean banderas palestinas, la gente se aferra con el trovador a su pasado, protestando por Gaza cuando en casa propia, sin bombas y sin balas, viven una pesadilla generalizada, el detritus de un proyecto de ingeniería social fallido, en crisis, negado a desaparecer.
Actos infames como el protagonizado por este artista de fama internacional, forman parte de un arsenal de instrumentos represivos, cuyas armas alcanzan a la cárcel, donde hoy sub viven mil cien presos políticos, juzgados por un sistema donde fiscal, juez, abogado y tribunal son por igual parte militante del partido comunista, único, omnipresente, gobernante sin derecho a ser cuestionado, según reza en la Constitución socialista, cuyo carácter es eterno por el propio texto.
¿Acaso podían los asistentes al concierto llevar carteles, gritar, clamar, por sus derechos cercenados?
¿Era posible unir canción con denuncia?
¿Alguien tenía de entre miles, la mínima opción de expresar su seguro malestar por las incontrastables carencias que padece?
La respuesta, bien sabida entre cubanos es NO.
Silvio bien que lo sabe, debió sentir vergüenza de utilizar un acto de protesta previamente autorizado, a sabiendas de que hay muchísimos reclamos amordazados a su alredor, de los cuales incluso ETECSA es cómplice y ejecutor de primera línea.
Los aplausos del presidente marioneta son definitivos.
De paso, desviar la atención hacia Gaza, donde los palestinos viven bajo el terror irresponsable, inhumano, de sus propios congéneres llamados Hamás, es el colmo del cinismo.
Nada ha de asombrarnos, están probados los vínculos estrechos entre estos bandidos gazatíes y la banda igual de corrupta que desgobierna a Cuba.
En este y otros contubernios, pueden agregarse Irán teocrático, Venezuela de los narcos soles, Rusia del envenenador Putin, la lista es larga, a fin de cuentas viene a probar un viejo proverbio que cito a la mitad: El diablo los junta, porque me niego a creer que Dios alguno los haya creado.
La novedad es ver al cantor de Ángel para un final convertido en un diablillo más.
Autor Vicente Morín Aguado. Periodista independiente cubano, profesor de historia y filosofía, colaborador de los medios digitales Havana Times, Diario de Cuba, Cubanet, Palabra Nueva y otros medios. Actualmente vive en los Estados Unidos.
El apartheid digital de Cuba desata una rebelión juvenil
Recientemente en Cuba ocurrió algo inusual: los estudiantes de la Universidad de La Habana comenzaron a protestar. Su demanda no era por libertades políticas ni un cambio de régimen, sino por algo tan básico como una conexión a internet asequible.
Hambriento de divisas, el gobierno cubano anunció a finales de mayo un nuevo esquema tarifario para los datos móviles. ETECSA, la empresa estatal que ostenta el monopolio de las telecomunicaciones, incrementó los costos de conectividad, limitando inicialmente a los cubanos a un solo paquete de datos mensual (ajustes parciales fueron introducidos en junio tras el rechazo generalizado). Para tener acceso ampliado, los usuarios tendrían que pagar nuevos planes en dólares estadounidenses, muy por encima de lo que la mayoría puede costear. Para los estudiantes cubanos, que ya sobreviven con lo justo, el acceso a internet se convirtió de pronto en un lujo.
Los estudiantes de la Universidad de La Habana comenzaron a organizarse. En las facultades de Matemática e Informática, convocaron a una huelga académica. Otros celebraron reuniones y utilizaron chats grupales para coordinar una respuesta unificada. Algunos pidieron paros estudiantiles. Otros instaron a las autoridades universitarias a apoyar a los alumnos. Incluso unos pocos hablaron abiertamente con la prensa extranjera, algo casi inaudito en Cuba. Sus exigencias no eran revolucionarias, pero sí claras: eliminar el esquema de precios en dólares y restablecer un acceso equitativo a internet.
Cuba: del tarifazo estudiantil al lenguaje bélico del régimen
El movimiento estudiantil que sacude las universidades cubanas desde principios de junio no es una simple protesta por tarifas de internet. Es el grito desesperado de una generación que se niega a cargar sobre sus espaldas el peso de décadas de mala gestión económica y autoritarismo, pese al adoctrinamiento a que la dictadura los ha sometido.
Más allá del "tarifazo de etecsa"
Lo que comenzó como una huelga académica en la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana contra las nuevas tarifas de internet de ETECSA, rápidamente se convirtió en algo mucho más profundo. Los estudiantes no protestan únicamente por el costo de los datos móviles, sino por el derecho fundamental al acceso a la información, la educación y la comunicación.
Las voces de estos jóvenes son claras y contundentes:
"No puede ser que el pueblo sea el que tenga que asumir esa carga económica", expresó uno de los estudiantes. Esta frase resume perfectamente el núcleo del conflicto: una población exhausta de subsidiar con su pobreza las deficiencias de un sistema que prometió prosperidad e igualdad pero entrega escasez y desigualdad.