- Fuente/Autor: Julio M. Shiling
Salubridad como instrumento dictatorial.
La dictadura de La Habana no pierde una oportunidad de sacar provecho de una desgracia. Cuando se trata, sobre todo, de algo que tiene que ver con la salubridad, los Goebbels caribeños se ponen extáticos y son más ingeniosos y cínicos en su maquinación. Era de esperar, al reaparecer el rostro atroz del ébola sobre el occidente de África, que el despotismo cubano aprovecharía los azotes dramáticos de este mal para capitalizar con otro espectáculo mediático más.
La utilización de la salud como herramienta de subversión, en el caso cubano, es tan vieja como la duración de su dominio dictatorial de más de medio siglo y cinco años. El cuidado médico, desde 1959, ha sido un instrumento político del Estado comunista. Este hecho ha tenido dos propósitos fundamentales. Uno ha sido la búsqueda de la legitimación. Cualquier régimen que monopoliza el poder político, coarta libertades básicas y controla los detalles de la cotidianidad de sus ciudadanos tan minuciosamente, tiene un largo espacio que brincar para adquirir credibilidad de los países civilizados del mundo. La mitificación de la medicina en Cuba ha servido de puente para excusar el despotismo.
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