Memoria histórica de un país que muere
Cuba hundiéndose en el mar, producto de políticas comunistas, implantadas por el castrismo.
Es preciso escribir ahora, antes que también nos borren la...
Por quién votar
Desde hace casi dos siglos, cuando Abraham Lincoln derrotó a Stephen Douglas en él preludio de la Guerra de Secesión, una elección presidencial no enfrentaba las aspiraciones de...
Los Latinos Preguntan: Donald Trump Responde
En un evento histórico, votantes latinos de diferentes partes del país tuvieron la oportunidad de preguntar directamente al expresidente Donald Trump...
La Revolución Cubana murió podrida
…. La obra de la Revolución, destrucción, basura, inercia, incapacidad, impunidad, robo...mentiras, prensa esclava, abusos de poder, malversación, intrigas,...
La presencia de España en el nuevo mundo, una obra civilizadora
Por: Alberto Roteta Dorado y Manuel Alejandro Saeta Quintana
Santa Cruz de Tenerife. España. El 1492 marca un antes y un...
La historia absuelve al primer presidente de Cuba
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Por Roland Armando Alum*
HAVANA TIMES – Este 10 de octubre de 2024, los cubanos de todas partes conmemoran el 156º aniversario...
Ponencia del Dr. Rafael Marrero en el Simposio Elementos de la república constitucional americana
Título: “La libertad económica en el modelo de autogobierno de la república constitucional...
La Iglesia ante el reto castro-comunista
Nota: Artículo basado en la conferencia que pronuncié en Nueva York, en julio del año 2000 bajo el título “Reflexiones sobre la Iglesia en Cuba”, a...
Armando de Armas ¡Siempre te recordaremos!
Armando de Armas: Una voz cubana
Armando de Armas siempre será recordado. Seguirá presente en nuestras páginas de Patria de Martí, donde su gran talento...
Este 26 de julio es diferente. La dictadura de Raúl Castro estrena una nueva relación con Estados Unidos. La Habana ha derrotado totalmente a Washington. Barack Obama ha levantado los brazos y lo ha entregado todo sin pedir nada a cambio.
Como repiten los personeros del castrismo una y otra vez, el pequeño David ha liquidado, finalmente, al gigante Goliat, sin hacer una sola concesión.
Las cárceles siguen llenas de disidentes, continúan aporreando a las Damas de Blanco, no hay el menor espacio para expresarse públicamente contra ese estado de cosas y mucho menos para formar partidos diferentes al comunista. Lo dijo Fidel Castro y lo cumplió: “Primero la isla se hundirá en el mar antes que abandonar el marxismo-leninismo”.
No obstante, ¿ha cambiado algo? Por supuesto. Raúl y toda la dirigencia comunista, incluso Fidel, que es el más terco de todos, saben que el sistema no funciona en el terreno de la creación de riquezas. Es totalmente improductivo.
Con los años, han comprendido que los incentivos materiales son indispensables y que la propiedad privada es clave para lograr el desarrollo, pero no se atreven a sustituir ese desastre por una economía abierta regida por el mercado, porque temen perder el poder.
No obstante, Raúl se ha sacado de la manga una variante del comunismo para intentar producir más y, simultáneamente, conservar la autoridad. Ni siquiera se trata de la modalidad china o vietnamita. Es el capitalismo militar de Estado. Un invento cubano que tiene tres componentes principales profundamente obscenos.
Primero, el Gobierno se reserva las aproximadamente 2500 empresas medianas y grandes -incluidas las instalaciones turísticas- potencialmente capaces de producir beneficios, manejadas por los militares, a veces en contubernio con algunos desaprensivos empresarios extranjeros, y les deja a los “cuentapropistas” -teóricamente, un tercio de la fuerza laboral- las actividades pequeñas y despreciables, casi todas de servicios, para que se busquen la vida y, de paso, paguen altos impuestos.
Segundo, el “Estado proxeneta” continúa alquilando a sus esclavos de bata blanca -médicos, dentistas, técnicos de salud-, cobrando por ellos miles de millones de dólares, mientras les paga una minucia simbólica a estos sufridos profesionales. Brasil, además, compra, literalmente, sangre cubana por valor de cien millones de dólares anuales y, probablemente, órganos para trasplantes, aunque no se especifica en los convenios, tal vez por pudor.
Tercero, las remesas de los exiliados y los emigrantes. Unos cinco mil millones de dólares en moneda y bienes. Por eso al Gobierno cubano le conviene que emigre la población. Cada persona que trabaja en el extranjero es una fuente de divisas para la isla. Mientras más reciente sea la salida del país, más lazos tiene el emigrante con su patria de origen y más dinero manda a sus familiares.
Mientras tanto, el orden público totalitario es eficientemente conservado por las fuerzas de la contrainteligencia adscritas al Ministerio del Interior: 60.000 oficiales de carrera dedicados a controlar la sociedad a palos y tente tieso.
Es el 0,5 % de la población. Exactamente lo que receta el manual de procedimiento de la Stasi. Curiosamente, la relación fue aprendida del control de los rebaños. Bastaba un perro feroz para mantener a raya a 200 aterrorizadas ovejas.
En Cuba se emplea el mismo ratio de lo que fue Alemania Oriental: una de cada 200 personas se dedica profesionalmente a organizar la bovina obediencia de los demás. A ese contingente de militares adiestrados, magníficos operadores políticos carentes de escrúpulos, se agregan cientos de miles de colaboradores espontáneos y redactores de informes.
¿Y ahora qué hará la oposición? El primer gran evento posdeshielo lo llevarán a cabo los demócratas en San Juan a mediados de agosto. Lo convoca una muy seria organización llamada Cubanos Unidos de Puerto Rico, y lo coordina el licenciado Guillermo Toledo.
En esa isla, tan parecida y tan diferente a Cuba, hay una extensa comunidad exiliada que ha vivido con el corazón y la memoria instalados en la patria de la que se fueron, pero a la que no abandonaron nunca.
Se esperan varias decenas de personas al Encuentro Nacional Cubano. Acudirán gentes muy notables del “insilio” -dentro de Cuba-, del propio Puerto Rico y de otros rincones del exilio. Algunos, incluso, se sienten entusiasmados con las medidas de Obama, porque piensan que pueden acelerar el proceso de democratización, mientras otros están muy preocupados, porque opinan lo contrario.
El momento es muy dramático y los asistentes deberán hilar muy fino. Los demócratas cubanos ya contaban con la indiferencia de sus “hermanos” latinoamericanos, a la que ahora suman una actitud similar por parte de Estados Unidos.
Los cubanos están solos. Deberán, pues, diseñar alguna forma sensata y pacífica de tratar de recobrar la libertad frente a una dictadura empeñada en negarles la sal y el agua. Lo que seguramente no harán es cruzarse de brazos. No lo han hecho nunca. La lucha sigue 56 años más tarde. Eso tiene mérito.
Los comunistas en Ucrania no pueden participar en los procesos electorales, según estipula el ministerio de justicia en Kiev. De esa manera se comienza a aplicar las leyes que aprobara la Rada (parlamento) el pasado mes de mayo.
Los parlamentarios ucranianos aprobaron el pasado 9 de mayo cuatro leyes, que entraron en efecto el 21 de mayo, para iniciar el proceso de “descomunizacion” del país. Mediante esas leyes se prohibía toda propaganda comunista, soviética y nazi, así como su simbología.
Las leyes fueron: “Condena de los regímenes totalitarios, comunistas y nacionalsocialistas en Ucrania y la prohibición de la propaganda de su simbolismo”; “El acceso a los archivos de los órganos represivos del régimen totalitario comunista de 1917 a 1991”; “Para perpetuar la victoria sobre el nazismo en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)” y la última “Sobre la condición jurídica y la memoria de los combatientes por la independencia de Ucrania en el siglo XX”.
Los residentes de Crimea apoyaron el referendo a favor de la anexión a Rusia.
Mediante estas leyes en Ucrania se prohíbe la hoz y el martillo, la esvástica nazi, el himno soviético, la bandera e himno soviético; se abren los archivos para investigar los crímenes soviéticos, se reconocen a los combatientes nacionalistas ucranianos como luchadores por la independencia de la nación.
El presidente Petro Poroshenko firmó la ley el 15 de mayo y en cuanto se publicó en la Gaceta Oficial el 20 de ese mes el ejecutivo comenzó las labores para implementar las leyes.
El viernes 24 de julio, el Ministro de justicia de Ucrania Pavel Petrenko declaraba a la prensa que había firmado las órdenes, que prohíbe a tres agrupaciones comunistas participar en elecciones presidenciales, estatales y locales. No pueden estar presentes en la vida política y electoral ucraniana ni el Partido Comunista Ucraniano, ni el Comunista Renovado formado en el 2000, ni el Partido Comunista de Campesinos y Trabajadores. Son esas las tres organizaciones políticas que abogan por la toma violenta del poder, la lucha de clases y la instauración de la dictadura del proletariado.
No han faltado las críticas de la Organización para la Seguridad y Cooperación de Europa (OSCE) quienes alegan que la ley restringe la libertad de expresión pues dicen que “podría fácilmente conducir a la supresión de la expresión política, provocadora y crítica”. También en Rusia, desde el Kremlin hasta el partido comunista se han lanzado en una carrera de defensa de la hoz y el martillo. La cancillería rusa asegura que las leyes ucranianas contradicen resoluciones y pactos de la ONU.
Ahora todas las estatuas de Lenin y los dirigentes bolcheviques y comunistas que quedan en Ucrania están siendo desmanteladas. Hay miles de regiones, ciudades, poblados, calles, avenidas, parques y empresas que tenía nombre de dirigentes de la época soviética son renombrados. En especial las provincias y la ciudad de Kirovograd (en honor de Serguei Kirov) primero fundada como Elizabetgrad, renombrado Zinovesk en 1924 a 1934; y también la región y ciudad de Dnipopetrovsk (el líder comunista Georgui Petrovski) que fundada por el Príncipe Potemkin se llamó Ekaterinoslav hasta 1926.
Y los archivos de los órganos represivos de la URSS están a disposición de los ciudadanos, solamente presentando su pasaporte y el pedido. Todo el material de la VCheka, NKVD y KGB pasa a disposición de los que desean investigar o simplemente conocer el pasado.
Reconociendo la lucha por la independencia es el objetivo de la ley que busca dar garantías sociales y pensiones a los que combatieron al ejército soviético tanto en organizaciones militares o clandestinas, y a grupos defensores de los derechos humanos en el país.
En estas categorías se incluyen a los soldados de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) el Ejercito Insurgente Ucraniano (UPA), los miembros de la Unión de Trabajadores y Campesinos Ucranianos, el Grupo Ucraniano de Helsinki de DD HH, y el Partido Ruj.
Mandarriazos a la estatura de Lenin derribada en Kiev, Ucrania.
De manera legislativa Ucrania codifica la agresión de Moscú al país en el periodo de 1917 a 1920, así como su ocupación y posterior anexión.Los ucranianos declararon el 8 de mayo como Día del Recuerdo, para rememorar a los más de 5 millones de ucranianos que fallecieron en el último conflicto bélico mundial. El 23 de Agosto, cuando Stalin y Hitler se unieron en un pacto amistosos en 1929, para dividirse Europa del Este, es ahora en Ucrania el Día de las Víctimas del Nazismo y el Estalinismo. Además eliminaron el término soviético de Gran Guerra Patria por simplemente Segunda Guerra Mundial para re.
Se aclara en la ley que no se considera propaganda nazi o comunista cuando la simbología vaya como muestra en museos, presentaciones, libros de estudios y materiales educativos, por aquello de que no se repita nunca jamás.
¿Que es la Teología de la Liberación? En realidad, la pregunta debía ser ¿que fue la Teología de la Liberación? Pero gracias al nuevo Papa peronista, esa insidiosa doctrina ha sido resucitada y está vigente de nuevo. Antes de proceder, debo prevenir a los lectores que entrar en temas de teología es algo confuse y hasta peligroso. Confuso porque como he escrito en otras ocasiones, estas cuestiones ni me interesan mucho ni tengo los conocimientos necesarios para siquiera opinar sobre ellas. Peligroso porque como muchos bien saben, la religion es un tema divisivo y como involucra la fe y las creencias, no se puede aplicar la razón y muchos reaccionan emocionalmente. Pero como mi explicación estará basada en la historia—y en eso si tengo competencia y conocimientos suficientes—trataré de explicar algo sobre esta doctrina que ahora otra vez surge para confundir y desinformar a los incautos.
Contrario a lo que escribe el ex-General rumano Ion Pacepa en su magnífico libro Disinformation (2013), la Teología de la Liberación (TL) NO fue inventada por la KGB, aunque SI fue penetrada, influenciada y utilizada no solo por la KGB, sino también por la DIE rumana y la DGI cubana, para sus fines malvados en Centro y Sur América. El régimen castrista se benefició mucho gracias a esta falsa doctrina porque la utilizó hábilmente para subvertir no solo a miles de curas católicos y ministros protestantes en el mundo de habla española, sino a quizás millones de sinceros creyentes para confundirlos y malinformarlos. La Teología de la Liberación tiene en realidad su orígen en el Segundo Concilio Ecuménico Vaticano en 1962. El nuevo Papa Juan XXIII abrió las puertas a estas ideas cuando el Consilio llamó a la Iglesia a involucrarse en las luchas de los pobres por la justicia social. Unos años después, durante la Segunda Conferencia del Consejo Episcopal Latino Americano (CELAM) en Medellín, Colombia, en 1968, el cura dominíco peruano Gustavo Gutierrez (ahora profesor de teología en la Universidad de Notre Dame, Indiana, EEUU), instó a la Iglesia a enfatizar la lucha activa contra la pobreza en América Latina. Tres años después, Gutierrez escribió el libro La Teología de la Liberacióny es generalmente considerado como el padre de la doctrina. Pero las ideas vienen de mucho antes, con el desarrollo de la teología política de pensadores alemanes como Jurgen Moltmann, Johann Metz y Dorothee Solle en los 1950s, todos profundamente influenciados por el marxismo.
Gutierrez además tuvo varios “colegas” desde el principio. Por ejemplo, el educador brasileño Paulo Freire, quien escribió Pedagogía de los Oprimidos en 1968, proponiendo la “concientización” de los pobres y predicando que los oprimidos deben liberarse por si mismos. Otros prominentes teólogos de la Liberación incluyen el jesuíta uruguayo Juan Luis Segundo, el franciscano brasileño Leonardo Boff y el también jesuíta salvadoreño de origen español Jon Sobrino. Los arzobispos católicos Hélder Cámara de Recife, Brasil, y Oscar Romero de San Salvador, fueron figuras importantes. Algunos prominentes protestantes como el argentino José Miguel Bonino (metodista) y el brasileño Rubem Alves (presbitereano) también han contribuído a la Teología de la Liberación. Pero ¿que es?
Recuerdo a los lectores que este ensayo es descriptivo, es solamente una narrativa histórica extremadamente breve de lo escrito por Gustavo Gutierrez y los demás. Pero de ninguna manera entraré en debates teológicos. Para repetir, no me interesan. Gutierrez, según mi entendimiento de su doctrina, propone que el desarrollo económico no ha funcionado para resolver las causas de la pobreza y sus raíces porque ha dejado intactas las estructuras de la explotación. Gutierrez entonces opta por el enfoque de la “liberación” que llama a un cambio estructural radical de la sociedad. Esto incluye el uso de la violencia para traer los cambios necesarios, ya que los conceptos de violencia “buenos” (ejercidos por los opresores) y los “malos (ejercidos por los oprimidos contra los opresores), deben ser rechazados. Gutierrez también propone la acción en lugar de la fe para poder eliminar la pobreza. Los fundamentos de toda su doctrina tienen un fondo admitidamente marxista, como también lo tienen las modificaciones de los varios autores y proponentes de la doctrina ya citados. Esto debe ser suficiente para explicar la TL de una manera muy básica, lo cual estoy seguro que será rechazado como demasiado “simplista” por los defensores de la doctrina y quizás así sea. No soy experto ni me tomo atributos de serlo.
Ahora bien, tanto Gutierrez como los demás proponentes de la doctrina de la Liberación han cambiado y variado sus prédicas en las últimas cuatro décadas. Es por esto que muchos defensores del Papa peronista insisten en que hay otras (y muchas) corrientes de la TL que son “democráticas”. De cierta manera puede ser verdad. Pero ¿y que? El hecho sigue siendo que estas “corrientes” no marxistas de la doctrina son de la izquierda, casi siempre de la extrema izquierda. Los que apoyan esas “corrientes” generalmente se autodescriben como “social demócratas”. Es decir, son socialistas. En la práctica, es lo mismo. Mucho más importante, la TL ha sido enormenente dañina, sobre todo en Iberamérica, y ha contribuido a causar miles de muertes innecesarias en todo el continente, mientras que dificilmnente ha contribuído a levantar a un solo pobre de sus condiciones de miseria. Ese es el problema con la insidiosa y falsa doctrina: el daño que ha hecho. Pero antes de continuar describiendo ese daño, que es lo importante de este ensayo, es necesario regresar a lo que sucedió después que Gutierrez publicó su libro en 1971, especialmente cual fue la reacción del Vaticano a la Teología de la Liberación.
Como era de esperar, la reacción del Vaticano no tardó. En 1972, después de la muerte de Juan XXIII, el nuevo Papa era Pablo II y el nuevo presidente de CELAM era el Obispo de Puebla, Mexico, Alfonso Lólez Trujillo. Los dos trataron de frenar los avances de la TL en Iberoamérica, pero no fue hasta la tercera reunión de CELAM en Puebla, en 1979, que la posición official de la Iglesia cambió. Gustavo Gutierrez NO fue invitado a Puebla. El nuevo Papa, Juan Pablo II, quien presidio la conferencia, aunque expresó la preocupación de la Iglesia por la injusta condición de los pobres en Iberoamérica, también mostró su preocupación (porque la TL nunca ha sido oficialmente condenada por la Iglesia, a pesar de las censuras personales de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI) creciente por el radicalismo de la TL declarando que el concepto de Cristo como una figura política, un revolucionario, el subversivo de Nazaret, no concordaba con el catecismo de la Iglesia. Pero un grupo de 80 teólogos seguidores de Gutierrez, desde un seminario cercano, produjeron un document de 20 páginas refutando al mismo Papa Pablo II. Algunos críticos consideraron que quizás un 25% del contenido de la declaración final de CELAM III fue escrito por el grupo pro-Gutierrez, endosando la idea de la preferencia de Dios por los pobres como parte de la búsqueda de la justicia y criticando a las dictaduras de América Latina.
En los próximos años tanto el Papa Juan Pablo II como Benedicto XVI (cuando era el Cardenal Joseph Ratzinger), criticaron enérgicamente la TL y específicamente a algunos de sus más destacados patrocinadores, como el cura nicaraguense de la Orden Maryknoll Miguel d’Escoto. D’Escoto, nacido en EEUU, fue uno de los principales Sandinistas (uno de los 12 comandantes originales) y llegó a ser Ministro de Relaciones Exteriores en el régimen de Daniel Ortega desde 1979 hasta 1990. El Papa Juan Pablo II lo requirió repetidamente por sus acividades políticas y en 1985, le ordenó, junto con los hermanos curas Ernesto y Fernando Cardenal, quienes también trabajaban para el régimen Sandinista, que renunciaran a sus puestos. Cuando no obedecieron, fueron suspendidos por el Vaticano (no excomulgados). Todavía en diciembre del 2009, ya siendo Papa, Benedicto II en una visita a Brasil, hizo una de las críticas más severas a la TL, la cual siempre fue muy fuerte en ese gran país de Sur América. Benedicto, además de enfatizar—una vez más—que algunos teólogos de la Liberación se basaban mucho en conceptos marxistas, también describió las ideas de la TL como “engañosas”.
La posición oficial de la Iglesia hasta el 2013 fue de desabrobación a la TL, aunque nunca la condenó. Pero en ese año, el nuevo Papa Francisco invitó a Gustavo Gutierrez y a Miguel d’Escoto a Roma y ambos fueron agasajados. D’Escoto fue reintegrado a la Iglesia y a sus funciones de sacerdote. Gutierrez—y su TL—fueron celebrados por el periódico semi oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano. En un ensayo publicado tras la visita de Gutierrez, el periódico señaló que después de la elección de un Papa de América Latina, la TL “no podia ya más permanecer en las sombras en las que había quedado relegada por muchos años”. El Papa Peronista había abrazado oficialmente la Teología de la Liberación.
Después de CELAM II en 1968, y especialmente después de la publicación del libro de Gutierrez (y de otro similar escrito por Paulo Freire), la TL se extendió rápidamente por Centro y Sur América. Como había una escasez de curas en el interior de casi todo Iberoamérica, se crearon las llamadas Comunidades Eclesiasticas de Base (CEB), especialmente en Brasil, donde comenzaron desde los años 1950s. Las CEBs son agrupaciones religiosas de barrios (en los pueblos) y de aldeas (en el campo) que usualmente se reunen en casas particulares y son dirigidas por catequistas laicos. Se enfatiza la participación y la igualdad de todos los miembros. Se predican los “evangelios conciencionadores”, se instruye a la comunidad en como tomar el control de sus vidas y de resolver problemas locales. Se indoctrina a la comunidad en ideas de la izquierda más radical y extrema. Y se disemina la Teología de la Liberación. Nada de esto en si es particularmente peligroso o dañino. Es más, en aquellos años, los enormes abusos, injusticias, depredaciones y barbaries cometidas por muchos regímenes en Centro y Sur America contra la población campesina eran atroces e indudablemente se necesitaban reformas. Pero el “remedio” de la TL fue mucho peor que la enfermedad. Como señaló el renombrado filósofo católico americano Michael Novak en su libro Will It Liberate?, los proponentes de la Teología eran “notoriamente ambiguos en sus propuestas para políticas prácticas, las cuales, de ser adoptadas, llevarían las economías nacionales a suelo más rápido que Fidel Castro”. El resultado de esta proletización fue que en muy pocos años, cientos de curas y de catequistas laicos habían convertido a miles y miles de campesinos a la Teología de la Liberación. La tierra había sido abonada para lo que se avecinaba.
Lo que se aproximaba eran las dos décadas de lucha armada, guerrillas en los campos y selvas, terrorismo urbano en ciudades grandes y pequeñas a través de todo el continente americano. Todas y cada una de ellas planeadas, propiciadas, financiadas y armadas por el régimen castrista cubano con la ayuda y cooperación de la Unión Soviética por medio de la KGB (y otros servicios secretos como la Stassi de Alemania Oriental, la DIE rumana y agencias de los gobiernos checos, búlgaros y chinos). Todavía antes que Gustavo Gutierrez escribiera su libro en 1971 y de CELAM II en Medellín en 1968, el cura renegado comunista Camilo Torres comenzó su prédica que mezclaba el catolicismo y el socialismo a las guerrillas del Ejército de Liberación Nacional en las montañas de Colombia. Se unió a las guerrillas en 1965 y pidió a al Cardenal Luis Concha Córdoba, quien lo había criticado fuertemente, que lo redujera al estado laico, lo cual se le concedió. Un año después murió en uno de los primeros encuentros de la guerrilla con tropas del ejército nacional colombiano. Pero Colombia sólo fue el inicio de las largas “guerras de liberación nacional” en todo el continente (todavía las FARC siguen la lucha en Colombia casi medio siglo después). Además, en Colombia había una guerra civil en el interior desde mediados de los 1940s, la cual se incrementó después del “Bogotazo” en 1948. Luego entonces es dificil saber cuanta importancia tuvo la TL en los movimientos guerrilleros. Torres y su proselitismo, al igual que el de otros religiosos, contribuyeron a la guerrilla. Pero la ideología marxista y la influencia del castrismo cubano fueron mucho más importantes.
Otros movimientos revolucionarios en Nicaragua (Sandinistas en los 1970s), Perú (Sendero Luminoso en 1980), y El Salvador (Frente de Liberación Nacional Farabundo Martí en los 1980s), pronto siguieron a la insurrección en Colombia, la cual tomó otro rumbo con el surgimiento del narcotráfico y de los carteles de Medellín controlado por Pablo Escobar y de Cali, por los hermanos Rodriguez Orejuela. Mientras tanto, grupos terroristas urbanos como los Tupamaros en Uruguay, los Montoneros en Argentina, Vanguardia Armada en Brasil, y hasta los Macheteros en Puerto Rico, azotaron a regímenes distatoriales en esos países. Sin embargo, con las excepciónes de Camilo Torres en Colombia y de varios curas jesuitas, franciscanos y de la órden Marykoll en Nicaragua, no se puede decir que ninguna de las demás citadas guerrillas fueran influenciadas ni tuvieran vínculos con la TL, la cual, como se ha explicado, junto con los CEBs, mayormente sirvieron para preparar al campesinado y hacerlo receptivo a las actividades de las guerrillas, además de brindarles apoyo y amparo. En verdad, todos estos grupos guerrilleros no tenían creencias religiosas. Al contrario, todos eran abiertamente marxistas y Cuba era su principal patrocinador.
Pero la Teología de la Liberación se mezcló con la ideología marxista y la influencia cubana para impulsar todas las “guerras de liberación nacional” en Iberoamérica desde mediados de los 1960s hasta fines de los 1980s. Ese fue el daño tremendo que hizo la TL. Entonces, antes de entrar en el caso del Papa Peronista, y regresando al principio de este trabajo, aunque no es correcto lo que el General Pacepa escribe que la KGB creó la TL, SI la utilizó formidablemente junto con Cuba en su plan maestro para subvertir este continente y ganar la Guerra Fría. Es más, en Nicaragua, la KGB comenzó a trabajar muy temprano, poco después del triunfo de la revolución cubana. Es verdad que desde 1959 Tomás Borge y otros líderes Sandinistas viajaron a La Habana buscando ayuda. Pero en aquel entonces, Cuba solo pudo ofrecer promesas. De manera que la KGB se involucró directammente y en 1960, la rezidentura en Ciudad Mexico le entregó dinero a dos nicaraguenses, Edelberto Torres y Manuel Andara y Ubela, para que organizaran grupos terroristas de sabotaje y eventualmente guerrillas en Nicaragua. Hacia 1964, habían recibido más de $30,000. Pero el primer intento de establecer una guerrilla en las selvas de Nicaragua fue un fracaso total en 1963.
En 1979, las condiciones habían cambiado drásticamente. A pesar de que en casi 20 años la subversión auspiciada por el castrismo cubano había mayormente fracasado en Iberoamérica debido a la brutal represión de las fuerzas militares de las dictaduras en el poder, en ese año fatídico de 1979 (cuando también ocurrió la revolución islámica en Irán), en buena parte gracias a las demenciales políticas de la administración de Jimmy Carter y al fracaso y bancarrota de la política de detente de EEUU hacia la Unión Soviética, la revolución Sandinista triunfó. En la década de los 1980s, la violencia se extendió por Centro América y quizás medio millón de personas, casi todos civiles y campesinos inocentes, murieron en el holocausto. La responsabilidad de la Teología de la Liberación y su colaboración con los movimientos revolucionarios de la época no pueden ser menospreciadas. Ese debe ser el juicio final.
Ahora el Papa. ¿Por qué el Papa Peronista? Bueno, hace varios meses, una noche durante una reunión en casa de amigos argentines, uno de ellos se refirió al Papa como “peronista”. Para mi fue una broma. Pero no, nada de eso. Conversando con él y con otros, algunos de los cuales conocieron al entonces Cardenal Jorge Bergoglio personalmente en Buenos Aires, me di cuenta que el mote era en serio. Y el asunto es bien serio. Ya poco después de su elección, otro amigo argentino que también lo conoció, me envoi algunos de sus escritos y casi enseguida, el Papa hizo varias declaraciones en defensa y alabanza de los pobres y atacando a los ricos y productores de riqueza; al “capitalismo inmoral y salvaje”, esas frases que tanto deleitan a la Izquierda Eterna. Naturalmente, encontré sus palabras alarmantes, pero a la vez, decepcionantes, pues me había agradado la elección de este Papa que al parecer era un hombre justo y lleno de buenas intenciones. Debí haber visto una gran bandera roja. Seamos librados de los que traen buenas intenciones y recordemos que el camino al Infierno está empedrado de buenas intenciones.
Entonces en diciembre del 2014, se conoció que el Papa había estado íntimamente involucrado en las conversaciones secretas entre EEUU y Cuba para resolver las diferencias históricas y renovar las relaciones diplomáticas. El Papa luego recibió—y reivindicó públicamente, a los curasMiguel d’Escoto y Gustavo Gutierrez, ambos plenamente identificados con la Teología de la Liberación, y oficialmente acogió de nuevo en el seno de la Igesia esa “teología”. Más recientemente, el Papa ha anunciado su próximo viaje a Cuba después de recibir con honores al distador cubano Raúl Castro en el Vaticano y de anunciar su apoyo a un estado palestino. Mi última gota fue leer un importante artículo del prominente escritor español César Vidal, que entre sus tres títulos, tiene un doctorado en Teología. El Dr. Vidal publicó su artículo el 15 de mayo y es realmente revelador. (César Vidal, “El Papa, el dictador y el presidente palestino”, mayo 15, 2015, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.)
Resulta que en 1998 se publicó el libro Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro poco después de la visita de Juan Pablo a La Habana. El prólogo del libro de casi 50 páginas de largo, según César Vidal, “achacaba los males de Cuba no a la dictadura comunista sino … al bloqueo de Estados Unidos; cargaba … contra el sistema capitalista … y, finalmente , afirmaba que el sistema politico y social más cercano a la doctrina social de la iglesia católica era un socialismo como el cubano siempre que se le añadiera la idea de Dios”. ¿El autor del prólogo? El Cardenal Jorge Bergoglio, ahora el Papa Francisco. Vidal concluye en su brillante artículo del 15 de mayo pasado (citar) que “poca duda podía haber de que su autor simpatizaba con la dictadura cubana y no sentía un especial afecto por la democracia liberal”. El reconocimiento del estado palestino siguió poco después.
Esperemos daños adicionales con la próxima Encíclica sobre el clima mundial. Su tono será de aceptación completa, por ser “políticamente correcto” de las falacias y mentiras de los “científicos” que afirman que estos cambios climatológicos destruirán nuestro mundo—y pronto—y que como son producidos por los humanos, solo enormes gastos de dinero que únicamente EEUU puede producir (creádo artificialmente por la Reserva Fedral, ya que ni aquí en EEUU existen remotamente las cantidades requeridas para esas demenciales políticas) pueden resolver. ¡Como si fuera posible hacer algo respecto al clima! Recordando lo escrito hace más de un siglo por el gran escritor americano Mark Twain, todos hablan del clima y nadie hace nada al respecto. Bueno, quizás Dios, y el Papa siendo quien es, posiblemente deba pedirle a Dios, y no a los contribuyentes americanos, que haga algo por controlar el clima.
Pero en resumidas cuentas, uno se puede preguntar ¿que importa que el Papa sea Peronista? Me parece que miles de argentines nos recordarían que SI importa, y mucho. Después de todo, cuando Juan Domingo Perón tomo el poder en Argentina en 1946, Argentina era una de las naciones más prósperas del mundo y aunque ya no ocupaba el décimo lugar económicamente en el que estaba en los 1920s, todavía era quizás la nación con la mejor economía en Iberoamérica (junto con Uruguay y Cuba). Desde que Perón, con sus políticas populistas, la destruyó, todos sabemos la situación de Argentina en el útimo medio siglo. De manera que SI importa mucho que el Papa sea Peronista y en lo que a mi se refiere, lo es. Las políticas que el Papa Francisco está promoviendo son enormemente destructivas, han fracasado donde quiera que se han implementado, y solo pueden traer más miseria y producir más pobres en todo el mundo.
El Papa Peronista alaba a los pobres de tal manera que parece considerar la pobreza una virtud. Pero tiene un problema muy serio no solo con la humanidad, sino con Dios. Porque desafortunadamente para el Papa Peronista, según uno de los evangelios más importantes en el Nuevo Testamento (Mateo 26:11), “Cuando los discípulos increpararon indignados a una mujer que le puso perfume a Jesús en la cabeza diciendo ‘que desperdicio; ese perfume se podia vender a un buen precio y con el dinero se podia ayudar a los pobres’. Pero Jesús les respondió ¿Por qué están atacando a esta mujer? Ha hecho algo bueno por mi. Los pobres siempre estarán con ustedes, pero no siempre me tendrán a mi”. Si el mismo Jesús que poco después, al resucitar como Jesucristo, dijo esto de los pobres ¿quien es el Papa Peronista para contradecirlo?
Muy desgraciadamente las palabras, pero peor, las acciones de este Papa no traerán buenas consecuencias para nadie, mucho menos para los pobres a quien tanto quiere ayudar. Quizás sea mejor idea algo que me contó un amigo hace poco. Años atrás, cuando su compañía tenía negocios en Argentina, había un Cardenal (no recuerda su nombre, pero puede haber sido el que fungía antes de Bergoglio) que aparentemente estaba asociado con el grupo Opus Dei. En lugar de pedir limosnas, el grupo recogía contribuciones y las invertía en diversos negocios, todos los cuales beneficiaban a los pobres. Ignoro si eso es verdad, pero no tengo por qué dudar lo que me cuenta mi amigo. Pero ¡que diferencia a las políticas que el Papa Peronista favorece! Otra buena idea, además de reformar la burocracia en el Vaticano (lo cual el Papa Francisco está tratando de hacer), puede ser vender o subastar al mejor postor una buena parte de las riquezas del Vaticano. De cualquiera de esas maneras indudablemente se podría ayudar mucho a los pobres del mundo, aunque mejor sería promover las políticas que crean riquezas. Después de todo, no importa lo que diga o piense el Papa Peronista (si es por ignorancia es malo, si es porque en verdad cree en esas demenciales ideas, mucho peor), el hecho es que la pobreza en el mundo ha disminuido notablemente en las últimas dos décadas, a pesar de la crisis económica mundial. (de acuerdo con datos del Banco Mundial, la pobreza, expresada en términos relativos de ganar el equivalente a $1.25 diario, ha disminuido del 50% al 20% desde 1980). ¿Por qué ha ocurrido esto? Porque se han adoptado cada vez más en todo el mundo las ideas de libertad económica que producen riqueza. Eso es lo único que funciona.
*A quien le interese leer algo más detallado sobre estas ideas económicas que funcionan, recomiendo recientes artículos de José Benegas (Mis Diferencias Morales con el Papa, junio 3, 2015, josebenegas.com) y de José Azel (Poverty has no Causes, junio 6, 2015, panampost.com).
El 19 de agosto de 1989, el Muro de Berlín fue derribado. El 3 de diciembre de 1989, en una reunión en Malta entre el Presidente de la Unión Soviética Mikhail Gorbachev y el Presidente de Estados Unidos George Bush padre, ambos anunciaron el fin de la Guerra Fría. El 25 de diciembre de 1991, el Presidente Gorbachev llamó al Presidente Bush para felicitarlo por Pascuas, informarle que había renunciado a la presidencia de la Unión Soviética y que el Estado Soviético había sido disuelto. Es decir, entre agosto de 1989 y diciembre de 1991, la Guerra Fría terminó oficialmente. No hubo ninguna celebración. Nadie, especialmente la administración del Presidente Bush padre, declaró lo que todo el mundo sabía: Estados Unidos había ganado la batalla de casi medio siglo a la Unión Soviética; una guerra que no fue tan “fría”. Así ha pasado a la historia. Pero como tantos hechos históricos, la verdad no es tan fácil. La Guerra Fría NO terminó entre 1989 y 1991, pero EEUU SI la ganó decisívamente. Las preguntas deben ser entonces ¿que pasó, por qué pasó y cuando (lo menos importante) pasó? Veamos.
Los dos casos a los que se refiere el título de este ensayo son muy poco conocidos. Pero los dos fueron cruciales en el curso de la Guerra Fría y en su final. Uno de ellos fue una operación militar que todavía permanence viable, más de 25 años después de “oficialmente” terminada la Guerra Fría. El otro fue posiblemente el caso de espíonaje más importante en el siglo 20, o al menos así lo describió el Presidente Ronald Reagan. Primero consideraremos lo conocido como la “Mano Muerta”. Esta básicamente, fue (es) una operación creada en la desaparecida Unión Soviética en 1982 por altos líderes militares soviéticos. Consistía en un sistema controlado por computadoras desde una burbuja de concreto enterrada en algún lugar secreto cerca de Moscú (no en el Kremlin) que permitía automáticamente a las computadoras lanzar cohetes intercontinentales contra EEUU aún después de que un primer ataque americano destruyera gran parte de Moscú (y de Rusia) y matara a los líderes políticos soviéticos, incluyendo a Leonid Brezhnev y al resto del Politburo. Es decir, era una máquina de destrucción y venganza en respuesta a un primer ataque sorpresivo de EEUU que lograría una riposta nuclear aunque los líderes ya estuvieran muertos.
Pero antes de continuar, es necesario un breve resumen de la Guerra Fría y la carrera armamentista nuclear hasta esa fecha. A finales de 1960, todavía cuando Eisenhower era presidente, se implementó en EEUU un sistema para un ataque nuclear masivo contra la Unión Soviética. Era conocido como Single Integrated Operation Plan (SIOP) (Plan Individual de Operación Integrada). SIOP contemplaba un ataque de toda la fuerza estratégica nuclear de EEUU contra la URSS, China y los llamados “estados satélites” de Europa Oriental, un total entonces de 3,500 armas nucleares lanzadas por cohetes intercontinentales, cohetes Polaris lanzados por submarinos y bombarderos de largo alcance. Cuando el Presidente Eisenhower fue primeramente informado en noviembre de 1960, dijo que el plan “lo asustaba como el Diablo” y su Asesor de Ciencia George Kristiakowsky consideró que de implementarse produciría resultados “innecesarios, indeseables y excesivos”. Pero ese fue el plan de ataque nuclear americano desde 1960 hasta el final de la Guerra Fría, y todos los presidentes, desde Eisenhower a George Bush padre quedaban horririzados cada vez que eran informados. El estimado de muertes en la URSS sería el 54% de la población. En 1961 causaría 108 millones de muertos y 80 millones adicionales en China. Todavía en 1972, el Estado Mayor Conjunto soviético estimó que un primer ataque americano causaría 80 millones de muertes y destruiría el 85% de la industrias en la URSS.
Como es conocido, la primera gran amenaza de una guerra nuclear entre EEUU y la URSS se produjo en octubre de 1962 durante la Crisis de los Cohetes en Cuba. El resultado de la Crisis, es decir, la retirada de los cohetes soviéticos de Cuba, fue considerado por los altos mandos militares en la URSS como una insoportable humillación. En 1962, EEUU tenía una superioridad nuclear enorme sobre la URSS y desde entonces, los soviéticos decidieron cambiar la situación. Fue el principio de la carrera armamental entre los dos países. Para los años 1970s, la URSS había conseguido al menos una igualdad numérica en armamentos nucleares. El costo para la URSS había sido ruinoso, pero nunca más sufrirían otra humillación como la de 1962 en Cuba. Ambas naciones tenían la capacidad de destruir el mundo entero varias veces en una guerra nuclear.
El Presidente Kennedy decidió que el riesgo de guerra era intolerable después de la Crisis y las relaciones entre los dos países mejoraron, lográndose firmar un Tratado para limitar las pruebas nucleares en la atmósfera en 1963. Kennedy y el Premier Nikita Khrushchev comprendieron que nadie podia ganar una guerra nuclear. Los dos líderes, sin embargo, tenían conceptos distintos de como mantener relaciones pacíficas. Para Khrushchev, era la política de “coexistencia pacífica” y apoyo a movimientos de “liberación nacional” en el Tercer Mundo.. Para Kennedy era cuestión de negociar acuerdos que controlaran las armas nucleares y evitaran la expansion soviética en el resto del mundo, además de implementar programas de ayuda económica y social como la Alianza para el Progreso y el Peace Corps. (Organización de jóvenes voluntarios para ayudar a países subdesarrollados). Pero al final de 1964, los dos líderes ya no estaban en el poder—Kennedy asesinado (con la posible complicidad del régimen castrista y la KGB) y Khrushchev depuesto—y la guerra en Vietnam comenzaba a encrudecerse, mientras que los militares soviéticos prodedían a toda máquina con un programa para lograr la igualdad nuclear con EEUU. Alcanzar la paz estaba tan lejos como nunca.
Los nuevos líderes, el Presidente Richard Nixon y el Premier Leonid Brezhnev (Lyndon Johnson se mantuvo muy ocupado con la guerra en Vietnam y los programas domésticos de su Great Society (Gran Sociedad), quienes surgieron en el 1968 (Brezhnev desde el derrocamiento de Khrushchev en 1964, pero compartía el poder con otros miembros del Politburo), elaboraron una política nueva: detente. Concebida por el Asesor de Seguridad Nacional de Nixon, Henry Kissinger, esta nueva política estaba diseñada para mantener relaciones pacíficas entre las dos naciones, pero las intenciones de cada una eran otra vez muy distintas. Para EEUU, detente significaba involucrar y comprometer a la URSS en relaciones comerciales cada vez más complejas con Occidente, integrar a los soviéticos en el sistema financiero internacional y brindarle acceso a créditos y la más adelantada tecnología que EEUU y Europa podían ofrecer. De esa manera, Kissinger y Nixon pretendían “domesticar” a la URSS y hacerla tan dependiente de Occidente hasta que eventualmente la URSS se convirtiera en un país “normal” y renunciara a sus tendencias expansionistas y agresivas. Para la URSS, detente significaba algo enteramente diferente: continuar con las lecciones de Lenin (y de Clausewitz): ganar la guerra a Occidente por medios pacíficos—pero ganar. Una vez más, la búsqueda de una una paz permanente entre los dos campos continuaba siendo solo una illusion.
Sin embargo, para los soviéticos, el tiempo los favorecía y la política de detente era su aliada. En realidad, detente, el engendro de Kissinger había sido un desastre. No solo eso, hacia 1980, se había convertido en un grave peligro para EEUU y para el resto de Occidente y probablemente había contribuído a prolongar la Guerra Fría por otra década. Pero para la URSS, especialmente para su aparato de inteligencia, “el mundo iba por nuestro camino” y la batalla por el Tercer Mundo, la gran estrategia de la KGB para lograr el sueño dorado de Lenin y Stalin, estaba al alcance. Hasta que la elección de Ronald Reagan como presidente de EEUU en 1980 lo cambió todo. Pero ahora debemos regresar al principio de este trabajo y pasar al año crucial de 1981, un año antes de la introducción de la “Mano Muerta”, pero el año que también se puede marcar como el principio del fin de la Unión Soviética y del Comunismo Internacional, el año en que el Expediente “Despedida” fue entregado a Reagan por el nuevo presidente socialista francés Francois Miterrand, el año en que el mundo dió la vuelta y comenzó a ir por nuestro camino, por el camino del triunfo de la libertad.
A fines de 1979, dos eventos presagiaron y contribuyeron a la destrucción de la presidencia de Jimmy Carter. Primero el triunfo de la revolución islámica en Irán, pero específicamente la toma de la embajada de EEUU en Teherán y el secuestro de 52 rehenes americanos, los cuales estuvieron cautivos por 444 dias. Segundo, la invasión de Afganistán por tropas soviéticas. Carter, quien años atrás había lamentado públicamente el temor innecesario al comunismo de los americanos, al parecer sufrió una gran decepción cuando los comunistas soviéticos no se adaptaron a sus absurdas ideas sobre la amenaza comunista. La futilidad y la ineptitud de sus políticas, que en buena parte causaron directamente la revolución islámica (al igual que la revolución Sandinista en Nicaragua, también en 1979), se reflejaron en el fracasado intento de rescatar a los rehenes en Irán en abril de 1980 cuando varios helicópteros americanos fueron destruídos en el desierto de Irán. Pero también a principios de 1980, Carter tomó dos medidas que alarmaron mucho a los dirigentes soviéticos y llevaron a la URSS a crear el mecanismo de la Mano Muerta. La directiva 58 tomó medidas para proteger al presidente y al gabinete americano de un ataque nuclear. La directiva 59 incluyó específicamente a los líderes del Kremlin como blanco de un ataque nuclear de EEUU contra la URSS. Cuando se reveló a propósito, esto alarmó sumamente a Brezhnev en Moscú. La Mano Muerta se creó en respuesta, ya que los soviéticos sabían bien que dificilmente podían sobrevivir a un ataque nuclear americano, sobre todo un ataque sorpresivo. Si ahora los líderes serían eliminados de entrada, al menos con la Mano Muerta lograrían una venganza aún desde la tumba.
El sistema se finalizó en 1982, ya durante la presidencia de Reagan cuando la KGB estaba más convencida que nunca que EEUU bajo este nuevo presidente se preparaba para un primer ataque nuclear contra la URSS. Una computadora lanzaría los cohetes intercontinentales y submarinos soviéticos que sobrevivieran un primer ataque nuclear. Pero esto se consideró sumamente peligroso casi enseguida y fue modificado con precauciones adicionales para evitar un ataque soviético por error en 1984 (el cual estuvo a punto de ocurrir en 1983). La modificación principal fue la inclusión de un pequeño grupo de especialistas militares que se refugiarían en una burbuja de concreto enterrada en un bunker en un lugar secreto. Entre ese grupo y las computadoras, una respuesta a cualquier ataque americano de sorpresa, no importa cual devastador, podría vengar a la URSS aunque fuera destruída.
La importancia de la Mano Muerta no es en si lo que significó, aunque naturalmente es algo poco conocido, sino las varias ramificaciones que tuvo y como afectó la Guerra Fría. El año pasado, el nuevo dictador de Rusia, Vladimir Putin (si, ya se que fue electo y que es enormemente popular, pero es de hecho un dictador y su última elección en el 2009 fue completamente fraudulenta) “resucitó” el programa, al menos para consumo público—doméstico y externo. De manera que por eso nada más vale la pena considerar el tema. Primero por el grave peligro que significó poner una computadora a cargo de un posible ataque nuclear. En la noche del 26 de septiembre de 1983, comenzando a las 7pm, los radares y el sistema de vigilancia de satellites conocido como Oko (ojo en ruso) detectaron—erroneamente, ¡tresveces!—lanzamientos de cohetes intercontinentales provenientes de EEUU. La última vez, a las 12:15am, en el centro super secreto de Serpukhov, al sur de Moscú, se encendió un letrero de advertencia en rojo con el mensaje: launch (iniciar lanzamiento). Afortunadamente, el Teniente Coronel Stanislay Petrov, un ingeniero militar especialista en algorítmos de combate con 26 años de experiencia, estaba a cargo del centro esa noche. Petrov ya había cancelado las advertencias las dos primeras veces en la noche. Esta tercera vez, los paneles de advertencia aseguraban que la advertencia era “altamente confiable”—la primera vez que eso sucedía. Pero aunque muy sorprendido por la órden emitida por las computadoras de lanzar un ataque soviético en respuesta a un ataque americano inexistente, Petrov anuló la órden a los pocos minutos. Sospechaba que algo estaba funcionando mal después de haberse asegurado completamente que las señales de un ataque americano eran erroneas. Pero no estaba absolutamente seguro. Confió en su intuición guiado por su experiencia. En efecto, fue un error técnico, pero quizás alguien distinto hubiera tomado otra decisión. Esa noche el mundo se salvó—una vez más de las tantas veces que estuvo al borde de una conflagración nuclear. Quizás una intervención divina guió a Petrov esa noche. Los jefes militares soviéticos decidieron que el riesgo de dejar la decisión a las computadoras era demasiado alto y las modificaciones a la Mano Muerta se adoptaron poco después.
En segundo lugar, la Mano Muerta probablemente contribuyó al aceleramiento de la carrera armamentista. Los soviéticos naturalmente no se resignaban sabiendo que un ataque sorpresivo de EEUU a la URSS sería vengado aún después de que los líderes fueran vaporizados. Para ellos era mucho más importante asegurarse que su superioridad nuclear frenaría un ataque americano. Al parecer, no muchos de ellos después de Khrushchev creían que EEUU nunca los atacaría primero. Por lo mismo, aprovechando la distracción de la guerra en Vietnam y la nueva políica de detente, continuaron a toda marcha construyendo un enorme arsenal militar, tanto nuclear como convencional.
Finalmente, de cierta manera, la Mano Muerta se extendió al desarrollo de armas biológicas y químicas, mucho más difíciles de detectar y potencialmente tan dañinas como las armas nucleares. No existió un mecanismo parecido, es decir, controlado por computadoras, para el programa de este tipo de armamentos. Sin embargo, la mentalidad de planear un ataque para de cualquier forma destruir a EEUU, siempre estuvo presente en los líderes políticos y militares de la URSS. Las armas nucleares, químicas, bilógicas y convencionales que poseían siempre estuvieron diseñadas para ser utilizadas, eran armas ofensivas, para conquistar, no para defenderse. Por eso es muy importante tener bien claro que moralmente NO fuimos iguales nunca. El comunismo internacionaldesde su implantación en Rusia en 1918 por Lenin, admitido abiertamente por él y todos los demás líderes que lo siguieron, fue un sistema ateo, amoral, capaz de lo que fuera para conseguir sus fines de dominar el mundo. El fin siempre justificó losmedios. Además—y esto lo creían todos firmemente, al menos por las primeras décadas—el sistema ideado por Karl Marx era científico y la historia estaba destinada a terminar en el comunismo, en la utopia de crear el Paraíso Terrenal. Todo estaba permitido. Incluyendo un ataque nuclear de sorpresa. La unica razón por la cual no lo hicieron fue porque siempre supieron muy bien que serían destruídos y para ellos morir no era una opción. Después de todo, a pesar de ser fanáticos políticos, eran seres racionales. Pero con armas biológicas y químicas SI era posible atacar a EEUU en cualquier momento, sobre todo cuando un ataque de ese tipo sería muy dificil de detectar y de probar que provenía de la URSS. Al final, los científicos y militares soviéticos habían diseñado armas biológicas capaces de ser colocadas en no solo cohetes intercontinentales, sino cruceros (cruise missiles). Estos cohetes son prácticamente indetectables por ningún radar. Y los líderes soviéticos planeaban utilizarlos si creían que podían dar el primer golpe. Las armas nucleares no eran ya imprescindibles para ganar una guerra a EEUU.
Por esa razón primordialmente, los programas soviéticos de armas biológicas y químicas llegaron a convertirse en un peligro tan grave como los cohetes nucleares, especialmente porque nunca los suprimieron. A solo unos meses de firmar la Convención de Armas Biológicas y Tóxicas (CABT) en Ginebra, Suiza (junto con más de 70 otras naciones), acuerdo propuesto por el Presidente Nixon prohibiendo la producción de estas armas en 1972, pero que entró en vigor en 1975, Brezhnev ordenó que las armas bilógicas/químicas se continuaran produciendo. ¿Por que? Porque los líderes soviéticos—sin ninguna evidencia—decidieron que EEUU no respetaría el Tratado. Por consiguiente, la URSS tampoco lo haría. Nunca lo hicieron desde entonces. Entre 1975 y 1991, la URSS secretamente construyó el programa de armas biológicas/químicas más grande del mundo, sin comparación. En esos años—y después—ocurrieron cientos de serios accidentes en todo el territorio soviético, produciendo miles de muertes y poniendo en peligro a buena parte de los vecinos de la URSS.
En uno de los más conocidos—y más infames—de estos accidentes en 1972 (todavía hasta hoy negado por el régimen de turno, desde Gorgachev, pasando por Yeltsin, y terminando con Putin), ocurrido en la ciudad de Sverdlovsk, antiguamente y ahora de nuevo Yekateringburg, lugar en los Montes Urales donde los bolcheviques, por órdenes directas de Lenin, asesinaron a toda la familia del Zar Alexander y donde nació Boris Yeltsin en 1931, murieron más de 100 personas cuando en una fábrica para producir anthrax militarizado (para utilizar la mortífera bacteria como arma biológica), muy cerca de la ciudad, uno de los tanques donde almacenaban la bacteria en polvo, se quebró. La bacteria en polvo se diseminó sobre la ciudad y cada dia enfermos llegaban—y morían—en los hospitales de la ciudad (hoy en dia todavía la quinta más poblada de Rusia con 5 millones de habitantes). Pero los funcionarios a cargo culparon, falsamente, carne de res contaminada por las muertes. Mikhail Gorbachev, quien tanto contribuyó a terminar la Guerra Fría, sin embargo aprobó hasta el final la continua violación de CABT, aún después de prometerle al Presidente George Bush padre que el programa había terminado. Su sucesor, Boris Yeltsin, trató de frenar el programa de armas tóxicas, ordenando directamente tresveces a los generales a cargo del programa que lo terminaran de una vez por todas. Las tres veces fue desobedecido. Putin, por supuesto, ha continuado el programa, al igual que ha revivido y probablemente modernizado la Mano Muerta.
Como se ha mencionado antes, la elección de Ronald Reagan en 1980 lo cambió todo. Años de políticas que por bien intencionadas que fueran, de hecho habían producido no solo una situación de igualdad nuclear entre las dos super potencias, sino que además habían creado una inercia, una situación de gran inseguridad y malestar (malaise, como le llamó el Presidente Carter) en el pueblo americano. Para muchos, la política de detente no había sido más que una de apaciguamiento. Era innegable que la URSS y sus aliados y satellites había avanzado políticamente desde 1962 y el retiro de los cohetes soviéticos de Cuba. Bajo la presidencia de Carter, la URSS había invadido Afganistán, Nicaragua estaba en manos de los Sandinistas aliados con Cuba, Centro América estaba en peligro de ser subvertida por guerrillas apoyadas por Cuba y la URSS, Irán estaba bajo control de extremistas islámicos, y Cuba tenía más de 50,000 tropas en África. Aquí en EEUU, la situación era peor. El llamado “índice de miseria” bajo Carter (suma de tasas de inflación, interés y desempleo) alcanzaba más del 20%, la cifra mayor desde la Segunda Guerra Mundial. Además, el efecto de la derrota en Vietnam y del escándalo de Watergate, que terminó con la renuncia de Richard Nixon, habían también contribuído mucho a que una gran cantidad de americanos vivían desesperanzados, con poca confianza en el futuro.
Reagan llegó a la presidencia no solo con una idea bien definida respecto a la URSS y la Guerra Fría (“Nosotros ganamos; ellos pierden”), sino que en sus dos primeros años, formuló—en una serie de directivas presidenciales—políticas específicas para derrotar la subversion cubana/soviética en Centro América y para ganar la Guerra Fría. Pero poco fue más importante en ese proceso que el Expediente “Despedida”. ¿Que fue esto? Pasemos al 20 de Julio de 1981. El socialista Francois Mitterrand había sido electo presidente de Francia en mayo de ese año. El Departamento de Estado americano y gran parte de los medios informativos, junto con muchos líderes de occidente, estaban sumamente preocupados. Más no el Asesor de Seguridad Nacional del presidente, Richard Allen, quien conocía bien a Mitterrand. Cuando los dos nuevos presidentes se encontraron en la Cumbre Económica de Quebec el 20 de Julio, Mitterrand tenía una gran sorpresa para Reagan: el Expediente “Despedida” (Farewell Dossier).
Así se le llamó a la información que el espía soviético posiblemente más importante de la Guerra Fría, el Coronel de la KGB Vladimir Vetrov, le proporcionó a la agencia de contra espionage francesa DST entre 1980 y 1982. ¿Quien fue Vetrov y como se convirtió en un espía tan importante? En cualquier otro país occidental, el joven Vladimir Vetrov podia—por sus méritos—haber alcanzado altas posiciones socio-económicas. Pero no en la Unión Soviética, ese falso Paraiso de los Trabajadores donde la igualdad supuestamente imperaba. En realidad, la URSS en los años 1950s se asemejaba más a la Francia pre revolucionaria de los 1760s bajo el Rey Louis 15, donde las posiciones sociales dependian enteramente de las conexiones políticas. Vetrov provenía de una familia humilde sin conexiones algunas. Pero sus talentos—una gran inteligencia sobre todo en matemáticas y un excepcional atleticismo—lo llevaron a ser admitido, por sus méritos, al Instituto Bauman de Moscú, la escuela de ingeniería más prestigiosa de la URSS. Pero luego de graduarse con honores en 1957 como ingeniero mecánico, sin conexiones políticas, solo consiguió trabajo en una fábrica de calculadoras.
Sin embargo, gracias a sus proezas atléticas (campeón juvenil de carreras cortas) fue invitado a jugar con el equipo de futbol Dynamo del Ministerio del Interior y la KGB. De esa manera llamó la atención de algún dirigente de la KGB y fue reclutado, aunque al principio no como agente de inteligencia. En ese tiempo conoció a su futura esposa Svetlana, de una familia ligeramente más prominente, pero muy atractiva y muy atlética (también corredora con condiciones olímpicas). Se casaron a fines de 1957 y ella se graduó de maestra en 1961. Vladimir siguió progresando en la KGB y finalmente en 1965 fue enviado a París como miembro de la delegación soviética del Ministerio de Comercio Exterior. Así comenzó su carrera como espía industrial.
En los cinco años que la pareja Vetrov vivió en París, Vladimir reclutó a varios personajes en la industria francesa como agentes de la KGB, mientras que tanto él como Svetlana vivían una vida social envidiable, relacionándose con gente importante, con acceso a un carro personal y disfrutando los beneficios de una sociedad rica y abierta. Pero a la vez atrajo la atención de la agencia de contra inteligencia francesa DST (no la más conocida agencia de inteligencia SDECE), que lo trató de reclutar sin éxito. Pero Vetrov conoció a varios altos funcionarios que años más tarde le serían muy útiles. Además, gracias a su posición, el matrimonio podia comprar productos y artículos personales de lujo a grandes descuentos. Es posible que Vetrov haya recibido “regalos” de altos funcionarios industriales y hasta que haya invertido algún dinero en Francia.
Eventualmente los Vetrov regresaron a la URSS en 1970, acostumbrados a la buena vida y muy bien recibidos. Pero pronto Vladimir tuvo que enfrentar la triste realidad: sin “padrinos” influyentes, su progreso en la KGB había llegado a su límite. Esto fue algo enormemente frustrante para él y como un denominador común para otros funcionarios de la KGB sin conexiones políticas. Por ejemplo, el famoso espía nuclear Oleg Penkovsky, quien informó a EEUU (por medio de sus “controladores” británicos, quienes lo reclutaron) de las verdaderas condiciones militares de la URSS, sobre todo en cohetería intercontinental, que tanto ayudaron durante la Crisis de los Cohetes en octubre de 1962, enfrentó condiciones parecidas. En el caso de Penkovsky, también Coronel de la KGB, su problema fue que su padre había sido official del Ejército Blanco que peleó contra los bolcheviques en la guerra civil rusa durante la revolución en 1920. Esto lo condenó a nunca poder alcanzar siquiera ser General, pues los líderes de la KGN no podían perdonar esa “ofensa” de su padre, y lo llevó a convertir en espía contra la URSS. Para Vetrov, la realización de que nunca, a pesar de una vida muy cómoda en Rusia, podría ascender a los más altos niveles, finalmente también lo inclinó a ser espía de los franceses, por su odio terrible a la KGB (pero extrañamente NO a la URSS y al sistema comunista).
Pero eso se demoró unos años y la KGB planeaba enviarlo de nuevo a Francia como Consul en Marsella, pero el gobierno francés, sospechando—con razón—que Vetrov era un agente de la KGB y no un miembro del Ministerio de Comercio Exterior, le negó la visa en 1972. Pero como la KGB todavía lo consideraba un agente de gran promesa, en 1974 fue enviado a Montreal, como ingeniero jefe de la delegación comercial soviética en Canadá. Allí empezó el principio del fin por un incidente menor de un robo de joyas de Svelana. Eventualmente los dos fueron trasladados a Moscú y nunca más pudieron viajar al exterior. Ahora Vetrov era tierra fértil para ser reclutado y así resultó, aunque fue Vetrov quien, mediante sus antiguos contactos comerciales en Francia, dió el primer paso. Para entonces también había comenzado a beber excesivamente y a tener problemas maritales con Svetlana, además de ver bloqueado su porvenir en la KGB y de no poder disfrutar de la buena vida en Occidente al prohibírsele viajar al exterior. Al poco tiempo, gracias a su amistad con un empresario francés que a su vez tenía buenas relaciones con la DST, Vetrov comenzó a pasar documentos secretos a un agente francés en Moscú en 1981. En poco menos de un año, Vetrov entregó más de 4,000 documentos secretos y reveló la identidad de más de 200 agentes de la KGB en las principales rezidenturas de occidente. Pero eso fue lo de menos. Ahora veamos como esa “bomba” informativa afectó la Guerra Fría y como aceleró su final.
Primero es necesario volver a 1970. Ese año, Yuri Andropov, Director de la KGB desde 1967, ideó lo que se conoció como “Linea X” bajo el nuevo Directorado T de inteligencia industrial de la KGB. Andropov conocía bien el lamentable estado de la economía soviética y también sabía que cada vez los soviéticos quedaban más atrás que EEUU, sobre todo en tecnología. Linea X fue el plan para robar esa tecnología a Occidente, sobre todo a EEUU. Andropov nunca imaginó el gran éxito de esta operación entre 1970 y 1980 y como ayudó a los soviéticos a emparejarse con Occidente, sobre todo en la industria armamentista. Pero Linea X fue más, mucho más. Empezó con el robo de tecnología, pero con el tiempo se extendió a comprar esa tecnología a espías industriales en Occidente, a conseguir créditos bancarios, a lograr comprar enormes cantidades de trigo—a crédito—para alimentar al pueblo ruso. Terminó convirtiendo a Occidente, sobre todo EEUU en un gigantesco departamento de Investigaciones y Desarrollo (Research and Development) de la URSS sin costo alguno. Todo gracias a la fatídica política de detente inventada por Henry Kissinger. Esta realidad fue la que el Expediente Despedida reveló a Reagan en 1981.
¿Que hacer? La primera reacción, después de la enorme sorpresa, fue la de ponerle fin al programa de Linea X. Eso fue lo que el Director de la CIA William Casey y los expertos de la CIA, Departamento de Defensa y NSA recomendaron. Pero afortunadamente, un genio, el analista Gus Weiss, colega de ese otro genio visionario que fue Herman Kahn, desde los 1960s, quien estaba de nuevo en el gobierno ahora como asesor en la Casa Blanca, opinó que no, que lo mejor era hacer nada y engañar a los soviéticos, lo cual se hizo con el apoyo entusiasta del Presidente Reagan. Weiss, con varios títulos universitarios, incluyendo un doctorado en economía, sospechaba de esta gigantésca operación que fue el programa Linea X desde 1972. Un grupo de colegas formaron la American Tradecraft Society en 1975 para bloquer en lo posible estas actividades, pero no fue hasta que Mitterrand le entregó el FarewellDossier a Reagan que entendieron la envergadura de Linea X y pudieron hacer algo al respecto. La CIA, FBI y el Departamento de Defensa cooperaron en una contra operación para que una gran cantidad de la tecnología codiciada por los soviéticos, especialmente en computadoras y mini electrónica, se les vendió o se les permitió adquirir ilegalmente con pequeñas alteraciones o con defectos que al cierto tiempo de ser instalados, fallaban, a veces con resultados catastróficos. El caso más célèbre, aunque todavía poco conocido, fue una explosion gigantesca en el viaducto que se construía en Siberia para eventualmente traer gas natural a Europa en diciembre de 1983 en el enorme campo de gas natural de Urengoi. La explosion fue tan colosal que se pudo ver desde el espacio y el jefe de inteligencia de la Fuerza Aerea americana pensó que había sido una explosión nuclear de tres kilotones. No se sabe cuantos murieron porque los soviéticos nunca siquiera admitieron que la explosion fue causada por computadoras defectuosas, alteradas para aumentar la presión dentro del viaducto hasta que estallara. Pero el hecho cierto es que gracias al contra proyecto de Weiss y compañía, el viaducto se demoró diez años más en completarse, ya cuando la URSS había desaparecido.
El Farewell Dossier y la información que el Coronel Vetrov proporcionó definitivamente aceleró el final de la Guerra Fría por una serie de razones. Primero, por supuesto, los espías soviéticos no pudieron seguir robando tecnología occidental. Segundo, como se ha mencionado, al menos 200 espías colocados en posiciones importantes en EEUU y Europa, fueron arrestados o expulsados. Pero mucho más importante, lo que ya habían robado o comprado ilegalmente, en muchos casos tecnología instalada a través de la URSS, de pronto temían que estuviera alterado o defectuoso. No tenían confianza en utilizar mucha de la tecnología ya adquirida, inclusive ccomponentes de los cohetes intercontinentales. Eso atrasó muchos proyectos en la URSS y causó que los soviéticos quedaran de nuevo muy atrás de EEUU en tecnología, sobre todo en computadoras. Weiss estimó mucho después que quizás los puso diez años detrás de EEUU. Junto con todas las demás presiones adicionales que la administración de Reagan puso en práctica especialmente desde 1983, el fin del Imperio Soviético llegó mucho antes gracias a Petrov y el Farewell Dossier.
Ahora llegamos a la parte final de este ensayo, a como y por qué terminó la Guerra Fría. Como ya se ha descrito, no se puede poner este final ni siquiera en diciembre de 1991. Nada más porque los proyectos de armas biológicas continuaron a toda máquina hasta al menos 1992 y casi seguro después, ya no hay una fecha conveniente para indicar el final. Pero eso es lo de menos. Como y por qué es lo que importa. Aquí es necesario una nota precaucionaria. Para la Izquierda Eterna, la desaparición de la URSS y el Comunismo Internacional, tal como lo dijo el mismo Vladimir Putin en el 2005, fue la peor catástrofe geopolítica del siglo 20. Para la Izquierda Eterna, es inaceptable, es incredible que la URSS ya no exista. Pero no queda más remedio que aceptar la realidad. Claro que como dijo Inga (Ingrid Bergman) a Rick (Humphrey Bogart) al final de esa obra maestra que fue la película Casablanca, cuando se dió cuenta que las visas de salida para Lisboa estaban a su nombre y el de su esposo, pero no de Rick, como ella pensaba y esperaba: “¿Y nosotros que?” Rick le contestó, “Nosotros siempre tendremos a París” (el breve tiempo en que se enamoraron antes que los Nazis invadieran y cuando ella pensaba que su esposo estaba muerto). Para la Izquierda Eterna, siempre estará presente, siempre le quedará, la revolución cubana, esa epitomía del bien común, ese gran ejemplo de lo mejor de la humanidad. Que importa si todo ha sido la Gran Estafa, el engaño y el fracaso más grande del siglo. Pero no para la Izquierda Eterna. Entonces, en el contexto de como y por qué la Guerra Fría termnó y la URSS perdió, hay que considerar que la Izquierda Eterna de ninguna manera acepta, nunca lo aceptará, que la Guerra Fría terminó con la URSS más que nada gracias a las políticas implantadas por Ronald Reagan desde 1981. ¿Como es posible aceptar que un “zopenco amable”, como le llamó Clark Clifford (un prominente abogado de Washington quien trabajó para cinco presidentes demócratas y terminó desgraciado por su involucramiento en el fraude gigante del Banco de Crédito y Comercio en 1991) en 1981, haya sido responsable del final de la Guerra Fría, mucho menos haberla ganado?. Bueno, será imposible para la Izquierda Eterna aceptarlo, pero fue exactamente lo que sucedió.
Mucha gente inteligente y preparada, varios amigos inclusive, que NO se pueden describir como de izquierda, piensan que quizás Reagan tuvo algo que ver con el final de la Guerra Fría. Pero ¿el mayor responsable? Imposible. Pero cierto. La Izquierda Eterna—y muchos que no pertenecen a esa gran sociedad—prefieren pensar otras dos cosas. Primero, que el comunismo estaba condenado a desaparecer porque es un sistema que va contra la naturaleza humana. Sin duda. Pero en Rusia duró al menos 70 años, a pesar de que ahora todos piensan que no podia ser. Además, como un dicho en la Cuba de antes, “los mangos no se caen solos”. Pero supongamos que efectivamente el sistema estaba condenado a desaparecer. Haciía falta empujarlo a su final, y ¿quien mejor que ese Gran Líder que fue Mikhail Gorbachev? Ahora si tenemos a un buen principal responsable, alguien muy aceptable para los “ilustrados”. Una vez más, Gorbachev fue muy instrumental, pero lo que en verdad logró el Gran Mikhail fue destruir a la URSS. Además, nunca fue el propósito de Gorbachev acabar con la URSS o con el comunismo. Todo lo contrario. Gorbachev siempre fue—y es—un comunista convencido. Lo que trató de hacer fue salvar al comunismo modificandolo. Pero eso es imposible y Gorbachev nunca lo entendió. Peor todavía para los que prefieren creer que Gorbachev fue el gran responsable del final de la Guerra Fría y de que se terminara pacíficamente—y esto es muy inconveniente. Pero los hechos no mienten y esos hechos indican que Gorbachev en sus primeros 15 meses en el poder, trató por todos los medios—antes de anunciar sus políticas de Glasnot (apertura) y Perestrika (restructuración), implementó la política de Uskorente (aceleración).
¿Como? Primero anunció públicamente que mantendría un firme control sobre el campo socialista en su primer discurso como Secretario General del Partido Comunista de la URSS. El gasto militar fue aumentado enormemente. Algunos países vecinos fueron directamente amenazados. La guerra en Afganistán fue intensificada. Invertió millones de rublos en maquinaria pesada cuando la URSS estaba tratatando por todos los medios de convertirse en una nación moderna donde la tecnología y no la industria pesada dominaría (para eso se ideó Linea X). Incrementó, como se ha mencionado, el programa de armas biológicas. La desinformación y la agitación-propaganda (agitprop) aumentaron cada dia más. En fin, cuando se convenció que todo lo que intentó fracasó, cuando vió la realidad, que la URSS se desmoronaba económicamente, entonces, sin ya más remedio, trató de cambiar el sistema. Pero siempre para mejorarlo, nunca para convertir a la URSS en una república de leyes gobernada por su pueblo. Era demasiado tarde, pero no se debe olvidar que Gorbachev fue entrenado desde joven por Andropov para que fuera su sucesor y para que terminara la tarea de dominar al mundo. Pensar en Gorbachev como un “demócrata” (lo que quiera decir esa palabra, incluyendo lo que generalmente se acepta ahora) es risible.
Ya se ha descrito cual era el estado del mundo en 1981 cuando la desastrosa presidencia de Jimmy Carter llegó a su fin. ¿Quien era su sucesor, Ronald Reagan? Contrario a la imbecil descripción de Clark Clifford (en la que todavía millones creen firmemente), Reagan era un hombre sumamente inteligente. Ningún presidente con la posible excepción de Theodore Roosevelt (quien además escribió varios libros antes de ser presidente) llegó a Washington tan leído. Reagan no escribió ningún libro, pero si miles de artículos, incluyendo casi todos sus discursos a lo largo de su carrera. Era un negociador excepcional, gracias a su larga presidencia del Sindicato de Actores en Hollywood, cuando contínuamente se enfrentó con gran éxito a los comunistas que trataban de controlar el sindicato. Conocía intrínsicamente el sistema americano de libre empresa por los años que trabajó como vocero y propagandista de General Electric, viajando por todo el país y relacionándose con gente trabajadora, pero también con los grandes empresarios. Sobre todo, tenía ideas muy definidas sobre la Guerra Fría y la Unión Soviética, como se ha mencionado: “Nosotros ganamos; ellos pierden”. Y sabía exactamente como lograr la derrota de la URSS. Pero antes de implementar ninguna de sus ideas, había que componer la economía y esa fue la prioridad hasta que para 1983, ya la situación estaba bajo control.
En los casos de Cuba y Nicaragua, sin embargo, no se esperó a que la economía mejorara. Reagan envió al General Vernon Walters a conversar directamente con Fidel Castro en marzo de 1982. El contenido de la entrevista nunca se ha revelado, pero de acuerdo con algunas fuentes, Walters le dejó bien claro a Castro que aunque EEUU no tenía planes hostiles contra su régimen, habían condiciones. Especialmente, que Cuba dejara de apoyar las insurrecciones en Centro América y África. Castro al parecer accedió y eso abrió el camino para algunos acuerdos migratorios, incluyendo el retorno de más de 1000 criminales que llegaron a EEUU en el éxodo del Mariel en 1980. Con Nicaragua, la política de la nueva administración si fue muy agresiva desde el principio. En marzo de 1982, Reagan aprobó planes autorizando a la CIA, con dinero y con armas, para actividades contra revolucionarias en Centro América. Específicamente, el Director de la CIA William Casey escogió a Duane Clarridge, jefe de la division clandestina para Latino América. Casey ordenó a Clarridge que en un par de meses recomendara que hacer en Centro América. El plan de Clarridge fue muy simple y lo que Casey quería oir: “hacerle la guerra a los Sandinistas en Nicaragua y matar cubanos”. Básicamente eso fue lo que se hizo por ocho años y a pesar de las críticas y de lo que degeneró en el escándalo conocido como Irán-Contra, el apoyo a las guerrillas anti comunistas en Centro América obligó a los Sandinistas a negociar una paz relativa que eventualmente resultó en la elección de Violeta Chamorro y el fin (temporalmente, por desgracia) del régimen de Daniel Ortega.
Con la “madre patria” en la URSS los planes en firme comenzaron en enero de 1983 con la Directiva Presidencial de Seguridad Nacional 75 (NSDD 75, que ha sido declasificada y se puede leer en internet y varias publicaciones). Ese fue el “plano de construcción” (blueprint) para ganar la Guerra Fría y derrotar a la URSS. Es muy largo y detallado—no hay espacio ni tiempo en este corto ensayo para describirlo—pero este fue el principio del fin ahora admitido hasta por los opositores y detractores de Reagan. Básicamente, NSDD 75 proponía revertir el expansionismo soviético y disminuir el poder de la élite gobernante. Las negociaciones para limitar los armamentos nucleares ya no serían lo principal en las relaciones entre EEUU y la URSS. Nuevas tecnologías militares se enfatizarían y la exportación de tecnologías civiles se limitarían. Las relaciones económicas ahora se subordinarían a los fines estratégicos. Y la dominación comunista en Europa Oriental ya no sería aceptada.
Pero no fueron solo hechos, que son los que cuentan. Las palabras también son importantes, sobre todo cuando son verdaderas y se convierten en hechos. Ronald Reagan, desde su primera conferencia de prensa en enero de 1981, sentó las pautas. Respondiendo una pregunta del corresponsal de la cadena ABC Sam Donaldson sobre las intenciones a largo plazo de la URSS, Reagan recordó que todos los líderes soviéticos, incluyendo los presentes, mantenían su determinación de promover la revolución mundial que los llevara a implantar un estado comunista en el mundo entero. Y agregó las siguientes palabras que dejaron boquiabiertos a la concurrencia: Mientras sigan con esas intenciones a la vez declarando públicamente que la única moralidad que reconocen es la que promueve su causa, se reservan el derecho de cometer cualquier crimen, mentir, hacer trampas, para conseguir sus fines. Cuando terminó la conferencia y caminaba acompañado de su Asesor de Seguridad Richard Allen y del nuevo Secretario de Estado Alexander Haig, quien le reclamaba por hablar de tal manera sobre los líderes soviéticos, Reagan se volvió hacia Allen y le preguntó: “¿Todo lo que dije no es la verdad? Para furia de Haig, Allen le contestó, “Absolutamente Señor Presidente”.
Durante toda su presidencia, algunos de sus grandes discursos reafirmaron continuamente sus ideas y sus intenciones hacia la URSS. En uno memorable ante el Parlamento británico en junio de 1982, parafraseando a Trotsky, Reagan declaró que la marcha de la libertad y la democracia dejarían al Marxismo-Leninismo en el basurero de la historia. En el más famoso de todos, ante la Asociación Nacional de Evangélicos en marzo de 1983, advirtió que se debía evitar la tentación de pensar que los dos lados (EEUU y URSS) tenían culpas iguales por la carrera armamentista, ignorando los hechos históricos y los impulsos agresivos de un Imperio del Mal. Ese discurso sacudió a todos sus oponentes, incluyendo a los líderes soviéticos en el Kremlin. El famoso historiador americano Henry Steele Commager dijo poco después que el discurso había sido el peor en la historia de ningún presidente americano, agregando, “y yo los he leído todos”. Pero ese discurso definió la presidencia de Reagan y su misión. Años más tarde, el reconocido líder disidente judío Natan Sharansky, quien entonces estaba preso en uno de los calabozos del Gulag soviético, escribió en su libro The Case forDemocracy que cuando los presos se enteraron del discurso, se comunicaban a través de las letrinas regocijados que por fin un líder americano dijera las verdades necesarias sobre la URSS ante el mundo. El discurso quizás más recordado, sin embargo, fue cuando parado ante el Muro de Berlín el 12 de junio de 1987, dirigiéndose a Mikhail Gorbachev, lo exortó a que derribara el muro. Vale la pena repetir sus cortas frases: “Secretario General Gorbachev, si usted busca la paz, si usted busca la prosperidad para la Unión Soviética y para Europa Oriental, si usted busca la liberalización, venga a esta puerta. Señor Gorbachev, abra esta puerta. ¡Señor Gorbachev, derribe este muro!”.
¿Pero cuales fueron las acciones que derrotaron a la URSS y terminaron con la Guerra Fría específicamente? De acuerdo con su segundo Asesor de Seguridad Nacional, quizás su único verdadero amigo, el Juez de California William Clark, la estrategia de Reagan para ganar la Guerra Fría consistía de cinco pilares: económico, politico, militar, ideológico y moral. Los ideológicos y morales se han descrito bastante. El militar fue el primero que se puso a la práctica con el programa masivo para reconstruir—y reconquistar—la superioridad militar ante la URSS. Cuando esto se logró para 1987, entonces, y solo entonces, Reagan se sentó en la mesa a negociar con Gorbachev en una posición fuerte y probablemente de superioridad. Todo el aparato militar se modernizó. Después de ocho años en el poder bajo Reagan, el gasto militar aumentó el 43% sobre los gastos en el apogeo de la guerra en Vietnam. Varios importantes sistemas de armamentos como el bombardero B-1 (y el B-2, el Stealth), los nuevos cohetes intercontinentales MX, los cohetes de medio alcance Pershing II emplazados en Alemania entre 1984-85, la flota de submarinos nucleares, los nuevos portaviones. En fin, algo sin precedents en tiempos de paz, pero completamente necesario para conseguir sus objetivos. Pero la culminación del elemento militar, el que irónicamente ni siquiera se implementó, fue el programa conocido como la Iniciativa Estratégica de Defensa (SDI). Anunciado en marzo de 1983, las posibilidades de este programa atemorizaron tanto a la URSS (que llevaba años experimentando con esta tecnología futurista de lasers) que eventualmente, de acuerdo con varios generales soviéticos, fueron la causa final de la derrota en la Guerra Fría. Todos recordaban que en 1957 asombraron al mundo con el Sputnik. Pero todos también recordaban que a los 11 años, los americanos estaban en la luna y el programa especial de Apolo y la tecnología que lo acaompañó, revolucionaron al mundo. Estaban seguros que la tecnología americana de nuevo los dejaría en el polvo con SDI. Por eso le temían.
En lo politico, se pueden destacar tres operaciones encubiertas. Probablemente la más importante fue la de apoyar—con millones, pero también con equipos como simples copiadoras y méquinas de fax, además de avanzadas computadoras—al sindicato de trabajadores polaco Solidaridad, después que se declaró la ley marcial en 1981 en Polonia. Estas actividades secretas se llevaron a cabo conjuntamente con el Vaticano y el Papa Juan Pablo II fue uno de los grandes aliados conque contó Reagan durante la Guerra Fría. Fuertes sanciones económicas no solo contra Polonia sino contra la misma URSS por su apoyo a las medidas represivas del General Jaruzelski, debilitaron tremendamente a los dos países y contribuyeron mucho a la derrota final. Los programas de Radio Libertad y Radio Europa Libre fueron muy influenyentes, al igual que el nuevo programa de Radio Martí para informar a los cubanos bajo el castrismo. El contenido ideológico fue aumentado para no solo informar a los “pueblos cautivos” sino para animarlos, para que supieran que al fin una administración americana estaba de su parte. En Afganistán, un programa masivo de ayuda a los mujahedeen iraníes que peleaban contra los invasores soviéticos organizado por la CIA con la cooperación de Paquistán, debilitó enormenente a los soviéticos, especialmente cuando la CIA comenzó a entregar cohetes Stinger lanzados por solo un hombre. Estas armas devastaron a los helicópteros del ejercito ruso y fueron muy instrumentales en la retirada de la URSS de Afganistán. Pero quizás lo más importante en el plano politico fue la determinación mostrada por Reagan ante la campañas de propaganda y desinformación de la URSS para evitar el rearme americano y sobre todo el despliegue de los cohetes Pershing II en Alemania para contrarrestar los SS-20 soviéticos que amenazaban a toda Europa. Desde la guerra en Vietnam no se producían manifestaciones tan numerosas no solo en Europa sino en EEUU a favor de “La Paz Mundial”. Pero para Reagan, quien después de decidir algo importante, muchas veces ideas que ya tenía desde mucho tiempo, no tuvieron efecto, nada lo apartó de su programa. Ni siquiera la intervención personal de su hija Patti y de su adorada esposa Nancy. Las dos trataron de “suavisar” el mensaje del presidente y de influenciar su férrea determinación de enfrentarse a la URSS. De nada sirvió. Reagan tenía una misión que para él era sagrada. Su fe en Dios era profunda, inculcada por su madre desde niño, aunque raramente la demostraba en publico. Es más, estaba convencido que Dios lo había salvado del intento de asesinato el 30 de marzo de 1981 para que pudiera completer su tarea de derrotar a la URSS—por eso lo había salvado. También se debe mencionar un accidente: la explosion del reactor nuclear de Chernobyl en Ucrania en 1986. Sus consecuencias políticas fueron extraordinariamente dañinas para la URSS. No solo porque el régimen trató de encubrir el desastre (la nube nuclear se extendió a partes de Europa), sino porque se demostró una vez más la incapacidad del sistema y sirvió para minar aún más la confianza de Gorbachev en el futuro de la URSS.
Finalmente, el el plano económico, el “apretón” más grande fue con la cooperación del Rey Fahd de Arabia Saudita para bajar el precio del petróleo en el mercado mundial. Combinado con el enorme gasto militar adicional ordenado por Gorbachev en sus primeros meses para tratar de competir con EEUU, la pérdida de divisas por el bajo preció del petróleo, la mayor fuente de ingresos de la URSS, convenció a Gorbachev que era imposible continuar. Es más, Reagan se lo dijo en su cara en la primera reunión en Ginebra en noviembre de 1985. “Ustedes no pueden ganar la carrera armamentista; no hay manera que puedan ganar”. Gorbachev lo consideró arrogancia—pero sabía que era la verdad. El alto funcionario del Departamento de Defensa Richard Perle admitió en una entrevista en el 2001 que “ciertamente era una guerra económica, aunque no lo podíamos admitir”. Pero las sanciones económicas que a través de los ocho años de su administración Reagan impuso contra la URSS fueron contínuas, sin tregua, desde casi el primer dia, y en verdad, el “Imperio del Mal” no pudo competir en ningún plano. En buena parte como resultado del Expediente Despedida, las transacciones comerciales entre Europa y la URSS también fueron recortadas drásticamente. Es bien conocido la frase que se le atribuye a Lenin, pero puede ser de Marx que ”los capitalistas nos venderán las sogas conque los colgaremos a todos”. Durante los años del detente, esto era lo que sucedía y Reagan mayormente le puso fin a ese comercio. Los europeos, incluyendo su gran aliada Margaret Thatcher de Gran Bretaña, protestaron vehementemente. Miembros de su gabinete también. El Secretario Haig lo hizo de manera tan indiscreta que fue obligado a renunciar. El nuevo Secretario de Estado George Schultz, un prestigioso economista que al principio no creía mucho en las ideas de Reagan, también protestó, pero en privado y pronto acepto la decisión del presidente, quien simplemente declaró: “Ya se les pasará el ataque de histeria”. Así fue. La voluntad de Reagan era irresistible.
Como se dice en ingles, el End Game (Final del Juego) de la Guerra Fría se produjo en Reykjavik durante la reunión “Cumbre” entre Reagan y Gorbachev entre octubre 10 y 11 del 1986. Gorbachev llegó con un plan extraordinariamente audaz: nada menos que eliminar todas las armas nucleares de ambos bandos. Esto tomó completamente por sorpresa a la delegación americana. Pero ese era el sueño de Ronald Reagan desde joven: terminar de una vez por todas con la amenaza de una guerra nuclear. Sin embargo, Gorbachev tenía una condición que para Reagan era imposible aceptar: eliminar también el programa de SDI. Tanto le temían a los potenciales resultados de ese programa los dirigentes soviéticos que Gorbachev y sus colegas creían firmemente que esa era la única manera de que la URSS sobreviviera económicamente. Pero Reagan, una vez más, se mantuvo firme y no cedió. Fue una de sus decisiones más difíciles y quizás personalmente la más amarga. Las críticas, no solo de la Izquierda americana, sino hasta de algunos prominentes conservadores como William Buckley, el editor de la revista National Review y uno de los fundadores del Movimiento Conservador Moderno en EEUU en 1960, fueron casi universales. Pero poco más de un año después, en diciembre de 1987, Gorbachev firmó en Washington el único tratado que físicamente eliminó toda una clase de armamentos nucleares: todos los cohetes de medio alcance en Europa fueron destruídos, cuatro veces más cohetes soviéticos que americanos. Reagan otra vez había ganado por su firmeza y su voluntad de hierro.
La Guerra Fría, según muchos de los principales líderes políticos y militares soviéticos como el Ministro Gromyko y el Embajador en EEUU Anatoly Dobrynin, y el Mariscal Akhromeyev (quien acompañó a Gorbachev en Reykjavik y lo convenció de que aceptara el tratado eliminando los cohetes intermedios), se ganó debido a la reunión en Reykjavik. El mismo Gorbachev, en un hablando ante el Politburo dias antes de viajar a Reikjavik en octubre de 1986, así lo puso: Si no llegamos a un acuerdo, seremos llevados [por SDI] a una carrera armamentista que perderemos, porque estamos al límite de nuestra capacidad. Que discuta la Izquierda Eterna con Gorbachev. Para la historia, está bien claro como y por qué se terminó la Guerra Fría y quien fue el mayor responsable por ganarla. Se terminaría oficialmente algún tiempo después durante la presidencia de George Busg padre, pero en Islandia, en octubre de 1987, Gorbachev de hecho se rindió. Al final, Reagan, quien nunca reclamó ningún crédito por ganar la Guerra Fría, lo puso mejor que nadie. En su discurso de despedida el 11 de enero de 1989, sus palabras finales fueron: “Tratamos de cambiar una nación y terminamos cambiando al mundo”. Dos años después, entregando la Medalla de la Libertad a Mikhail Gorbachev en la Biblioteca presidencial Reagan, dijo: Es verdad que la Guerra Fría terminó. La libertad ganó, como siempre supimos que sería”.
Todo lo escrito en este ensayo ahora se puede comprobar; toda la evidencia ya se ha publicado. Pero mi información viene también de cientos de libros y artículos leídos y estudiados en una vida, sobre tododesde mediados de los 1980s. Hay varias fuentes importantes, sin embargo, que deben ser especialmente identificadas. Sobre el mecanismo de la Mano Muerta, el gran libro con ese título, The Dead Hand, de David Hoffman, publicado en el 2009, es el mejor y es esencial también para conocer los planes de guerra biológica de la URSS que quizás todavía existan ahora bajo Putin. Otro libro escrito por el Coronel soviético que fue el segundo jefe de Biopreparat, el organismo soviético encargado del programa de armas biológicas en sus últimos cuatro años, del 1988 al 1992, Ken Alibek, titulado Biohazard (1999) es sumamente importante—y escalofriante. Sobre el Expediente Despedida, el mejor libro es Farewell: The Greatest Spy Story of the Twentieth Century, de Sergei Kostin y Eric Raynaud (2009), pero es muy informativo leer el corto panfleto escrito por el propio Gus Weiss, The Farewell Dossier: Duping the Soviets (2007). Weiss describe no lo que fue la operación soviética, sino la contra operación americana dirigida por el, que fue tan instrumental en traer la Guerra Fría a su fin mucho más rápido. Pero quien quiera conocer lo máximo sobre la Guerra Fría, su historia desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta 1991—y después—debe leer The Fifty Year Wound: How America’s Cold War Victory Shapes Our World, de Derek Leebaert (2002). En mi opinión, este es el mejor libro sobre la Guerra Fría, el definitivo. Y sobre la guerra de Reagan contra el comunismo internacional, mi favorito es The Crusader, de Paul Kengor (2007).