El nieto incómodo del castrismo
Sandro Castro no es consciente del peligro que corre.
En las familias mafiosas no hay lugar para el enfant terrible. Cuando te conviertes en un peligro para la familia, los accidentes son inevitables. Cabe recordar que hace pocos años “suicidaron” a su tío Fidel Castro Díaz-Balart, quizá por el peso de su segundo apellido o por esas maneras de heredero al trono de los rufianes de Birán, que lo podían convertir en un candidato atractivo para gestionar algún tipo de transición.
Las excentricidades de Sandro me han hecho recordar al hijo de Rafael Leónidas Trujillo, que con sus excesos contribuyó a que Estados Unidos retirara su apoyo al régimen. Ramfis Trujillo era conocido por su vida lujosa, violenta y caprichosa. Sus abusos, crímenes y estilo de vida escandaloso causaron una gran preocupación tanto dentro como fuera de la República Dominicana, especialmente en un contexto en el que la Guerra Fría hacía que EE. UU. vigilara de cerca a los dictadores que pudieran desestabilizar la región.
Solo que Sandro no es violento ni ha llegado a los excesos de Ramfis, pero tiene esa necesidad de llamar la atención que tanto daño hace a las dictaduras presuntuosas. Su actividad en las redes lo ha convertido en un referente de la doble moral del castrismo, una especie de avatar bullanguero en ese carnaval de la miseria que han creado los comunistas cubanos.
Su cinismo de playboy de medio pelo resulta ofensivo ante la realidad de un pueblo que carece de medicinas, alimentos, transporte, electricidad y agua potable. Olvida que sus privilegios no se sostienen en ningún derecho, sino en el sufrimiento, la represión y la muerte de los cubanos.
¿Cuál será el destino de Sandro?
Si algo hay que agradecerle es que su pulsión capitalista es sincera, y con ella ridiculiza toda la armazón ideológica que condena a los cubanos a vivir en la más absoluta pobreza. En pocas palabras, Sandro sabe que el comunismo es una mierda y que su abuelo, el asesino en jefe, construyó un laberinto del que se debe huir antes de que te agarre el Minotauro.
Aunque algunos, ante la imposibilidad de huir, ya deben estar pensando en quemar el laberinto y matar al Minotauro. Quién sabe cuál será el destino de Sandro cuando llegue ese momento, si no es que antes su propia familia no le regala una desaparición ejemplarizante.
🖋️Eduardo Mesa
📰 Artículos por Eduardo Mesa
Eduardo Mesa. Escritor y colaborador del Observatorio de Derechos Humanos de Cuba (OCDH), es autor de varias publicaciones en Cybercuba, Cubanet y Patria de Martí. Fue fundador de la revista Espacios, dedicada a promover la participación social del laico. Coordinó la revista Justicia y Paz, Órgano Oficial de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y el boletín Aquí la Iglesia. Formó parte de los consejos de redacción de las revistas Palabra Nueva y Vivarium. Fue ganador de los premios de poesía Ada Elba Pérez y Juan Francisco Manzano. En la actualidad colabora con diversas revistas. Reside en los Estados Unidos desde 2005.
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