Política española ante el Coronavirus

Política española ante el CoronavirusPolítica española ante el Coronavirus

Política española ante el CoronavirusPedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, prefirió hacerse en desentendido (¿oportunismo?, ¿ignorancia? ¿Ambas cosas?), y decidió restarle importancia a la grave amenaza que para el país representaba la existencia de un considerable número de casos confirmados con coronavirus, y a cambio apoyó el multitudinario y ridículo acto dedicado al día internacional de la mujer.

Santa Cruz de Tenerife. España.- Hacer referencia a número de contagiados confirmados, a casos sospechosos, y a total de personas fallecidas resulta inútil, toda vez que las estadísticas cambian de un momento a otro ante la propagación sin límites de la pandemia. Por supuesto, me refiero a los números y por cientos, elementos que nos pudieran ayudar a comprender con mayor facilidad el “fenómeno coronavirus”; aunque como ya expresé antes, lo que pudiera ser ilustrativo en el justo momento en que redacto estas líneas, desde España – el segundo país de Europa, donde la enfermedad conocida como COVID-19, causa mayores estragos–, dentro de unas horas, cuando se comience a publicar este escrito, pudiera haber cambiado considerablemente.

Esto nos da la medida de la grave amenaza que representa la infección por este virus para la humanidad; a pesar de las múltiples publicaciones y otras tantas intervenciones de muchos – especialistas en la materia y también desconocedores del asunto; pero con ánimos de hacerse notar– que pretenden atenuar la magnitud del fenómeno al hacer referencia a estadísticas de muertes por sarampión, hepatitis B y C, gripe común, influenza, cólera, dengue, etc., enfermedades que, sin duda, ocasionan cada año la muerte de miles de personas en todas partes del mundo; sin embargo, las alarmantes cifras del coronavirus solo abarcan un período de alrededor de un trimestre si consideramos que las primeras referencias se remontan al 1 de diciembre de 2019, en la ciudad de Wuhan, sur de China.  

Pero ahora es el momento del coronavirus y no debemos quitarle importancia al hecho de contagiarnos con dicho agente, que si bien, la mayoría de los casos suelen pasarlo de modo similar a como pasamos una gripe común, lo cierto es que miles de casos en el mundo han estado muy enfermos, en estado crítico, y lo peor, miles han muerto ya: 3.199 en China, 1.441 en Italia, 611 en Irán, 292 en España, 91 en Francia y 75 en Corea del Sur, por solo citar las naciones de mayor número de muertos (la cifra puede ser diferente de un momento y en un breve intervalo de tiempo). 

De ahí que la primera idea que quiero dejar bien precisada es en relación a darle el verdadero protagonismo que merece una nueva enfermedad que en breve tiempo se ha logrado expandir por más de 100 países de todos los continentes. Esto no demuestra una mayor agresividad del agente que causa la enfermedad, dado que su mortalidad no es realmente tan alta; pero si es una prueba irrefutable de la facilidad de propagación y de su alto índice de posibilidad de contagio.

Para que se tenga una idea de la gravedad del asunto, antes de pasar a analizar algunos puntos en relación con el coronavirus y sus implicaciones sociopolíticas en España, en menos de 24 horas la cifra de contagiados confirmados en este país se incrementó en más de 1.500 casos, lo que significa que ya el total de casos para el sábado, 14 de marzo, se elevó a 5.753, (actualmente el número de casos confirmados como contagiados es de 7.753, el de fallecidos 292, según información de las 15:30 del domingo, 15 de marzo) independientemente de que se han confirmado casos puntuales en varias naciones de América Latina en las últimas horas, y que en Estados Unidos se incrementa también el número de casos con positividad.

El hecho de que las estadísticas hagan referencia a casos confirmados nos da la medida de solo una pequeña parte de la situación real, esto es lo que se suele llamar un iceberg epidemiológico, es decir, que solo estamos conociendo, al menos de manera oficial, una parte del fenómeno epidemiológico. Quiere decir que hay una multitud mucho mayor que las cifras ofrecidas como reportes oficiales, por cuanto, según los protocolos de la mayoría de las naciones implicadas, no se le realiza examen para la detección de coronavirus a todos los sospechosos, sino a aquellos que además de los síntomas tengan el precedente de proceder de determinada región, o de haber estado en contacto con personas confirmadas previamente.

En otras palabras, hay muchos más casos de lo que reportan las estadísticas, algo que está en relación con lo que he expuesto antes, y no necesariamente porque todos los políticos oculten el número real de casos; aunque no es menos cierto que esto último ocurrió en España, lo que, al parecer contribuyó a la terrible propagación del virus en tan poco tiempo.

Neumonía de Wuhan (COVID-19) y el Gobierno de Pedro Sánchez.

Resulta lamentable que ante una situación tan difícil, donde han perdido sus vidas casi 300 personas y otras tantas están destinadas a perecer en los próximos días, los líderes políticos oculten datos, y esperen a que se disparen cifras de contagiados para asumir una posición cercana a lo razonable. Cuando el asunto de la pandemia se tornó al extremo álgido en España, ya su gobierno – lamentablemente un sistema de izquierda en pleno siglo XXI, aunque por suerte, destinado en breve a un inevitable fracaso–  tenía suficientes elementos – dadas las situaciones precedentes de China, Corea e Irán, pero sobre todo, de Italia, país muy próximo, no solo en distancia, sino en características– como para haber actuado de otro modo, con un mínimo de sentido común, y con una visión más práctica sustentada en hechos científicos toda vez que se tenía el precedente de varias naciones inmersas en verdaderas crisis.   

Sin embargo, Pedro Sánchez, el controversial presidente del Gobierno de España, prefirió hacerse en desentendido (¿oportunismo?, ¿ignorancia? ¿Ambas cosas?), y decidió restarle importancia a la grave amenaza que para el país representaba la existencia de un considerable número de casos confirmados con coronavirus, y a cambio apoyó el multitudinario y ridículo acto dedicado al día internacional de la mujer, en el cual, los movimientos feministas –tan fuertes en esta nación que tanto simpatiza con la izquierda, y ya sabemos que feminismo es igual a tendencias de izquierda– harían de las suyas.

Desde el 13 de febrero se produjo la primera muerte por coronavirus en España, lo que fue ocultado por el actual gobierno socialista, como también ha estado manipulando datos y cifras a su capricho, movido por intereses políticos y económicos, dejando en un segundo plano la salud de los españoles. Fernando Simón Soria, médico epidemiólogo, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, declaró que no se tenía ninguna recomendación específica en relación con la suspensión del 8 de marzo, lo que suponía, como era de esperar, la movilización de miles de ciudadanos en las principales ciudades de la nación, fundamentalmente en Madrid, donde los actos superaron las expectativas, y las feministas alborotaron a las masas ignorantes con sus reclamos de siempre, la mayoría de las veces sin conocimiento de causa.

Finalmente el espectáculo feminista tuvo lugar cuando ya se reportaban 174 casos contagiados confirmados y 5 fallecidos. Sin embargo, Fernando Simón afirmó que dicha movilización no era una “afluencia masiva de personas de zonas de riesgo”, aunque paradójicamente, al día siguiente el ministro de Sanidad aconsejó suspender los congresos de profesionales sanitarios en toda España.

Esto demuestra que el Gobierno no quiso generar una excesiva alarma antes del 8 de marzo para no contribuir a desmovilizar la convocatoria feminista izquierdista. Al final, Irene Montero, la Ministra de Igualdad (¡qué cargo tan surrealista!), y esposa de Pablo Iglesias, líder de Podemos y vicepresidente del actual gobierno, quien, como es lógico, acudió a la manifestación dio positiva para el coronavirus.

El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, ha mantenido una actitud crítica respecto a la tardía proyección de Pedro Sánchez en relación a las medidas para detener la propagación de la enfermedad. En este sentido ha afirmado:

"El Gobierno ha ido por detrás de los acontecimientos (refiriéndose a las medidas asumidas por el Gobierno de Sánchez) (…) El Gobierno va a encontrar más lealtad en el PP que en sus socios de investidura (haciendo referencia de modo particular a Pablo Iglesias, líder de Podemos) (…) A los que nos importa España no vamos a pelear un puñado de votos ahora y mantendremos una posición responsable".

Por su parte, Santiago Abascal, el líder de Vox, con diagnóstico confirmado de coronavirus, también ha sido enérgico crítico con Sánchez toda vez que opina que el estado de alarma decretado por el Gobierno llega tarde, y ha acusado al jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, de actuar de forma irresponsable, ya que sigue dejándolo para mañana”.

A menos de 24 horas de la movilización feminista el número de casos contagiados pasó de 674 (202 en Madrid) a 1.204, esto es, casi se duplicó, sin que se pudiera tener una idea de lo que ocurriría en los próximos días. No fue hasta un día después del sonado acto feminista madrileño que el gobierno hizo algunas recomendaciones al respecto. El resultado final ya lo tenemos: España es el segundo país de Europa, y el quinto del mundo, al reportar de modo preciso este domingo, 15 de marzo, un total de 7.753 contagiados, tan solo superado por Italia, nación que reporta 17.750 casos con 1.441 muertes, y solo 1.966 recuperados, lo que la convierte en la segunda nación más afectada después de China.

Finalmente Sánchez declaró estado de alarma para España durante 15 días, algo que hizo a solo cinco días de la gigantesca movilización feminista donde se facilitó la propagación del virus dada la masiva concentración de personas en medio de una epidemia; y esto no es una simple especulación, sino que los datos expresados en números y por cientos, antes y después de las acciones del 8 de marzo así lo sugieren. 

Los defensores del feminismo y de la izquierda española podrán cuestionarnos lo siguiente. ¿Acaso hubo en Italia, en China, en Irán y en Corea actos similares para facilitar la propagación vírica? A lo que de manera enérgica les respondo: no seáis tan superficiales como los políticos españoles. Las circunstancias desencadenantes son diferentes para cada contexto. En el caso de China pudiéramos hacer referencia a su alta densidad poblacional y al desconocimiento de una nueva modalidad de enfermedad, en Italia a la excesiva movilidad de portadores del virus de un lado a otro del país, de donde pasó a España dado el significativo número de Italianos que viajan continuamente de este país a España, nación a donde no solo llegan como turistas, sino que muchos viven aquí.

Estamos haciendo referencia a la responsabilidad de los gobiernos de ejecutar acciones concretas que impidan la difusión de enfermedades infecciosas, que hoy es el coronavirus, pero mañana podrá ser otra entidad resultante de mutaciones, nuevas replicaciones, etc.

Desde el punto de vista sanitario y epidemiológico, las grandes concentraciones de humanos constituyen un excelente “caldo de cultivo” para la propagación de agentes infecciosos, y esto, si Sánchez y su gabinete no lo sabían por ignorantes, tenían el deber de pedir asesoramiento a las instancias de salud antes de complacer a las feministas socialistas españolas; y de saberlo toda vez que no hay que hacer una maestría en epidemiología para darse cuenta de cosas tan elementales como esta, y no haber actuado dejándose arrastrar por sus ideas socialistas, y lo peor, por la maléfica influencia de Pablo Iglesias (su segundo) con su ímpetu comunista, entonces su pecado es aún mayor.

Y así las cosas, todo parece indicar que fue más fuerte la pasión política que el sentido común de un Gobierno que, por suerte, está destinado a colapsar mucho antes de que España sea destruida por un sistema comunista inepto e irresponsable. La crisis de la pandemia desencadenada por sus tardías determinaciones es la mayor prueba del momento.

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