Las víctimas del “Síndrome de La Habana” recibirán ayuda económica.
Los diplomáticos y funcionarios del servicio exterior americanos angustiados por el “Síndrome de La Habana”, pronto dispondrán de recursos financieros más amplios. El Senado de los Estados Unidos aprobó el lunes 7 de junio, con la rareza de un voto bipartidista unánime, la Ley de Ayuda a las Víctimas Americanas Afectadas por Ataques Neurológicos, más conocida como la Ley de La Habana.
Según The New York Times, más de ciento treinta miembros del personal federal se han visto afectados mientras servían a Estados Unidos en Cuba, China y Rusia. Otros casos potenciales que muestran los mismos síntomas se han presentado en partes de Europa Occidental, Asia e incluso en el país.
¿En qué consiste el “Síndrome de La Habana”?
Transmitida como ataques sónicos, esta aparente enfermedad de ingeniería humana, hace su manifestación inicial como fuertes ecos similares a los de los grillos. La primera vez que asomó su fea cabeza fue a finales de 2016, entre los trabajadores de la Embajada de Estados Unidos en La Habana, Cuba, lo que explica su nombre. El conjunto de males que produce el Síndrome de La Habana incluye dolores de cabeza brutales, presiones en la cabeza, vértigos intensos, pérdida de memoria, agotamiento cognitivo, trastornos auditivos, pérdida de visión y constantes sonidos penetrantes. No hay cura, ni tratamiento eficaz para este malestar atormentador.
El cuerpo diplomático de Estados Unidos destinado en Cuba no es el único que ha sido objeto de lo que algunos denominan un acto de guerra. Más de una docena de diplomáticos canadienses destinados en La Habana por la misma época también han sido afectados. El personal del consulado americano en Guangzhou, China, comenzó a reportar estas mismas dolencias a principios de 2017. También en territorio ruso se han producido estos ataques sónicos.
Un oficial experimentado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Marc Polymeropoulos tiene desde hace más de 26 años un extenso expediente de servicio que incluye complicadas misiones en Irak y Afganistán, (además de ser la segunda figura de mayor rango de la agencia para las operaciones clandestinas en Europa y Rusia), durante una visita oficial a Moscú en diciembre de 2017, se cree que sufrió el ataque del Síndrome de La Habana.
“Me desperté en la mitad de la noche”, declaró Polymeropoulos, “simplemente tuve un vértigo increíble, mareos. Tenía ganas de vomitar. La habitación daba vueltas. Ni siquiera podía ponerme de pie sin caerme. Tenía zumbidos en los oídos”. Otros funcionarios de la CIA que se encontraban en habitaciones contiguas del Marriot de Moscú, cerca de la Embajada de Estados Unidos, sufrieron destinos similares. Según Polymeropoulos, muchos otros funcionarios de la agencia que trabajan en Europa en operaciones relacionadas con Rusia también se han visto afectados.
Era de esperar que los regímenes dictatoriales de Cuba, China y Rusia negaran cualquier implicación en esta “misteriosa” dolencia que incapacita permanentemente. Sin embargo, el hecho se mantuvo, que estas extrañas dolencias cognitivas paralizantes que agredían a los diplomáticos, a los oficiales de inteligencia, a los trabajadores de la defensa americanos y a los miembros de sus familias que habían sido asignados a tareas del Gobierno de Estados Unidos en La Habana, Guangzhou, Moscú y otras ciudades europeas, necesitaban respuestas factibles, así como remedios financieros y médicos.
A petición del Departamento de Estado, se designó a las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NASEM) la tarea de intentar llegar a una conclusión, en cuanto a la causa fundamental de la aflicción.
El resultado fue un informe de sesenta y cuatro páginas publicado en diciembre de 2020, “Evaluación de las enfermedades de los empleados del Gobierno de Estados Unidos y sus familias en las embajadas en el extranjero”. La investigación de la NASEM fue dirigida por diecinueve expertos de los campos de la neurología, la radiología, la ingeniería eléctrica y otros campos prevalentes, así como su personal.
El estudio coincidía con los testimonios de las víctimas y describía con precisión la dolorosa situación. “La aparición repentina de un sonido fuerte percibido”, relataba el informe, “una sensación de presión o vibración intensa en la cabeza, y dolor en el oído o más difuso en la cabeza. La mayoría de los individuos informaron de que el sonido o estas otras sensaciones parecían originarse en una dirección concreta y sólo se percibían cuando el individuo se encontraba en un lugar físico específico. Algunos también informaron de la aparición repentina de acúfenos, pérdida de audición, mareos, inestabilidad al andar y alteraciones visuales”.
La causa “plausible” del Síndrome de La Habana, concluyó el estudio oficial de la NASEM, fue la radiación hiperintensa de microondas dirigida a los objetivos afectados. La teoría principal que nos orienta hacia el atroz propósito del uso de tan dañinas e intensas ondas de energía electromagnética, era extraer información de los teléfonos móviles y dispositivos electrónicos de las víctimas, desde una distancia cercana, sin ser detectados. En otras palabras, esta hipótesis sólida y creíble es el espionaje al por mayor y descarado llevado a cabo por Cuba, China y Rusia, contra los Estados Unidos.
La Ley de La Habana mejorará ahora el camino para obtener fondos y una mejor atención médica para los más de ciento treinta miembros del personal del Gobierno federal americano que han quedado incapacitados permanentemente por las acciones cobardes de regímenes liberticidas canallas. Sin embargo, la Justicia sigue esperando la respuesta americana adecuada a estos actos de guerra de facto.
© Patria de Martí. Todos los derechos reservados. Publicado originalmente en © El American.
🖋️Autor Julio M. Shiling
🖋️Autor Julio M. Shiling
Julio M. Shiling es politólogo, escritor, conferenciante, comentarista y director de los foros políticos y las publicaciones digitales, Patria de Martí y The CubanAmerican Voice y columnista. Tiene una Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) de Miami, Florida. Es miembro de The American Political Science Association (“La Asociación Estadounidense de Ciencias Políticas”), el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio y la Academia de Historia de Cuba en el Exilio. Sigue a Julio en:
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