Putin es un matón y su régimen es autocrático. Pero, no nos equivoquemos, la China comunista lanzó una invasión para aplastar a Occidente.
Vladimir Putin es alguien fácil de detestar. A pesar de los considerables éxitos socioeconómicos de su gestión autoritaria de Rusia y de la popularidad de la que goza en su país y en algunos otros lugares, Putin es un déspota cruel. El apetito hegemónico mundial que ha exhibido desde que llegó al poder en el año 2000 es bien conocido. Toda esta verdad no eclipsa, sin embargo, el duro hecho de que Rusia no es la mayor amenaza del mundo. Ni siquiera está cerca. Ni siquiera ocupa un lejano segundo puesto. China es la gran amenaza.
Tanto si Rusia invade Ucrania como si no, el régimen de Putin ya ha demostrado su carácter imperialista. Invadió Georgia en 2008 y se anexionó Crimea en 2014. El argumento hitleriano de la protección étnica y el lebenscraum (“espacio vital”) se ha incorporado a la praxis de la política exterior rusa bajo el liderazgo del antiguo teniente coronel del KGB (Putin). Sin duda, este patrón de comportamiento es inquietante, desafía la estabilidad mundial y justifica una revisión de los compromisos militares y económicos del mundo libre.
Cuando Mao Tse-tung llevó el comunismo chino al poder en 1949, anunció el inicio de un maratón de 100 años. La hazaña establecida por el asesino de masas más notorio del mundo fue nada menos que la dominación hegemónica. Esta política ha sido continuada por todos sus sucesores. A través de una guerra asimétrica facilitada por las maniobras económicas concedidas a la dictadura comunista por Occidente, China ha conseguido una presencia impresionante dentro de los pasillos del poder de todas las democracias del planeta. Ni siquiera los soviéticos lograron esto.
No es únicamente la oligarquía de las Big Tech la que está engranada intrínsecamente con la maquinaria mercantilista socialista de Pekín. Wall Street no se ha quedado atrás. Bridgewater Associates, una de las empresas de gestión de activos más importantes de Estados Unidos, está profundamente entrelazada con el PCch. Su fundador, Ray Dalio, se ha convertido en un apologista de la China comunista. Alabando al régimen chino por su capacidad y modelo “redistributivo”, Dalio espera que Estados Unidos adapte una versión americana del modelo chino. “Estados Unidos, a través de su propio sistema”, nos dice, “necesita más prosperidad común, y muchos otros países también”. El Grupo Blackstone, uno de los principales actores del mercado de fondos de cobertura, es también una poderosa entidad que controla miles de millones de dólares de inversión y es extremadamente pro-PCch.
Hollywood, los deportes profesionales y los políticos de Washington defienden los intereses de los comunistas chinos porque el PCCh y las irresponsables políticas económicas nacionales han hecho millonarios a muchos de ellos (algunos multimillonarios). La Unión Soviética, a pesar de la elaborada red de sus capacidades de inteligencia, de la que Putin formaba parte, nunca adquirió tanta influencia sobre Estados Unidos. Su éxito fue periférico si se compara con el de China.
Los minerales de tierras raras, metales de vital importancia para la producción y el mantenimiento de la alta tecnología, están controlados en un 85 % por la dictadura marxista, según el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. Esto es muy peligroso. La dependencia mundial de los productos manufacturados chinos para el abastecimiento doméstico ha fomentado, además de una malsana dependencia de la tiranía china, también ha dado vida a un industrioso ejército de cabilderos que trabaja diariamente en las capitales de las democracias del planeta, haciendo la puja por el PCCh.
Si introducimos en la ecuación el papel neocolonialista que ha adquirido China a través de su Iniciativa de Ruta y Cinturón, una licencia para robar y ocupar países, la noción de lo que significa una “invasión” adquiere un nuevo significado. Putin es un matón y su régimen es autocrático. Pero, no nos equivoquemos, la China comunista lanzó una invasión para aplastar a Occidente en la década de 1970 (por invitación de Occidente). Es esta ofensiva la que debe recibir la prioridad de Occidente.
© Patria de Martí. Todos los derechos reservados. Publicado originalmente en © El American.
🖋️Autor Julio M. Shiling
🖋️Autor Julio M. Shiling
Julio M. Shiling es politólogo, escritor, conferenciante, comentarista y director de los foros políticos y las publicaciones digitales, Patria de Martí y The CubanAmerican Voice y columnista. Tiene una Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) de Miami, Florida. Es miembro de The American Political Science Association (“La Asociación Estadounidense de Ciencias Políticas”) y el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio. Sigue a Julio en:
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