La Estrategia Anti-Islamofobia de Biden: Entre la Inclusión y la Seguridad Nacional

La estrategia anti islamofobia de BidenLa Estrategia Anti-Islamofobia de Biden: Entre la Inclusión y la Seguridad Nacional

Read in English

El Dilema de la Administración Biden

La administración Biden ha dado un paso peligroso al presentar su Estrategia Nacional para Contrarrestar la Islamofobia y el Odio Antiárabe en diciembre, marcando un intento por reconciliar la inclusión social con las preocupaciones de seguridad nacional. Esta iniciativa, que pretende proteger a las comunidades musulmanas y árabes de la discriminación, ha generado un debate intenso sobre su efectividad y sus posibles consecuencias para la seguridad del país ya que está sobreprotegiendo a diferentes facciones extremismo islámico más hostiles, que históricamente han actuado con violentos actos terroristas en los Estados Unidos y otras ciudades del mundo.

La representación de musulmanes en el Congreso y otras instancias gubernamentales en Estados Unidos es un reflejo de la pluralidad religiosa y cultural que caracteriza y existe en la nación. Esta inclusión es un indicativo de que el islam ya tiene un lugar en la sociedad estadounidense, y que el gobierno no promueve el odio ni la discriminación hacia los musulmanes o hacia cualquier otra religión. Mas bien existe un odio intrínseco hacia los norteamericanos, el cristianismo y el judaísmo, algo fácil de comprobar por la cantidad de actos terroristas y la quema de banderas de los Estados Unidos e Israel en el mundo y en los propios EE. UU.

Esto incluye figuras como los primeros estadounidenses musulmanes elegidos para el Congreso: Keith Ellison en 2007 y André Carson en 2008; son negros y juraron su cargo con las manos apoyadas en el ejemplar del Corán de Jefferson, Ilhan Omar y Rashida Tlaib, quienes no solo son las primeras mujeres musulmanas en ser elegidas al Congreso, sino que también han llevado discusiones sobre la representación y los derechos de los musulmanes a la esfera política. La representación no es solo simbólica; también implica una voz en las decisiones políticas que afectan a las comunidades musulmanas y a la sociedad en su conjunto. Esta inclusión en el gobierno es un signo alentador de la pluralidad religiosa que caracteriza a Estados Unidos, evidenciando que, a pesar de los prejuicios que a menudo enfrentan, los musulmanes pueden formar parte activa del tejido político del país, incluso en la mayoría de las ocasiones mantienen una posición hostil al gobierno americano.

 

Críticas a Biden e inconformidad de la comunidad musulmana

Sin embargo, esta apertura y aceptación en Estados Unidos contrasta marcadamente con la situación en muchos países musulmanes. Estos países no ofrecen la misma inclusión y respeto a sus minorías religiosas, ni a los ciudadanos estadounidenses. En lugar de construir puentes, profundizan las heridas que se manifiestan en formas de odio y desconfianza. En muchas naciones con gobiernos mayoritariamente musulmanes se ha visto una tensión creciente hacia Occidente, perpetuando la narrativa de que los estadounidenses, y por extensión el cristianismo y el judaísmo, son vistos como adversarios a los que hay que eliminar.

No obstante el beneficio otorgado por Biden a la comunidad musulmana y árabe el Consejo de Relaciones Estadounidenses-Islámicas (CAIR), la mayor organización de defensa de los derechos civiles y de los musulmanes en EEUU, ha dicho que la "largamente postergada" estrategia "es escasa y llega demasiado tarde", puesto que "se ha publicado en un momento en el que no puede tener impacto, no promete ningún cambio en los programas federales que perpetúan la discriminación anti musulmana a escala masiva" y "no promete poner fin al principal impulsor de la intolerancia anti musulmana en la actualidad: el genocidio apoyado por Estados Unidos en Gaza".

"Biden no puede afirmar de manera creíble que le importan los musulmanes o la islamofobia mientras apoya la destrucción de mezquitas, la profanación del Corán y el asesinato en masa de una población predominantemente musulmana por parte del gobierno israelí. Al financiar, armar y permitir los crímenes de guerra de Netanyahu en Gaza, Biden se ha convertido en un asesino en masa de musulmanes tan grande como Netanyahu", ha sostenido.

Estas declaraciones del CAIR muestran el rechazo a las medidas del gobierno americano en relación a la comunidad musulmana y la intransigencia de la organización sin importarles cuan beneficiosa sea para la comunidad que en este caso protege a las comunidades musulmanas y árabes de la discriminación, la Islamofobia, y el Odio Antiárabe.

La Controversia del Enfoque Unilateral

Uno de los argumentos más críticos que se han expresado es que esta estrategia parece ignorar la realidad del terrorismo islámico. A lo largo de la historia reciente, el terrorismo asociado con ideologías extremistas ha causado numerosas pérdidas de vidas, y la negación de esta problemática por parte de la administración Biden es vista como un enfoque que pone en riesgo la seguridad nacional. Al catalogar a los musulmanes exclusivamente como víctimas de un odio irracional, se corre el riesgo de desestimar la complejidad de los problemas relacionados con el extremismo violento característico de sus grupos radicales.

Balance entre Protección y Vigilancia

La estrategia de la administración se centra en la educación y la promoción de los derechos humanos, destacando el papel de la comunidad musulmana como parte del tejido social estadounidense. No obstante, esta visión ha sido criticada por no abordar adecuadamente las raíces del terrorismo y, en su lugar, colocar a todos los musulmanes bajo una misma etiqueta de víctima. Este enfoque, aunque parece bien intencionado, puede ser contraproducente al no reconocer que el extremismo violento es un fenómeno complejo que no puede ser simplificado en una narrativa de opresión y victimización.

Sin embargo, estos elementos, aunque fundamentales, han sido cuestionados por no abordar adecuadamente las raíces del extremismo violento que históricamente han venido practicando los terroristas radicales de los islamistas de diferentes denominaciones. La política actual corre el riesgo de crear un falso dilema entre la protección de las comunidades musulmanas y la necesaria vigilancia que se requiere contra el terrorismo.

Además, la reacción de la administración Biden a los incidentes de violencia en Nueva Orleans, donde varios estadounidenses perdieron la vida en un ataque que fue pesado en sus conexiones con el terrorismo islámico, ha dejado en evidencia la desconexión entre la retórica de la estrategia y la realidad. Este caso específico ha resaltado la urgencia de abordar el terrorismo islámico de una manera que reconozca tanto su existencia como las ideologías que lo alimentan. Ignorar esta faceta podría ser visto como un fracaso en la estrategia antiterrorista de la administración, lo que plantea preguntas sobre la eficacia de su enfoque.

Es fundamental considerar diversos puntos de vista sobre esta cuestión. Mientras algunos defienden la estrategia de Biden como un intento necesario para combatir la islamofobia y la discriminación, otros destacan que es una desviación peligrosa de una lucha bien definida contra el terrorismo islámico. Hay quienes creen que, al tratar de proteger a ciertos grupos, la administración ha minimizado los riesgos que los extremistas representan para la sociedad en su conjunto. Este dilema resalta la dificultad inherente en la creación de políticas que busquen ser tanto inclusivas como efectivas en cuestiones de seguridad. La estrategia de contrarrestar la islamofobia puede, en teoría, llevar a un clima de mayor cohesión social, pero en la práctica, la percepción de amenaza sigue presente por la naturaleza marcadamente terroristas de estos grupos musulmanes extremistas.

La religión y la identidad cultural han sido, a menudo, utilizadas por grupos extremistas para atraer seguidores y justificar actos de violencia. En este sentido, es esencial que las políticas antiterroristas no se olviden de realizar una evaluación crítica de las ideologías que subyacen al extremismo violento. La falta de una atención crítica puede llevar a una mayor polarización y del todo al aumento de la desconfianza hacia las comunidades musulmanas en Estados Unidos. Dentro de este contexto, es relevante destacar el papel de varios individuos e instituciones que han intentado abordar el extremismo islámico desde una perspectiva más pragmática. Investigadores, activistas y líderes comunitarios han trabajado para identificar y desmantelar las narrativas extremistas, así como para proporcionar a los jóvenes alternativas que les alejen de grupos radicalizados.

Estos esfuerzos son fundamentales ya que brindan una perspectiva que combina la defensa de los derechos humanos con la necesaria vigilancia contra el extremismo violento. En cuanto a las estrategias de Biden, ya están obsoletas y la administración Trump realizará una reevaluación renovando y cambiando los enfoques errados de la administración Biden que han demostrado ser demasiado blandos y permisivos ante la brutalidad que han demostrado los grupos extremistas radicales islámicos. El diálogo sincero y fundamentado es crítico para abordar la violencia en nombre del islam sin estigmatizar a la comunidad musulmana en su totalidad. La estrategia debe evolucionar para reconocer el terrorismo islámico como una amenaza real y despiadada, sin caer en la trampa de alimentar la islamofobia, pero manteniendo posiciones fuertes que no permitan el desarrollo, adoctrinamiento y promoción de su ideología terrorista. Este balance es crucial para garantizar no solo la seguridad nacional, sino también la cohesión social en un país que se enfrenta a crecientes desafíos ante el avance de las ideologías neomarxistas y el odio que el islamismo radical manifiesta contra las comunidades judeocristianas.

En conclusión, el lanzamiento de la Estrategia Nacional para Contrarrestar la Islamofobia y el Odio Antiárabe por parte de la administración Biden ha abierto un debate significativo sobre la necesidad de una adecuada respuesta a la violencia terrorista y la constante lucha contra el extremismo que debe emprender la nueva administración Trump. A medida que la administración busca mejorar la relación con las comunidades musulmanas y árabes, es imperativo que adopte un enfoque que respete tanto la dignidad de todas las comunidades involucradas, así como que priorice y garantice la seguridad de todos los estadounidenses que no profesan esta ideología basada en el terror y el odio a los principios judeocristianos y que pretende eliminarlos para implantar su doctrina.

Hacia una Estrategia Más Integral

Para desarrollar una estrategia más integral y efectiva, se necesita evolucionar hacia un enfoque más comprehensivo que:

  • Reconozca la existencia del terrorismo islámico sin estigmatizar a toda la comunidad musulmana
  • Que la comunidad musulmana no pretenda imponer su religión sobre las otras y mucho menos que quieran implantar sus leyes
  • Desarrolle mecanismos de prevención del extremismo sin alimentar prejuicios
  • Fomente el diálogo intercultural manteniendo la vigilancia necesaria sobre los sectores de tendencias extremistas
  • Promueva la cohesión social sin comprometer la seguridad nacional

🖋️Autor Jose Tarano

Autor Jose Tarano📰 Artículos por Jose Tarano  
Jose Tarano es productor técnico, diseñador gráfico, colaborador e investigador de Patria de Martí The CubanAmerican Voice y columnista. Es licenciado en Ingeniería Eléctrica en Telecomunicaciones por el ISPJAE y es fundador de Electronics JR Computer Design and Service. Es oriundo de Santiago de las Vegas, La Habana, Cuba, pero reside en Estados Unidos.

¿Te gustó?, ¡Compártelo con tu opinión!