Cinismo y desvergüenza: la Orden José Martí

Cinismo y desverguenza: la orden Jose MartiCinismo y desvergüenza: la Orden José Martí

«La historia no perdonará a los que traicionaron al pueblo para rendir honores a asesinos y dictadores».

La Orden José Martí, máxima condecoración de la República de Cuba, debería representar honor, virtud y amor a la patria. Pero desde que fue instaurada en 1972, esta distinción degeneró en una pieza de utilería para decorar a dictadores, asesinos y corruptos que solo traían sangre y terror a sus pueblos.

Apenas un año después de creada, en 1973, la recibía Nicolae Ceaușescu, el carnicero de Rumanía, responsable de miles de ejecuciones y del sometimiento absoluto de una nación que acabó ajusticiándolo junto a su esposa para poner fin a su reinado de terror.

En 1974, la Orden alcanzó a otros dos exponentes de la abyección comunista: Erich Honecker, el verdugo de Alemania Oriental, responsable de convertir al Muro de Berlín en símbolo de muerte y opresión, y Leonid Brézhnev, el viejo patriarca de la URSS que llevó la corrupción y la represión a extremos grotescos. Para la tiranía cubana, estos hombres no eran carceleros de pueblos, sino “camaradas de lucha”.

También en 1974 fueron premiados otros sicarios de la misma estirpe: personajes sin mérito para la humanidad, excepto la brutalidad de la represión, la corrupción galopante y la política de asesinato de Estado.

La degradación alcanzó un nivel escandaloso en 1978, cuando la Orden José Martí cayó en las manos manchadas de sangre de Saddam Hussein, dictador iraquí cuyos crímenes alcanzaron proporciones genocidas. El carnicero de Bagdad recibía honores en La Habana mientras masacraba a chiíes y kurdos en nombre de su “revolución”.

Luego, en 1986, la recibía el semidiós de Corea del Norte, Kim Il-sung, responsable de convertir a su país en una prisión donde pensar diferente, rezar o simplemente tener una Biblia significaban la pena de muerte. El ideal de la dictadura cubana siempre estuvo claro: admirar e imitar al monstruo que podía transformar una nación en un gulag absoluto.

También en 1986, la Orden alcanzó a Robert Mugabe, el carnicero de Zimbabue, que sembró terror y pobreza para garantizarse el trono, amasando fortunas mientras condenaba a su pueblo a la miseria.

Años después, sería el turno del teniente coronel golpista Hugo Chávez, condecorado en vida mientras arrastraba a Venezuela al desastre absoluto, sembrando la corrupción, la violencia y la migración masiva de millones de personas.

Otros nombres de esta galería de la infamia incluyen al bielorruso Aleksandr Lukashenko (2000), digno heredero de los viejos dictadores soviéticos, que convirtió a su país en un Estado policial donde la disidencia se paga con cárcel y sangre.

Y para cerrar el espectáculo de la desvergüenza, en 2016 reciben la Orden otros dos “campeones” del socialismo del siglo XXI: Evo Morales, artífice de la corrupción y la perpetuación en el poder en Bolivia, y Nicolás Maduro, responsable de convertir a Venezuela en un Estado fallido donde la pobreza extrema alcanzó cifras récord.

Por último, en 2022, llega la Orden al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cómplice y aliado de dictaduras en la región, abierto protector de regímenes que expulsan a su pueblo al exilio para garantizarse la vida en el poder.

Esta es la auténtica crónica de la Orden José Martí: un museo de la infamia donde la dictadura cubana condecoró a asesinos, corruptos y ladrones para legitimar su propio crimen. Porque, como bien dijera Martí, «la palabra honrada vale tanto como la acción honrada», pero para estos hombres, para estos regímenes, ni la palabra ni la acción tuvieron valor alguno.

Si queremos construir un futuro digno para Cuba, debemos primero limpiar esta mancha en nuestra historia, denunciarla y garantizar que la honorabilidad y la verdad vuelvan a convertirse en principios rectores de la vida pública. Solo así alcanzaremos un país donde la decencia y la justicia sean la norma y no la excepción.

🖋️Jorge Luis León

Autor Jorge L. León📰 Artículos por Jorge L. León  
Jorge Luis León. Graduado de Lic. en Historia y Ciencias Sociales en el Instituto Superior pedagógico Enrique Jose Varona, es ensayista y escritor y autor de varias publicaciones en Periódico Cubano, 14Ymedio y Patria de Martí. Trabajó como profesor de historia en nivel medio-superior por 30 años. Al romper sus relaciones, con el Ministerio de Educación fue a dirigir una Academia de Ajedrez en Guanabacoa, donde residía, participó en múltiples torneos y escribió su libro Breviario Ajedrecístico, publicado en Cuba en el 2002.  En 2002 viajó a Estados Unidos, fundó una Academia... dio clases en varias escuelas hasta que se trasladó a Houston donde reside actualmente.

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