Sin libertad no hay esperanza

sin libertad no hay esperanzaSin libertad no hay esperanza

La carta pastoral de los obispos cubanos, titulada Peregrinos de la Esperanza, es una advertencia en el tono más amable posible a los gobernantes de Cuba. Un llamado urgente, pero sereno, a reconocer lo evidente: Cuba se hunde, y sin un cambio profundo no hay salida posible.

Un pueblo sin esperanza es un pueblo que camina hacia la muerte. Una cultura sin esperanza es una cultura de la muerte. Y una nación sin esperanza está abocada a la disolución. La desesperanza es más que un estado de ánimo: es una señal de colapso inminente.

Los comunistas cubanos han logrado lo impensable: destruir un país, una sociedad y una nación. Lo han hecho metódicamente, durante décadas, sin reconocer jamás la magnitud de su fracaso. En sus plenos y congresos, ni una sola vez han tenido la honestidad intelectual y moral de admitir que han llevado al país al borde del abismo.

La Iglesia, sin embargo, sí ha hablado muchas veces a lo largo de esta historia. Y ha hablado con claridad, antes y ahora. En esta carta, los obispos cubanos animan a realizar un cambio urgente. Instan a impulsar transformaciones estructurales, sociales, económicas y políticas para salvar y revitalizar Cuba. No es una exageración: la situación es dramática en el sentido más literal de la palabra.

Señalan con firmeza que quienes ostentan las más altas responsabilidades deben actuar sin demora, para devolver al pueblo algo fundamental que se ha perdido: la esperanza. Pero lamentablemente, la solución del problema está en manos de quienes lo han creado. Y no parece que estén dispuestos a ceder.

La oposición, dentro de un sistema represivo tan sofisticado, tiene poco margen de maniobra. Su acción es mayormente testimonial. Y por ahora, ninguna potencia extranjera parece realmente interesada en promover un cambio real en la isla.

Los obispos piden inclusión y diálogo. Piden avanzar sin presiones ni condicionamientos, abriendo espacios de participación y entendimiento para todos los cubanos, sin exclusiones ideológicas. Su llamado es noble y necesario. Pero la experiencia nos demuestra que el régimen cubano no escucha. No lo ha hecho antes. No hay indicios de que lo vaya a hacer ahora.

Cuba necesita esperanza. Y esa esperanza no puede ser cosmética. No puede consistir en paquetes de alimentos, reformas parciales ni gestos de última hora. Cuba necesita una esperanza con mayúsculas: una esperanza espiritual y material que solo puede nacer de un cambio profundo, real, sincero. Un cambio que reconozca que sin libertad, no hay futuro posible.

Porque el comunismo cubano, en su esencia, es la negación de la libertad en todos sus aspectos: económica, política, religiosa y humana. Y sin libertad no hay dignidad, no hay justicia, no hay verdad. Solo queda la miseria, el miedo y la mentira.

Los obispos saben de lo que hablan. La Iglesia ha caminado junto al pueblo. Ha sufrido con él. Y ha ofrecido lo mejor de sí, durante décadas. Por eso su voz tiene un peso moral indiscutible. Por eso, esta carta no puede ser ignorada.

Ojalá los escuchen. Ojalá esta advertencia sirva de algo. Quizá —quién sabe— sea la última.

🖋️Eduardo Mesa

Autor Eduardo Mesa📰 Artículos por Eduardo Mesa  
Eduardo Mesa. Escritor y  colaborador del Observatorio de Derechos Humanos de Cuba (OCDH), es autor de varias publicaciones en Cybercuba, Cubanet y Patria de Martí. Fue fundador de la revista Espacios, dedicada a promover la participación social del laico. Coordinó la revista Justicia y Paz, Órgano Oficial de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y el boletín Aquí la Iglesia. Formó parte de los consejos de redacción de las revistas Palabra Nueva y Vivarium. Fue ganador de los premios de poesía Ada Elba Pérez y Juan Francisco Manzano. En la actualidad colabora con diversas revistas. Reside en los Estados Unidos desde 2005.

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