El castrismo quiere seguir maniatando a los actores económicos no estatales
En días pasados durante la celebración de la asamblea de balance del trabajo en el 2024 del Ministerio de Economía y Planificación, salieron a relucir las múltiples deficiencias que padece la economía cubana, entre ellas la escasez de divisas debido, en lo fundamental, a la caída que han experimentado las exportaciones de la isla.
En ese contexto, y a la hora de planificar las acciones a realizar en este 2025, tanto el mandatario Díaz-Canel como el primer ministro Manuel Marrero se refirieron a los actores económicos no estatales (mipymes, cooperativas no agropecuarias y trabajadores por cuenta propia) como eslabones que tienen que coadyuvar al despegue de la alicaída economía nacional.
El heredero de los Castro (Díaz-Canel) planteó que la labor de esos actores no estatales debe ser incluida en el plan de la economía nacional. De materializarse tal aspiración, sería un golpe demoledor para la autonomía con que deben de funcionar esas entidades. El Gobierno podría decirles qué deben de producir o comercializar, así como los precios con que deben vender sus producciones o servicios.
Desde hace un tiempo las autoridades están insistiendo en que las mipymes privadas se dediquen a importar materias primas e insumos para que produzcan, y dejen de adquirir productos terminados. El castrismo pretende que las mipymes produzcan y no comercialicen. Un propósito que a la larga perjudica a la población, pues son estas entidades las que están abasteciendo los mercados a que tiene acceso el cubano de a pie. En ese sentido el señor Marrero anunció hace poco que aumentarían los aranceles de importación a los productos terminados, y se reducirían los de las materias primas e insumos.
Hay que considerar también las declaraciones en un programa televisivo de las Mesas Redondas del Ministro de la Industria Alimenticia, en el sentido de que las mipymes surtieran de materias primas a las empresas estatales de su ministerio, las cuales se hallan en un estado calamitoso por la carencia de insumos con que producir.
A semejante subordinación de las mipymes al sector estatal de la economía, es a lo que la jerarquía castrista llama “el encadenamiento productivo entre las entidades estatales y los actores económicos no estatales”.
A todo lo anterior se deben añadir las presiones gubernamentales contra el sector no estatal de la economía. Constantemente sufren la extorsión de inspectores corruptos que les chequean sus mercancías, los obligan a realizar ventas forzosas a los precios que la burocracia designe, les imponen mutas, y hasta les cierran sus negocios con cualquier pretexto.
También por estos días sesionó la asamblea de balance del Ministerio de Finanzas y Precios, donde se habló de ciertas “indisciplinas” financieras por parte de los trabajadores por cuenta propia. Se dijo que cerca del 65% de los cuentapropistas del país no han abierto las cuentas fiscales en las que deben depositar el importe de sus ingresos, y otros las poseen pero no acreditan en ellas sus operaciones bancarias. Con ello, según las autoridades, esos contribuyentes caen en una especie de evasión fiscal, con perjuicio para el Presupuesto estatal.
Es de señalar que estas cuentas bancarias fiscales constituyen otro mecanismo del Gobierno, con la complicidad del sistema bancario, para controlar los ingresos que perciben los cuentapropistas, y por tanto esa especie de “desobediencia” no es más que un intento de los cuentapropistas por mantener su independencia del Gobierno. Por supuesto que con esa actitud se exponen a multas de consideración.
El primer ministro Manuel Marrero, al referirse a esos actores no estatales que no han cumplido con la directiva gubernamental, expresó: “Esa evasiva, además de provocar grandes pérdidas monetarias, es una burla a los deberes establecidos”.
Así, entre tropiezos y amenazas, el incipiente sector privado de Cuba pugna por conquistar su derecho a existir.
Autor: Orlando Freire Santana (Matanzas, Cuba, 1959). Economista, periodista independiente y escritor, Orlando Freire Santana ha obtenido el Premio de Ensayo de la revista Vitral (2005) con La evidencia de nuestro tiempo; el Premio de Ensayo de la revista Palabra Nueva (2008) con Una porfía a destiempo y el Premio Novelas de Gaveta Franz Kafka (2008) con La sangre de la libertad. También ganó el Premio de Ensayo convocado en Puerto Rico en 2010 con El liberalismo en el decurso de la nación cubana. En 2014, Neo Club Ediciones publicó su libro Así lo quiso Dios y otros relatos y, en 2020, La libertad es una sola, ensayos con los que obtuvo en 2019 el Premio de Ensayo Carlos Alberto Montaner en la categoría de autores residentes en la isla.