El único gran traidor: Fidel Castro
Fidel Castro, el hombre que prometió una revolución “por los humildes, con los humildes y para los humildes”, pasó a la historia como el gran traidor de esas mismas palabras. En abril de 1961, con la ilusión de millones de cubanos en sus manos, proclamó esta frase que resonó como un eco de esperanza. Sin embargo, el tiempo demostró que esta revolución fue un proyecto marcado por el engaño, la destrucción y el desprecio hacia los valores y logros del pueblo cubano.
Antes de 1959, Cuba era una de las naciones más prósperas de América Latina. Su industria azucarera, su producción de tabaco y su clase media pujante eran un ejemplo para la región. Pero Fidel, en su afán de imponer un modelo colectivista, destruyó esta base económica. Las expropiaciones masivas, la nacionalización de empresas y fincas, y la subordinación de la economía a los dictados de la Unión Soviética convirtieron a Cuba en una sombra de lo que fue.
Un ejemplo claro de este desastre fue la famosa “Zafra de los 10 Millones” en 1970, un proyecto tan mal planificado que no solo no logró su objetivo, sino que llevó al país a una crisis alimentaria sin precedentes. Mientras tanto, los humildes —los mismos a quienes se les prometió prosperidad— enfrentaban el racionamiento de alimentos, el desabastecimiento crónico y un futuro sin esperanza.
Reprimir a los humildes: el doble filo de la revolución
Fidel Castro no solo traicionó a los humildes, también los reprimió despiadadamente. Miles de campesinos que habían soñado con una reforma agraria fueron despojados de sus tierras y enviados a campos de trabajo forzado. Las UMAP (“Unidades Militares de Ayuda a la Producción”) son un triste recordatorio de cómo el régimen castigó a aquellos que no se ajustaban a su molde ideológico: homosexuales, cristianos, artistas y opositores.
En 1980, el éxodo del Mariel mostró al mundo el verdadero rostro de la Revolución. Más de 125,000 cubanos, desesperados por escapar de la miseria y la represión, se lanzaron al mar en busca de libertad. Fidel los despreció públicamente, llamándolos “escoria”, una muestra de su desdén hacia los mismos humildes que había prometido defender.
El desprecio por la cultura cubana
Uno de los mayores crímenes de Fidel Castro fue su intento de borrar la esencia cultural de Cuba. Cerró periódicos independientes, censuró obras de arte y literatura, y reemplazó los valores tradicionales por un adoctrinamiento ideológico que destruyó el alma del pueblo cubano. Las festividades religiosas fueron eliminadas, y la educación fue transformada en una herramienta para glorificar al régimen.
Este desprecio también se reflejó en la corrupción moral que impregnó a la sociedad. Fidel fomentó una cultura de sumisión y miedo, destruyendo el espíritu emprendedor y libre que caracterizaba a los cubanos.
Mientras predicaba sacrificios y austeridad, Fidel vivía como un monarca. Residencias exclusivas, alimentos importados, ropa de diseño y atención médica de primer nivel eran parte de su vida cotidiana. Mientras tanto, el pueblo sobrevivía con una libreta de racionamiento que apenas garantizaba lo básico.
Este doble rasero mostró que Fidel nunca creyó en la igualdad que pregonaba. Su régimen fue una dictadura disfrazada de revolución, donde la élite comunista disfrutaba de privilegios mientras el pueblo sufría.
La destrucción de la moral y el espíritu cubano
Quizás el legado más trágico de Fidel Castro sea la devastación moral y psicológica de Cuba. Generaciones enteras crecieron bajo un sistema que premiaba la delación, el conformismo y la dependencia. La cultura del miedo y el adoctrinamiento sistemático convirtieron a los ciudadanos en instrumentos del régimen, incapaces de imaginar un futuro de libertad.
Fidel no solo traicionó las palabras que lo hicieron famoso, sino que también destruyó la esencia misma de lo que significa ser cubano. Con cada promesa rota, con cada acto de represión, y con cada muestra de hipocresía, demostró que su revolución no era más que un proyecto personal de poder.
El veredicto de la historia
Hoy, el pueblo cubano enfrenta las consecuencias de estas traiciones: un país sumido en la miseria, una sociedad fracturada y un futuro incierto. La frase “por los humildes, con los humildes y para los humildes” se ha convertido en un eco vacío, una cruel ironía que recuerda cómo un hombre prometió la gloria y entregó el fracaso.
Fidel Castro pasará a la historia no como un líder heroico, sino como un traidor a su pueblo. La verdad, aunque tardía, siempre prevalece, y el pueblo cubano merece conocer la realidad de quien lo condenó a la oscuridad.
Autor: Jorge Luis León. Graduado de Lic. en Historia y Ciencias Sociales en el Instituto Superior pedagógico Enrique Jose Varona, es ensayista y escritor y autor de varias publicaciones en Periódico Cubano, 14Ymedio y ahora en Patria de Martí. Trabajó como profesor de historia en nivel medio-superior por 30 años. Al romper sus relaciones, con el Ministerio de Educación fue a dirigir una Academia de Ajedrez en Guanabacoa, donde residía, participó en múltiples torneos y escribió su libro Breviario Ajedrecístico, publicado en Cuba en el 2002. En 2002 viajó a Estados Unidos, fundó una Academia... dio clases en varias escuelas hasta que se trasladó a Houston donde reside actualmente. Ahora estoy jubilado.