Fidel Castro: Ni un gramo de verdad
Es imprescindible realizar una mirada crítica para reexaminar este fragmento de la historia que nos marcó con la Revolución Cubana de 1959. Mucho se ha escrito al respecto, especialmente en fuentes provenientes del exilio cubano. No obstante, quisiera desentrañar los mitos en torno a la figura de Fidel Castro. Esa imagen idílica y romántica del líder infalible ha sido parte fundamental del drama cubano.
Fidel Castro llegó al poder escudándose en un programa político completamente falso. Ninguna de sus promesas se cumplió; todas quedaron en simples palabras. Cuando asumió el mando, declaró:
- No soy comunista.
- Restableceré de inmediato la Constitución de 1940.
- En seis meses haré elecciones presidenciales.
- Permitiré el pluripartidismo.
- Garantizaré la oposición cívica.
- Habrá libertades individuales y prensa libre.
- Implementaré democracia plena y justicia.
- Respetaré los derechos y la propiedad privada.
- Se realizarán elecciones presidenciales cada cuatro años.
Nada de esto se cumplió. ¿Cómo fue posible la adhesión de tantos a un hombre que solo prometía y mentía? Este enigma aún está por explicarse. Los mitómanos suelen tener habilidades extraordinarias para el engaño.
En otro ámbito, sus mega proyectos terminaron en rotundos fracasos. Recordemos:
- La desecación de la Ciénaga de Zapata.
- El Cordón de La Habana.
- La termoeléctrica nuclear de Juraguá.
- El estadio olímpico y su velódromo.
- Las escuelas al campo, más de 500 construcciones ahora sepultadas por la maleza en los campos cubanos, cuyo objetivo era el adoctrinamiento.
Esos proyectos costaron al Estado cubano más de 30 mil millones de dólares, generando deudas impagables que hoy enfrentan demandas en tribunales internacionales.
En el ámbito social, creó los Comités de Defensa de la Revolución, un aparato diseñado para dividir, vigilar y controlar a la población. Las brigadas de respuesta rápida, al estilo nazi, se usaron para reprimir a los disidentes con el respaldo jurídico del Estado.
Bajo su gobierno, la represión fue constante, cruel y despiadada. Se le asocia con más de siete mil crímenes documentados. Nada que agradecer.
En lo personal, también careció de caballerosidad. Basta recordar su conversación con el presidente mexicano Vicente Fox. Aunque acordaron que sería privada, Fidel no solo la grabó, sino que la hizo pública, violando un compromiso de honor. Nunca fue un caballero; siempre un mentiroso y un megalómano.
Acumuló múltiples propiedades en todo el país mientras exigía sacrificios a su pueblo. Consumía licores de seis mil dólares la botella, disfrutaba de yates, playas privadas, y sus hijos y nietos descaradamente se apropiaron de su fortuna. Hoy la exhiben sin pudor por toda la república, honrando al miserable que los engendró.
Que no amaba a Cuba es evidente al recordar la misiva que envió a Kruschev durante la Crisis de Octubre: “Sea usted el primero en dar el primer golpe nuclear”. ¿Acaso no preveía que, junto a ese primer golpe, Cuba se hundiría en el mar? ¿Estaba loco? ¿O era la actitud de un pésimo estadista que convertía en ruina todo lo que tocaba?
Ahora me pregunto: ¿qué le debemos realmente a este hombre? Cuando llegó, éramos una de las economías más fuertes del mundo; hoy somos el país más miserable del planeta. Ese es su legado:
- Corromper.
- Adoctrinar
- Violentar principios éticos.
- Ser un vulgar ladrón.
- Convertirse en un asesino vicioso.
Baste recordar que, en los programas de estudio de historia de noveno grado, se le dedicaba más tiempo a la payasada de Fidel en la Sierra Maestra que a la obra insigne de nuestro héroe nacional, José Martí. Hasta ahí llegó su narcisismo.
Ha llegado la hora de dar un gran puntapié a esa piedra donde descansa y arrojarla, de una patada, al medio del mar.
Autor: Jorge Luis León. Graduado de Lic. en Historia y Ciencias Sociales en el Instituto Superior pedagógico Enrique Jose Varona, es ensayista y escritor y autor de varias publicaciones en Periódico Cubano, 14Ymedio y ahora en Patria de Martí. Trabajó como profesor de historia en nivel medio-superior por 30 años. Al romper sus relaciones, con el Ministerio de Educación fue a dirigir una Academia de Ajedrez en Guanabacoa, donde residía, participó en múltiples torneos y escribió su libro Breviario Ajedrecístico, publicado en Cuba en el 2002. En 2002 viajó a Estados Unidos, fundó una Academia... dio clases en varias escuelas hasta que se trasladó a Houston donde reside actualmente. Ahora estoy jubilado.