No es una “nueva” Constitución lo que necesitan los cubanos, sino un nuevo sistema sociopolítico.
Santa Cruz de Tenerife. España.- Por estos días los que nos dedicamos al análisis del acontecer cubano y del mundo hemos puesto nuestra mirada en los llamados cambios constitucionales, los que recién aprobó como proyecto la Asamblea Nacional de Cuba para luego ser “debatidos” entre el 13 de agosto y el 15 de noviembre, amén de “someterlo” a referéndum, cuyos resultados podrían ser manipulados para legitimar dichos cambios constitucionales a partir de una aparente aprobación popular, así como puestos de nuevo a “consideración” de dicha Asamblea Nacional, quien supuestamente dará el veredicto final del gran simulacro en pos de lo que el castrismo cree que es la democracia.
Luego de los análisis profundos de algunos estudiosos y politólogos – solo incluyo a los que de verdad lo son y sustentan sus criterios en opiniones con conocimiento de causa– me va quedando pues muy poco nuevo que abordar, por lo que considerando esto último y por respeto hacia aquellos de los que aprendo cada día, me limitaré a unos breves apuntes en torno al polémico tema de la futura Constitución que pronto entrará en vigor en la mayor de las Antillas.
¿Se aparta realmente Cuba del “comunismo” con su “nueva” Constitución? Antes de analizar brevemente el asunto merece explicarse el porqué de las comillas que significan la duda de los términos comunismo y nueva sin que nos apartemos del tema en cuestión.
No puede plantearse bajo ningún concepto la idea de que ciertas sociedades como la cubana se encausen hacia las vías del “comunismo”, por cuanto jamás ha existido el comunismo en el orden práctico, esto es, como acto concretado y puesto en marcha aunque sea de modo experimental. Las absurdas ideas de Karl Marx, generalmente respaldadas por su entrañable compañero Federico Engels, aunque este último hacia el final de su existencia – una vez que Marx ya no estaba entre los vivos– intentó rectificar algunas concepciones que más tarde fueron ocultadas ante la posibilidad de un escándalo teórico entre los comunistas de su tiempo, jamás se han llegado a consumar, y esto es suficiente como para que cualquier posible especulación acerca de una fase considerada aun superior al socialismo marxista pueda someterse a ser susceptible de desarrollarse a plenitud, excepto por aquellos dejados llevar por la enajenación que con frecuencia acompaña a los partidistas socialistas empeñados en hacer realidad lo inexistente.
Tampoco podemos hablar de una constitución “nueva” toda vez que solo se trata de remiendos y retoques al decadente engendro que proporcionó al dictador Fidel Castro su posicionamiento definitivo en el poder de manera oficial a partir de la legitimación del panfleto constitutivo de 1976, aun vigente en la isla hasta que entre en vigor el actual. Recordemos que es de esta etapa la aparición del omniabarcante cargo de Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros y la desaparición del cargo de Presidente de la República. De modo que la novedad es solo tras la apariencia formal para dar la imagen de cambios con la nueva figura presidencial y la retirada parcial – permanece al frente del Partido Comunista de Cuba, la “fuerza superior dirigente”, ratificado en la nueva constitución– del octogenario Raúl Castro.
Una vez precisado esto retomemos la idea acerca de si se aparta o no Cuba del comunismo con los cambios de la “nueva” Carta Magna. El hecho de que se “actualicen” ciertos conceptos que se encuentran en total estado de caducidad no significa que el régimen esté cediendo en su empreño por perpetuarse en el poder desde su obsoleta perspectiva socialista.
Es un grave error pensar y creer que al suprimirse la idea de que Cuba se prepara para avanzar hacia la sociedad comunista, las cosas pudieran experimentar cierto giro que la aproxime a las concepciones capitalistas, de derecha o de centro derecha. Según se expone en el capítulo I, Fundamentos políticos, sociales y económicos del Estado, artículo 5 de la Constitución de 1976: “El Partido Comunista de Cuba, vanguardia organizada marxista-leninista de la clase obrera, es la fuerza dirigente de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.
Según la modificación actual se suprimió lo referente al avance hacia la sociedad comunista añadiéndose otra descabellada idea, por cuanto el partido único jamás podrá desarrollar valores éticos, morales y cívicos en los cubanos. El artículo 5 queda pues de esta forma: “El Partido Comunista de Cuba, único, martiano, fidelista y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, sustentado en su carácter democrático y la permanente vinculación con el pueblo, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado. Organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia la construcción del socialismo. Trabaja por preservar y fortalecer la unidad patriótica de los cubanos y por desarrollar valores éticos, morales y cívicos”. (Se destaca en negra lo añadido)
Téngase en cuenta que el socialismo se caracteriza, al menos teóricamente y de acuerdo con los preceptos clásicos marxistas, no solo por la posesión por parte del proletariado de los medios de producción, esto es, la supresión de la propiedad privada, sino la negación del pluripartidismo, algo que la Constitución cubana de 1976 deja bien precisado en su artículo 5, y se ratifica en la actual al reafirmar la concepción de que “El Partido Comunista de Cuba, único, martiano, fidelista y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana…”
De modo que no queda lugar para la participación de otros partidos políticos legalizados, o sea, con personalidad jurídica que les permita competir en procesos eleccionarios junto al eterno partido oficialista, lo que no se resuelve en las “reformas” actuales. Esto significa que si bien el término comunismo no fue utilizado – algo muy bien pensado para que el decadente régimen y su partido único no sigan siendo el hazmerreír de aquellos que aún piensan en el mundo con un mínimo de decoro– no es sinónimo de un distanciamiento de los cánones socialistas que durante varias décadas ha estado exponiendo el régimen ante el mundo.
Para replantearnos el concepto de salida del comunismo hemos de considerar ciertas pautas, entre las que no pueden ser omitidas el derecho a la libertad de expresión, la posibilidad de elegir al presidente del país de manera democrática y no a través de una complicada simulación preconcebida de modo premeditado, la legalidad del pluripartidismo, así como la plena libertad de los medios de comunicación y no en manos del partido único como órganos oficiales de sus fechorías, entre otras tantos aspectos que, en última instancia, son los que hablan a favor de la instauración de una democracia , independientemente que en lo económico se restablezca la propiedad privada sobre los medios de producción.
Así las cosas, los cambios constitucionales – como todo lo que hasta el presente ha estado haciendo el régimen cubano– no son más que modificaciones mínimas que solo van a operar desde una apariencia de apertura democrática tan solo creíble en el seno de los que se creen comunistas, los que seguirán extrayendo al corrupto sistema todo lo posible para su satisfacción personal con el término comunismo o sin él, igual da.
En Cuba no habrá cambios toda vez que no es una nueva Constitución lo que se necesita, sino un nuevo sistema sociopolítico que sea capaz de renovarla en todo sentido y apartarla definitivamente del socialismo.