Recientemente un conocido llamó a mi atención sobre sendos artículos publicados, uno en Cubaencuentro y firmado por Arnaldo M. Fernández el 28 de septiembre de 2017, y el otro en un blog de blogspot que aparece como "Documentos", titulado "La configuración del Exilio Cubano en España" y firmado por Roberto Soto Santana el 27 de noviembre de 2007.
La conexión entre ambos es el ataque contra diversas organizaciones y personalidades del exilio, con el pretexto de que son agrupaciones fantasmas o "de bolsillo", así como el interés que quien me los señaló considera que esos escritos tienen para el esfuerzo de información y divulgación que se hace desde estas páginas, en particular por la engañosa actitud elogiosa del Sr. Fernández en su artículo del año pasado a la figura de un destacado colaborador de DemocraciaParticipativa.net y de la PDCI, el economista Elías Amor Bravo, en ocasión de haber sido elegido Presidente del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH), que tiene su sede en España.
Por otra parte, el artículo publicado en 2007 está firmado por quien fuera Secretario del Centro Cubano de España. La persona que me lo remitió, residente en Madrid, comenta que: «Lamentablemente, el Centro Cubano de España ha perdido su local y también el protagonismo.» Y que estima que el motivo se debe en gran parte a las divisiones que creó su Secretario por este artículo y otros ataques que realizó a los líderes de la oposición y la disidencia cubana en España.
El artículo más reciente en Cubaencuentro apunta al mismo objetivo de atacar a sectores de la disidencia/oposición con el delgado barniz de sus elogios a Elías que, aunque muy merecidos, no deben servir para contrastarlo con una imagen distorsionada de otras personalidades del exilio.
Este FORO es una palestra libre de las ideas y, por tanto, no censura ni excluye a ningún exponente que exprese sus opiniones o incluya información con el debido respeto por las opiniones y la integridad personal de los demás. Por tanto, no se puede criticar aquí que en otros medios se haga lo mismo. Sin embargo, es pertinente destacar que el Sr. Arnaldo M. Fernández ha encontrado en Cubaencuentro un medio para desarrollar "análisis" constantes, frecuentes y favorables de la política interna cubana y lanzar diatrivas y sembrar dudas contra los opositores del régimen cubano. En todos sus escritos publicados entre 2013 y 2016 que me he tomado el trabajo de revisar, no hay uno en que su "análisis" incluya una crítica a la política desastrosa del régimen actual. Según Fernández en ese artículo: «Para la claque del tardocastrismo a la inversa —anticastrismo tardío— todo dato que venga del bando de la dictadura es mentira.» Esta frase, por sí sola, denota la calidad de su autor. Pero, para poner la tapa al pomo, dice también que: «Para la claque del tardocastrismo a la inversa —anticastrismo tardío— toda revelación de tupes y forros que meten ciertos “líderes opositores” es asesinato de reputación, pero la gente común —y entre ellos los parlamentarios europeos— se dan cuenta de que son casos evidentes de suicidio de reputación».
Ambos artículos son apenas dos ejemplos, entre muchos, de insidiosa alevosía. Por supuesto que no cabe duda que en toda actividad humana hay errores, faltas, deficiencias, tantas que pueden servir para desacreditar hasta al más genuino amante de la democracia y al más firme defensor de los derechos humanos. Por eso, la crítica puede ser saludable y oportuna cuando el propósito es poner los puntos sobre las íes y desenredar situaciones o enfoques confusos. No obstante, no es justificable el ataque sostenido de algunos que se ocultan bajo la sombrilla de "exiliados" o "anticastristas" contra otros que mantienen o han mantenido una lucha de casi 60 años por restablecer la democracia en Cuba, sean cuales sean las diferencias de criterios que puedan existir entre ellos.
Con todo y los errores o deficiencias que puedan tener quienes se oponen al regímen dictatorial que impera en Cuba, no son ellos los enemigos que hay que combatir ni los adversarios en los que hay que gastar nuestras energías, sino que nos corresponde apuntar los cañones de la razón, del decoro y del derecho contra aquellos que conservan el poder por la fuerza y están dispuestos a mantenerlo a sangre y fuego, entronizados sobre la miseria de todo un pueblo.
Los enemigos de la democracia y los derechos humanos son los que gobiernan en Cuba, sostenidos por sus esbirros y testaferros. No pierdan tiempo ni energías quienes aspiran a una Cuba mejor en desgastantes ataques contra otros que también tienen propósitos semejantes. Podemos discrepar en estrategias, métodos o programas, pero no es en el exilio dónde corresponde confrontar las diferencias que provocan la división y atomización de las fuerzas democráticas, sino en una Cuba libre que permita el debate cívico y la participación ciudadana utilizando métodos y mecanismos democráticos auténticos.