Cada vez que desalmados se enfrentan a desarmados van a ganar los primeros y van a ser diezmados los segundos. El caso más reciente fue en Texas y antes en Las Vegas, y en muchos otros casos, y no siempre valiéndose de armas de fuego, también con camiones o con cuchillos y no sólo en Estados Unidos, sino también en Francia, sea en París o en Niza.
Desde Miami contemplamos el caso de muchos latinoamericanos entre nosotros que están horrorizados por la facilidad con que un sujeto puede hacerse de armas de fuego. En contraposición miremos hacia los países o jurisdicciones donde la tenencia de armas de fuego es estrictamente prohibida o regulada.
En Venezuela los colectivos están armados hasta los dientes mientras que las personas decentes no tienen con qué defenderse y deben abandonar la calle o incluso el país para poner a su familia a salvo.
Y en mi Cuba natal el pre-dictador preguntó en un discurso ¿armas para qué? y acto seguido, ya de dictador, preguntó ¿elecciones para qué? Hay una relación directa y letal entre las dos preguntas.
En Chicago, donde viví, mueren cada semana más personas baleadas que en Texas. Y en Chicago es casi imposibe poseer legalmente un arma de fuego, pero los desalmados no se sienten obligados a inscribirse en ningún lado. (Los camiones y cuchillos aún no han sido prohibidos allí.)
La segunda enmienda a la Constitución de Estados Unidos está muy atada al concepto de una milicia civil que pueda confrontar a un tirano que se haga con el poder. La posibilidad de que un tirano se haría con el poder parecía algo lejano en la Venezuela pre-Chávez.
Ya sabemos que los venezolanos están dispuestos a morir por la libertad, ahora falta ver si están dispuestos a matar por la libertad. Esta segunda posibilidad no es factible ni para ellos ni para los cubanos desarmados por los mismos desalmados.
Los desalmados, por definición, no tienen escrúpulos. No hay conciencia que los detenga. El fin justifica los medios y los medios justifican a los desalmados. La prensa es presa de los que proponen el desarme unilateral.
Los narcos, los pandilleros y los comunistas son todos pistoleros. Y los demócratas pretenden pelear contra ellos con boletas y no con balas. Mientras depositan sus boletas en las urnas se preparan las urnas para colocar las cenizas de los desarmados.
El armario en Cuba o en Venezuela hoy no contiene alimentos. Las telarañas en los armarios contrastan con armerías repletas de armas en los cuarteles militares. Estos militares son alimentados por los desalmados. No existe la posibilidad de que pongan en riesgo sus armarios ni sus armerías.
Mientras tanto, en Miami las armerías siguen vendiendo armas de fuego y todavía se puede alquilar un camión o afilar un cuchillo. Las armas de fuego, en adición a defendernos de los que defienden la pregunta de ¿armas para qué? sirven para proteger a los dueños de joyerías a la hora de cerrar, y a los camiones blindados que recogen en los negocios, así como a los que viajan en el tren, protegidos por guardias que no son policías. Los ricos tienen guardaespaldas, tanto como los políticos, y cuando hay un motín o un ciclón, o cuando alguien te tumba la puerta, si no estás armado irás a la tumba tú.
No hay policía que te garantice tu integridad física ni gobierno que te garantice que si le das el monopolio de la violencia al gobierno no violentará jamás tus derechos.
Ciudadano no te dejes desarmar pues más vale precaver que tener que lamentar. Puede ser demasiado tarde cuando llegue el policía, pero peor cuando llegue el dictador.
“A Dios rogando y con el mazo dando” es un sabio proverbio español que demuestra que tenemos que tener fe sólo en Dios, pero eso sí, bien armados.