La obsesión totalitaria

La obsesion totalitariaLa obsesión totalitaria

La obsesión autodestructiva del régimen iraní por construir y poseer una bomba nuclear es comparable a la obsesión igualmente destructiva del régimen cubano por preservar el poder y perpetuar una tiranía narco-comunista. Aunque desde el punto de vista ideológico ambos regímenes se sitúan en las antípodas, comparten un mismo modelo represivo y un odio visceral hacia las democracias liberales.

Muchos de los progresistas que hoy defienden al régimen de los ayatolás posiblemente ignoran que la primera acción represiva del ayatolá Jomeini fue liquidar a los socialistas y comunistas iraníes. Aunque fueron aliados circunstanciales en la caída del Sha Reza Pahlavi, en cuanto los fundamentalistas islámicos alcanzaron el poder, se deshicieron de sus antiguos compañeros con el más profundo desprecio.

Esto no ha sido obstáculo para que los lazos de amistad entre los fundamentalistas iraníes y los comunistas cubanos se hayan mantenido durante décadas. Una alianza duradera, fundada no en afinidades ideológicas, sino en un mismo rechazo a la libertad y la cooperación estratégica.

Las obsesiones totalitarias son malas consejeras. Los comunistas cubanos están aún a tiempo de aprender esa lección. Ayer, la administración Trump decidió bombardear las capacidades iraníes para enriquecer uranio y avanzar hacia la bomba nuclear. El escenario de chantajes y presiones que el régimen iraní había logrado imponer, apoyado por su diplomacia astuta y la red internacional de operadores de inteligencia y grupos terroristas, acaba de fracasar estrepitosamente.

Rusia y China, pese a su retórica de apoyo, han optado por mantenerse al margen. No se involucrarán de forma sustancial —y mucho menos abierta— en una guerra donde tienen poco que ganar y mucho que perder. Irán, uno de los aliados estratégicos más importantes de La Habana, ha quedado solo.

Si esto ocurre con Irán, ¿qué dejaremos para Cuba?

La tiranía cubana haría bien en meditar sus próximos pasos, porque es evidente que se navega con el viento en contra. Esta misma semana, el gobierno de Bahamas se ha visto obligado a rescindir su contrato con los médicos cubanos, cerrando una vía de ingreso económico que La Habana había explotado con éxito en el Caribe. Además, han comenzado a salir a la luz pública detalles comprometedores sobre los contratos utilizados para la exportación de servicios médicos en otros países del área, los cuales confirman prácticas abusivas y violatorias de los derechos laborales más básicos.

A ello se suma el creciente cerco internacional contra los represores cubanos: cada vez tienen menos posibilidades de establecerse en Estados Unidos o incluso de viajar libremente. El mundo ya no mira con ingenuidad a la dictadura cubana, y la complicidad que antes le garantizaban ciertos gobiernos y organismos comienza a resquebrajarse.

Por si fuera poco, en un contexto en el que la seguridad nacional de los Estados Unidos se ha convertido en una prioridad explícita para la actual administración, la existencia confirmada de bases de espionaje chinas en territorio cubano debería ser motivo de seria alarma. Estas instalaciones no solo representan una amenaza directa a la infraestructura militar y tecnológica estadounidense, sino que revelan hasta qué punto el régimen cubano está dispuesto a vender la soberanía nacional a potencias extranjeras a cambio de mantenerse en el poder.

La Habana está quedándose sin aliados, sin recursos y sin margen de maniobra. Y, como Irán, podría descubrir demasiado tarde que los delirios de poder absoluto acaban siempre en el aislamiento y el fracaso.

🖋️Eduardo Mesa

Autor Eduardo Mesa📰 Artículos por Eduardo Mesa  
Eduardo Mesa. Escritor y  colaborador del Observatorio de Derechos Humanos de Cuba (OCDH), es autor de varias publicaciones en Cybercuba, Cubanet y Patria de Martí. Fue fundador de la revista Espacios, dedicada a promover la participación social del laico. Coordinó la revista Justicia y Paz, Órgano Oficial de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y el boletín Aquí la Iglesia. Formó parte de los consejos de redacción de las revistas Palabra Nueva y Vivarium. Fue ganador de los premios de poesía Ada Elba Pérez y Juan Francisco Manzano. En la actualidad colabora con diversas revistas. Reside en los Estados Unidos desde 2005.

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