Patria de Martí Artículos y Ensayos
Separar el trigo de la paja
- Jorge Luis León
Que la familia cubana ha caído en la trampa de una sociedad corroída por eslóganes, dogmas y vicios, es tristemente una verdad. La propaganda ha sustituido al afecto, el miedo ha ocupado el lugar del diálogo, y el pan escasea tanto como la esperanza. Cuando se quiebra el vínculo familiar por razones políticas, se muestra lo peor de los principios y la dignidad humana. Los problemas políticos deben resolverse en un marco; la familia, en otro. Pero en Cuba, ambos planos han sido violentamente mezclados.
Desde los años 60, el régimen revolucionario diseñó una estrategia de control que no se detenía en las calles ni en las escuelas. Penetró los hogares. El comité de defensa de la revolución (CDR) no solo vigilaba a los vecinos: también alimentaba la sospecha entre hermanos, padres e hijos. La consigna "la patria es primero" se convirtió en una coartada para la delación dentro del hogar.
Numerosos testimonios recogen el dolor de quienes fueron rechazados por sus propios familiares por pensar diferente. El escritor cubano Reinaldo Arenas narró cómo su madre —condicionada por el adoctrinamiento— no comprendía su necesidad de libertad. En muchos casos, hijos que deciden emigrar son tildados de “traidores”, y ancianos que defienden el sistema son despreciados por sus nietos que han perdido toda fe.
La antropóloga María Ileana Faguaga, en entrevistas recientes, ha señalado cómo la crisis económica ha agudizado los conflictos intergeneracionales:
“Ya no se trata solo de ideología, sino de la desesperación por sobrevivir, del hambre que no perdona. Los padres se sienten inútiles, los jóvenes sin rumbo, y la convivencia se ha vuelto explosiva”.
Datos ofrecidos por el economista Pedro Monreal muestran que el salario promedio estatal en Cuba apenas supera los 3.500 pesos mensuales (unos 10 dólares) mientras que un cartón de huevos puede costar hasta 5.000 pesos en el mercado informal. ¿Cómo no va a haber rencores cuando una abuela entrega su pensión completa para alimentar a un nieto y aun así no alcanza?
La psicóloga Maritza López McBean, que ha estudiado el trauma colectivo en la isla, ha dicho:
“Hay una carga de resentimiento enquistada en muchas familias cubanas. La imposibilidad de hablar con libertad crea silencios, y esos silencios envenenan los afectos”.
A esto se suma la separación física. Más de 3 millones de cubanos han emigrado en las últimas décadas, fragmentando a la familia en cuerpo y alma. Solo entre 2022 y 2023, más de 500.000 cubanos salieron del país, la mayoría jóvenes. Cada salida deja atrás madres con el corazón roto, padres que no entienden por qué sus hijos huyen, y hermanos que ya no comparten los mismos códigos de vida.
Y lo peor es que quienes aún se consideran revolucionarios muchas veces lo hacen por tradición, miedo, dependencia o mecanismos psicológicos que la ciencia aún no logra descifrar del todo. Apoyar el hambre, la desvergüenza, la represión, no tiene ninguna razón moral que lo justifique. Sin embargo, esas personas existen. Las conocemos. A veces, incluso, las amamos. Y ahí está la tragedia más íntima: en amar a quienes sostienen el sistema que nos quiebra.
Las dictaduras se alimentan de estas grietas. Una familia dividida es su manjar preferido, porque le permite dominar sin resistencia. Como escribió Vaclav Havel, el gran disidente checo:
“El poder del poder radica en el consentimiento de los sometidos. Ese consentimiento es más fácil de obtener cuando se ha destruido el tejido que los une”.
En Cuba, ese tejido está desgarrado. Es hora de hablar con claridad, de sanar con verdad. De separar, sí, el trigo de la paja. No para odiar, sino para reconstruir.
¡Que Dios nos ampare!
🖋️Jorge Luis León
Jorge Luis León. Graduado de Lic. en Historia y Ciencias Sociales en el Instituto Superior pedagógico Enrique Jose Varona, es ensayista y escritor y autor de varias publicaciones en Periódico Cubano, 14Ymedio y Patria de Martí. Trabajó como profesor de historia en nivel medio-superior por 30 años. Al romper sus relaciones, con el Ministerio de Educación fue a dirigir una Academia de Ajedrez en Guanabacoa, donde residía, participó en múltiples torneos y escribió su libro Breviario Ajedrecístico, publicado en Cuba en el 2002. En 2002 viajó a Estados Unidos, fundó una Academia... dio clases en varias escuelas hasta que se trasladó a Houston donde reside actualmente.