La desvergüenza en que estamos viviendo
Los carneros desfilan en "La Plaza de la Revolución"
Soy cubano, conozco todas las triquiñuelas de la tiranía castrista. Las viví por muchísimos años, las padecí en carne propia, y aunque conocerlas ya es bastante, no basta. No basta si uno no las denuncia con todas sus letras. He visto una Plaza de la Revolución abarrotada de carteles, vítores vacíos a Fidel, de consignas huecas en defensa de eso que los canallas llaman “Revolución”. Y a estas alturas, cuando medio mundo le ha dado la espalda al fraude, al hambre, al despotismo, aún persisten miles, pueblo al fin, que como miserables corderos se dejan arrastrar al matadero de la desvergüenza.
Europa, que durante décadas bailó al compás de las falacias del régimen cubano, ha comenzado a decir la verdad: no son más que vulgares ladrones que no cumplen sus compromisos ni pagan sus deudas. El Parlamento Europeo ha denunciado la represión en la isla y exigido sanciones. Hasta China, cómplice de muchos silencios, ha llevado a Cuba a tribunales internacionales por impago de más de 1,200 millones de dólares. La fachada del régimen se ha venido abajo como un telón podrido. Desde dentro, sus propios ídolos empiezan a quebrarse: Silvio Rodríguez, Cándido Fabre y la orquesta Van Van, símbolos de una cultura domesticada, hoy se atreven a decir “esto es insostenible”. Porque no hay dignidad en la miseria. La miseria no engendra virtud; engendra, sobre todo, miserables.
Los carneros con doble moral
De esos miles que aplauden en las plazas, muchos han solicitado el parole humanitario a Estados Unidos. Son fiscales, coroneles, hijos de dirigentes, militantes encubiertos. Gente que en el día jura lealtad al Partido y en la noche rellena formularios para huir del infierno. Y el régimen lo sabe, lo permite, lo utiliza: son válvulas de escape para no reventar por dentro. Esa es la podredumbre institucional en la que estamos sumidos.
Siguen repitiendo que el hambre, la inflación y el colapso agrícola son culpa del “bloqueo”. ¿Es el bloqueo responsable de que los campos estén llenos de marabú y no de boniatos? ¿Acaso el bloqueo seca el mar y mata los peces para justificar que no haya pescado en la dieta del cubano? ¿El bloqueo impide criar gallinas o cultivar calabazas? Sólo un ignorante puede sostener semejante barbaridad. Como el Sr. Cervelo, con quien mantengo una correspondencia de punzantes criterios. Este personaje, defensor rabioso del régimen, apenas recibe una pensión que no le alcanza ni para un tubo de pasta, pero se niega a reconocer la ruina que lo cerca. Para él no importa que no haya elecciones, que solo exista un partido autorizado, que no haya prensa libre, ni libertad económica, ni comida, ni medicamentos. Tampoco le importa que haya más de 40 mil cubanos viviendo como vagabundos. Nada le conmueve. Todavía no hurga en la basura para alimentarse… todavía. Pero se alimenta del dólar de la familia emigrada, y con eso mira a un lado. Este señor no tiene patria ni vergüenza: es un esclavo con vocación de eunuco.
Los carneros son traidores a la patria
Este primero de mayo, ver la Plaza llena me golpea el alma. Sé que muchas de esas presencias no son voluntarias. Hay amenazas, represalias, chantaje laboral. Promesas de merienda, transporte, puntos sindicales. Aun así, verlos allí, gritando loas a sus verdugos, me causa repulsión. Porque hay que tener muy poca dignidad para prestarse a semejante pantomima. Son carneros. Son traidores a la patria, no por ir a una plaza, sino por vender su conciencia por una jabita o una prebenda. Merecen el yugo que llevan al cuello. Merecen la vergüenza de saberse manipulados y usados como carne de pancarta.
Mientras cientos de miles de cubanos cruzan la selva del Darién, se ahogan en el mar o emigran buscando libertad, otros se revuelcan en la mentira oficial, y se sienten cómodos en el papel de esclavos obedientes.
Cuba es hoy una tragedia, no solo por quienes la gobiernan, sino por quienes consienten ser gobernados por ellos. El desastre es estructural, pero la complicidad es moral. Y esa es la peor de las miserias: la que no duele.
🖋️Jorge Luis León
📰 Artículos por Jorge L. León
Jorge Luis León. Graduado de Lic. en Historia y Ciencias Sociales en el Instituto Superior pedagógico Enrique Jose Varona, es ensayista y escritor y autor de varias publicaciones en Periódico Cubano, 14Ymedio y Patria de Martí. Trabajó como profesor de historia en nivel medio-superior por 30 años. Al romper sus relaciones, con el Ministerio de Educación fue a dirigir una Academia de Ajedrez en Guanabacoa, donde residía, participó en múltiples torneos y escribió su libro Breviario Ajedrecístico, publicado en Cuba en el 2002. En 2002 viajó a Estados Unidos, fundó una Academia... dio clases en varias escuelas hasta que se trasladó a Houston donde reside actualmente.