Biden favorece al régimen cubano antes de marcharse

Biden favorece al regimen cubano antes de marcharseBiden favorece al régimen cubano antes de marcharse 

A pocos días de dejar la Casa Blanca, el presidente Joe Biden ha decidido flexibilizar las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, una medida que ha generado intensas críticas, especialmente entre la comunidad cubanoamericana. Entre las decisiones más polémicas destaca la eliminación de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, acción que algunos interpretan como un gesto hacia el régimen cubano, con la mediación del Vaticano y los gobiernos de Colombia y Brasil. Esta medida parece más una concesión política que una estrategia coherente de política exterior, lo que invita a reflexionar sobre cuánto ha influido en esta decisión la profunda corrupción moral del Partido Demócrata y el probable deseo de castigar a la comunidad cubanoamericana, que ha votado mayoritariamente por el presidente Trump.

El paquete de medidas tomadas por Biden incluye tres acciones clave que cambian el panorama de las relaciones con Cuba:

1. Eliminación de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo

 

Esta decisión parece responder más a un intento de obtener un legado diplomático que a una evaluación objetiva de la situación en la isla. ¿Qué ha cambiado en Cuba para justificar este movimiento? Desde mi perspectiva, nada que amerite la eliminación de esa designación. Al contrario, parece que esta acción ignora la continua represión interna y el apoyo del régimen cubano a actividades cuestionables en la región.

Cabe destacar que revertir esta decisión no sería inmediato para un futuro presidente como Trump, ya que requiere un proceso administrativo que incluye la presentación de evidencias y un período de revisión por parte del Congreso.

2. Suspensión del Título III de la Ley Helms-Burton

La suspensión de este título, que limita las demandas contra empresas extranjeras que trafiquen con propiedades confiscadas en Cuba, también parece favorecer indirectamente al régimen cubano. En este caso, Biden beneficia a las empresas extranjeras que operan en la isla mientras deja a los estadounidenses afectados por las confiscaciones sin herramientas legales efectivas para reclamar justicia. Esta acción se percibe como un mensaje claro: las preocupaciones de las víctimas de la expropiación quedan en un segundo plano frente a los intereses económicos y diplomáticos.

3. Rescisión del Memorando Presidencial de Seguridad Nacional 5 (NSPM-5)

Este memorando, implementado por Trump en 2017, prohibía transacciones financieras con entidades controladas por el ejército cubano, como hoteles y empresas vinculadas al régimen. Al eliminarlo, Biden otorga acceso directo a estas entidades y, por ende, a los beneficios económicos que sostienen al aparato represivo de la dictadura. Desde mi perspectiva, esta decisión no solo beneficia al régimen, sino que también debilita las herramientas de presión que Estados Unidos ha usado históricamente para fomentar un cambio democrático en la isla.

Desde mi punto de vista, estas acciones de Biden carecen de un análisis estratégico sólido y no están respaldadas por avances significativos en derechos humanos o en la democratización por parte del régimen cubano. Más bien, parecen responder a una agenda de normalización impulsada por intereses políticos, económicos y diplomáticos externos. La mediación del Vaticano y de países como Colombia y Brasil sugiere un intento de “relanzar” las relaciones con la región, pero ¿a qué costo? Además, ¿por qué han esperado hasta la última semana de su mandato para hacerlo? Este enfoque ignora las demandas de la oposición cubana y perpetúa la impunidad del régimen.

La historia reciente demuestra que las administraciones demócratas han traicionado los intereses de los cubanoamericanos y de los opositores al régimen. Desde el fracaso de John F. Kennedy en apoyar la invasión de Bahía de Cochinos, hasta las concesiones unilaterales de Barack Obama, estas políticas han priorizado gestos diplomáticos sobre resultados concretos.

Biden ha optado por un camino que, en mi opinión, fortalece al régimen cubano en lugar de presionarlo para implementar reformas democráticas. Estas medidas no son más que concesiones disfrazadas de diplomacia, que priorizan intereses políticos internacionales y económicos mientras relegan a un segundo plano la lucha por la libertad y los derechos humanos en la isla.

El único elemento parcialmente positivo de esta negociación es la eventual liberación de 553 presos, una falsa concesión del régimen de La Habana que, mientras libera a algunos, mantiene activa una maquinaria de represión capaz de encarcelar a cualquier ciudadano por expresar la más mínima inconformidad con el sistema. Lamentablemente, el presidente Biden no ha dudado en instrumentalizar una cuestión humanitaria para justificar la irracionalidad de estas medidas.

Es de vital importancia que la futura administración reevalúe estas decisiones y adopte medidas que realmente respalden al pueblo cubano en su lucha por la libertad, en lugar de legitimar a un régimen opresivo. Es imperativo que el tema de Cuba deje de ser utilizado como una herramienta con fines electorales y se aborde como un asunto de Estado. Solo de esta manera se reconocerá adecuadamente el peligro que representan los comunistas cubanos para la estabilidad de la región y la seguridad de los Estados Unidos de América.


Eduardo MesaAutor: Eduardo Mesa, escritor y  presidende del Observatorio de Derechos Humanos de Cuba (OCDH). Sigue a Eduardo en @eduardomesaval 

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