La oposición leal y el jarabe de metatranca
Mi maestro Carballosa solía decirme que no hay peor muerte que la provocada por un atracón de boñiga. Con toda seguridad hay peores formas de morir, pero al maestro Carballosa, un tipo de su época, le horrorizaba hacer el ridículo.
Y es que hay personajes que son inasequibles al desaliento y al ridículo, como mi buen amigo Papaíto el sociólogo, graduado de la escuela del Minint y expulsado del cuerpo por facharse un paquete de galletas de sal previamente asignadas a la teniente Yonunca Dije, que a su vez era amante de un callado profesor de lenguas muertas y técnicas de interrogatorio.
Mi socio Papaíto nunca se recuperó de su deshonrosa expulsión y, con el tiempo, se convirtió en opositor leal a la dictadura, aunque él ha tratado de explicar muchas veces, sin éxito alguno, que no se trataba de ser leal a Raúl, sino a la lealtad que Raúl podría haber inspirado si no fuera un asesino dictador hijo de Ángel y Lina.
Los opositores leales son unos tipos durísimos, porque nunca queda claro a qué se oponen, pero pueden explicarte con meridiana claridad la lealtad que sienten hacia un bien que no es, porque esa maldad nunca ha generado nada bueno.
Papaíto, además de leal, es un opositor esperanzado, en que su leal oposición dará los resultados esperados y contribuirá a disminuir los egos de los demás opositores. Yo admiro a Papaíto porque ha logrado desprenderse del ego, que es, según la sociología leal y esperanzada, el mayor obstáculo a la libertad.
Los boinas negras y la determinación de los comunistas cubanos de arrancársela a cualquiera es pecata minuta comparado con los problemas del ego desleal y desesperado.
Para los males del ego y sus inpepinables consecuencias mi amigo Papaíto ha creado el jarabe de metatranca, un modo dulce y melodioso, dialogante, ecuménico, inclusivo y anticapitalista de conseguir la transición profusa, difusa e infusa del comunismo al socialismo. Todo este inmenso trabajo nos conseguirá el premio de regresar otra vez al comunismo dentro de 20 o 30 años, si es que queda algo de la isla para entonces.
Qué orgulloso me siento de Papaíto, de su regreso a la primera línea de la política. Se ha convertido en un patriarca de la lealtad opositada. Ese será el nombre del Partido: Lealtad Opositada. Y el arma del partido será la metatranca o, mejor dicho, el jarabe de metatranca, una actualización de la dialéctica que proporciona el dogma necesario para entender la teleología de la siguaraya.
Siempre terminaremos los actos al grito de: ¡Lealtad o Muerte!
Papaíto es la lealtad, el jarabe y la siguaraya.
Autor: Eduardo Mesa, escritor y presidende del Observatorio de Derechos Humanos de Cuba (OCDH). Sigue a Eduardo en
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