A propósito del sacrilegio de una escena de la gala inaugural de los Juegos Olímpicos 2024

sacrilegio de una escena de la gala inaugural de los juegos olimpicos 2024A propósito del sacrilegio de una escena de la gala inaugural de los Juegos Olímpicos 2024 (Primera parte)

Primera parte           Segunda parte

Santa Cruz de Tenerife. España.- En la ópera Fausto, del compositor francés Charles Gounod (1818-1893), aparece un personaje masculino con el nombre de Siebel que es interpretado por una mujer. Para las puestas en escenas de la monumental obra francesa, inspirada en los temas del Fausto de Goethe (1749-1832), la cantante aparece caracterizada como un hombre. Esto se da también en el mundo de la danza. Recordemos el personaje Viuda Simone (la madre de Lise), del mundialmente conocido ballet La fille mal gardée, una de las obras más antiguas e importantes del repertorio de ballet que se ha mantenido viva a lo largo de los años desde su creación. Dicho personaje ha sido tradicionalmente interpretado por un hombre, un bailarín de carácter.

Estos son ejemplos concretos del transformismo en el arte. En ambos casos los autores trataron de lograr los efectos requeridos mediante los recursos específicos para cada personaje. En el caso de la ópera, una mezzosoprano le dio vida a Siebel, el discípulo del viejo Doctor Fausto; tal vez Gounod pensó que los rasgos del personaje se lograrían mejor mediante los matices de una voz de mezzosoprano, correspondiente a una mujer, y no utilizando a un tenor, barítono o bajo, como tradicionalmente hubiera hecho otro autor; algo válido también para el caso de la Viuda Simone, del ballet antes citado.

Estos personajes no aparecen con caracterizaciones exageradas ni amaneradas. Solo son utilizados para lograr la representación deseada sin ridiculizarlos, ni llevarlos a las excentricidades de un histrionismo que ninguno de los dos ejemplos necesita para lucir sus cualidades vocales y dramáticas, en el caso de Siebel, o para alcanzar la comicidad requerida en el caso de Viuda Simone. De modo que el transformismo en el arte se justifica cuando se utiliza con pretensiones artísticas genuinas.

Los ejemplos antes comentados no cumplen con los cánones definitorios de lo que hoy se conoce como Drag Queen (Drag-Queen), toda vez que este término describe a una persona que se caracteriza y actúa a la usanza de un personaje de rasgos exagerados, con una intención primordialmente histriónica que se inspira de las nociones tradicionales de la identidad de género y los roles de género.

El drag es un show en el que pueden participar personas, independientemente de cuál sea su identidad de género, por tanto, aunque se le ha asociado, al menos en la actualidad, con los transgéneros, el drag es una expresión “artística” que puede no tener ninguna relación con la identidad de género de quien actúa como Drag Queen.

Un Drag Queen puede ser de cualquiera de los dos únicos géneros existentes, o sea, masculino o femenino, así de sencillo, sin incluir la infinidad de variantes que en el presente se nos trata de imponer por parte de las concepciones de la ideología de género que presenta el llamado progresismo de izquierda. En cada modalidad pueden ser homosexuales, bisexuales o heterosexuales; siempre teniendo en cuenta que están creando un personaje para entretener a la sociedad a través de una exageración de ciertos rasgos, dando la apariencia de una feminidad exagerada con el uso de peinados estrafalarios, maquillaje excesivo, ropa llamativa, etc., lo que facilita la satirización o la comicidad.

Se ha relacionado esta modalidad con el personaje la Reina de la Noche (Dark Queen en inglés), de la ópera La flauta mágica del compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), toda vez que dicho personaje aparece caracterizada con vestidos muy provocativos y ostentosos, así como diseños y maquillaje muy femeninos y exagerados; sin embargo, no se trata de un travestismo; sino de un Faux Queen, una mujer que adopta la estética Drag para explorar su feminidad, según la definición del término.

No obstante, no creo que en la segunda mitad del siglo XVIII los directores artísticos, maquillistas y diseñadores de vestuario de las producciones de Mozart tuvieran la intención de exagerar los rasgos del personaje mencionado, tal como se hace en el presente en los espectáculos de Drag Queen. La idea de la exageración de los rasgos de la Reina de la Noche es solo destacar su histrionismo como lo que es, o sea, como una reina que conquista al público, no solo con su rimbombante vestuario; sino con el virtuosismo requerido para interpretar el aria Der Hölle Rache kocht in meinem Herzen.

Pero los lectores se preguntarán a donde pretendo llegar con tanta teoría artística; a lo que respondo de inmediato: a la burla de una de las escenas del espectáculo inaugural de los Juegos Olímpicos de París 2024.

Para el comentario que os presento a continuación solo me baso en la polémica escena que recuerda a una de las grandes obras de Leonardo da Vinci, La Última Cena. Confieso que no he visto, ni lo haré jamás, la famosa gala inaugural del evento; aunque si las múltiples imágenes que han aparecido por doquier como crítica a lo que jamás debió permitirse que apareciera en público.   

Desde la aparición en escena de los "artistas" se asoció a La Última Cena, algo que suscitó las más grandes polémicas de los últimos tiempos en el mundo artístico. La agresión se hizo, sin importar las excusas, justificaciones y fríos perdones de los organizadores del evento y de manera particular de algunos participantes. Los agredidos hemos sido aquellos que, de una u otra manera, somo religiosos, específicamente dentro del cristianismo - el cristianismo verdadero el original y no los centenares de sectas que nada tienen que ver con la esencia primigenia de dicha religión-, o al menos simpatizantes, defensores o seguidores de las tradiciones y enseñanzas predicadas por Cristo.

Si en realidad se trata de una caricatura de la obra de Da Vinci, o no, considero que no es lo esencial en toda esa payasada. Lo importante es el hecho en sí, su repercusión y sus consecuencias. La distribución de los supuestos artistas, las agrupaciones en subgrupos dentro de la totalidad de participantes, así como el lugar preferencial de Barbara Butch, la señora con obesidad extrema vestida de azul al centro del elenco, son elementos que recuerdan, sin duda, al famoso cuadro de Da Vinci, como es lógico, en forma de una vulgar caricatura.

Si hubo o no malas intenciones detrás de todo esto es algo que no se puede demostrar. Quedará para siempre en la inmensidad de la duda. Después de las sendas protestas desencadenadas por doquier, los organizadores - que ya se han tratado de justificar- no se van a pronunciar diciendo la verdad en relación con el verdadero propósito de semejante obscenidad.

Las falsas teorías de lo inclusivo promovidas por la izquierda neomarxista intentan adueñarse del mundo. Para lograr su objetivo utilizan a ciertos grupos vulnerables como aquellos que se han asociado en el colectivo LGTBIQ+ (conjunto de lesbianas, gais, personas trans, bisexuales, intersexuales y queer y el resto de las identidades y orientaciones incluidas en el +.). Como sabéis estos grupos han sido marginados, aislados, perseguidos y hasta masacrados. Lo que no recuerdan los LGTBIQ+, o no les conviene recordar, es que los máximos exponentes de sus políticas de persecución extrema que se encargaron de llevarlos al ostracismo fueron los gobiernos totalitarios de posiciones socialistas y comunistas.

Durante la etapa de esplendor de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, y del llamado Campo Socialista de Europa del Este, así como el comunismo de China y Cuba, entre otras naciones, tuvieron lugar una serie de violaciones graves de los derechos elementales de todos aquellos que resultaran sospechosos de homosexualidad y otras variantes. No obstante, en el presente, los autoproclamados progresistas se han encargado de hacer de estos grupos un estandarte "defensivo" donde cada cual sale beneficiado a su manera. Por una parte, los progres muestran una imagen, como siempre muy falsa, de aparente tolerancia y respeto, mientras que los integrantes de los grupos LGTBIQ+ se benefician de las supuestas bondades de la gentuza de la izquierda comunista. Al final los progres ganan los votos de los LGTBIQ+, que son millones en el mundo, y estos últimos salen a las calles semidesnudos y con sus excentricidades para celebrar su día de "orgullo", algo que sucede gracias a las “bondades” de la izquierda radical.

"La Santa Sede, entristecida por algunas escenas de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París y no puede sino unirse a las voces que se han alzado en los últimos días para deplorar la ofensa causada a muchos cristianos y creyentes de otras religiones". Este es el inicio de una escueta nota difundida el pasado sábado a través de un comunicado del Vaticano; algo que resulta demasiado sutil para la magnitud de los hechos, independientemente de la demora por parte de la Santa Sede en relación con la caricaturesca escena en la que se evoca la última cena del Señor.

Ya sabéis de la "modernidad" del actual Papa, Francisco, así como de sus simpatías por los líderes de la izquierda y sus concepciones "progresistas". Una vez más, el Papa Francisco se muestra cuasi indiferente ante situaciones de repercusión mundial. Resulta intolerante su actitud respecto a las persecuciones de opositores, a las grandes violaciones de los derechos humanos en todas partes del mundo - de manera muy particular en Hispanoamérica con los regímenes dictatoriales de Cuba, Venezuela y Nicaragua-, entre otros tantos ejemplos que harían interminable este comentario; pero lo que resulta inconcebible es que guarde silencio ante un acontecimiento que ha suscitado las más grandes reacciones del mundo de la Cristiandad en diferentes partes del mundo.

La institución religiosa egipcia de Al Azhar, la principal referencia del mundo islámico suní, condenó este domingo “las escenas de falta de respeto a Cristo” durante la inauguración de los Juegos Olímpicos. Faltar al respeto a Jesucristo o a cualquiera de sus compañeros profetas es un acto de extremismo y barbarie temeraria», afirmó Al Azhar en un comunicado que se ha publicado en diferentes medios de prensa con posterioridad. Condenó asimismo estas escenas que “retratan a Jesucristo en una imagen ofensiva” que “veja a los creyentes en las religiones y traiciona la moral”, y rechazó “todo intento de faltar al respeto a cualquiera de los profetas de Dios”.

Los fieles esperaban que durante la última alocución del Angellus el Papa hiciera referencia a la burla de los organizadores y "artistas" de la gala de los Juegos Olímpicos de Paría. Sin embargo, Francisco, el defensor del socialismo, prefirió el silencio. Para que no resultara tan escandaloso, la sede del Vaticano publicó esta escueta declaración antes citada. Hasta el presidente de Turquía, el islamista Recep Tayyip Erdogan, invitó a Francisco expresar su opinión sobre esta escena "y elevar la voz de forma conjunta" contra unos actos que, en su opinión, "ridiculizan los valores morales y religiosos y pisotean el honor humano bajo el disfraz de la libertad de expresión y la tolerancia"; pero repito: FRANCISCO PREFIRIÓ EL SILENCIO.

Continuará...

A propósito del sacrilegio de una escena de la gala inaugural de los Juegos Olímpicos 2024 (Segunda parte)

Santa Cruz de Tenerife. España.-  Por suerte, dentro de poco ya nadie recordará a los pseudoartistas satánicos que se burlaron de la Cristiandad; pero el cristianismo como religión perdurará por varios milenios más a pesar de la invasión islámica hacia el mundo occidental, de los múltiples detractores de la Santa Iglesia, de la campaña cultural neomarxista que emprende la izquierda, amén de la proliferación de cientos de sectas protestantes con sus excéntricos “pastores” y sus descomunales campañas contra el catolicismo.

Retomemos ahora el tema la representación satírica parisina. En primer lugar: no había que presentar a un grupo de individuos pertenecientes al colectivo LGTBIQ+ como protagonistas de ninguna escena. No se demuestra el espíritu de la tolerancia y el respeto que merecen todas las personas haciendo un derroche de los cánones que la izquierda ha establecido como parte de sus absurdas políticas de género.

No estoy diciendo que no puedan aparecer artistas verdaderos en galas de eventos de este tipo, independientemente de sus preferencias sexuales o de sus orientaciones en relación con la sexualidad. Lo que intento expresar es que no tiene porqué presentarse gente disfrazada de manera muy ridícula, y menos aún, cuando sus caracterizaciones caricaturescas pueden dañar la susceptibilidad de las multitudes del mundo del cristianismo, o sea, lo que acaba de ocurrir en la reciente gala inaugural de los juegos olímpicos.

Recordemos que en las olimpíadas de Barcelona de 1992 ocuparon el protagonismo dos grandes figuras del arte, Montserrat Caballé, la gran soprano española y Freddie Mercury, uno de los más grandes cantantes de rock de todos los tiempos. La primera, era obesa, el segundo, era homosexual y estaba enfermo con el VIH, en los tiempos en que se relacionaba este padecimiento casi de manera exclusiva con la homosexualidad.

Sin embargo, estas condiciones, o sea, la obesidad de una y la homosexualidad del otro, no tuvieron razón de ser en dicha presentación de la gala inaugural de los juegos españoles. Lo que valía era su inigualable calidad como intérpretes, cada cual dentro de su género y estilo. Eran otros tiempos y la idea de lo "inclusivo" y las políticas de la igualdad de género, etc. aún no habían invadido la escena mundial. Las condicionantes de obesidad y homosexualidad de los artistas no fueron los motivos para que aparecieran con su protagonismo en la escena de las olimpíadas de 1992. Estuvieron presentes porque eran Montserrat Caballé y Freddie Mercury, dos grandes artistas, no porque representaran la idea de la gordofobia, de la homofobia o cualquier cosa estrafalaria de las aberraciones de la izquierda comunista del presente.

La invasión de las teorías neomarxistas ha influenciado de manera muy negativa en la cultura. La degradación dentro del arte se ha puesto de manifiesto mediante la utilización de elementos cada vez más alejados del ideal de lo genuinamente artístico. El mal gusto, la vulgaridad y la ignorancia son los denominadores comunes de miles de espectáculos "artísticos", entre los que ocupan un lugar preferencial los llamados Drag Queens.

Recordemos que las fiestas de drags empezaron a florecer en Nueva York, durante el Renacimiento de Harlem, a principios del siglo XX. Esto evolucionó hasta convertirse en la comunidad de bailes de salón de Harlem, lo que aparece en el documental de 1990 Paris is Burning. El drag surgió de dos mundos separados: los imitadores femeninos en el cine mudo y el teatro popular, y los bailes underground de drags que formaban parte de la vibrante subcultura LGBTQ a finales del siglo XIX y principios del XX.

Independientemente de las contrariedades de varios historiadores respecto al origen del drag queens - algunos lo consideran a partir de las caracterizaciones necesarias para la representación teatral en las antigua Grecia y Roma, donde los personajes femeninos tenían que ser asumidos por hombres-, lo que predomina en el decadente presente son las presentaciones de personas, generalmente del sexo masculino, caracterizados de manera exagerada y caricaturesca como mujeres, los que imitan a cantantes y actrices consideradas como sus ídolos.

Insisto en la idea de la degradación de lo artístico, toda vez que el fenómeno drag del presente carece de verdaderos valores culturales. Los espectadores van a un espectáculo en el que el artista (generalmente un hombre transmutado a la fuerza en mujer) hace un doblaje imitativo de la artista seleccionada (Rocío Jurado, Lola Flores, la Massiel, Madonna, y un largo etcétera), algo muy distante y distinto del transformismo justificado dentro del arte. Recordemos los dos ejemplos con los que se inicia la primera parte de este escrito. El Siebel, de la ópera Fausto, personaje masculino que requiere la intervención de una mujer de la cuerda de mezzosoprano por las exigencias vocales que el compositor Charles Gounod quiso ofrecerle, así como la caracterización de la Viuda Simone del gran ballet La Fille mal Gardée, amén de la necesaria intervención de actores hombres vestidos y caracterizados como mujeres dada la prohibición de las mujeres en obras teatrales en los lejanos tiempos de la antigua Grecia.

Una breve pincelada de ciertos personajes

Barbara Butch, es una activista del grupo LGTBIQ, lesbiana, DJ y productora radicada en París. Esta señora usó un tocado con una corona de aureola plateada y un vestido escotado mientras representaba la figura de Jesús en el sketch de la Última Cena, algo que reafirmo, toda vez que he analizado detenidamente varias imágenes de la representación para poder concluir que si se trata de una burla satánica hacia Nuestro Señor Jesucristo, hacia el cristianismo, hacia la verdadera cultura, hacia Leonardo Da Vinci y un extenso etcétera; algo que esta señora o señor, si prefiere que le llamemos como masculino, sabía perfectamente, como también lo sabían los organizadores de la parte artística del evento.

Según Butch la ceremonia de apertura "tenía como objetivo unir a la gente"; lo que no ha resultado. Contrariamente la nauseabunda escena ha provocado las más grandes críticas, no solo de los cristianos, sino de los representantes de otras religiones como el islamismo. Según las propias declaraciones de la mujer obesa que se hizo pasar por Jesús, ha recibido fuertes críticas y hasta amenazas de muerte por su aparición representando a Cristo.

En una reciente publicación del Catholic Herald, la Drag Queen y rapera francesa conocida como Piche del programa Drag Race France, habló con los medios de prensa franceses y dijo que la intención era crear un cuadro de la Última Cena, lo que contradice las justificaciones que ha dado el comité organizador de los Juegos Olímpicos de París, entidad que ha negado que se tratara de una recreación de la famosa obre de Leonardo Da Vinci; sino "hacer un gran festival pagano, conectado con los dioses del Olimpo". Los defensores de la burla hacia el cristianismo sostienen que la escena es una evocación al cuadro "El festín de los dioses", una obra del siglo XVII firmada por Jan Harmensz van Biljert y conservada en un museo de Dijon, en el este de Francia, lo que no resulta creíble cuando se analiza detenidamente las imágenes de la representación en la gala.

El desagradable personaje que aparece de color azul, casi desnudo y con guirlandas de hojas y frutas, asemejándolo a Dioniso, el dios griego que simboliza el vino y los placeres carnales estuvo representado por el popular cantante francés Philippe Katerine, un ser excéntrico que ha aparecido desnudo en sus actuaciones al cantar su canción Nue (desnudo). Al ser entrevistado por la periodista Saskya Vandoorne, de CNN, hizo referencia a la idea de que vivamos como una persona desnuda, amén de pedir sus disculpas por lo ocurrido en la ya “célebre” gala inaugural de París.

Lo ocurrido en parís es solo un ejemplo muy concreto que demuestra hasta donde se ha llegado, y se llegará aún más, respecto a la degradación de la cultura en un mundo donde la izquierda nos impone sus aberradas doctrinas. Solo en sociedades gobernadas por izquierda maléfica se admiten atrocidades como estas.

Si no se les detiene de manera enérgica seguirán imponiendo sus sucias y aberradas políticas de ideología de género por doquier. Las posibles justificaciones que, luego de las reacciones generalizadas de las comunidades cristianas del mundo, salieran a la luz por parte de los organizadores del "evento", están de más: YA EL DAÑO ESTÁ HECHO.

Da igual si se trata de una sátira a La última cena o una evocación a El festín de los dioses. Lo más importante es el hecho en sí, su propósito, sus consecuencias y su repercusión. La burla hacia la iglesia, la pretensión de ridiculizar al cristianismo como religión, la imposición de las ABERRANTES IDEAS DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO, es el verdadero propósito de la izquierda comunista, que cual plaga malévola se extiende por el mundo.

Los religiosos, filósofos, pensadores y hombres de bien esperamos ver en los próximos meses las condenas que merece ese grupúsculo de seres aberrados que sabían muy bien lo que estaban haciendo, fueron conscientes desde el primer momento que asumieron su irresponsabilidad; pero se lanzaron con sus satánicas intenciones a calumniar el cristianismo.

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