Repulsiva campaña del régimen castrista con sus médicos

Repulsiva campana del regimen castrista

Repulsiva campaña del régimen castrista con sus médicos: Votos para el chavismo-madurismo a cambio de la asistencia médica y de la medicación gratuita.

Por estos días vuelve a ser noticia, y también motivo de análisis, aunque en menor medida, el controversial tema de las llamadas misiones médicas de Cuba. Un reportaje que apareció en The New York Time desató la polémica actual, por cuanto, el álgido tema de los médicos cubanos, sus vicisitudes, los engaños a que son sometidos por parte del castrismo, la usurpación del 75% de su salario que pasa a manos de la dictadura cubana, amén de las pésimas condiciones de trabajo que han de asumir, siempre han estado presente como preocupación de reporteros y analistas de diversos medios de prensa del mundo, excepto de los cubanos que se limitan a destacar, a modo de propaganda, las “bondades” de la revolución cubana bajo el ropaje del caduco internacionalismo.

Muchos han afirmado que se trata de una nueva forma de esclavitud, en contraposición a los elogios de la prensa oficialista cubana que los presenta como mensajeros del más grande humanismo a nombre del anticuado término de internacionalismo proletario, copia exacta de las innovaciones de los soviets durante el esplendor del comunismo en la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). 

En el citado escrito del diario estadounidense se recoge el testimonio de dieciséis profesionales cubanos, los que afirmaron haber sido forzados a realizar una labor ajena a su perfil toda vez que debían involucrarse activamente en el terreno político venezolano para ganar votos para el chavismo-madurismo a cambio de la asistencia médica y de la medicación gratuita.

Como era de esperar a las pocas horas se pronunciaron los presidentes de Cuba y de Venezuela, las dos naciones involucradas en las declaraciones de los médicos que habían prestado sus servicios en territorio venezolano, aunque de origen cubano, y como parte de las llamadas misiones médicas, que ahora se les suele decir colaboraciones médicas, aunque esencialmente no hay diferencia alguna, excepto en la terminología, la que pasó de ser extremadamente anticuada y politizada a un poco más actualizada, esta vez matizada por otro barniz más adecuado para vender la imagen “internacionalista” que pretende imponer el régimen de la isla a las naciones subdesarrolladas y con menos recursos económicos que aun siguen contratando los servicios de la sanidad cubana. 

Salió en el New York Times un artículo repulsivo diciendo que Cuba usa los médicos en los barrios para chantajear a los pacientes para que voten por los candidatos de la revolución. Verdaderamente es repulsivo (…)El NYT debería desmentirse de su campaña sucia, de su campaña asquerosa (…) Ojalá Estados Unidos invirtiera dinero como Cuba para mandar médicos a los pueblos que lo necesitan”, comentó por las cadenas nacionales el dictador Nicolás Maduro.

Pero no voy a referirme a Nicolás Maduro, a quien tuvieron que decirle desde el público la palabra “repulsivo” que utilizó en su breve mensaje, sino a las palabras del presidente cubano en Twitter. Resulta significativo que Miguel Díaz Canel, solo dejara plasmada en su cuenta de Twitter una escueta nota: “Médicos cubanos jamás podrán ser difamados. Su extraordinaria obra humana en tierras que el imperio llama ‘oscuros rincones del mundo’, desmienten al NYT y a su reportero”.

Ya se sabe que no estamos en los tiempos de Fidel Castro, el delirante dictador que por todo armaba un espectáculo con el pretexto de insultar al “imperialismo”, su eterno enemigo que cual empecinada sombra le persiguió en su enfermiza imaginación quijotesca por los siglos de los siglos. No obstante, si bien no era necesario uno de los kilométricos discursos de seis a ocho horas del sujeto antes mencionado, también resulta demasiado indiferente, dada su connotación ética, moral, política y social, que solo aparezca una nota de Díaz Canel en las llamadas redes sociales; aunque los diarios oficialistas de la isla se encargaron de publicar algunos trabajos encaminados a desmentir lo expresado en el The New York Time, para lo que utilizaron escritos que le hacían la contrapartida a los testimonios de los dieciséis profesionales cubanos que abandonaron sus “misiones”.

Soy de los que defienden la idea de que el silencio nos hace cómplices, y la escueta nota de Díaz Canel es prácticamente un silencio sobre el delicado asunto, y como dice el refrán: quien calla otorga. Todo parece indicar que el mandatario cubano sabe perfectamente que lo expresado por los médicos entrevistados es cierto, y sus breves palabras no son más que un cumplido formal para atenuar un tanto las posibles especulaciones en torno a un sepulcral silencio, lo que hubiera tenido lugar si no hubiera publicado el mensaje en Twitter.

El actual presidente (nombrado o designado, pero jamás electo) carece, entre otras cosas, del don de poder mentir y de convencer con el engaño, algo en lo que fue un experto el dictador Fidel Castro. Para no ser malinterpretado preciso mejor la idea, no quiero decir que no mienta. Mentir es inherente a los comunistas cubanos que inventan cifras, récords, niegan la existencia de prisioneros, de violaciones de derechos humanos, de carencias materiales elementales, etc. Me refiero a que no logra convencer con la mentira. De ahí que fuera preferible no ahondar en el asunto de la utilización de los médicos cubanos para la labor propagandística del chavismo antes de crear una historia de ficción increíble, idea que hubiera traído peores consecuencias que su cuasi absoluto silencio.

Lo expuesto por los médicos entrevistados es cierto, y no lo reafirmo por el hecho de que apareciera en The New York Time. Soy imparcial cuando escribo. Al hacer un análisis crítico expongo mi criterio con sobradas razones, de lo contrario, guardo silencio, y si desconozco sobre el tema soy incapaz de abordarlo. Mi reafirmación está fundamentada en las declaraciones realizadas directamente por varios profesionales con los que estuve muy relacionado toda vez que algunos fueron colegas, y otros alumnos, los que más tarde, convertidos en médicos fueron a trabajar a Venezuela.

Los profesionales cubanos en sus llamadas colaboraciones médicas se ven comprometidos a realizar un grupo de acciones fraudulentas que pueden resumirse en los siguientes puntos:

  1. Son obligados a falsificar las hojas de cargo (documento donde se recogen los datos del paciente, y que incluye entre otros aspectos demográficos, su diagnóstico, conducta y tratamiento) con la intención de favorecer los datos estadísticos que se aportan desde dicho documento. Por ejemplo, si se atendieron solamente ocho pacientes deberán poner nombre falsos o de otros pacientes hasta tanto completar la cifra establecida como norma, con lo que se oculta la imagen del posible rechazo que pueda hacer la población al no asistir a los centros de salud del nivel primario en los que laboran los médicos de Cuba.
  2. Deberán indicar determinada cifra de estudios complementarios (análisis de sangre, orina, heces fecales, etc.), independientemente de que sea o no necesario para el diagnóstico del paciente. La justificación es porque Cuba recibe “divisas” también de acuerdo a la cantidad de exámenes analíticos indicados, de ahí que se debe cumplir una norma establecida para tales fines.
  3. Es cierto que debían convencer a los pacientes atendidos – a los que se les ofrecían medicamentos de forma gratuita, mientras que en Cuba los deben pagar– para que participaran en las votaciones y se insertaran de manera activa en la vida política del país respaldando al chavismo de manera incondicional. Esto se logra mediante métodos muy sutiles, esto es, se les entrega el fármaco y se les hace saber que es gracias a la labor de Fidel Castro y de Hugo Chávez en los primeros años del chavismo, y por las bondades de Raúl y Maduro en los últimos años. Luego se les pregunta si están al tanto del acontecer sociopolítico del país, se les incita a que vean Telesur, a que se incorporen a los actos masivos convocados por el chavismo, etc.

Por otra parte hemos de precisar las siguientes irregularidades en torno a las consecuencias del desempeño médico, así como a las arbitrariedades ejercidas contra los profesionales:

  1. Para poder suplir las enormes demandas de profesionales involucrados en el programa Barrio Adentro, ideado por el binomio Castro-Chávez, fue necesario que el régimen de La Habana enviará a cientos de médicos acabados de graduar, lo que presupone una total inexperiencia desde el punto de vista profesional. En ocasiones fueron enviados sin haber concluido sus estudios, es decir, cuando cursaban el sexto año de la carrera, donde se supone que el estudiante debe rememorar teóricamente todos los conocimientos básicos dados, al menos en los años de las llamadas partes clínicas o no básicas, pero sobre todas las cosas, deberá desempeñarse desde el punto de vista práctico asesorado por los profesores y tutores encargados de cuidar su praxis futura. De modo que concluyeron sus estudios en Venezuela. ¿Cómo? La gran incógnita. Practicando con los sectores más pobres de la población, los más necesitados, y también los más fáciles de manipular para convertirlos al chavismo-madurismo. La calidad no importa, las cifras son las que valen. Lo hecho no es tan esencial, los informes lo dicen todo.
  2. También durante el último año de la carreara cientos de educandos pasaron breves cursos principalmente en modalidades como: ecografía, fisioterapia y rehabilitación, medicina intensiva, y neonatología; así como otros adiestramientos en un tiempo mayor para especialidades como oftalmología y endoscopia. Esto no los hacía especialistas en dichas materia, y como médico y profesor considero que no los capacita para poder ejercer como tales por el hecho de haber pasado un curso. No obstante, fueron enviados a Venezuela como intensivistas, ecografistas, endoscopistas y oftalmólogos. Pero como dijo Díaz Canel “su extraordinaria obra humana en tierras que el imperio llama oscuros rincones del mundo” es la que vale. Al parecer la preparación científica – demasiado deteriorada en los últimos años debido al descontento generalizado de los médicos docentes– pasa a un segundo plano.
  3. Son controlados, vigilados, manipulados y chantajeados por los jefes de misiones (todos de reconocida trayectoria de lealtad y sumisión al régimen castrista y miembros activos del Partido Comunista de Cuba o de la Unión de Jóvenes Comunistas) y por los agentes encubiertos de las fuerzas represivas de la Seguridad del Estado de Cuba. El temor a que puedan desertar masivamente los hace ser temerarios y represivos.

Este domingo, 24 de marzo, Héctor E. Schamis, Consejero Académico del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), publicó un interesante escrito analítico en el diario El País, en el que afirma: “Esto son las misiones médicas cubanas: tráfico de personas, trabajo forzoso y explotación”. Nada más exacto para definir lo que otros han llamado la nueva esclavitud o la esclavitud moderna.

El régimen cubano ha llegado ya demasiado lejos con su campaña mediática utilizando a sus médicos. Basta de esclavitud. Los gobernantes de las naciones en las que aún permanecen profesionales cubanos han de seguir el ejemplo de Jair Bolsonaro, el actual presidente de Brasil elegido democráticamente, quien no puso fin a la participación cubana en el proyecto Mais Medicos, sino que le exigió condiciones al régimen cubano, cuyos líderes se negaron a aceptar y retiraron masivamente a los miles de integrantes de Mais Medicos.     

Repulsivo no es lo publicado por The New York Time como declaró el ignorante expresidente Nicolás Maduro. Repulsivo es lo que hace el régimen castrista con sus médicos al someterlos de modo forzado y hacerlos copartícipes de su propaganda comunista por el mundo.

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