Timochenko y las FARC, un peligro para Colombia y Latinoamérica

peligro para Colombia y Latinoamérica

Hace ya algún tiempo, creo que poco más de un año, me anticipaba comentando acerca del posible peligro que suponía el logro del acuerdo de paz en Colombia, y aunque pudiera ser paradójico, toda vez que un acuerdo de paz debe ser siempre motivo de júbilo, en este caso el acuerdo logrado para resolver el grave conflicto armado en aquella nación desencadenó otro conflicto.

Es justamente a esto a lo que me anticipé en aquella ocasión, y ahora que el Movimiento Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, FARC –nombre del partido que conformaron los temidos guerrilleros colombianos conservando sus iniciales tras la deposición de sus armas–, no solo adquirió personalidad jurídica como partido oficial, sino que se ha lanzado abiertamente a la vida política y hasta ha formalizado una candidatura a la presidencia, veo materializado lo que en aquella ocasión dejé escrito como hipótesis.

Ya me referí en un escrito recientemente publicado al significado que tiene el hecho de que un narcotraficante y asesino esté siendo promovido como candidato a la presidencia de Colombia. Pero ¿quién es realmente Rodrigo Londoño Echeverri, conocido además como Timochenko y hasta por Timoleón Jiménez, y qué vínculos ha tenido con regímenes dictatoriales comunistas, no solo de la región, sino de otros confines del mundo?

Creo que vale la pena detenernos en algunos aspectos de sus antecedentes para esclarecer algunas cosas y no estar repitiendo sin conocimiento de casusa que es un asesino, narcotraficante, violador, comunista o cualquier otro calificativo con que por estos días se le suele llamar.

En varios aspectos Timochenko se parece a otro ser que también es llamado asesino y cuya imagen real se va insertando cada vez más en el pensamiento actual como lo que es en sí. Me refiero a Ernesto Guevara de la Serna, quien al igual que el guerrillero colombiano fue médico, al menos eso nos hicieron creer, por cuanto, no hay nada que lo demuestre con exactitud – las imágenes y documentos de su etapa estudiantil no prueban en modo alguno que se graduara de esta profesión–, y suponiendo que así fuera, lo cierto es que no ejerció su profesión, exceptuando durante sus andanzas en las guerrillas en donde se supone diera algunos auxilios básicos a heridos o enfermos.

Pues Timochenko estudió medicina en su juventud, y según se dice muy escuetamente en varios medios, cursó una especialidad en cardiología en la Universidad Patricio Lumumba (Universidad Rusa de la Amistad con los Pueblos, RUDN) de Moscú; pero lo más significativo de esta sorpresa es que se afirma que “amplió” sus estudios en Cuba, lo que llama sobremanera la atención, toda vez que se supone que luego de haber cursado estudios en la “afamada” universidad rusa no tenía nada que completar en Cuba, excepto lo que ahora sostengo como hipótesis: su estancia en la isla comunista tuvo otros fines más allá de los estudios médicos y la realidad fue otra, su entrenamiento militar para hacerlo uno de los principales líderes de las FARC.

No obstante, todas las fuentes se limitan a citar escuetamente este aspecto de su vida como si copiaran unos de otros ante la ausencia de datos biográficos precisos durante esta oculta etapa de su vida. De cualquier modo, siempre surgirá la duda acerca de la veracidad de este dato, y de lo que no hay dudas es que al parecer no ejerció su profesión por estar demasiado absorto en el terreno político –solo se hace referencia a su participación efímera como enfermero–, algo que lo hace más parecido aún al asesino argentino tan venerado por los ignorantes en Latinoamérica.

Lo de Timochenko viene de su etapa en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, por cuanto, el joven que ya mostraba su inclinación política asumió el nombre de Semión Timochenko, un alto militar del Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial que combatió contra la Alemania nazi.

Todo parece indicar que Londoño no solo fue a estudiar medicina a la URSS y según se dice a profundizar estudios en Cuba, sino que en el primer país también recibió cierto entrenamiento en labores de adiestramiento político –la inteligencia colombiana dice que también recibió entrenamiento militar– , con lo que se garantizaba su futuro rol en las guerrillas terroristas colombianas, mientras que en Cuba en vez de profundizar en cuestiones médicas – algo que queda en una nebulosa– fue entrenado por casi cuatro años en la táctica de la “guerra irregular”. De ahí que las asociaciones que se hacen en torno a su figura con los corruptos militares del régimen comunista cubano tengan su fundamento.

Pero no solo la antigua extinta URSS y Cuba contribuyeron a su formación militar, sino que la mayor parte de dicha formación tuvo lugar en Yugoslavia, antiguo país comunista de la Europa Oriental; aunque su grado de comandante no lo obtuvo hasta después de su regreso de Cuba en 1986, lo que sugiere el alto nivel de entrenamiento militar que recibiera en la Cuba de Fidel Castro.

Esta trayectoria en relación con regímenes comunistas, de los que recibió entrenamiento en el “arte” de asesinar – algo que lo aproxima también al Che Guevara, aunque en el caso de este último esa condición al parecer fue innata – justifica otra hipótesis acerca del peligro que representa el sanguinario guerrillero no solo para Colombia, sino para la región, amén de su pasión por el tirano Fidel Castro y por el Che Guevara, con quien tiene ciertos puntos en común como ya he venido precisando.

Esto es suficiente como para que sea escandaloso para el pueblo colombiano el hecho de que aparezca como candidato a la presidencia de esta nación como representante de las FARC, y no solo esto, sino que la legalización de dicho movimiento de carácter eminentemente terrorista es ya per se un verdadero sacrilegio político.

Si a esto sumamos los daños causados por las FARC, desde el inicio del conflicto en 1960 –se considera el punto de partida para dar inicio al gran conflicto armado el 11 de enero de 1960 con el asesinato del joven comunista Jacobo Prías Alape–, se podrá tener una idea mucho más exacta del peligro que representa para Colombia el hecho de que esta organización esté actualmente legalizada como partido y goce de todos los derechos para emprender su misión dentro de la vida política del país.

Según el Registro Único de Víctimas de Colombia desde 1960 se han reportado:

7.620.114 víctimas afectadas directamente por el conflicto armado.

6.414.700 personas han debido ser desplazadas de sus lugares de origen por violencia.

Más de 218.000 víctimas fatales, de las cuales 177.307 fueron civiles y el resto combatientes. (Datos del Centro de Memoria Histórica Colombiana)

25.000 desaparecidos.

55.000 personas víctimas de actos terroristas.

11.000 personas han resultado lesionadas o muertas debido a minas antipersonales.

Más de 130.000 han sufrido amenazas por el conflicto.

1.754 han sufrido violencia sexual.

75.000 dicen haber perdido sus bienes.

Más de 21.000 personas han sido secuestradas.

Datos que demuestran el verdadero rostro del las FARC, y como es lógico, de su líder Rodrigo Londoño, alias Timochenko. (Cualquier similitud con las cifras de víctimas del comunismo castrista en Cuba es solo ¿una coincidencia?, y cualquier parecido con la responsabilidad que tuvo directamente el Che Guevara como victimario protagónico en la isla será además otro elemento que los aproxima en su perfil de asesinos).

Así las cosas, el tercer comandante en jefe de las FARC – cargo que ocupó desde 2011 hasta la transformación de la organización al concretarse el acuerdo de paz en 2016–, quien desde joven militó en la Juventud Comunista de Colombia, ha sido suspendido de todas sus condenas a partir del acuerdo de paz, entre las que se destacan los 34 años por el ataque contra el municipio de Gigante (Huila) en el que murieron tres personas y nueve resultaron heridas en 1999. Ya por esta fecha se le asoció a graves delitos de terrorismo, secuestro extorsivo agravado, homicidio agravado, hurto calificado y rebelión. No obstante ahora ha quedado impune ante la firma del acuerdo de paz.

Igualmente fue sentenciado a 25 años por el asesinato de Monseñor Isaías Duarte Cancino, Arzobispo de la Diócesis de Cali, en 2002, lo que estuvo en relación con la postura del religioso contra la guerrilla; a 27 años por el secuestro de una excongresista en 2001; así como 40 años por su responsabilidad en el atentado contra una base militar de la región Orinoquía en 1998; sin que olvidemos los 38 años por la muerte de Consuelo Araújo Noguera, política, escritora y promotora cultural conocida como La Cacica, secuestrada y asesinada en 2001 cuando se desempeñaba como Ministra de Cultura – en dicho proceso resultaron también sentenciados Pedro Antonio Marín, fundador de las FARC, y Luciano Marín Arango, jefe del equipo negociador de las FARC en el proceso de negociación–.  

Creo que hay sobradas razones como para que los colombianos estén rechazando a Timoleón y lo intenten agredir al lanzarle botellas, tejas, ladrillos, bananas y huevos, lo que ha motivado recientemente la suspensión transitoria de su campaña promocional como aspirante a la presidencia de Colombia, aunque por suerte, según encuestas realizadas no alcanza ni el 1%, por lo que la materialización de sus propósitos será solo una utopía. No obstante, su presencia en la vida política de Colombia seguirá siendo una amenaza para este país y para toda Latinoamérica.

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