Hace poco me referí a algunos acontecimientos que sacudían a nuestra región, esa que el colosal cubano José Martí llamara –con justicia y conocimiento de causa– “Nuestra América”.
Volver a tratar el asunto regional, pudiera parecer algo así como “llover sobre mojado”. Sin embargo, al considerar la connotación del hecho más significativo de las últimas horas resulta necesario volver al escenario latinoamericano, por cuanto, el hecho en sí que pretendo tratar y los sucesos derivados de él, han repercutido sobremanera en el entorno de estas nobles tierras.
Finalmente este domingo Nicolás Maduro en un acto de total desfachatez, dejando a un lado opiniones internacionales y los resultados de un 98.4% de los participantes en la votación convocada por la oposición en contra de la Constituyente, fue capaz de lanzar su proyecto a “votación popular” para proceder a la elección de aquellos que formarán parte de su nuevo instrumento de poder: la Constituyente.
Varios analistas y politólogos – de los respetables-, y otros que comentan y se disgregan en lo superficial y lo imaginativo han tratado el tema, y analizado, al menos los primeros, las consecuencias que sobre el pueblo venezolano podrá traer la instauración de una serie de cambios constitucionales, esto es, un nuevo poderío sobre el poder existente, lo que deja a un lado todo vestigio democrático y le permitirá al régimen actuar a su conveniencia. (Cualquier similitud con el estilo de gobierno de la mayor de las Antillas no es pura coincidencia, como suele decirse, sino una verdadera clonación que tiene su génesis en la perversidad de Castro y su séquito más ortodoxo. Cuba es pues el modelo inspirador de la Constituyente).
Así las cosas, no volveré sobre lo mojado, ni seré reiterativo por respeto a los lectores, y mucho menos me situaré del lado de los imaginativos que tanto abundan en estos tiempos; pero si insistiré en un punto crucial que marca el acontecer de las naciones del continente: el rechazo total de la mayoría de los pueblos de “Nuestra América” a la Constituyente que impone el régimen chavista-madurista en Venezuela, lo que implica su aislamiento y un estado de ostracismo que la hace desaparecer del contexto de la región junto a sus pocos aliados: Cuba, Bolivia y Nicaragua.
Unas semanas antes de la consumación de la manipulación eleccionaria, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, durante una breve y sorpresiva visita a La Habana intentó tratar el tema venezolano con Raúl Castro, y lo hacía desde una posición firme en defensa de la democracia de la nación suramericana, y ante todo, para poner freno a la oleada represiva de las fuerzas policiales y a las múltiples muertes como consecuencia de las acciones de protesta.
Esto no funcionó, aunque el presidente Santos se ha mantenido con firmeza en su idea, por lo que el 29 de julio, a menos de 48 horas de la simulación eleccionaria de Maduro, afirmó que Colombia – país al que han llegado miles de venezolanos huyendo de la miseria y la violencia- no reconocería los resultados de la Asamblea Constituyente. Se refirió a su origen espúreo y al oscurantismo en que se halla sumido el vecino país, y reiteró su solidaridad con su pueblo.
Al sentir del presidente colombiano se unían, aún antes de conocerse los resultados del simulacro del domingo, Perú y Argentina, cuyos presidentes se pronunciaron contra el régimen de Maduro y declararon que desconocerán los resultados de la votación en Venezuela. Kuczynski y Macri han sido enérgicos críticos de la actitud de Maduro, y de igual forma se han manifestado contra la brutal violencia existente en el país. La cancillería peruana se refirió a la violación de normas constitucionales venezolanas y a la eliminación de la voluntad popular, lo que rompe con el orden democrático.
Chile también se ha unido a la lista de países cuyos gobiernos consideran ilegítima la elección por la Constituyente. La administración Bachelet manifestó "su profunda decepción" ante la decisión del régimen de Maduro y consideró las elecciones ilegítimas, acusando al régimen de no garantizar una verdadera votación universal y democrática, ni dar cumplimiento a los requisitos establecidos en la propia constitución vigente en el país.
Ecuador - país que está dando cambios muy positivos con su nuevo presidente, Lenín Moreno, quien considero que de manera premeditada pretende salirse de la influencia socialista- a través de su cancillería, ha publicado un breve comunicado oficial caracterizado por una sutil forma de tomar partido sin hacerse notar, con lo que esquiva un tanto las fuertes polémicas desatadas en los últimos tiempos en relación con los cambios generados por el actual mandatario, y que resultan totalmente opuestos al estilo de su predecesor Rafael Correa.
En la página del Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana de Ecuador apareció con el subtítulo: “El Ecuador ratifica su apoyo a todo proceso que busque la paz en Venezuela”, una nota en la que se hace mención a la idea de la no injerencia de ciertos estados en los asuntos internos de Venezuela; aunque al mismo tiempo se proyectan en pos de apoyar y acompañar “todo proceso de diálogo que busque la paz y reconciliación”, lo que se afirma justo el mismo día de las elecciones por la Constituyente, con cuyo procedimiento no se logrará la paz, ni la reconciliación, por lo que habría que cuestionarse entonces cual es el verdadero sentido de un mensaje que elude comprometerse como para no traicionar del todo al remanente que queda de la izquierda latinoamericana. La idea de “respeto al pueblo de Venezuela y su derecho a expresar su voluntad” hablan per se.
En cambio el destacado político Jaime Nebot, líder opositor al régimen correísta y alcalde de Guayaquil expresó que “lo que ocurre en Venezuela nada tiene que ver con las ideologías. Es un brutal e inhumano abuso de poder y una descarada violación de todo concepto democrático y civilizado. Quienes creemos en la libertad y el derecho demandamos la inmediata y pertinente acción de la comunidad internacional hasta librar a los venezolanos de la miseria y tiranía”.
Otros países del continente como México, Estados Unidos – que a través de su Departamento del Tesoro sanciona a Maduro por elecciones ilegítimas-, Canadá, Brasil, Costa Rica, Panamá y Paraguay, se han unido al no reconocimiento de los resultados de la nueva madurada, a los que se unen naciones como Noruega, España, Suiza, Reino Unido, y organismos como la Organización de Estados Americanos, OEA, y de manera particular su Secretario General, Luis Almagro, así como la Unión Europea.
Desde Cuba, cuyo régimen dictatorial ha sido la cabeza pensante de la instauración del socialismo en Venezuela, se siguen apoyando las acciones terroristas del régimen de Maduro. El Dr. Machado Ventura, durante su intervención por el 26 de julio, se encargaba de atacar al gobierno norteamericano por su injerencia en Venezuela; sin embargo guardó silencio respecto al centenar de muertos por las fuerzas policiales durante las acciones de protesta que por más de tres meses tienen lugar en el país.
La Cancillería boliviana acaba de emitir un comunicado en el que se pide a la comunidad internacional el reconocimiento del proceso constituyente en Venezuela, mientras que el presidente Evo Morales ha escrito – es preferible que escriba y que no hable, dada su pésima dicción y limitadas posibilidades expresivas- en Twitter: “Venezuela es la punta de lanza contra el imperio. La soberanía y dignidad están en la conciencia del pueblo y en el poder de la democracia”, lo que sugiere su grado de incapacidad y sus errores conceptuales en relación con lo que significa democracia, dignidad y soberanía.
Desde Nicaragua, el dictador Daniel Ortega, llamó por teléfono a su colega en las andanzas socialistas para felicitarlo por la "histórica" votación para elegir una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), según las últimas declaraciones del Gobierno en Managua. Para Ortega ha sido una “victoria de todos”, lo que también refleja, además del desconocimiento del contexto político regional, el grado de enajenación en el que viven los pocos remanentes de la izquierda latinoamericana.
¿Quiénes son esos “todos” que han triunfado según Ortega? Nicaragua, Bolivia y Cuba - además de Venezuela que tiene sus días contados-, las únicas naciones, cuyos gobiernos totalitaristas, apartados del contexto de Latinoamérica, han preferido hundirse en el ocaso del perdido socialismo del siglo XXI antes de abrirse al mundo a través de la democracia.