Médicos cubanos, la realidad de una ‘misión’

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Por estos días el tema de las misiones médicas de Cuba ha ocupado lugares preferenciales en los medios. Las declaraciones del líder opositor Guillermo Lasso, candidato a la presidencia de Ecuador, respecto a un posible fin para los convenios entre el Gobierno de Ecuador y el régimen de La Habana, publicado en este sitio, así como la reciente firma de un trato de colaboración entre Cuba y Vietnam, mediante el cual el personal de la salud trabajará por tres años en este último país, demuestran la vigencia de un asunto muy sensible, toda vez que se trata de la salud del hombre, y al propio tiempo, de la explotación cada vez mayor por parte de la dictadura cubana a los protagonistas de las acciones, los médicos.

De aquellos principios humanitarios que aprendí en la ya desaparecida asignatura Ética y Deontología Médica, en la que se insistía en una serie de conceptos éticos y deberes de los futuros galenos, y se ponía un especial énfasis en los fines no lucrativos de la profesión y en su sentido altruista, lamentablemente ya no queda casi nada.

Se sabe que el Gobierno cubano está negociando con más de sesenta países la prestación de asistencia médica, algo que viene haciendo en los últimos años a través de la venta de una imagen estereotipada de sus profesionales.

La historia empezó hace décadas cuando el entonces comandante en jefe pretendió replicar no solo su “hazaña” política en varios países de América y África, sino iniciar su propaganda a expensas del trabajo de los médicos y otros profesionales del sector, lo que más tarde adquirió dimensiones inusitadas en países como Venezuela y Brasil, al extremo de haber dejado a Cuba con un considerable déficit de médicos.

Todo parece indicar que el generalísimo sucesor aprendió bien la lección de su hermano y ha continuado haciendo sendos convenios a expensas de los manipulados médicos, y justo en estos días amplía horizontes convocando a los miembros de las terroristas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a estudiar medicina en Cuba mediante la oferta de 500 plazas, de las 1000 previstas para Colombia en el curso de los próximos cinco años.

La exportación de servicios técnicos, y de manera particular de los profesionales, es la principal fuente de ingresos de Cuba en este momento, con una media anual de 6 000 millones de dólares.

Se ha especulado mucho acerca de lo que se les paga a los profesionales cubanos y de lo que pasa a manos del régimen de La Habana, así como de los reveses y la adversidad que como colaboradores han de enfrentar, lo que quise precisar directamente con algunos médicos que han pasado por esta experiencia, se encuentran en medio de su faena “internacionalista”, o dejaron sus “misiones” para convertirse en “desertores”, según el régimen.

Desde Brasil, Cuba, Ecuador, España, Estados Unidos y Venezuela me respondieron colaboradores cubanos que exponen algunas de sus vivencias como protagonistas de los negocios del sistema cubano.

“Por misión a un médico en Ecuador se le pagan 3 000 dólares, de ellos 800 para el colaborador y el resto pasa al Gobierno cubano”, dijo uno de mis entrevistados, quien decidió ampliar aportando interesantes datos acerca de la situación de los médicos que están en este país por sus medios: “Un médico por su cuenta con el sector publico gana $1 200, de ser médico general y entre $2 900 a $3 000 los especialistas. En el sector privado nos pagan más o menos mal aunque explotan mucho más. Hay trabas de los ecuatorianos en el sector público con los médicos”.

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Médicos cubanos antes de salir del país en “misión” (Reuters)

Otro galeno establecido en la nación andina luego de haber estado como colaborador en Venezuela expresó: “Han puesto en práctica una ley que establece que para trabajar en los centros estatales debe hacerse por concurso de merecimiento y oposición; pero su principal traba es que para poder concursar el candidato tiene que tener una residencia de más de cinco años en el país. El sector privado se aprovecha de lo anterior, te contratan por horas para explotarte al máximo; pero al menos sabes que no te está explotando tu propio Gobierno, por eso vine para este país por mi cuenta, estoy legal en todos los aspectos, y no permitiría que el régimen de Cuba me explote”.

Desde Cuenca, una de las más importantes ciudades de Ecuador, nos ha respondido este emprendedor cubano amante de la psicología y la psiquiatría: “Trabajo en un hospital psiquiátrico como médico residente. El salario es similar a lo que gana un médico por el Estado. El salario que percibo como promedio está sobre los $1 700 mensuales. Soy médico general sin especialidad. Los especialistas ganan unos 2 500 en promedio, me refiero a los que están por su cuenta acá. El Gobierno les paga lo mismo a los especialistas cubanos que vienen de misión, solo que el Estado cubano les da el 30%, quedándose con el resto”.

Este experimentado profesional con más de veinte años de trabajo, y con colaboraciones en Venezuela y Brasil, declaró que a través del programa Mais Médicos pagan entre 800 y 900 dólares, más lo que te paga la prefectura que es diferente en cada lugar. “Yo calculo unos $1 200 mensuales. Esto representa solo el 30% de lo que en realidad paga el Gobierno de Brasil”.

Pero a pesar de esto mi entrevistado se encuentra actualmente en Cuba en espera de una nueva “misión” y explica: “Yo creo que es injusto que solo se pague el 30% a los médicos; pero nada me obliga a aceptar las condiciones del contrato. Sucede que la gente acepta lo poco que dejan al médico y luego se lamenta en las redes sociales, y cada cual debe hacer la honestidad desde la individualidad. Honesto es ser coherente entre lo que se piensa y lo que se hace. Eso es muy complejo pues es la forma de evadir la realidad, no solo en lo económico, sino desde todo punto de vista. Hemos perdido muchos valores dentro de ellos el que le comentaba, la honestidad, que para mí incluye la coherencia. Creo además que democracia es decir las cosas, pero con lógica, con fundamento no con estupideces como muchos hacen —me refiero a médicos cubanos en misiones—.”

También desde Brasil, un especialista en medicina familiar, me contó muy enérgico que a pesar del aumento del 10% que se les hizo por parte del Gobierno de este país a partir de la renovación del contrato en septiembre de 2016, a ellos se les mantuvo un salario que no llega al 30% de los 11 500 reales brasileños (alrededor de $3 500).

Desde Venezuela un decepcionado joven que apenas ha tenido cinco años en su desempeño profesional nos comenta: “Nos pagan para vivir 43 mil bolívares, que ahora no alcanzan para nada, cobramos menos que un pensionado. En las cuentas en Cuba nos depositan $200 en la cuenta congelada, y $250 en la que nos dan cuando vamos de vacaciones; pero usted sabe que en realidad es mucho mas lo que el Gobierno cubano gana con esto, lo que no dejan que nadie prospere, así pasa con los de África que se dieron cuenta de que los médicos con las guardias estaban ganando mucho dinero e hicieron una resolución para que parte de esas ganancias fueran para el Estado cubano”.

Intencionalmente he dejado para el final las palabras de un extraordinario médico y ante todo de un ser sincero que jamás pudo adaptarse a los trucos del régimen. Desde España nos dice: “Las misiones surgen de una necesidad real, pero aprovechadas convenientemente por gobernantes, aún con la mejor de las intenciones. ¿Que las perpetúan? La propia necesidad inicial, mal resuelta con ese parche, la ineficacia e ineficiencia de los gremios locales que les interesa, como en cualquier negocio, que existan necesidades. Del prestador, su situación es tan o más precaria que a quienes presta el servicio, desvalido con síndrome de Estocolmo —relación de complicidad que psicológicamente se establece entre víctima y victimario—, cree que escapa porque sobrevive ligeramente mejor que quien no sale de misión, encuentra que es su derecho entrometerse en asuntos particulares de otros países, cierto que ayuda, pero ¿a qué?”

Y al propio tiempo se responde a sí mismo: “Esa es una buena pregunta, sin respuesta absoluta, como todas. Como quiera que sea yo le deseo lo mejor a mis compatriotas, empezando por la posibilidad que no se tenga que mendigar y hasta ‘perrear’ una misión, que tengamos trabajo digno, bien remunerado, que importe el talento, la preparación el esfuerzo (aptitudes y actitudes) y no el partido político ni a quien se responde para estar en ‘la buena’ y nos reparta una migaja en forma de misión, palmadita en la espalda o un gallardete de ganador de la emulación. En fin, el mar y suerte a todos con vuestras conciencias”.

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