De Indecentes y Docentes por Julio M. Shiling
Ante la convulsión que atraviesa Argentina en estos días, apoyamos la libertad de expresión. Por eso secundamos la valiente actitud de los gobiernos provinciales de Neuquén y Salta. La protesta cívica para preservar su valiosa relevancia dentro de una democracia funcional, requiere de la clara demarcación entre lo legítimo y lo delincuencial. Cuando, buscando alzas salariales, los docentes adoptan actitudes gangsteriles bloqueando rutas y carreteras, renuncian al amparo de la legitimidad en cualquier país que presuma de ser un país serio. Claro que en la Argentina de Kirchner, esta disposición popular se ha convertido en el modus operandi de esas masas leales al régimen vigente.
Cuando la justicia se ciega (o es cegada) y adopta una monstruosa y delictiva tolerancia que, con prejuicios ideológicos, criminaliza la opinión disidente y estimula descaradamente la criminal disposición de esa parte de la ciudadanía aliada a su política, la libertad es sitiada. En ese momento, un "derecho" se convierte en la licencia oficial para transgredir. Pienso que la despiadada violencia que ejercen estos grupos antisistemas, debe traerles un deja vu a muchos de los que componen el gabinete de Kirchner. Añoranzas, tal vez, de un pasado "revolucionario" y simpatía, sin duda, de esa industria de "protestantes sociales" profesionales.
La muerte del docente en Neuquén es de lamentar. Las autoridades provinciales deben de conducir las investigaciones pertinentes. Pero los responsables del suceso son, en primer lugar, los que legitimaron la irresponsable e ilegal conducta que el fallecido maestro estaba ejerciendo, es decir, su sindicato. ¿Son docentes o agitadores políticos? En segundo lugar, si ciertos individuos deciden excederse en la aplicación de la ley, condenable como esto es, la culpa reposará sobre los hombros de un sistema incapaz de mantener el orden y del liderazgo central que tolera, facilita su movilización, costea sus operaciones y estimula esta "manera" de protestar.
No es una coincidencia que los gobernadores de Neuquén y Salta no estén en la lista de los sumisos al régimen kirchneriano. Podríamos decir que, extraoficialmente, hace tiempo que cayeron en "desgracia". Lo que sí es seguro, es que mientras se le llame "protesta social" a actos facinerosos, la libertad (lo que queda de ella) continuará su tortuoso y selectivo racionamiento. Los gobernadores de Neuquén y Salta hoy luchan por los derechos de los argentinos a vivir en paz y con seguridad. Todos. No sólo los que apoyan al gobierno central y gritan más. Sino todos.