La pesquisa del "lava jato" comenzó en 2013 con la Policía Federal de Curitiba que investigando lavado de activos llegó a Petrobras la empresa más grande de Brasil.
Lo que empezó siendo una investigación local sobre lavado de activos en Brasil con el nombre de “lava jato”, es hoy el escándalo más grande de corrupción de la región con dimensiones mundiales, que revela una extensa red de crimen transnacional organizado y operado sobre la base del “Foro de Sao Paulo”. Se trata de corrupción organizada con fines políticos para enriquecer ilícitamente a los que se presentaron como defensores de los pobres y anti neoliberales, dándoles dinero ilimitado para la manipulación electoral y mediática, la violación de los derechos humanos y el destrozo de la democracia. Los miles de millones de dólares de coimas, mordidas, comisiones, sobre precios y/o sobornos digitados desde el poder político del Brasil por medio de constructoras de ese país en toda América Latina son testimonio de la corrupción y abuso de poder que no pueden quedar impunes.
El Foro de Sao Paulo es una agrupación de partidos y organizaciones políticas latinoamericanas de izquierda fundado en 1990 por el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, Ignacio Lula da Silva, con estrategia de la dictadura cubana en 1990. Según sus fundadores “el Foro fue constituido para reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda después de la caída del muro de Berlín y las consecuencias del neoliberalismo en los países de Latinoamérica y el Caribe”. A tiempo de su fundación el único miembro que ejercía poder era la dictadura castrista en Cuba. Lula da Silva llegó al poder el 1 de enero de 2003 y gobernó por dos períodos hasta el 1 de enero de 2011 que entregó el mando a Dilma Rousseff.
La pesquisa del “lava jato” comenzó en 2013 con la Policía Federal de Curitiba que investigando lavado de activos llegó a Petrobras la empresa más grande de Brasil. El sistema consistía en que “Petrobras licitaba obras a grandes empresas constructoras de Brasil como parte de un programa impulsado por el presidente Lula y su entonces ministra de Energía Dilma Rousseff,……Para favorecer la contratación de ciertas empresas, la petrolera brasileña pedía sobornos que rondaban el 3% del presupuesto, que repartían entre políticos y empresarios. El dinero era reintroducido al sistema a través de negocios de hoteles, lavanderías y estaciones de gasolina para ser blanqueado. Luego era transferido al extranjero a través de empresas fachada, a cuentas en China o Hong Kong”. La fiscalía de Brasil estima que “entre 2004 y 2012 cerca de 8.000 millones de dólares fueron licuados por esta red criminal”
De acuerdo a la Revista Forbes al 6 de enero de 2017, de las 20 “constructoras más fuertes en América Latina” 15 son brasileras: Norberto Odebrecht la 1, Grupo OAS la 2, CCR Rodovias la 4, CTrela Realty la 5, PDG Realty la 6, Andrade Gutierrez la 8, Invepar la 9, OAS la 10, Camargo Correa la 12, Queiroz Galvao la 13, Grupo Galvao la 14, UTC Engenharia la 15, MRV la 16, Galvao Engenharia la 17, y CR Almeida la 20. Según las autoridades judiciales de Brasil “miembros del gobierno brasilero extendieron esta red de pagos bajo la mesa para que las principales constructoras de ese país logren importantes concesiones en toda América Latina”. Esto significa que Odebrecht es la principal pero no la única. Entonces se debe establecer que empresas brasileras además de Odebrecht han realizado obras y tienen contratos en Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Argentina del periodo Kirchner y otros países con gobiernos vinculados al Foro de Sao Paulo y al posterior socialismo del siglo XXI. La característica con los gobiernos de Castro en Cuba, Chávez y Maduro en Venezuela, Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia y Ortega en Nicaragua habría sido la contratación de excepción, o contratos directos, o adjudicaciones vinculadas a financiamientos concedidos por el gobierno del Brasil de Lula y/o Rousseff.
Ejecutivos de Odebrecht reconocieron ante autoridades de los Estados Unidos que “la firma había cometido actos de corrupción incluyendo el pago de cerca de 788 millones de dólares en sobornos”. La información es aún incompleta pero según la prensa, autoridades estadounidenses han adelantado que los “pagos ilícitos incluyen 349 millones de dólares en Brasil, 98 millones en Venezuela y 10 millones en México”. Se espera mayor detalle de los sobornos para los próximos días, pero el tema no es solo Odebrecht, se trata de las otras empresas brasileras que han operado bajo el mismo sistema en obras de montos menores. Un tema a esclarecer es en Bolivia, el caso de la carretera por los territorios indígenas del Tipnis, para la que el propio Lula da Silva personalmente se trasladó a la zona en apoyo a Evo Morales.
El gobierno de Ecuador en acción defensiva señaló “que no aceptara sin pruebas las versiones de funcionarios de Odebrecht sobre supuestos sobornos por 33,5 millones de dólares”, aunque no ha indicado que tipo de pruebas espera además de la confesión de los empresarios y la red de corrupción ya descubierta y probada. La dictadura cubana trata de tapar el tema con el silencio. Sobre Venezuela se ha publicado que Odebrecht entregó 35 millones de dólares a la última campaña de Chávez en 2012 y la actitud es de silenciar el asunto.
El lava jato, el car wash o el lavador de autos, pese a las cifras millonarias ya confesadas ha mostrado solo la punta del iceberg de corruptela. Es necesario conocer la lista de obras de todas las constructoras brasileras en los países cuyos gobiernos forman parte del Foro de Sao Paulo en los últimos desde 2002 por lo menos, porque la corrupción nació de ahí como lo prueban los hechos. Interesa a la izquierda honesta que así sea para no ser cómplice de la impunidad dictatorial. La corrupción no es un tema de ideología, pero en este caso si es un elemento esencial de las dictaduras del socialismo del siglo XXI que con recursos de la corrupción como la del lava jato y de otras fuentes oprimen a los pueblos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua.
Carlos Sánchez Berzaín, Abogado y Politólogo . Director del Interamerican Institute for Democracy
Fuente Diario Las Américas