Garantizar elecciones libres y justas: El mayor desafío interno de Estados Unidos
- Julio M. Shiling
Los tribunales estatales, los gobernadores y las comisiones se saltaron la Constitución y cambiaron las leyes para las elecciones.
La República Americana es el mayor experimento de gobierno consensuado del mundo. Estados Unidos se ha ganado esta distinción al fomentar una continuidad de elecciones competitivas, dentro de una sociedad libre, bajo los auspicios del Estado de derecho. Como en todas las cosas humanas, las imperfecciones y las irregularidades no han estado ausentes. La razón de que la manipulación electoral no haya provocado una coacción sistémica es que las deformaciones electorales del pasado no se han institucionalizado. Garantizar unas elecciones libres y justas es el mayor reto interno de Estados Unidos.
Las elecciones presidenciales de 2020 no fueron justas en general. El proceso estuvo manchado de irregularidades. Se llevaron a cabo actividades dudosas por parte de actores influyentes. La concentración de estos ejercicios maléficos se produjo en los estados clave de las elecciones. Los tribunales estatales, los gobernadores y las comisiones electorales se saltaron la Constitución y cambiaron las leyes.
La pandemia de los comunistas chinos fue la premisa de esta violación constitucional. El resultado de este asedio por parte de las autoridades ejecutivas y judiciales al deber exclusivo de las legislaturas estatales, fue la neutralización integral de los obstáculos establecidos para evitar el fraude y la trampa en el voto.
La relajación elefantiásica de los impedimentos en 2020 para evitar el fraude en los esquemas de voto por correo produjo irregularidades flagrantes. Estas se exhibieron, en mayor proporción, en condados particulares de Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Pensilvania y Wisconsin. El expresidente Trump, el Partido Republicano, numerosos fiscales estatales y ciudadanos particulares presentaron impugnaciones legales por los cambios inconstitucionales en las leyes electorales. Lamentablemente, la mayoría de las demandas fueron desestimadas por motivos técnicos o de procedimiento. El mecanismo del debido proceso, que incluye el testimonio de los testigos, los interrogatorios cruzados, la presentación de pruebas y otros procedimientos sustantivos en los juicios, fue negado, no solamente a los demandantes, sino al pueblo americano y a su sistema democrático.
Las Big Tech se volcaron con el candidato demócrata. Se suprimió información perjudicial para la candidatura Biden-Harris. Un ejemplo fue cuando se censuraron noticias e información sobre los nefastos hábitos de Hunter Biden, sus prácticas empresariales y la posible participación de su padre en sus aventuras comerciales. Las búsquedas en Google presentaron una realidad alternativa para sesgar el campo de juego a favor de la candidatura demócrata. Los principales medios de comunicación se convirtieron en trincheras demócratas en una guerra para hacer perder a Trump.
Unas elecciones libres y justas requieren un acceso igualitario a los medios de comunicación. En el mundo actual, esto incluye los medios sociales, así como los medios de comunicación de masas, y los mecanismos de búsqueda en Internet. Las grandes tecnológicas se convirtieron en actores ideológicos que utilizaron una posición privilegiada que les otorgan las leyes públicas (Sección 230) y obstruyeron el proceso político. Las empresas privadas, con un estatus cuasi-monopólico, no pueden operar como un gobierno no elegido en una república.
Deben promulgarse leyes de integridad del votante en todo Estados Unidos. Esto es crucial en los estados clave. El dinero privado y sucio no puede saltarse los límites de gasto de las campañas para favorecer a un candidato en detrimento de otro. Las grandes empresas tecnológicas deben ser deconstruidas. Es hora de que sean tratadas como transportistas comunes. El primer paso es aprobar leyes que faciliten el voto, pero dificulten las trampas. Después de que se produzca el tsunami republicano en las elecciones de mitad de mandato de noviembre, hay que enfrentarse a los otros dos enemigos de la república americana.
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🖋️Autor Julio M. Shiling
Julio M. Shiling es politólogo, escritor, conferenciante, comentarista y director de los foros políticos y las publicaciones digitales, Patria de Martí y The CubanAmerican Voice y columnista. Tiene una Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) de Miami, Florida. Es miembro de The American Political Science Association (“La Asociación Estadounidense de Ciencias Políticas”), el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio y la Academia de Historia de Cuba en el Exilio. Sigue a Julio en:
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