Patria de Martí Artículos y Ensayos
Carta contra la impavidez
- María Cristina Guzmán
Cuando el ex presidente Barack Obama derogó para los migrantes cubanos la ley “pies secos – pies mojados”, que permitía que arribasen a un punto fronterizo de Estados Unidos y sean aceptados como refugiados políticos; obedeciendo no sé a qué intereses, (tampoco me quita el sueño esclarecer esa duda) jamás pensó que mientras él, sentado en su escritorio firmaba el papel existían cientos de corazones viajando a la frontera de su país. Algunos en avión y otros solo con el pensamiento, con la incertidumbre y con la angustia de no saber si podremos o no, pasar al territorio norteamericano con el amparo de esta ley.
Me resulta duro comprender como una ley adscrita y funcional por más de 25 años se caduca en este mes, en este año. ¿Es posible que un premio nobel de la paz nos haga esto? Pensarían cientos de cubanos, de qué paz podemos hablar cuando cerramos fronteras y exiliamos a gente que quiere trabajar, que busca el bienestar del “primer mundo”; cuál es la paz que propugnamos impidiendo la movilidad humana y destrozando el sueño de millones de corazones y las ilusiones expectantes de felicidad.
Es la impavidez expresada en todas estás puertas truncadas por un capricho o por intereses personales ¿no es lo mismo? No es impasible cuando un medio de comunicación masivo elige pasar la noticia de: como un oso panda en el zoológico de Toronto juega en el invierno, y desecha la nota que devela como los cubanos están varados en el puente de Laredo también en el invierno; no sé en qué agenda de contenidos pesa más el panda que la pobre gente muriendo de frío.
Impavidez es la capacidad de hacer frente a situaciones de peligro o riesgo sin dejarse dominar por el miedo o la angustia, pero es todavía más inconmovible ser el creador e ideario de esas situaciones, algo realmente cruel no angustiarme por los migrantes de todo el mundo, pero si hacerlo pensando en el perro que se hizo popo en las calles de la ciudad, pensar en el toro que matan en las diferentes fiestas taurinas. ¿Y la angustia que tiene una madre cuando su hijo decidió irse a Estados Unidos y lo detuvieron en una cárcel por no tener papeles? Donde está la coherencia nos importa más la vida de los animales que la vida de nuestros coterráneos en el mundo, nuestros paisanos, las personas.
No sé en qué utopía de paz piensan los políticos, pero la que están ejerciendo no está trayendo paz a nuestros corazones ni a nuestra vida, caso contrario, si buscan madres, amigos, novias, hermanos desesperados, angustiados, sin poder dormir porque cerraron la frontera, un aplauso, porque lo consiguieron y lo están haciendo extraordinariamente bien, carcomen no solo la vida del migrante si no veinte o más junto con él o ella.
La sociedad se ha convertido en impávida, ignora a sus integrantes, tiene seres llenos de apatía, indolentes, carentes de pasión de sueños y motivos, y a los hombres y mujeres que se comportan distinto, no como dicta esta sociedad los encierran en centros diseñados para coartar su libertad, les regalan misericordiosamente un minuto para que llamen a sus familias; por suerte son de Centro América y pueden hablar muy rápido porque a mí no me alcanzaría un minuto para expresar todo lo que quiero y siento, si estaría en esa paupérrima situación. Esa es una forma de condenarnos mutuamente.
¿Qué es mejor entonces, comportarse como migrante yendo tras sus sueños o, como los que los condenan? Es una pregunta que se ha de contestar de forma individual, porque cada sociedad de cada país tiene un grado de teatralidad. Hoy nos dimos cuenta de la de Cuba, por ello tantos cubanos y cubanas queriendo salir de ahí, más tarde veremos la de Ecuador, Venezuela y quien sabe si del imponente Estados Unidos.
¿La sociedad es impávida o nos toma en consideración? ¿Somos verdaderamente importantes, o simplemente hemos logrado moldear perfectamente la máscara que nos dice que seremos recordados?
No soy cubana, resido en el mundo, e intento derrumbar desde las letras esas fronteras que creamos en el pensamiento, ese egoísmo que nos lleva a la impavidez, a la inhumanidad. No pretendo ser una activista política, pero sí quiero llegar a cada mente y corazón que, como yo, tienen un ser que aman detenido, nadie entiende este sufrimiento, tampoco es su deber, pero si pueden tener la opción de conmoverse, afectarse por todo lo que pasa.
Por María Cristina Guzmán