Charlie Kirk y la batalla por la libertad

Convénceme de que estoy equivocado

Quienes acusan a Charlie Kirk de racista o extremista nunca se han detenido a ver sus debates ni a conocer su movimiento. De haberlo hecho, habrían comprobado que era un hombre firme en sus principios pero respetuoso con los demás, honrando el espíritu del “convénceme de que estoy equivocado”. El movimiento que impulsó reúne a jóvenes de muy diversos estratos sociales y orígenes raciales, unidos por el ejercicio libre del pensamiento y la defensa de valores compartidos.

Charlie Kirk inició en las universidades unos debates que, en alguna medida, recordaban a la antigua escolástica: ese valioso ejercicio intelectual de confrontar libremente las ideas, que dio lugar al pensamiento más vigoroso de la historia, restableciendo en esos ámbitos, controlados desde hace décadas por neomarxistas y gramscianos, la posibilidad de discutir libremente sobre cualquier asunto.

Rompiendo el monopolio ideológico de la extrema izquierda en las universidades americanas

Creo que Charlie Kirk se convirtió en un objetivo porque estaba rompiendo el monopolio ideológico de la extrema izquierda en las universidades americanas. Es hora de aceptar que ese monopolio de la cultura y de la educación limita la libertad de las ideas y termina por dañar a toda la sociedad. Y es también hora de entender que cualquier reforma política, social o económica tiene que pasar inexorablemente por una reforma educativa, porque de lo contrario podremos mejorar en algún punto, pero al final regresaremos siempre al inicio de la tragedia que enfrentamos hoy. 

La pedagogía de Charlie Kirk era una espina clavada en el totalitarismo que un amplio sector del partido demócrata y otras rarezas quieren imponer en todos los ámbitos de la vida, una camisa de fuerza inspirada en el neomarxismo y sus diversas variantes, que enfrenta a los hijos con los padres y somete a los adolescentes a las obligatoriedades del wokismo, debilitando así los vínculos más humanos y fundamentales.

Diferencia entre la derecha y la izquierda

Han transcurrido tres días desde la muerte de Charlie Kirk. No hay contenedores incendiados, no hay tiendas destruidas, no hay violencia en la calle. Sus seguidores se han limitado a rezar por él. Esa es la diferencia entre la derecha y la izquierda. Esa es la diferencia, parafraseando a José Martí, entre los que aman y construyen y los que odian y destruyen.

Así que no me vengan con cuentos. Esta es la realidad. Es así. Y es hora de aceptar que todos los que nos oponemos a la agresiva restricción de nuestras libertades, y a todas las imposiciones de la cultura woke, también estamos en la mira de alguien; pero callar no es una opción si queremos dejar un mundo mejor a nuestros hijos. Que Dios nos ayude a todos, en especial a las dos familias que hoy sufren: la familia de Charlie Kirk, un hombre que en modo alguno merecía este final, y la familia de su joven victimario, transformado también en víctima por el miserable relato que ha destruido la vida de tantos jóvenes.