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Patria de Martí Artículos y Ensayos

El periodismo ético o clientelar. Un esbozo crítico

Jorge Luis León
Publicado: 25 Junio 2025

El periodismo ético o clientelar. Un esbozo crítico

La verdad: un campo de batalla

La verdad, cuando es dicha con coraje, se convierte en un acto revolucionario. En una época donde el ruido mediático reemplaza a la conciencia y donde los titulares sirven más para confundir que para esclarecer, el periodismo enfrenta uno de sus más graves dilemas: ser ético o ser servil. En medio de esta tensión se mueve la vida de muchos periodistas que aún creen que informar es un deber sagrado, y no un contrato publicitario o político.

El periodismo no puede ser neutral cuando la mentira ha tomado el poder. La supuesta imparcialidad, en muchas ocasiones, no es más que el disfraz de la cobardía o de la complicidad. Decía Albert Camus: “El periodista es el historiador del instante”. Pero… ¿qué historia estamos contando hoy? ¿La que nos dicta la verdad o la que nos paga el silencio?

Martí: el periodista como conciencia y ejemplo 

En este debate entre ética y clientelismo, América Latina tiene en José Martí un faro imprescindible. Su ejercicio periodístico no fue accesorio, sino eje de su pensamiento y acción. Martí no solo fue un gran poeta y revolucionario, sino también el padre moral del periodismo latinoamericano, un arquetipo de integridad, visión y compromiso con la verdad. Desde sus crónicas en La Nación, El Partido Liberal o Patria, Martí enseñó que el periodismo debía ser tribuna de honestidad y no plataforma de intereses. Su prosa ardía por dentro con sentido ético, y su pluma estaba al servicio de los pueblos oprimidos, nunca del poder corrupto ni del acomodo servil. Para él, escribir era una forma de actuar con responsabilidad cívica. Hoy más que nunca, su legado desafía a los periodistas a no claudicar ante el miedo o el soborno, sino a defender con firmeza la dignidad de la palabra.

La ética como esencia, no como adorno

El periodismo ético no se define solamente por lo que publica, sino también por lo que se atreve a no callar. Un periodista que acepta el soborno ideológico o financiero —aunque lo disfrace de “línea editorial”— ha traicionado su rol. El periodista, como todo agente social, está obligado moralmente a defender la verdad, aún a riesgo de su propia seguridad. No se trata de heroicidad, sino de dignidad.

En muchos rincones del mundo, y muy particularmente en América Latina, ejercer el periodismo ético significa caminar con un blanco en la espalda. Más de 1,500 periodistas han sido asesinados en las últimas décadas por atreverse a revelar tramas de corrupción, narcotráfico, represión estatal o mafias económicas. Cada uno de ellos es una prueba de que la verdad tiene enemigos, y de que la ética periodística no es una retórica, sino un acto de resistencia.

América Latina: la tumba del periodismo valiente

México, Colombia, Honduras, Brasil, Nicaragua, Cuba y Venezuela son escenarios donde ser periodista equivale, muchas veces, a vivir amenazado, exiliado o censurado. En estos contextos, la prensa libre no es bienvenida. Los regímenes autoritarios han entendido algo que a veces las democracias olvidan: controlar la prensa es controlar la percepción del pueblo, y con ello, perpetuar el poder.

Los crímenes contra periodistas rara vez se investigan. La impunidad es el lubricante de la represión. Cada periodista silenciado con una bala o con una ley mordaza representa una derrota para la verdad y una victoria para la corrupción y el miedo.

¿Afiliados a la verdad o al dinero?

No todo periodista asesinado fue un héroe. No todo periodista sobreviviente es cómplice. El campo del periodismo está atravesado por tensiones que definen el alma de quien lo ejerce. Hay quienes venden su pluma al mejor postor: partidos políticos, grandes empresas, gobiernos autoritarios o fundaciones con intereses encubiertos. Otros se amparan en el cinismo profesional: “yo solo informo lo que me dicen”.

Sin embargo, existe aún una élite —pequeña, valiente, muchas veces anónima— de periodistas que no buscan premios ni portadas, sino hacer lo correcto. Son ellos quienes sostienen la dignidad de una profesión que corre el riesgo de desaparecer bajo el peso de su propia cobardía.

La prensa maniatada y servil

Una prensa dependiente del Estado, que solo refleja la versión oficial, es un brazo más del poder, no un contrapeso. . Lo mismo ocurre en democraciasTal es el caso de los medios oficiales en regímenes como Cuba, Venezuela o Nicaragua, donde el periodismo es un órgano del partido y no una voz ciudadana degradadas, donde grandes corporaciones compran titulares, encuestas, narrativas y omisiones.

La prensa se ha convertido, en muchos casos, en un campo de batalla ideológica, más que en una fuente de orientación crítica. La propaganda sustituye al análisis. La consigna suplanta al dato. El periodista se transforma en un soldado de causas ajenas a la verdad, y la información se convierte en un producto manipulable según el interés de turno.

La tarea de educar o confundir

La prensa no solo informa, también educa. O, tristemente, también puede deseducar. La repetición constante de mentiras, medias verdades o silencios cómplices va moldeando una ciudadanía sin herramientas críticas. La manipulación informativa no siempre es directa ni burda. A veces se presenta como omisión: lo que no se dice también forma parte de la estrategia de engaño.

En sociedades vulnerables, donde la educación es pobre o ideologizada, la prensa tiene un poder inmenso. Puede ser instrumento de liberación o de sumisión. No en vano, todas las dictaduras cuidan celosamente sus aparatos de propaganda. George Orwell lo advirtió con claridad: “El periodismo es publicar lo que alguien no quiere que se publique. Todo lo demás es relaciones públicas.”

El periodismo crítico e investigativo: última trinchera

El periodismo de investigación representa quizás la forma más elevada y peligrosa de ejercer la profesión. No basta con replicar comunicados. Se trata de escarbar, contrastar, incomodar. En América Latina, periodistas como Javier Valdez (México), Daphne Caruana (Malta), Jan Kuciak (Eslovaquia, en contexto europeo), y tantos otros, pusieron su vida al servicio de la verdad. Fueron asesinados por descubrir lo que el poder quería enterrar.

El periodismo crítico no es oposición automática, sino pensamiento riguroso. Es una mirada que no teme incomodar a ningún poder, sea político, empresarial o incluso eclesiástico. La crítica es el oxígeno de la democracia. Sin ella, el periodismo se convierte en eco.

El periodista como antipatriota

Los regímenes autoritarios, así como las mafias ideológicas, suelen acusar de antipatriotas a los periodistas incómodos. Se les tilda de agentes del imperio, de traidores, de mercenarios. Es la forma más burda de deslegitimar a quien dice una verdad que molesta. Sin embargo, el verdadero traidor es quien encubre la mentira, no quien la denuncia.

Un país que persigue a sus periodistas está cavando su propia fosa moral. Un gobierno que no tolera la crítica no merece gobernar. Un pueblo que no exige una prensa libre está renunciando a su libertad. Como afirmó Kapuściński: “Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante.”

La ideología en la prensa

Toda prensa tiene una mirada, un enfoque, una línea editorial. La objetividad total es una falacia. Pero eso no significa que se deba renunciar a la veracidad. La ideología en sí no es el problema; lo es el sectarismo, la manipulación, la deshonestidad intelectual. Una prensa ideologizada que oculta, tergiversa o encubre, ha dejado de ser prensa para convertirse en aparato de propaganda.

La prensa privada, cuando es independiente y sostenida por principios, suele estar más cerca de la verdad que la prensa estatal o partidista. Pero también puede caer en el clientelismo empresarial, en el sensacionalismo o en la banalización. La clave no está en quién la financia, sino en qué principios la guían.

Conclusión: la verdad como deber

El periodismo es una de las últimas defensas de la libertad. En tiempos donde la posverdad, el populismo, el autoritarismo y la manipulación tecnológica avanzan con fuerza, los periodistas deben preguntarse a quién sirven: ¿a la verdad o al poder?

Un periodismo ético no es perfecto, pero es valiente. No se vende, no se calla, no se esconde. Asume que informar con rigor es una forma de justicia. Aún en la oscuridad más densa, una palabra honesta puede encender la conciencia de un pueblo dormido. Porque si calla el periodista honesto, hablarán los farsantes.

🖋️Jorge Luis León

📰 Artículos por Jorge L. León  
Jorge Luis León. Graduado de Lic. en Historia y Ciencias Sociales en el Instituto Superior pedagógico Enrique Jose Varona, es ensayista y escritor y autor de varias publicaciones en Periódico Cubano, 14Ymedio y Patria de Martí. Trabajó como profesor de historia en nivel medio-superior por 30 años. Al romper sus relaciones, con el Ministerio de Educación fue a dirigir una Academia de Ajedrez en Guanabacoa, donde residía, participó en múltiples torneos y escribió su libro Breviario Ajedrecístico, publicado en Cuba en el 2002.  En 2002 viajó a Estados Unidos, fundó una Academia... dio clases en varias escuelas hasta que se trasladó a Houston donde reside actualmente.

 

 

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