LA INFLUENCIA DEL CASTRISMO EN EL MUNDO ACADÉMICO ESTADOUNIDENSE
- Fuente/Autor: Julio M. Shiling
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Para comprender con exactitud el éxito del régimen castro-comunista [1] en Cuba, medido por su capacidad para resistir fructíferamente las presiones de la liberalización democrática [2] y perseverar en el poder, ha sido importante y eficaz la movilización de una élite intelectual de apoyo [3] en todo el mundo democrático. Este ha sido significativamente el caso de Estados Unidos, su reto más importante dentro de la comunidad de países libres. El mundo académico ha servido a Cuba como una herramienta indispensable en una doble capacidad para (1) ayudar a fomentar el activismo político radical en el exterior (revolucionario y gradualista); (2) y facilitar la retención del poder interno e incluso la supervivencia. Algunas de las muestras más destacadas de esta relación son (a) la ocultación y minimización del pésimo historial de Cuba en materia de derechos humanos y otras graves faltas del Estado; (b) la aplicación del principio marxista de la primacía de la “práctica revolucionaria”; (c) la gobernanza emblemática para la Nueva Izquierda; (d) el espionaje (estratégico, político y probablemente comercial); (e) la facilitación de movimientos multilaterales, y (f) el cabildeo comercial.
Aunque se puede debatir si el actual modelo sociopolítico cubano debe ser categorizado como totalitario, postotalitario o incluso autoritario, los criterios generales que tradicionalmente han etiquetado e identificado a los modelos totalitarios, por ejemplo, una ideología predominante; un partido gobernante único comprometido retóricamente con esa ideología, y el control monopólico por parte del régimen de lo siguiente (1) los medios de comunicación de masas; (2) todas las fuerzas públicas operativas armadas, y (3) la economía general y sus instituciones/organizaciones más destacadas; [4] todavía describe con precisión el paradigma sociopolítico cubano. Dada la naturaleza no estática de todos los tipos de regímenes políticos ideales (democráticos y no democráticos) y la exitosa adaptación sistémica de los principios económicos generales del mercado mientras se salvaguarda el estado leninista, casos como el de China y Vietnam han demostrado que este enfoque moderno y pragmático del gobierno totalitario aún persiste.
La movilidad de las élites en nombre de la Cuba comunista, en las democracias del mundo, ha sido fundamental para complementar aspectos clave de su estrategia de política exterior no beligerante para la durabilidad política. El multilateralismo, lo que Robert O. Keohane identificó como la coordinación de las relaciones internacionales basada en principios y estrategias estructurantes entre tres o más estados [5], ha sido una característica potente y persistente del esquema de relaciones exteriores de Cuba. Jorge I. Domínguez se refiere al multilateralismo como el “arma de los débiles” [6] El poder blando, noción acuñada por Joseph Nye que explica el arte político de la persuasión por medio de la cooptación y el convencimiento, sin la utilización de la fuerza ni el gasto de enormes sumas de dinero, [7] ha sido el otro modo principal, no violento, de promover sus intereses en el exterior.
Ambos principios, el multilateralismo y el poder blando, en el contexto de la política cubana, están fuertemente influenciados por la premisa general de la hegemonía cultural y el papel asignado a la clase intelectual de élite, tal y como prescribe Antonio Gramsci. Se ha documentado la incorporación de actores no oficiales de la élite como parte de un régimen-estructura orgánico creado para acomodar los objetivos políticos del Estado no democrático. “El poder”, señalaba Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo, “… reside exclusivamente en la fuerza producida a través de la organización” [8] En su obra seminal, Arendt identificó un aparato organizativo de seis niveles, cada uno con su papel particular en el régimen [9] En el léxico moderno, estos consistirían en los simpatizantes no oficiales, las organizaciones de fachada, el Partido, la policía secreta (o política), un grupo íntimo de asesores cercanos y la dirección. El intelectual puede encajar en cualquiera de estas categorías. Trabajos más recientes que se han basado en Arendt han incluido otros niveles como la clase militar/empresarial [10].
Las organizaciones gestionadas del poder político y la sociedad, junto con la alineación pragmática del régimen con factores de la modernidad como la globalización, las instituciones crediticias transnacionales, la división internacional del trabajo, etc., han demostrado ser cruciales para los fines de la longevidad y la retención del poder. Cuba es una de las seis dictaduras comunistas que quedan en el planeta y la única que no es asiática [11] ¿Cómo ha podido el comunismo cubano superar sus muchas carencias y sobrevivir en un hemisferio en el que su miembro más poderoso tiene la mayor economía del mundo, las fuerzas armadas más fuertes y es la democracia más exitosa y de más larga duración? Reclutando en Estados Unidos (y en el mundo libre) un cuerpo de simpatizantes compuesto por élites, intelectuales y otras personas e instituciones influyentes y bien conectadas, Cuba ha logrado navegar por los canales del multilateralismo y el poder blando (en Estados Unidos y a nivel internacional) mitigando el cansancio durante ciertos períodos y, en otros, evitando el colapso. La academia estadounidense ha sido muy útil, en este aspecto fundamental, al régimen castro-comunista.
¿POR QUÉ LA ACADEMIA ESTADOUNIDENSE?
En términos de inversión global, ninguna estrategia ha dado a la Cuba comunista mayores beneficios que su penetración estratégica en el mundo académico estadounidense. Este punto es lógico. El mundo académico es el centro neurálgico de un país. Los colegios y las universidades aportan a una sociedad libre brigadas de sus miembros más influyentes, poderosos y productivos. El tráfico de influencias, la manipulación de la información, el control de daños en las relaciones públicas y la promoción de la imagen son variables fundamentales que han ayudado a mantener la dictadura comunista de La Habana en el poder. La universidad ofrece a Cuba un amplio abanico de activos potencialmente valiosos a modo de embajadores de buena voluntad que servirán de cortesanos en su nombre.
La política de puertas abiertas, la amplia cantidad y la gran variedad de la educación superior estadounidense, con su diversa red de colegios públicos y privados, colegios comunitarios, universidades y otros lugares de aprendizaje posterior a la escuela secundaria, establece un amplio espectro de alternativas. Permite una amplia selección de individuos de origen socioeconómico específico y/o con una inclinación ideológica particular percibida que puede encajar en determinados perfiles que el régimen cubano está buscando. El hecho de que Estados Unidos sea un país libre con libertades garantizadas también alivia las tensiones para penetrar en el mundo académico. La naturaleza inherente a la comunidad académica de fomentar el libre pensamiento y acoger criterios alternativos y desafiantes, sirve como terreno fértil para el reclutamiento, cooptación e influencia de individuos e instituciones que pueden tener un impacto desproporcionado en una nación.
No debería sorprender que cualquier Estado que desee influir ampliamente en la política de otro Estado en su beneficio, no acuda a la fuente más seminal para obtener el material necesario: el campus universitario. El gobierno estadounidense, incluidas las comunidades militares y de inteligencia, y los sectores empresarial, cultural, cívico y religioso de la sociedad, recurren a la educación superior para su personal. Es seguro concluir que, a pesar de la composición intercultural homogénea de la sociedad estadounidense, sus ciudadanos (y residentes) más influyentes han estado en algún momento relacionado con una universidad. La recompensa para una dictadura con problemas de liquidez como la cubana supone una recompensa de proporciones geométricas cuando se invierte en el reclutamiento/cooptación de personas relacionadas con el mundo académico.
El interés y la participación de los servicios de inteligencia de Cuba (así como de otros regímenes dictatoriales) en la infiltración de las universidades estadounidenses con fines de reclutamiento/cooptación de la clase de élite ha sido bien respaldado [12] La academia ha demostrado ser una rica mina de oro, para numerosos regímenes no democráticos como el de Cuba. La cooptación/reclutamiento de la clase de élite ha tenido varios objetivos. La tarea de alistamiento de espionaje para proporcionar información privilegiada sobre Estados Unidos y el exilio cubano ha sido un objetivo obvio de infiltración en las universidades estadounidenses. José Cohen, un ex oficial de inteligencia del Ministerio de Inteligencia de Cuba que desertó, ha proporcionado abundante información que describe el sofisticado esquema de Cuba y su estructura intrínseca escalonada según el valor percibido de los objetivos. [13] Los famosos casos de espionaje de Ana Belén Montes, Walter y Gwendolyn Myers, Marta Rita Velázquez y Carlos y Elsa Álvarez ponen de manifiesto la capacidad y la voluntad de la Cuba comunista de penetrar en las principales universidades estadounidenses, en particular la Universidad Johns Hopkins, en busca de espías fructíferos [14]. Mientras que el objetivo de reclutar estadounidenses (ciudadanos y extranjeros) para que sirvan de espías e informantes para el régimen castrista es medible y concretamente más fácil de evaluar, no es así cuando la utilización del mundo académico se orienta a otras tareas importantes y cruciales para su supervivencia.
Además de los beneficios obvios que Cuba recibe del espionaje político, hay otras razones por las que la dictadura castrista ha penetrado agresiva y constantemente en la comunidad académica estadounidense. Es muy probable que el avance estratégico en el ámbito comercial haya sido de valor. La información obtenida de valor científico, así como, la investigación de productos patentados y otros conocimientos privilegiados, pasarían por alto las protecciones de las leyes de propiedad intelectual y de derechos de autor. Resulta difícil descifrar en este momento la cantidad exacta de dinero que el régimen cubano puede haber obtenido del espionaje económico y del robo. Sin embargo, cuando se tiene en cuenta la nefasta capacidad financiera de Cuba desde 1959 y la permanencia de una economía de escasez, [15] y al mismo tiempo, informa de importantes avances en el campo biotecnológico, llegando a afirmar que es capaz de satisfacer el 80 % de su demanda interna de medicamentos con receta, [16] plantea dudas sobre la autenticidad de los datos que sustentan estas afirmaciones oficiales o, alternativamente, que hay que dar mayor credibilidad a la hipótesis del pirateo científico de Cuba. Los escépticos señalan otras áreas de preocupación relacionadas con la industria biotecnológica cubana. Si el régimen cubano ha gastado cerca de 3.500 millones de dólares desde 1986, como afirma, en el esfuerzo de investigación y desarrollo biotecnológico, el mísero retorno de su inversión de aproximadamente 200 millones de dólares en las ventas de vacunas y medicamentos, [17] sugeriría que es un fracaso abyecto, juzgando desde una perspectiva racional. La afirmación de que Cuba es básicamente autosuficiente para satisfacer su demanda interna de medicamentos recetados es altamente improbable, dada la amplia falta de medicamentos disponibles para la población cubana en general. Otras acusaciones hechas en la última década sobre la industria biotecnológica cubana, aunque oficialmente no se han corroborado, apuntan a un posible uso de las capacidades biotecnológicas de Cuba en el negocio de la guerra bacteriológica [18].
EVITAR EL OSTRACISMO: EL GRAN PREMIO EN EL CORTEJO DEL MUNDO ACADÉMICO
El beneficio más importante para la dictadura castrista en su relación con el mundo académico estadounidense, se argumentará, es el beneficio multifacético que recibe de su estrategia de relaciones públicas. La longevidad del comunismo cubano ha dependido, en gran medida, de su capacidad para proyectar una imagen favorable. En el mundo democrático, el control de daños ha sido un procedimiento habitual. El sólido historial de violaciones sistemáticas y abominables de los derechos humanos en Cuba (documentadas con precisión y cometidas históricamente), ha sido y sigue siendo una intención inmutable del régimen cubano. Esto se ve agravado por el hecho de que muchas de estas violaciones constituyen crímenes de lesa humanidad según la definición del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional. Como dictadura en la que el aparato gobernante sostiene un control totalitario sobre el individuo, la promoción de la ineficacia política entre los actores de la oposición o potencialmente opositores/disidentes, forma parte del modus operandi y, por tanto, convierte los límites impuestos por las normas democráticas en obstáculos para las tareas necesarias de reprimir la disidencia y premiar la conformidad.
El régimen cubano emplea un elaborado sistema de control social, entre sus muchas herramientas para conservar el poder. Lo que Arendt clasificó como organizaciones de fachada (o de masas) ofrece a Cuba, al igual que a otros estados totalitarios, un motivo de racionalización para la inclusión del ámbito político en la esfera individual de la vida [19]. La policía política y los escuadrones callejeros paramilitares son los encargados de hacer cumplir la voluntad del régimen de forma más agresiva. Este modelo jerárquico incluye un esquema legal plagado de injusticias, pero confeccionado con precisión para asegurar que cualquier activismo político y social que compita con él sea criminalizado. Con la economía y su sistema de distribución, la estructura educativa, los medios de comunicación, el sistema de seguridad social de las jubilaciones y el sistema de atención sanitaria bajo el dominio de la esfera política, no es de extrañar que la sociedad cubana haya sido incapaz de mostrar una campaña pública a gran escala de desafío al régimen. Este modelo de organización de la sociedad y del poder político para adaptarse a un régimen no democrático tiene un enorme precio. El alto coste de esta maquinaria de control de la población, viene acompañado de un modelo económico altamente ineficiente para financiar sus operaciones. Ahí radica una grave contradicción y un problema persistente para la Cuba comunista: enfrentar los gastos masivos del mantenimiento del régimen, con un modelo económico improductivo y anticuado.
Aunque el sistema económico cubano se encuentra actualmente en pleno proceso de liberalización selectiva, Cuba sigue dependiendo de fuentes de ingresos externas para financiar su modelo político no democrático. De hecho, esto ha sido así desde el principio. Anteriormente, el régimen castrista instituyó modificaciones en su economía, lanzando efectivamente un modelo híbrido en 1993. Aunque el Estado cubano mantuvo su presencia dominante en la esfera económica, se desechó el modelo centralizado, sin inversores extranjeros y de moneda única. A pesar de las derivas de repliegue, los restos del modelo híbrido capitalista estatal/mercantilista siguen vigentes y ahora se están renovando. La constante, sin embargo, sigue siendo el Estado dictatorial leninista y su continua urgencia de apoyo por parte de una élite de individuos e instituciones, que pueden presionar por los intereses del régimen castrista en sus respectivos países. Estos intereses son generalmente financieros, pero con el crónico y horrible historial de derechos humanos de Cuba, las tareas incluyen la táctica de desviar la atención de los problemas asociados con el gobierno no democrático. Aquí es donde el dominio del poder blando y el multilateralismo han funcionado de maravilla para la longevidad dictatorial de Cuba.
El experimento socialista de Cuba produce un atolladero. La necesidad esencial de control tiene un alto coste. El orden socioeconómico que complementa de forma más natural la dictadura política comunista es estéril, irracional y ha demostrado ser incapaz de atender adecuadamente las demandas internas de su población sin la afluencia de ayuda financiera de fuentes externas. En ocasiones, esta ayuda ha procedido de países amigos del régimen y/o de alianzas que simpatizan ideológicamente con Cuba y comparten objetivos comunes. La relación con la extinta URSS y el bloque socialista y, la actual Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (“ALBA”) son solamente dos ejemplos de este tipo de asociación ideológicamente afín. Otros tipos de acuerdos que han proporcionado a Cuba los fondos, el acceso a los mercados, el crédito y la tecnología que tanto necesita han sido con entidades, estados o instituciones no conectadas ideológicamente, que han establecido intereses comerciales. Esta categoría suele estar formada por países, empresas e instituciones del mundo democrático y capitalista. Además, algunos regímenes autoritarios y otros no democráticos, por ejemplo, Singapur, Indonesia, Myanmar, también tienen relaciones con Cuba de carácter comercial. Esta última categoría es de menor importancia en términos de impacto financiero neto, pero han apoyado a Cuba en los foros internacionales.
LA EXCEPCIONAL RELACIÓN DEL COMUNISMO CUBANO CON LAS ÉLITES ACADÉMICAS/INTELECTUALES
El comunismo cubano ha cultivado la relación con los intelectuales y otras élites del mundo libre desde sus inicios (desde su etapa embrionaria en realidad). Ha contado con el talento y los recursos extraídos, directa e indirectamente, del mundo académico estadounidense para promover sus intereses como parte permanente de su diseño de política exterior. El régimen cubano ha sido muy consciente de las prodigiosas ventajas que proporciona una buena promoción de la imagen. Se puede argumentar que el reportero de The New York Times, Herbert L. Mathews, influyó favorablemente en la opinión pública estadounidense a favor del naciente movimiento revolucionario. La entrevista del 17 de febrero de 1957 con Fidel Castro en las montañas de Oriente [20] inició una relación que muchos críticos de la experiencia totalitaria posterior atribuyen en parte a la imposición del embargo de armas de Estados Unidos contra la dictadura de Batista. Esta acción de la administración Eisenhower debilitó gravemente la moral de las fuerzas armadas cubanas y supuso un golpe psicológico “devastador” que precipitó su colapso, según Earl E. T. Smith, el embajador estadounidense [21]. Esto se vio agravado por el hecho de que la decisión del embargo de armas estadounidense se tomó en marzo de 1958, en vísperas de la ofensiva de primavera del régimen contra la guerrilla [22].
Habiendo aprendido pronto las ventajas de navegar sobre aguas allanadas por una opinión pública extranjera favorable con el apoyo de las élites, el régimen castro-comunista aplicó inmediatamente una política de puertas abiertas para un nuevo tipo de revolucionario. La academia y la universidad recibieron nuevos roles. El proletariado fabril soviético y el campesino chino fueron los prototipos divergentes, dentro del campo marxista. La polémica cuestión de “quién” debe ser el agente de campo para el cambio mundial socialista tuvo un cambio de paradigma en el mundo comunista con la consolidación del comunismo cubano. Una vez que el movimiento para derrocar a la dictadura de Batista, una coalición formada por varios grupos, entre ellos el Movimiento 26 de Julio, logró alcanzar el poder, se produjo un golpe de Estado ideológico en poco más de un año y medio. Esta fue otra primicia. No hay ningún caso en la historia en el que un movimiento/revolución comunista haya negado categóricamente sus fundamentos ideológicos marxistas-leninistas y los haya revelado públicamente después de tomar el poder [23].
Tan arraigado ha estado el componente sultánico del actual régimen cubano, que a pesar de que Castro admitió oficialmente ser comunista en diciembre de 1961, no fue hasta 1965 que el partido único que gobierna Cuba se autodenominó Partido Comunista de Cuba. La esencia poco convencional del nuevo modelo comunista cubano rompió el molde tradicional del patrón ideológico marxista. El eurocomunismo, la tendencia que empezó a arraigar en Europa Occidental en los años 50 con el propósito de encarnar un movimiento marxista independiente de Moscú, fue sustituido por el improvisado activismo de la Nueva Izquierda cubana. La frescura que el eurocomunismo aportó a los movimientos marxistas de todo el mundo pareció quedarse atrás en cuanto a atracción, ya que el proyecto comunista cubano desafió a Estados Unidos y a las democracias del hemisferio occidental con nuevos actores de vanguardia centrados en los intelectuales y la universidad.
Su diferencia, en parte, radica en la entidad que el comunismo cubano asignó para asistir a la historia en la lucha de clases por la expansión comunista. Cuba dejó obsoletos al obrero urbano soviético y al campesino rural chino, como motores del activismo revolucionario. La Cuba comunista se convirtió en el icono de la izquierda radical, principalmente por su énfasis en la práctica revolucionaria sobre la teoría y su amplia política de inclusión. Irving L. Horowitz etiquetó a esta nueva personificación del activismo político revolucionario radical como “vanguardia popular” [24]. La vehemencia de Cuba en la "práctica revolucionaria”, de hecho, se hizo eco del sentimiento subyacente de la “Tesis sobre Feuerbach" de Karl Marx, que insistía en que “el hombre debe probar la verdad…” y que “… la realidad o no realidad del pensamiento aislado de la práctica es una cuestión puramente escolástica” [25].
La historia cubana ha descrito correctamente un vibrante y fundamental activismo político centrado en la universidad. Los estudiantes, así como los profesores universitarios, han sido actores principales en el cambio del panorama político en Cuba desde sus días como colonia. Lógicamente, el régimen castrista ha continuado con esa tradición en su gobierno, ya que ha tratado de extender su revolución fuera de sus fronteras. En otras palabras, Cuba ha desarrollado una dependencia histórica de la universidad para el activismo político, especialmente el de carácter revolucionario. Aprovechando esa experiencia, el comunismo cubano lanzó como política de Estado una amplia campaña para atraer y ganar el apoyo de la intelectualidad de izquierdas de todo el mundo.
Abrazando la premisa marxista de destacar la práctica por encima de la contemplación abstracta y liberalizando los requisitos de los agentes de cambio socialistas, el régimen cubano dinamizó la Nueva Izquierda y asignó a las élites de la comunidad académica un papel más activista y de vanguardia en su estratagema de propagación y supervivencia hegemónica. El intelectual, como parte de un cuerpo de élite de revolucionarios, fue en la práctica el mejor ejemplo del comunismo cubano, pero históricamente dentro del campo de los teóricos comunistas, había un guion.
PRECEDENTE HISTÓRICO MARXIANO
En el ámbito de la teoría, Antonio Gramsci, fue como un túnel que unió a Vladimir Lenin y Jean-Paul Sartre bajo el río del marxismo. La clave para marcar las diferencias entre el fundador del comunismo soviético y el filósofo francés fue el papel del intelectual. La relevancia de Gramsci para la política marxista es enorme, ya que su visión para la aplicación política sigue siendo redescubierta y puesta en vigor. Es en la praxis donde Gramsci ha destacado más. El comunismo cubano, intencionadamente o por casualidad pragmática, alimentó como parte de su política práctica de gobierno, un papel destacado para el intelectual, especialmente en el ámbito académico.
Esto es lo más cerca que cualquier régimen comunista ha estado de materializar, como parte de la política estatal, el intelectual orgánico de Gramsci, el concepto que esencialmente marcaba dos tipos de intelectuales: los hombres de letras básicos que estaban ligados a la cultura dominante prevaleciente (tradicional) y el intelectual de la clase trabajadora cargado de conciencia (orgánico). "El modo de ser del nuevo intelectual”, afirmaba Gramsci, “ya no puede consistir en la elocuencia, que es un motor exterior y momentáneo de los sentimientos y las pasiones, sino en la participación activa en la vida práctica…” [26] Este persistente principio del modelo cubano, el permanente cabildeo en la academia en busca o en el cultivo del intelectual orgánico, es un componente inalterable del comunismo cubano. De ahí la percepción de que el ámbito académico es la fuente más adecuada para encontrar reclutas o simpatizantes de la élite dispuestos a colaborar en la práctica revolucionaria, tal como lo señala el régimen y solo como un intelectual orgánico puede hacerlo.
Herbert Marcuse, aportando los principios de la Escuela de Frankfurt, y Frantz Fanon, con la base racial y de descolonización, aportaron a la praxis marxista características y tendencias que el comunismo cubano absorbió y produjo una fusión que muchos en la izquierda radical consideraron como una ideología claramente híbrida. Sin embargo, para el régimen cubano esta intimidad con los pensadores marxistas y sus propuestas, que situaba al intelectual en un nivel más destacado de lo que ningún otro estado comunista había hecho antes, abrió de par en par las puertas y los corazones de las universidades estadounidenses a Cuba. Es necesario ilustrar este prejuicio no examinado que desafía la evidencia empírica que pesa en contra de la dictadura cubana.
MULTILATERALISMO
El régimen castrista procedió inmediatamente, al consolidar el poder, a moverse en los círculos internacionales mediante alianzas y proximidades establecidas con otros estados afines y movimientos radicales. Esto fue coherente con la política de puertas abiertas del comunismo cubano de inclusión revolucionaria que se oficializó con su dictado, pronunciado en el Segundo Congreso de La Habana en 1962, “el deber de todo revolucionario es hacer la revolución” [27] Inmediatamente se buscó la proximidad con la Unión Soviética y el bloque socialista. Simultáneamente, se estableció un vínculo con los movimientos subversivos radicales de América. Curiosamente, muchos de estos movimientos procedían de distintas facciones marxistas. Las diferencias sectarias, sin embargo, fueron mitigadas por la amplitud del modelo cubano. El Congreso Tricontinental de 1966 y su consiguiente Organización para la Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina, y la Organización para la Solidaridad Latinoamericana fueron ejemplos de la navegación de Cuba en las relaciones exteriores a través de entidades multilaterales que sirvieron de escudo al régimen cubano.
Estas relaciones y la legitimidad de la que gozaba la dictadura cubana con la izquierda radical fueron facilitadas extraordinariamente por la estrecha relación que desarrolló con el mundo académico en el mundo libre. Con la implosión del comunismo soviético, Cuba se apropió, a través del Foro de São Paulo, de nuevas organizaciones regionales e internacionales para continuar con su estatus protegido como miembro de grupos multilaterales. El ALBA y la CELAC son dos de las más recientes organizaciones con las que se protege la política exterior cubana del aislamiento, además de servirle de enorme ayuda financiera.
CONCLUSIÓN
Cuba ha encantado, en gran medida, al mundo académico de Estados Unidos. Una institución académica que muestra abiertamente el enamoramiento con Cuba es la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA). Organizaciones como LASA, que dice ser la mayor asociación profesional del mundo para individuos e instituciones dedicadas al estudio de América Latina y el Caribe con más de 7.000 miembros, ha promovido activamente los intereses del régimen cubano [28].
La necesidad del comunismo cubano de escudarse en su persistente historial de flagrantes y sistemáticas violaciones de los derechos humanos y otras graves fechorías estatales asegura que el cortejo del mundo académico seguirá siendo una prioridad. La reanudación de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, una prioridad de la política exterior cubana desde la década de 1990, se ve obstaculizada por las sanciones económicas aún vigentes. Si se tiene en cuenta lo que queda por hacer desde la perspectiva cubana: acabar con el embargo, acceder a la facilitación de negocios con créditos garantizados por los contribuyentes estadounidenses, conseguir la admisión en las instituciones financieras internacionales y recibir una esperada avalancha de negocios calculados entre “empresas estadounidenses” y los conglomerados comerciales del régimen cubano dirigidos por sus militares, el mundo académico tendrá con toda seguridad una prioridad estratégica en esta próxima fase de la ofensiva de relaciones públicas de Cuba.
Así, el mundo académico estadounidense seguirá siendo penetrado e influenciado. Estrategias como el poder blando y el multilateralismo, constantes en la navegación política de Cuba, dependen de los resultados de su compromiso con la élite cultural, incluyendo, de manera muy importante, la universidad estadounidense. Se puede contar con que esta práctica tradicional de Cuba, tan cargada en el tejido de su praxis, seguirá teniendo precedencia.
NOTAS
[1] The categorization of “Castro-Communist” depicts the Cuban dictatorial model. It is a hybrid case of nondemocratic rule within the operational mold of a regime which is both totalitarian and sultanistic. For a broad description of nondemocratic regime-types see Linz and Stepan, Problems of Democratic Transition (1996), pp. 38-54; Linz, “An authoritarian regime…” (1964), pp. 291-342;; Schapiro, Totalitarianism (1972), pp. 109, 112-113, 115; Chehabi and Linz, Sultanistic Regimes (1998), pp. 8-9.
[2] For purposes of this study, Robert A. Dahl´s definition of liberal democracy (or polyarchy) will be used. Among its highlights are the ability of its citizenry to express themselves and speak out against the government, the regime, its socioeconomic order, and the dominant ideology without the danger of being punished or reprimanded and the lawful capability to form independent political parties and interest groups. See Dahl, Democracy and its Critics (1989), pp. 221, 233.
[3] This incorporates the notion of “elite theory” as posited by thinkers such as Gaetano Mosca, Vilfredo Pareto, Robert Michels and C. Wright Mills.
[4] Friedrich, “The evolving theory and practice of totalitarian regimes” (1969), p. 126.
[5] Keohane, “Multilateralism: An Agenda for Research” (1990), p. 731.
[6] Domínguez, “Cuba and the pax americana” (2007), p. 205.
[7] Nye, Soft Power (2004).
[8] Arendt, The Origins of Totalitarianism (1976), p. 418.
[9] Ibid., pp. 364-388.
[10] Shiling, Dictaduras y sus Paradigmas I (2013), p. 79.
[11] The others are China, Tibet, Vietnam, Laos and North Korea. Note that almost all have upgraded their economic models into hybrid, productive economies (state capitalist/mercantilist) achieved through liberalization. North Korea, the exception, is for practical considerations an economic dependency of China.
[12] Federal Bureau of Investigation, “Higher Education and National Security” (2011); De la Cova, “Academic Espionage” (1993); Golden, “American Universities Infected by Foreign Spies" (2012); Chon, “US accuses Chinese professors of spying” (2015).
[13] Cohen, "El Servicio de Inteligencia Castrista" (2002).
[14] Stewart, “The Cuban Spy Network in the U.S. Government” (2013); Carmichael, True Believer (2007).
[15] “Shortage economy” is a term coined by Hungarian economist János Kornai who effectively argued that the chronic shortages in the ex socialist bloc and the USSR were due to systemic failures and not omissions and errors of defective central planning calculations. See Kornai, Economics of Shortage (1980).
[16] Evenson, “Cuba´s Biotechnological Revolution” (2007). Accessed September 3, 2015 from http://www.medicc.org/mediccreview/index.php?issue=6&id=57&a=vahtml
[17] Cereijo, “Summary of Cuba's Biotechnology Capacity”. Accessed September 4, 2015 from http://amigospais-guaracabuya.org/oagmc187.php.
[18] Miller, “Washington Accuses Cuba of Germ-Warfare Research” (2002). Accessed September 3, 2015 from https://www.nytimes.com/2002/05/07/world/washington-accuses-cuba-of-germ-warfare-research.html Eaton, A shot in the arm?: Cuba's biotech industry raises hope, suspicion” (2003). Accessed September 3, 2015 from https://archive.seattletimes.com/archive/?date=20031128&slug=cubagerm19
[19] Arendt, op. cit., pp. 366, 413.
[20] Matthews, “Cuban Rebel is Visited in Hideout”. (1957), p. 1. Accessed September 10, 2015 from https://www.nytimes.com/packages/html/books/matthews/matthews022457.pdf
[21] Smith, The Fourth Floor (1962) pp. 48, 107.
[22] Perez, “Cuba, c. 1930-1959” (2006) p. 91.
[23] Fidel Castro consistently denied publicly that he or the movement he belonged to, were communist. Finally, during a speech in December 2nd 1961 (a month shy of its two year anniversary), Castro emphatically admitted that he was a Marxist-Leninist and would be so until the day he died.
[24] Horowitz, “Military Origin and Outcomes of the Cuban Revolution” (1986) p. 597.
[25] Marx, “Thesis on Feuerbach”. (1845) Accessed September 4, 2015 from https://www.marxists.org/archive/marx/works/1845/theses/theses.htm
[26] Gramsci, Selections from the Prison Notebooks (1971), pp. 9–10.
[27] Artaraz, Cuba and Western Intellectuals (2009) pp. 141-142
[28] LASA, “Resolution on Obama Policy”. Accessed July 22, 2015 from ttps://lasaweb.org/en/about/ “U.S. Academicians Back Cuba, Condemn Blockade”. Escambray, (2012). Accessed 14 July 2015. https://en.escambray.cu/2012/u-s-academicians-back-cuba-condemn-blockade/
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🖋️Autor Julio M. Shiling
Julio M. Shiling es politólogo, escritor, conferenciante, comentarista y director de los foros políticos y las publicaciones digitales, Patria de Martí y The CubanAmerican Voice y columnista. Tiene una Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) de Miami, Florida. Es miembro de The American Political Science Association (“La Asociación Estadounidense de Ciencias Políticas”), el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio y la Academia de Historia de Cuba en el Exilio. Sigue a Julio en:
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