¿Hay un despertar contra el capitalismo woke?
- Julio M. Shiling
¿Hay un despertar contra el capitalismo woke?.
El objetivo del marxismo cultural es el mismo que su premisa clásica: la muerte de las repúblicas libres.
El marxismo occidental, con su énfasis en el determinismo cultural, ha estado envenenando las instituciones americanas durante décadas. El sistema de libre mercado en Estados Unidos no ha sido inmune a este fenómeno. Los esquemas de adoctrinamiento de los estudios de teoría crítica de la Escuela de Frankfurt que han impregnado los colegios y universidades desde 1989, irónicamente después de la caída del comunismo soviético, han producido una clase empresarial que haría que Lenin y Mao se sintieran orgullosos. Parece que se está gestando, afortunadamente para las sociedades libres, una resistencia a este asalto liberticida. ¿Hay un despertar contra el capitalismo woke?
A través de ejercicios de “formación” de los empleados y directivos de las empresas, conocidos por el acrónimo DIE (diversidad, inclusión y equidad), las principales compañías de Estados Unidos están promoviendo los principios del marxismo cultural. Las doctrinas de la teoría crítica más relevantes en los lugares de trabajo americanos afectados son la raza, el género y lo sexual. Las tres propuestas neo/marxistas concluyen que existe una opresión racial, de género y/o sexual sistémica. A menudo, estas fábulas victimistas se superponen, según sus defensores. Para esta fusión, cuando se produce, los revolucionarios woke han inventado algo que llaman “interseccionalidad”. >
Las razones del éxito de la libertad para derrotar los intentos marxistas de derrocar gobiernos o hacer retroceder a los regímenes socialistas que llegaron al poder (República Dominicana, Chile, Jamaica, Granada, Nicaragua) fueron claras. Las fuerzas públicas, incluyendo el ejército, la policía y los servicios de inteligencia (nacionales y extranjeros), hicieron un trabajo magnífico para impedir la formación de dictaduras comunistas y/o desarraigarlas. Otro factor importante fue una cruzada moral e ideológica bien aderezada para desbaratar la propaganda socialista a lo largo de esas tres décadas.
El marxismo cultural, una adaptación moderna de la praxis marxista que eliminó la economía y la sustituyó por la cultura como determinante principal en la construcción de la conciencia de las masas y la confección de la revolución (violenta o no violenta), ha sido el camino posterior a 1989 hacia el poder en las democracias occidentales establecidas. Un cuarto modelo, totalmente relevante en América Latina, se estableció en el Foro de São Paulo (FSP) en 1990.
Incapaz de acceder a los abundantes recursos de la Unión Soviética para financiar las guerras beligerantes comunistas por más tiempo, el régimen de Castro estaba decidido a rescatar el socialismo en América Latina y continuar su promoción. El extinto tirano cubano recalibró la estrategia y desarrolló un prototipo dictatorial que pudiera adaptarse a las circunstancias. Esto requería un cambio metodológico.
El revisionismo constitucional, la castración del poder judicial, la fusión del Legislativo con el Ejecutivo, la asfixia de los medios de comunicación y la conversión de los empresarios en cortesanos del régimen era el plan general. El elemento táctico más importante del plan de juego autocrático del FSP era cooptar o defenestrar a las fuerzas armadas. Esto tenía su lógica. El preludio del mecanismo del FSP se experimentó por primera vez en Chile, en 1973.
Salvador Allende siguió el mismo camino furtivo hacia el socialismo que el esquema de Castro de 1990. Resultó, sin embargo, que el líder militar que el marxista chileno colocó como jefe de las fuerzas armadas, el general Augusto Pinochet, frustró el proyecto de la comunización chilena, en lugar de sostenerla. El comunismo cubano no quiso repetir este percance y destacó la priorización de esta estrategia con los militares (cooptar o defenestrar), en su proyecto del FPS.
En fuerte contraste con la fórmula pre-FSP, desde 1990, catorce naciones han caído al socialismo en América Latina (Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Ecuador, Honduras, El Salvador, México, Perú, Chile y Colombia). Seis invirtieron el rumbo (Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Ecuador y Honduras) y dos de ellos volvieron a la situación anterior de poder del FPS (Argentina y Honduras).
El principal factor que contribuyó a la mayoría de los países que pudieron liberarse fue la capacidad de los militares de mantener su integridad (Brasil, Ecuador, Paraguay y Uruguay). El caso de Argentina se debió al carácter caníbal de las facciones peronistas que cohabitan en las instituciones públicas y a la división política urbana/rural.
Colombia tiene ahora un presidente comunista. Petro fue uno de los primeros insurgentes marxistas en atender el llamado de Castro para adoptar la metodología del FSP. El éxito del modelo del Foro de São Paulo no reside en la brillantez de los comunistas, sino en la estupidez de los demócratas continentales. Siguen creyendo en estos terroristas disfrazados y no han elaborado una política eficaz para enfrentar esta nueva variante de la subversión socialista. Por ahora, dependerá del éxito de los militares colombianos resistir el intento de neutralizar su capacidad de defender al país. Ellos son ahora los guardianes pretorianos de la libertad.
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🖋️Autor Julio M. Shiling
Julio M. Shiling es politólogo, escritor, conferenciante, comentarista y director de los foros políticos y las publicaciones digitales, Patria de Martí y The CubanAmerican Voice y columnista. Tiene una Maestría en Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) de Miami, Florida. Es miembro de The American Political Science Association (“La Asociación Estadounidense de Ciencias Políticas”), el PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio y la Academia de Historia de Cuba en el Exilio. Sigue a Julio en:
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