Carta a Elpidio es una fuente inagotable de preparación cívica. La democracia tiene una serie de prerrequisitos. Esta obra es alimento para una sociedad libre.
Cartas a Elpidio sobre la impiedad, la superstición y el fanatismo en sus relaciones con la sociedad. Tomos I-II (1835-1838).
Varela, Félix. “Cartas a Elpidio sobre la impiedad, la superstición y el fanatismo en sus relaciones con la sociedad”. Tomos I-II (1835-1838). Félix Varela y Morales Obras. Volumen III. La Habana: Ediciones Imagen Contemporánea, 2001, pp. 1-200. George A. Smathers Libraries. University of Florida Digital Collections. Accesible Marzo 27, 2013 en https://ufdc.ufl.edu/AA00008690/00003
José Antonio Saco plantea la posición contra la esclavitud en Cuba basándose en un clamor de justicia y el compromiso obligatorio de España de cumplir un acuerdo con Inglaterra.
“Carta de un patriota, o sea, clamor de los cubanos dirigidos a sus procuradores a Cortes: Comercio de negros” (1835).
Saco, José Antonio. “Carta de un patriota, o sea, clamor de los cubanos dirigidos a sus procuradores a cortes: Comercio de negros” (1835). José Antonio Saco Obras. Volumen III. La Habana: Ediciones Imagen Contemporánea, 2001, pp. 81-82. George A. Smathers Libraries. University of Florida Digital Collections. Accesible Abril 1, 2013 en https://ufdc.ufl.edu/AA00008627/00003?search=jose%20%3Dantonio%20%3Dsaco
Cuba, su libertad e independencia, nunca se ha desprendido de un fundamento de desterrado. José María Heredia con este poema lúcidamente captó la esencia de ser exiliado y la de edificar una nación.
Himno del desterrado (1825)
Reina el sol, y las olas serenas
corta en torno la prora' triunfante,
y hondo rastro de espuma brillante
va dejando la nave en el mar.
¡Tierra! claman; ansiosos miramos
al confín del sereno horizonte,
y a lo lejos descúbrese un monte...
Le conozco... ¡Ojos tristes, llorad!
Es el Pan ... En su falda respiran
el amigo más fino y constante,
mis amigas preciosas, mi amante...
¡Qué tesoros de amor tengo allí!
Y más lejos, mis dulces hermanas,
y mi madre, mi madre adorada,
de silencio y dolores cercada
se consume gimiendo por mí.
Cuba, Cuba, que vida me diste,
dulce tierra de luz y hermosura,
¡cuánto sueño de gloria y ventura
tengo unido a tu suelo feliz!
¡Y te vuelvo a mirar... ! ¡Cuán severo
hoy me oprime el rigor de mi suerte!
La opresión me amenaza con muerte
en los campos do al mundo nací.
Mas, ¿qué importa que truene el tirano
Pobre sí, pero libre me encuentro,
sólo el alma del alma es el centro:
qué es el oro sin gloria ni paz?
Aunque errante y proscripto me miro
y me oprime el destino severo,
por el cetro del déspota ibero
no quisiera mi suerte trocar.
Pues perdí la ilusión de la dicha,
dame ¡oh gloria! tu aliento divino,
¿Osaré maldecir mi destino,
cuando puedo vencer o morir?
Aún habrá corazones en Cuba
que me envidien de mártir la suerte,
y prefieran espléndida muerte
a su amargo azaroso vivir .
De un tumulto de males cercado
el patriota inmutable y seguro,
medita en el tiempo futuro,
o contempla en el tiempo que fue.
Cual los Andes de luz inundados
a las nubes superan serenos,
escuchando a los rayos y truenos
retumbar hondamente a su pie.
¡Dulce Cuba!, en tu seno se miran
en el grado más alto y profundo,
las bellezas del físico mundo,
los horrores del mundo moral.
Te hizo el cielo la flor de la tierra,
mas tu fuerza y destinos ignoras,
y de España en el déspota adoras
al demonio sangriento del mal.
¿Ya qué importa que al cielo te tiendas
de verdura perenne vestida,
y la frente de palmas ceñida
a los besos ofrezcas del mar,
si el clamor del tirano insolente,
del esclavo el gemir lastimoso,
y el crujir del azote horroroso
se oye sólo en tus campos sonar?
Bajo el peso del vicio insolente
la virtud desfallece oprimida,
y a los crímenes y oro vendida
de las leyes la fuerza se ve.
Y mil necios, que grandes se juzgan
con honores al peso comprados
al tirano idolatran, postrados
de su trono sacrílego al pie.
Al poder el aliento se oponga,
y a la muerte contraste la muerte:
la constancia encadena la suerte,
siempre vence quien sabe morir.
Enlacemos un nombre glorioso
de los siglos al rápido vuelo:
elevemos los ojos al cielo,
y a los años que están por venir.
Vale más a la espada enemiga
presentar el impávido pecho,
que yacer de dolor en el lecho
y mil muertes muriendo sufrir.
Que la gloria en las lides anima
el ardor del patriota constante,
y circunda con halo. Brillante
de su muerte el momento feliz.
¿A la sangre teméis...? En las lides
vale más Derramarla a raudales,
que arrastrarla en sus torpes canales
entre vicios, angustias y horror.
¿Qué tenéis? ¡Ni aun sepulcro seguro
en el suelo infelice cubano!
¿Nuestra sangre no sirve al tirano
para abono del suelo español?
Si es verdad que los pueblos no pueden
existir sino en dura cadena,
y que el cielo feroz los condena
a ignominia y eterna opresión:
de verdad tan funesta mi pecho
el horror melancólico abjura,
por seguir la sublime locura
de Washington y Bruto y Catón
¡Cuba! al fin te verás libre y pura
como el aire de luz que respiras,
cual las ondas hirvientes que miras
de tus playas la arena besar.
Aunque viles traidores le sirvan
del tirano es inútil la saña,
que no en vano entre Cuba y España
tiende inmenso sus olas el mar.
Heredia, José María. “Himno del desterrado”. Exilio.com. 1825. Web. 14 abril 2013.
Desencantado con el reformismo e identificado ya plenamente con el camino independentista como vía para liberar a Cuba de la metrópoli colonial, el Padre Varela redactó este periódico en Filadelfia y Nueva York. Es un análisis profundo de psicología política donde las ansias de independencia de un pueblo encontraron en esta publicación periodística su primera expresión organizada.
El habanero: Papel científico y literario. Tomos I-II (1824-1826).
Varela, Félix. “El habanero: Papel científico y literario”. Tomos I-II (1824-1826). Félix Varela y Morales Obras. Volumen II. La Habana: Ediciones Imagen Contemporánea, 2001, pp. 141-286. George A. Smathers Libraries. University of Florida Digital Collections. Accesible Marzo 27, 2013 en https://ufdc.ufl.edu/AA00008690/00002