Venezuela, todas las palabras dichas

Venezuela, todas las palabras dichas

La izquierda chavista actúa como si no corriera ningún riesgo de recibir una réplica, de ahí su escalada hacia el extremismo. Oponerse a ellos implica la posibilidad de perder la vida o la libertad, mientras que aun si son derrotados lo que les espera del otro lado es un sistema legal que será auditado de un modo en que ellos no lo fueron jamás. Nunca gente tan salvaje ha tenido las cosas más fáciles.

Por más que se quiera seguir explicando hasta dónde ha llegado la dictadura venezolana por cómo ellos son, lo importante es entender qué tipo de reacciones provocan, dados los parámetros que siguen aquellos a quienes tienen enfrente. Toda la izquierda, no solo la chavista, disfruta de unos contendientes cuya máxima amenaza es emitir comunicados, "condenar", llamar al diálogo o, en un extremo, imponer sanciones personales como lo hace Estados Unidos y que interpretan el pisoteo que hacen a todo principio como una forma válida de ver las cosas que hay que soportar a fuerza de democratismo. A lo sumo Maduro y sus secuaces corren el riesgo, si caen, de enfrentar a los tribunales. Pero caer es algo que depende exclusivamente de sus propios límites, no de una fuerza equivalente que se les oponga. La denuncia no es fuerza.

Hasta que los bandoleros no tengan la seguridad de que les espera algo mucho peor si no se rinden, no se empezará a hablar en serio ¿Para qué se mantienen ejércitos si no es para defender la libertad de los americanos? ¿Por qué hablamos de nuestros vínculos históricos si frente a un pueblo masacrado nos dedicamos a hacer expresiones de lástima?

Una tiranía criminal no se detiene con una moralidad declamatoria, igual que tal procedimiento no sirve para poner en caja a una banda callejera; se espera que en algún momento la policía actúe. Esa moral tiene que materializarse en una voluntad de defender un orden que está visto que no es compartido universalmente, mediante el uso de la fuerza defensiva.

Esta banda en particular, del socialismo del siglo XXI, no puede ser tomada como una opción política un tanto extrema; ellos además de estar fuera de toda regla, propagan la violencia dentro y fuera del país y exhiben falta total de respeto hacia organismos o gobiernos que apenas describen lo que están haciendo con los venezolanos y que se paralizan y ni contestan. En vez de eso potencian la corrección, como si se tratara de un concurso de buena educación.

Lo que se olvida desde el pacifismo y el "diplomatismo" es que tal cosa ni siquiera funciona con quienes están decididos al crimen si no hay detrás una fuerza que sostenga la posición defensiva. Ellos lo saben, el papa Francisco lo sabe cuando habla de "diálogo", el abuso de las posturas dialoguistas implica la falta de voluntad de lucha, lo cual los alimenta. Se impuso a lo largo de las décadas, desde la Segunda Guerra Mundial, una moral internacional suicida para los partidarios de la libertad, erigidos a sí mismos en guardianes del orden universal, mientras sus enemigos siguen luchando por lo que quieren, que es gobernar a sus congéneres y quedarse con sus recursos. Esa moral sólo actúa como un veneno inoculado en el instinto defensivo de las sociedades libres.

En Venezuela se refleja en una tendencia al martirio como sinónimo de heroísmo, que mantiene la relación de fuerza entre un gobierno armado hasta los dientes y una población inerme. Mientras las imágenes son cinematográficas y dramáticas, haciendo quedar muy mal al régimen, éste permanece en control de la fuerza y nunca se interesa en lo más mínimo acerca de cómo se ve. Tiene una voluntad de abusar inconmovible y está claro que hace rato ha sobrepasado el punto sin retorno.

Pero la disparidad de fuerzas es nada al lado de la disparidad moral. Esta consiste en lo que se le exige a la izquierda, que es nada, y lo que se les exige a sus víctimas, que es hasta la inmolación y quedarse a esperar un eventual arrepentimiento y rendición de los agresores a cambio de nada. Cualquier petardo es inmediatamente censurado, pero no por el enemigo, sino por los predicadores de la inmolación. A la gente que padece estos regímenes sólo les queda padecer y lamentar sus muertos, mientras tienen que aclarar todos los días que sus protestas son "pacíficas" y son acusados de terroristas, sin devolver un solo golpe.

El sistema americano es una verdadera parodia, cuando los bandidos consiguen bloquear una decisión de elemental derecho internacional, se quedan sin opciones. Los chavistas saben que vencen en votos, comprando voluntades y no habrá nada más. En esta situación no habría por qué quedar atado a una mesa que incluye a los agresores y sus aliados. El punto central es si los países libres de América están dispuestos o no a usar lo que tienen para defender la libertad de sus ciudadanos, porque el aparato criminal socialista es un problema de seguridad para todos. Hace falta romper el hechizo de esa moral suicida y formar una alianza político militar anti chavista-castrista, para prometerle al que dispara, disparos, que con su sola formación lleve a los bandidos a entender el único lenguaje que les interesa. Eso incluso permitirá, eventualmente, conversar de verdad.

Pero mi sensación es que ya este artículo es un escándalo, porque como digo, existe esa disparidad moral. Yo mismo ya estoy fuera de lo "correcto", no digo siquiera alguien que consiga unos tanques en serio. Todos creen que tienen que demostrarle a los agresores que son buenos, superiores moralmente y creen que la superioridad consiste en prometer paz a los que ejercen la guerra. Esa moral es puro espíritu de ovejas y lo que nos trajo a este punto.

Ojalá que el chavismo caiga porque se resquebraje. Creo que habría muchas más oportunidades de que ocurra si enfrente tuviera unos cañones apuntándole. Digo esto en sentido figurado, en cuanto a la constitución de esa alianza por la libertad de los americanos, pero también de un modo literal. Aun si ese milagro ocurriera, la caída por agotamiento del régimen, hay que establecer los resguardos para que los forajidos no se sientan nunca más que cazan en un jardín de infantes.

Creo que hay demasiadas esperanzas en algún golpe palaciego, pero como están dadas las cosas, no existe garantía alguna de que aun así las cosas mejoren o que el aparato chavismo no termine jugando a un reciclaje de caras, asegurando con un golpe la continuidad del sistema.

No digo siquiera que el sistema americano y la multilateralidad tengan que ser abandonadas. Pero como tal es una cáscara vacía si además de países bandidos no hay otros dispuestos a usar la fuerza contra ellos. Nuestros países tienen ejércitos y no están de adorno. Es bastante bochornoso que hayamos estado esperando décadas a que Estados Unidos resolviera el problema del gobierno criminal de los Castro. Ese país, además de tener capturada a Venezuela, ha ensangrentado a todo el continente. En vez de eso ahora asistimos impertérritos a la legitimación que el papa ha hecho de ellos y no hubo una sola reacción indignada de una fuente oficial. Resolver Venezuela también es clausurar esa experiencia negra de la historia del continente.

Artículo de José Benegas publicado en INFOBAE.COM

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