La Revolución Cubana murió podrida
…. La obra de la Revolución, destrucción, basura, inercia, incapacidad, impunidad, robo...mentiras, prensa esclava, abusos de poder, malversación, intrigas,...
La presencia de España en el nuevo mundo, una obra civilizadora
Por: Alberto Roteta Dorado y Manuel Alejandro Saeta Quintana
Santa Cruz de Tenerife. España. El 1492 marca un antes y un...
La historia absuelve al primer presidente de Cuba
Read in English
Por Roland Armando Alum*
HAVANA TIMES – Este 10 de octubre de 2024, los cubanos de todas partes conmemoran el 156º aniversario...
Ponencia del Dr. Rafael Marrero en el Simposio Elementos de la república constitucional americana
Título: “La libertad económica en el modelo de autogobierno de la república constitucional...
La Iglesia ante el reto castro-comunista
Nota: Artículo basado en la conferencia que pronuncié en Nueva York, en julio del año 2000 bajo el título “Reflexiones sobre la Iglesia en Cuba”, a...
Armando de Armas ¡Siempre te recordaremos!
Armando de Armas: Una voz cubana
Armando de Armas siempre será recordado. Seguirá presente en nuestras páginas de Patria de Martí, donde su gran talento...
CLAUSURA DE ACTO DE INVESTIDURA DE LA AHCE
Museo Americano de la Diáspora Cubana
Miami, 27 de septiembre de 2024
Comienzo diciendo algo que no me canso de repetir una y otra vez: que un hecho...
NOTA DE PRENSA
NUEVO ACTO DE INVESTIDURA DE LA
ACADEMIA DE LA HISTORIA DE CUBA EN EL EXILIO, CORP.
El pasado 27 de septiembre tuvo lugar el más reciente Acto de Investidura de nuestra...
Operación Pedro Pan y Martí anticomunista este viernes en el Museo de la Diáspora
“Las cortesanas intelectuales del régimen castro-comunista han trabajado duro para imponer la imagen distorsionada...
¿Por qué los PROGRES están histéricos tras la decisión de Trump?
El Acuerdo de París no es vinculante. Cada país puede presentar el plan que quiera, cumplirlo o no, y no pasa nada. Pero es un símbolo de la intención de los poderes del mundo de derrochar el dinero y las energías de sus ciudadanos en prevenir un problema que no sabemos si existe. Y por tanto la decisión de Trump es importante no porque vaya a cambiar nada en la práctica, sino porque es a su vez un símbolo de que existe al menos un país importante que no está dispuesto a someter a su gente a ninguna restricción dolorosa en pos de la quimera climática.
El mundo lleva décadas reduciendo el CO2 que emite por energía generada, pero también produciendo cada vez más energía. Dependiendo del país y del momento, tiene más fuerza una u otra tendencia. En Estados Unidos, por ejemplo, gana la primera gracias al demonizado fracking, que ha hecho rentable sustituir progresivamente como fuente de energía el carbón por el gas natural, que aun siendo un combustible fósil produce menos emisiones. Incluso los acuerdos vinculantes tienen poca influencia sobre esto. Por ejemplo, esto es lo que sucedió en los países firmantes del Protocolo de Kioto:
Carta Abierta A Mons Juan, nuevo arzobispo de La Habana
Tal parece que el clero cubano ha decidido asumir la figura del crucificante y, como en tiempos de Roma, practicar crucifixiones en masa sobre su propio pueblo.
Los profetas, los salmos y nuestro Señor proclaman, Sí, continuamente la misericordia infinita de Dios, No la herejía incondicional de los misericordiosos—: la misericordia de Dios no excluye la justicia. José Raúl Vidal
Contra-prudente es la postura con que Mons. Juan, nuevo arzobispo de La Habana, se presenta ante una sociedad lastrada por las miserias de una ideología que aún la victimiza a golpes de penurias materiales y espirituales.
En entrevista a la agencia Associated Press (AP), y sin mirar a la cámara, Mons Juan resume seis décadas de dolor y muerte imbuido en las pompas de un catolicismo light bajo los efectos del síndrome de Estocolmo. Así dice el prelado:
Esperamos no haya un capitalismo ni nada por el estilo, sino que el socialismo progrese y podamos pues, valiéndonos de lo bueno que pudieran ofrecer varias partes, ir hacia adelante en una sociedad justa y equilibrada.
Obviamente a Mons Juan le molesta el capitalismo pero no la pobreza que hay en Cuba. Pues no busca en sus palabras la justicia social sino la retribución mezquina de un espacio perdido en años. Su discurso empastelado nada tiene que ver con la misión de quien debe de oler a oveja, sino con la demagogia de quien prefiere, sí, oler la oveja pero con el hocico atento del lobo.
Tan descuidado ha sido el obispo que parece haber trocado su brújula moral al ensalzar un modelo despiadado en vez de abogar por las libertades fundamentales de su pueblo, entre las que subrayo la libertad de expresión y de culto acompañadas del deseo legítimo del hombre a vivir libre de miserias y de temor.
Dice el prelado: Esperamos no haya un capitalismo ni nada por el estilo. No Mons, no hay lenguaje propio en lo que dice. Con esperamos hace usted uso de un plural desautorizado por su propio pueblo que sí espera cambios rotundos en la estructura del poder, en la economía y sobre todo en el mejoramiento del individuo. Espera que ahora usted también parece empeñase en cegar, encarcelar, y en el mejor de los casos, desterrar. No hay juicio moral en su esperamos ni mucho menos respeto a las vidas truncadas durante más de medio siglo, ni tampoco hacia los que aún viven y esperan.
Mons lo remitimos al proemio de Gaudium et spes, promulgada por el Santo Padre Pablo VI, donde se subraya que:
Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia.
(Constitution Pastoral,Gaudium et Spes, 1965)
O para ser más preciso y contextualizar su esperamos, le recordamos la Carta pastoral El amor todo lo espera, en las que un clero digno de su pueblo escribió:
Somos nosotros (los cubanos) los que tenemos que preguntarnos seriamente ¿por qué hay tantos cubanos que quieren irse y se van de su Patria? ¿Por qué renuncian algunos, dentro de su misma Patria, a su propia ciudadanía para acogerse a una ciudadanía extranjera? ¿por qué profesionales, obreros, artistas, sacerdotes, deportistas, militares, militantes o gente anónima y sencilla, aprovechan cualquier salida temporal, personal u oficial, para quedarse en el extranjero? ¿Por qué el cubano se va de su tierra siendo tradicionalmente tan casero que, durante la época colonial, no había para él castigo más penoso que la deportación, el indefinible disgusto como lo llamara Martí, quien dice también que un hombre fuera de su patria es como un árbol en el mar, y que algo hay de buque naufrago en toda casa extranjera?
(El Amor Todo lo Espera, Mensaje de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, 1993)
Mons Juan, ambos textos son más actuales que su debilidad socialistoide. De manera que no hay lenguaje propio en su esperamos. Y si bien usted no es político, hace muy bien el papel de fiscal al utilizar un vocablo tan alejado del espíritu y la esencia humana de nuestro pueblo. Un esperamos que amplía irrespetuosamente con su deseo de que no haya un capitalismo ni nada por el estilo y confundir ex profeso la Doctrina social de la iglesia con el social-ismo de estado. Su verdad, Mons Juan, no nos hace libres, sino más esclavos y menos humanos, sino más bultos y menos creyentes.
Algo más pasa tal vez. Su nombramiento como arzobispo de La Habana, más allá de cualquier apariencia exterior, define el carácter y el espíritu decididamente favorable a reciclar el socialismo dentro del clero actual de la isla. Es obvio y nos deja claro que está usted pasando por una crisis de conciencia que se debate entre su fidelidad a Dios y su lealtad al Cesar.
Y decimos más. Si usted, Mons Juan, no ha tenido el valor de estar junto a su pueblo, al menos hubiese tenido el valor de callarse y respetar a los que sí luchan por la libertad de la Patria. Pero tiene miedo, mucho miedo. Y traiciona a su pueblo cuando debía consolarlo. Y busca la gratificación del régimen cuando debía denunciarlo.
Pero hagamos un poco de historia. No olvide Mons Juan que el socialismo cerró las iglesias y deportó a cientos de sacerdotes y religiosos, encarceló y cercenó la vida de muchos hermanos que rumbo al cadalso llevaban en sus labios la frase Viva Cristo Rey. Sin embargo, en medio de esa cerrazón, el capitalismo proveyó a la iglesia cubana con dinero para reparar sus templos, con carros para que sus sacerdotes llevaran el evangelio a lugares remotos, con becas a seminaristas para estudiar en el extranjero, y a nuestro pueblo, con toneladas de medicinas a través de Cáritas. No es hasta la visita del Santo Padre Juan Pablo II que la iglesia cubana aspira una bocanada de oxígeno autorizada. Sin embargo, no importó para su pueblo lo mucho o lo poco de la dádiva de entonces, si por unos instantes se sintió libre y lleno de espíritu en las palabras de Mons Maurice aquel 28 de enero de 1998:
Deseo presentar en esta Eucaristía a todos aquellos cubanos y santiagueros que no encuentran sentido en sus vidas; que no han podido optar y desarrollar un proyecto de vida por causa de un camino de despersonalización que es fruto del paternalismo. Le presento además a un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido; la Nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas, y la cultura con una ideología. Son cubanos que, al rechazar todo de una vez sin discernir, se sienten desarraigados, rechazan lo de aquí de Cuba y sobrevaloran todo lo extranjero. Algunos consideran éstas como una de las causas más profundas del exilio interno y externo.
Mons Juan, sus palabras hieren. Ofende mucho identificarse con una ideología que azota a Damas de Blanco e ignora huelgas de hambre, que reprime a opositores y exilia a nuestros hermanos. Una ideología sorda ante el llanto de un pueblo al que aprendimos a amar desde la misma iglesia al amparo de buenos pastores de quienes pronto captamos la dimensión de los versos martianos que dicen:
No hay pena cual la de amar
A un pueblo solo y cautivo
Que vive, clavado vivo,
A lo lejos de la mar.
(E.C. II, 249)
¿En qué mente sana y sincera cabe la utopía del socialismo? El mismo Martí, a quien veneramos los cubanos, lo censura radicalmente en su carta a Fermín Valdez Domínguez en mayo de 1894, al apuntar que:
Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos que, para ir levantándose en el mundo, empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados... El caso es no comprometer la excelsa justicia por los modos equivocados o excesivos de pedirla. (O.C. 3, 168)
O lo que escribe el Apóstol unas semanas antes en Patria durante la celebración del Tercer año del Partido Revolucionario Cubano:
Otro peligro social pudiera haber en Cuba: adular, cobarde, los rencores y confusiones que en las almas heridas o menesterosas deja la colonia arrogante tras sí, y levantar un poder infame sobre el odio o desprecio de la sociedad democrática naciente a los que, en uso de su sagrada libertad, la desamen o se le opongan. A quien merme un derecho, córtesele la mano, bien sea el soberbio quien se lo merme al inculto, bien sea el inculto quien se lo merme al soberbio… (O.C. 3, 140)
Mons. seis décadas de represión e ineficacia administrativa deberían ser razón suficiente para no aullar en favor del lobo sino para saber dónde se está y de dónde se viene. No le compete a usted Mons Juan señalar el rumbo para que el socialismo progrese. Lo que ha hecho con su esperamos es provocar reacciones encontradas y sembrar división entre los feligreses que son en definitiva gente de pueblo, gente sufriente, hermanos en Cristo, nuestros hermanos.
Sus palabras no implican ni siquiera un perdón (lo cual es un acto muy personal); antes bien parecen las de un trasnochado romántico con pretensiones de teólogo libertario que todavía pretende desde el socialismo ir hacia adelante en una sociedad justa y equilibrada. Usted, que ha sufrido los desmanes del socialismo, sabe que en nuestro país no hay ni justicia, ni equilibrio, sólo injusticias y desigualdades. Y si en algo hemos sido iguales los cubanos de la isla, ha sido en la pobreza que ha carcomido el alma y la sociedad de nuestro pueblo. Podrá usted ser tolerante y perdonar desde las pompas y las comodidades en que hoy vive, pero si no puede callar como ha hecho, tenga también el valor de decirle a un padre que le dé a su hijito una piedra en lugar de pan, o a una madre que olvide al hijo tragado por las olas del mar, o consuele a la infeliz mujer a quien le encarcelan su esposo por intentar resolver la comida de su hogar.
Ciertamente, la crisis moral toca fondo en sus palabras. El socialismo que usted promueve ha hecho al cubano un ser desconocido que ha ido a refugiarse en la ilegalidad y la violencia, en la mentira y la hipocresía, en el alcoholismo y el suicidio, en el pingerismo y la prostitución.
De todo eso está usted enterado y es consiente pastoral y políticamente, y aun así no duda en practicar el doble discurso.
Ante su mirada, nuestras familias fragmentadas entre las muchas orillas de la diáspora, el alto índice de divorcios, los embarazos precoces, los abortos sin límites, los hijos sin padres, la carencia de alimentos y medicinas, la insalubridad callejera, la inseguridad ciudadana, no son indicadores de una sociedad desecha sino el punto de partida para que socialismo progrese e ir hacia adelante en una sociedad justa y equilibrada con la bendición de la iglesia que quiere también desfilar sobre la pasarela de Chanel.
No Mons., esperamos de verdad una Patria libre y sana, comprometida con las responsabilidades de una democracia legítima, sin las espuelas de la doble moral, ni el acallamiento de opiniones ni la omisión del prójimo y, sobre todo, sin un clero plagado de sacerdotes fariseos. Una Patria donde el hombre no se asfixie en su egoísmo, sino donde florezca el Homagno martiano, la justicia y la libertad.
Sepa, por si lo ha olvidado, que la riqueza de la iglesia está en el Evangelio y no en cepillo ni en las seudo concesiones del Cesar. Su misión está en la prisiones y en los hospitales, en los barrios marginales y en los hombres de a pie. Mons Juan, la iglesia tiene una misión para con su pueblo, sea para levantarse y defenderlo o para condenarse o salvarse con él.
Yo, también soy de allí, Católico. Apostólico y Cubano.
José Martí y su Anticipación a la Muerte: una Mirada a su Vida Sacrificial, por medio del Epistolario Martiano en sus Últimos Días
Como cada mayo 19, los cubanos alrededor del mundo tenemos impuesta la clara necesidad de acercar nuestro intelecto hacia uno de los hechos más trágicos en la historia Patria: la caída en combate en Dos Ríos, del Apóstol José Julián Martí y Pérez. Calificamos de trágico dicho evento, no solo en el orden individual, sino porque significó un durísimo golpe político para la naciente Revolución de 1895. Años después, cuando Cuba se estrenaría como nación independiente, con personalidad jurídica internacional, la ausencia de Martí, como hombre de amplios horizontes políticos, se hizo notar.
Sin embargo, es algo curioso el cómo llega Martí a Dos Ríos. El lugar antes mencionado, punto minúsculo de la geografía oriental, devendría en fatal Gólgota para el Apóstol. No obstante, es oportuno mencionar que la escena final de su vida no ocurrió como un episodio fortuito, fruto de un desenlace inesperado. Sino más bien, el camino andado previamente, significaba una anticipación de la muerte misma. En las propias palabras de Martí vemos como en los primeros meses de 1895, la posibilidad de no regresar con vida, era asumida en un tono vehemente por el propio Apóstol.
Es conocido que Martí fue condenado a prisión cuando apenas contaba los 16 años. En 1869 había estallado el Grito de la Damajagua y aun cuando España demoró en reaccionar, al final se dispuso a ensangrentar el suelo cubano. Aquel periodo terrible de represiones, que comenzaría en 1869, tendría en Martí a una de sus víctimas. El muchacho delgado, en su época aun de desarrollo físico y mental tuvo que sufrir los horrores del presidio, siendo llevado casi a la muerte. El mismo Martí bautizó las terribles Canteras de San Lázaro, como “cementerio de sombras vivas” (Marti, 1871).
Después de este calvario que casi pone fin de manera prematura a sus días, Martí vivió aquejado de diversas dolencias físicas. Sin dudas la más penosa y lastimosa de todas fue la huella indeleble del grillete que afectaría su región inguinal y genital. Martí fue tres veces operado en un lapsus de cuatro años. Sin embargo, el drama no termina allí. Se puede afirmar y existe constancia documental de una serie de afecciones en el corazón, los pulmones, el hígado, el estómago, que le producían mareos, desmayos, terribles dolores y fiebre de manera constante (Lopez del Amo, 2011).
Para colmo de los males, una salud resquebrajada, en una época en donde la medicina no estaba a la altura de poder competir contra gérmenes aun desconocidos por la ciencia, no era la única de las cuestiones que afectaban a Martí. Una vida errante, descuidada, que apenas daba muestras de equipararse con la del clásico hombre de familias, llevaba el designio de un final fatal. De su matrimonio con la camagüeyana Carmen Zayas Bazán, nacería el único hijo de Martí, llamado José Francisco, el que apenas es conocido de su padre. Después de 1881, en cuando ocurre el segundo destierro de Martí, su matrimonio se hace añicos, y la separación de los que amaba se hizo inevitable.
Así encadenado a su pasión de libertar a Cuba, el Apóstol comenzó a andar por su Vía Crucis, con rumbo a la Gólgota. Para 1894, a solo meses de comenzar la gesta de 1895, Martí había recorrido casi toda América Latina, los EE UU y Europa. Había gastado cuanta energía le quedaba para alentar la llama de la Revolución. Había sufrido reveses, desengaños y hasta intentos de asesinatos. En este último caso, curiosamente Martí se encontraba en Tampa, en los últimos meses del año 1892. Su labor revolucionaria se había hecho demasiado molesta para los españoles al punto de que dos sicarios de origen cubano fueron contratados para poner fin a la vida del Apóstol, el 16 de diciembre de ese año. La muerte se produciría por envenenamiento, poniéndose acido en una botella de vino, ofrecida a Martí. La misericordia de Dios, materializada en las manos amorosas del Dr. Barbarrosa y del matrimonio de Paulina y Ruperto Pedroso, en cuya casa ocurrió el intento de asesinato, impidieron que este bárbaro acto se materializara (Juventud Rebelde, 2007).
Así llega Martí a los primeros días del año 1895, con un cuerpo debilitado por las laceraciones físicas, un alma castigada por la separación familiar, pero un espíritu indomable que no cabía dentro de su corazón. La guerra está casi lista, y entre detalles y detalles, el Apóstol no pierde tiempo. Después de febrero 24, comienza una rica obra epistolar que para algunos lucen como intentos de dejar un testamento. Por ejemplo, en marzo 25 de 1895, Martí tiene una meteórica noche donde redactó sendos mensajes, empezando por el prominente Manifiesto de Montecristi, dejando espacio en la noche para escribirle a personas importantes en su vida, con un tono de despedida.
La primera de las misivas va dirigida a su madre, Doña Leonor Pérez. La última vez que se vieron fue en 1887, por lo cual Martí comienza declarando “Madre mía: Hoy, 25 de marzo, en vísperas de un largo viaje, estoy pensando en Vd.” (Fernandez, 2015). Nótese en todo momento el intento de dejar claro para la posteridad que Martí tenía presente a la autora de sus días aun en los momentos más arduos y difíciles. Pero además de eso, declara Martí que se encuentra en “vísperas de un largo viaje”. La distancia entre Montecristi y las costas orientales de Cuba no es tan larga como para enfatizar la magnitud de la trayectoria. ¿Se trataría acaso de una manera de decirle a su madre que no volvería jamás, puesto que su viaje lo llevaba a lo desconocido?
Sin perder un ápice de tiempo, escribe el Apóstol otras dos cartas ese día. Una de ellas es dirigida a María Mantilla, su amada hija espiritual. La carta comienza diciendo: “Salgo de pronto a un largo viaje, sin pluma ni tinta, ni modo de escribir en mucho tiempo” (Fernandez, 2015). Nuevamente la idea del largo viaje, pareciéndose a un camino que lo separaría de los suyos. Se hace énfasis en la palabra “pronto”, o sea el asunto era inminente, o, mejor dicho, podía suceder en cualquier momento. Aquí Martí, quizás animado por enviarle esta carta a alguien más joven y por ende menos propenso a sufrir con la pre noticia del futuro martirio, da unos detalles más, dejando por lo claro, que sería la última carta, al menos por un determinado tiempo. Ya no se trata solo de una separación en la distancia, sino también en la dimensión del tiempo.
Por último, ese mismo día escribe otra carta a su amigo el patriota dominicano Federico Henríquez y Carvajal. Expresando, las que quizás puedan ser las palabras de su vaticinio final, afirmó: “Yo evoqué la guerra: mi responsabilidad comienza con ella, en vez de acabar. Para mí la patria no será nunca triunfo, sino agonía y deber. Ya arde la sangre” (Fernandez, 2015). En su convicción patriótica, el anhelo del descanso no era posible mientras estuviese vivo. No había lugar para el relajamiento o el discurso positivista, sino para una idea de sacrificio continuo y sin cuartel. Más adelante deja claro cuáles son sus inclinaciones futuras: “Pero mi único deseo sería pegarme allí, al último tronco, al último peleador: morir callado. Para mí, ya es hora” (Fernandez, 2015).
La gran pregunta que se debió haber hecho Henríquez Carvajal, sería la misma que nos hacemos en la actualidad. ¿Es hora para qué? ¿Acaso para morir? De ser así, podemos afirmar que ya para marzo 25 de 1895, Martí caminaba por la ciertísima claridad de que sus días terrenales estaban contados. Pero aún no dispuesto a que toda su obra literaria corriera una suerte similar a la suya, procuró con suma diligencia cuidar de las mismas. Martí comprendía la importancia de su legado histórico y la riqueza de su creación artística y por tales motivos no estaba dispuesto a que las mismas se perdieran, así que encargaría a hombres de probada fidelidad y amor a las mismas cosas que amaba Martí, el cuidado de su legado patriótico literario. No en vano escogería a los jóvenes patriotas Gonzalo de Quesada y Aróstegui y a Benjamín Guerra para ser los custodios de la compilación de la magna obra martiana.
A ambos les escribe en abril 1ro, de 1895, estando aun en Montecristi. Es de destacar que tanto Quesada como Guerra estaban trabajando en la dirección del Partido Revolucionario Cubano, como secretario y tesorero respectivamente (Ecured, 2017). De forma minuciosa, Martí les encarga como debe ser la organización de la documentación. Les da instrucciones precisas de cómo ordenar los tomos, de acuerdo a las temáticas. Así que los tomos I y II serían obras norteamericanas; el tomo III Hispanoamericanas; el tomo IV Escenas Norteamericanas; el V Libros de las Américas y el VI para Letras, Educación y Pintura (Marti B, 1895). No podía permitirse el Apóstol dejar sin buen cuidado este maravilloso testamento cultural.
Pero ese mismo día, el Apóstol guardó un poco de tiempo para escribir otra carta, quizás la más corta de su epistolario, dirigida a su amado hijo. José Francisco Zayas Bazán. El joven había tenido un muy corto contacto con su padre, por lo cual la relación paterno filial entre ambos se había mantenido en la distancia. Para José Martí su hijo vino a significar una fuente de inspiración para escribir su colosal obra poética: “El Ismaelillo”. Al mismo tiempo el poemario servía para unirse espiritualmente a su unigénito. Al decir en el primer verso “Hijo: Espantado de todo me refugio en ti” (Marti C, 1882), demostraba que pensando en su hijo encontraba reposo su alma, de tanta turbulencia política.
Al pasar los años y hacerse más grande la distancia entre ambos, el amor de Martí por José Francisco creció, siendo víctima también del temor de quedar en el olvido para quien fuera una vez su pequeño Ismael. Por tal motivo, los temores de no volverle a ver nunca más helaban su corazón y por eso le increpa en la carta, de la siguiente manera “salgo sin ti, cuando debieras estar a mi lado” (Marti D, 1895). Nótese que, a diferencia de otros receptores de sus misivas, en este caso, Martí deseaba más que nunca la presencia y compañía de su amado hijo.
En un giro dramático, y ante la inminente adversidad, que sellaba los destinos de ambos, ya condenados a la separación definitiva, solo el Apóstol atina a declarar: “Al salir, pienso en ti. Si desaparezco en el camino, recibirás con esta carta la leontina que usó en vida tu padre. Adios. Sé justo” (Marti D, 1895). En otras palabras, Martí no temía a la muerte, sino a que esta le sorprendiera tan lejos de su caballero. Es una despedida que lleva tintes de ser para siempre. Es simplemente el testamento familiar más compacto. El Hombre de la Edad de Oro, de los Versos Sencillos, el mismo que fundaría el Partido Revolucionario Cubano y que tantos recursos había administrado no tiene nada que dejarle a su heredero, sino una simple leontina. Pero en la simpleza de este acto, Martí estaba diciéndole a su hijo: todo lo que tengo te pertenece.
No sabríamos cual fue el efecto de Martí después de haber enviado esta pequeñísima misiva. Quizás esperaba levantar en su hijo la misma pasión que brotaba por sus poros de ver una Cuba libre. Quizás temía que su único heredero hubiese abrazado el mismo espíritu autonomista y conformista que una vez abrazara su abuelo materno. En el peor de los casos, quizás temiera que José Francisco tomara el lado del enemigo, luchando en contra de los suyos. Por su parte, José Francisco, una vez enterado de la muerte de su padre, le envía una carta al buen amigo Gonzalo de Quesada, donde le deja claro: “Soy hijo y todo lo suyo me es sagrado” (Atienzar, 2013). Y, de hecho, cumpliría con el requerimiento de su padre, al enrolarse en la Guerra del ’95 y pelear por la libertad de su Patria.
Una vez cumplidos todos los compromisos testamentarios, por medio de una pletórica actividad epistolar, José Martí se embarca hacia Cuba, llegando a la Isla el 11 de abril de 1895, por un minúsculo punto en la geografía oriental, las Playitas de Cajobabo (Ciudad de Guantanamo, 2017). Desde allí comienza el periplo por las serranías orientales hasta que llega al campamento de Dos Ríos, donde el 18 de mayo de 1895, escribe su carta inconclusa a su amigo Manuel Mercado. De manera sencilla, pero con palabras enrojecidas al fuego, Martí explica que se encuentra casi gozoso al “estar todos los días en peligro de dar su vida por su país y por su deber” (Lopez, 2017).
La carta a Manuel Mercado es un documento excepcional sin dudas. Muchas horas de estudios requerirían poder comprender el alcance extraordinario de los análisis del Apóstol que no está dispuesto que se desvanezcan con su adiós definitivo. En primer lugar, señala el peligro de una intervención constante de los EE UU en los asuntos latinoamericanos. Una voz señalaba el futuro del subcontinente, al decir Martí que su obra trataba “de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América” (Marti J. , 1895). Sin duda una gran visión que a mi juicio ha sido muy malinterpretada.
Martí no intenta dejar constancia de su rechazo a los EE UU como nación en ascenso. El había salido de ese país y se había beneficiado muchísimo de las ventajas que como nación en franco proceso de industrialización comenzaba a fecundar. En ningún momento habla de la necesidad de minimizar o detener a los EE UU, sino más bien que las tierras americanas no siguieran el derrotero hasta convertirse en una zona de influencia norteamericana. Cuba, después de lograda su independencia, establecería un gobierno que a juicio de Martí debía respetar las reglas básicas de civismo y desarrollo. Lo cual, a la larga, serviría como ejemplo para el resto de los países latinoamericanos que ya desde esas fechas se desangraban en medio de guerras civiles, guerras entre las mismas naciones, golpes de estados, latifundio, entre otros males que las convertían en presas para el neocoloniaje de los EE UU, pero en realidad de cualquier potencia.
Volviendo a Martí, en Dos Ríos, ya para él era casi evidente que el sacrificio estaba a punto de terminar, para que su alma buscase el reposo eterno. En el combate llevado a cabo al día siguiente, sale el hombre de la Edad de Oro, cabalgando su corcel, para encontrarse con la Muerte. Quizás en cualquier otro mortal, un encuentro así, habría significado pavor. Pero para él, el poeta de los Versos Sencillos, solo iba a ser la confirmación de caer como bueno, de cara al Sol; de morir sin Patria, pero sin amo; como hijo de un pueblo esclavo, que vive, calla y muere; como un hombre sincero, tendría la oportunidad antes de morir, de echar sus versos del alma.
Cada mayo 19 es un encuentro obligado con la dignidad, rememorar la vida de quien pusiera en tan alta estima la historia de Cuba. De aquel hombre cuya existencia no significó otra cosa que un anticipo del encuentro con lo desconocido, viviendo una vida de entrega y pasión para ello. El camino hacia lo inevitable, asumido con gran estoicismo, le hizo dejar un legado epistolar, donde en gran medida, parecía que se despedía de los suyos. Al decir en cierto modo, que desafiaba a la muerte, al negar que fuera si acaso cierta, si estando en vida, se había procedido bien a cumplir con la obra asignada por Dios para cada ser humano. Y sin lugar a dudas, nuestro José Martí, cumplió.
Lic. Ignacio L. Prieto Universidad Metropolitana El autor es graduado de Licenciatura en Estudios Sociales, con una concentración en Justicia Criminal.
La Constitución de 1901, y la Enmienda Platt fueron las instituciones que formaron el marco legal con que nace la República de Cuba en 1902, y las que preservarían el sistema económico que pudiéramos llamar capitalista, o de libre mercado en nuestro país.
El año 1925, es crucial en la historia económica republicana pues fué el año en que empieza a morir el capitalismo empresarial, y comienza una etapa donde el Estado cubano va interviniendo cada vez más dentro de la dirección económica del país a través de leyes, regulaciones, controles, establecimiento de cártels, subsidios, manipulación monetaria etc, que van estrangulando la libertad económica
Entre 1902 y 1925 se desarrolló la gran economía azucarera de Cuba; de una zafra de apenas 850 mil toneladas largas en 1902 a una zafra de 5 millones 189 mil toneladas largas. La industria azucarera cubana creció a una asombrosa tasa anual del 23.2%
Esto fué posible debido a una inversión extranjera y nacional de casi mil millones de dolares, y el aporte laboral de más de 200 mil inmigrantes.
Además de la existencia del mercado norteamericano, que le había garantizado el Tratado de Reciprocidad Comercial de 1903. En 1903 Cuba abastecía el 17% del consumo de azúcar de los EEUU, y en 1925, el 56% lo cual significaba una exportación de unos 3 millones de toneladas.
En el año 1925, la estructura economica de Cuba era practicamente lo opuesto del modelo que Martí había proyectado para la “Cuba con todos y para el bien de todos”
La producción de azúcar constituía el 42% del ingreso nacional, y el 84% de la exportaciones, representaba casi el 50% de todo el capital neto acumulado, controlaba más del 26% de todo el territorio de Cuba, y durante aproximadamente una cuarta parte del año ocupaba algo más del 32% de toda la fuerza laboral del país, o sea que más del 50% del total de la población del país dependía directamente de la producción de azúcar.
Entre 1921 y 1924, el 67.2% de las importaciones provinieron de los EEUU y el 82.6% de las exportaciones fueron hacia EEUU.
El 46% del consumo total del país eran importaciones, de haber sido solamente un 35% en 1903.
A partir de estas cifras podemos decir que al concluír el primer cuarto del siglo XX, Cuba era un país que dependía casi absolutamente de un solo producto de exportación, que cada vez importaba más de lo que consumía, que dependía de prácticamente un solo mercado; el norteamericano, y que la mitad del capital neto acumulado en el país le correspondia a empresas o individuos extranjeros.
Además Cuba dependía políticamente de los EEUU por medio de la Enmienda Platt que la convertía en un protectorado.
Sin embargo, si miramos la otra cara de la moneda, tenemos que el percápita del cubano entre 1903 y 1925 había crecido en un 96.4%, o sea a una tasa de crecimiento anual del 4.1%, que convertía a Cuba en el país con una mayor tasa de crecimiento del percápita en la zona tropical del mundo.
Pero este modelo económico era frágil, y conllevaba grandes peligros. Ya la depresión de 1920-1921 había hecho sonar las alarmas.
Las palabras de un Jose Martí casi olvidado volvían a tener vigencia:
“Comete suicidio un pueblo el día en que fíe su subsistencia a un solo fruto”
Iba creciendo entre algunos sectores del país la percepción de que Cuba podía estar caminando directamente hacia una catástrofe. Así pensaba la oposición política, el empresariado industrial, las clases medias profesionales etc
A favor del statu quo, se encontraban la clase política gobernante, los intereses extranjeros, un sector de los hacendados cubanos, así como los comerciantes importadores/exportadores (en su mayoría españoles), que formaban la élite del país y que en general se alineaban políticamente dentro del Partido Conservador encabezado por el general Mario García Menocal
Era necesario diversificar la economía, y diversificar los mercados, y paralelamente se abría paso un sentimiento nacionalista que consideraba que esto era imposible mientras estuviera vigente la Enmienda Platt.
En 1926, en una conferencia pronunciada en el Club Rotario de La Habana, el ingeniero Jose Comallonga Mena exponía sus planes de diversificación económica de Cuba, y el peligro que representaba la dependencia que tenía nuestra nación de la producción de azúcar. En esta conferencia el pronunció unas palabras que fueron premonitorias “Sea cual sea el porvenir del azúcar, Cuba no puede depender únicamente de ella. O la República derriba a la caña, o la caña derriba a la República”
El análisis más importante que se hizo en aquella época de la situación económica de Cuba, fué el famoso estudio del historiador Ramiro Guerra publicado en 1927; “Azúcar y población en las Antillas” donde analizaba las causas de la estructura económica del país, y las consecuenias que aquello podría acarrear en un futuro muy próximo como un peligro para la misma nacionalidad cubana; la principal y casi única industria del país en manos de extranjeros, y trabajada por extranjeros, con poquísimo beneficio para Cuba.
En 1925 llega a la presidencia de Cuba el general Gerardo Machado por el Partido Liberal, con un programa reformista que tenía como objetivo la protección y promoción de la industria nacional, la diversificación de la economía, y un amplio programa de gasto público para crear empleo y apoyar el crecimiento económico y la expansión de la producción, así como tomar medidas para proteger a la industria azucarera nacional. También Machado aparecía en una pose nacionalista, como opuesto a la Enmienda Platt.
El programa del Partido Liberal anunciaba ya una masiva intervención del Estado en la economía.
En 1926 fue aprobada la Ley Verdeja que restringía la zafra azucarera en un 10% respect a la de 1925 protegiendo a los hacendados cubanos de la ruina inminente. Además prohibía la construcción de nuevos centrales, y creaba un sistema de cuotas para cada central.
En 1927 se aprobó un arancel proteccionista para promover la industria y la agricultura nacionales, y en 1926, se fueron concertando una serie de empréstitos con el Chase Manhattan Bank por la cantidad de 120 millones de pesos para financiar el Plan de Obras Públicas, cuyo resultado más útil fué la Carretera Central, y el más vistoso, el Capitolio Nacional.
En el año 1928, Machado,con la anuencia de los partidos políticos (Liberal, Conservador, y Popular), y la aprobación tácita del gobierno americano, modifica la Constitución de 1901, en lo que se llamó la “Prórroga de Poderes” e innauguró un gobierno abiertamente dictatorial.
El plan reformista de Machado resultó un fracaso, la restricción unilatelar no impidió la caída de los precios del azúcar, y sí provocó un enorme desempleo en los campos. El arancel proteccionista, favoreció a un grupo de empresarios bien conectados políticamente, y ayudó a promover actividades económicas que resultaron no ser sostenibles. El Plan de Obras Públicas no fué dirigido a actividades reproductivas, por lo que no promovió empleo permanente, y endeudo a la República
La depresión económica en los EEUU que comenzó en 1929 (La Gran Depresión), y el arancel proteccionista conocido como la Hawley-Smoot Act repercutieron en Cuba de manera desvastadora.
En 1933, la zafra fué un 61% inferior a la de 1929; más del 33% de la fuerza laboral estaba desempleada. El percápita había caído en un 48% con respecto a 1925; sobre las ciudades se había volcado una marea de miseria proveniente de los campos en busca de ocupación que no existía.
El país se encontraba en medio del caos económico y político de la Revolución de 1933 que amenazaba con convertirse en una revolución social de grandes proporciones.
El marco institucional de la República finalmente comenzó a colapsar entre agosto y septiembre de 1933.
El 4 de septiembre un grupo de sargentos encabezados por Fulgencio Batista y apoyados por el Directorio Estudiantil Unversitario (DEU), dán un golpe de estado que comienza en el campamento de Columbia. Ese día nacía una nueva Cuba.
Una Cuba donde la intervención del gobierno en la economía se vá ampliando, y el capitalismo empresarial y el libre mercado van perdiendo espacio
La Segunda Guerra Mundial permitió la reactualización de la industria azucarera la cual fué pasando a manos de cubanos; en 1938, el 68.4% de los centrales en Cuba eran propiedad de extranjeros y el 31.6% de cubanos. En 1950, los cubanos eran propietarios del 62.1% de los centrales. También surgió una nueva banca comercial nacional que impulsaría la creación del Banco Nacional de Cuba como establecía la Constitución de 1940 en su artículo 280. En 1939, el 83.2% de los dspósitos se encontraban en los bancos extranjeros, y en 1950 esta cifra había descendido a solamente el 54.5% (En 1958 fué el 38.9%). Dos grandes metas del nacionalismo cubano se hacían realidad durante este período de 1941-1950, pero el beneficio directo fue solo para la élite político-económica nacional.
Las políticas redistribucionistas del gobierno desde 1933, y la expansión monetaria de los años de la guerra habían dado lugar a la formación de una nueva clase media urbana, y a nuevas fortunas especialmente dentro de la clase política, a costa de un creciente desempleo que se volvía crónico, y una situación muy precaria en las zonas rurales que fué analizada y descrita vívidamente en el libro “Cuba rural” del sociologo norteamericano Lowry Nelson profesor de la Universidad de Minesota publicado en 1950.
A finales de la década de 1940, existía entre los economistas cubanos y extranjeros que habían analizado la situación de Cuba, un consenso de que la industria azucarera ya había dejado de ser el motor de crecimiento del país, y que la población estaba creciendo más rapido que el ingreso nacional, lo cual estaba dando lugar a que el percápita disminuyera a niveles que podían llevar a tensiones sociales graves como advirtió la Misión del Banco Mundial en su estudio sobre Cuba publicado en 1951.
En aquellos años se incorporaban unos 45 mil jovenes al mercado laboral anualmente, y el desempleo se estimaba que oscilaba entre un 9% en el momento culminante de la zafra, (Enero-abril) y un 20% en el tiempo muerto (Mayo-noviembre)
El economista Julian Alienes estimaba un desempleo permanente en Cuba en 1950 de casi 440 mil jornadas/año, por tanto para ir disminuyendo el desempleo se consideraba que era necesario crear puestos de trabajo a una tasa anual no menor de 60 mil durante un mínimo de diez años, cosa que parecía imposible que lo lograra el libre mercado, y que solo la intervención del gobierno lo lograría a través de un plan bien estructurado.
Estos economistas planificadores tales como Julian Alienes, Gustavo Gutierrez, Felipe Pazos etc consideraban que en Cuba había suficiente cantidad de capital ahorrado en los bancos, que por diversas razones se encontraba en gran medida inmobilizados, y que con la creación de instituciones crediticias gubernamentales, se podría mobilizar todo ese capital ofreciendo crédito barato y crear una nueva economía que absorbiera el desempleo y pusiera al país de nuevo en la vía del crecimiento.
Estas instituciones serían el Banco Nacional de Cuba, y el BANFAIC (Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba) que comenzaron a funcionar en 1950, luego de haberse propuesto desde 1921, y estar contemplado en el artículo 280 de la Constitucion de 1940. El BANFAIC otorgaría préstamos a bajo interes y largo plazo dirigidos a actividades agrícolas e industriales no tradicionales, con el objetivo de promover una nueva economía diversificada.
Terminaba la época de la expansión monetaria que había comenzado en 1934 y comenzaba la época de la expansión crediticia en 1950.
El gobierno pretendía soslayar a través de la expansión del crédito los problemas graves que existían en las relaciones obrero-patronales, y el gravísimo problema rural que causaba el latifundio azucarero-ganadero que se mantenía intacto y evitaba abordar un reforma agraria.
El 10 de marzo de 1952 tras un golpe de estado llega una vez más al poder en Cuba Fulgencio Batista.
Comienza el período en que se ponen en marcha planes de diversificación económica con el objetivo de terminar con la dependencia de Cuba respecto a la industria azucarera e industrializar al país por medio de la sustitución de importaciones que era el modelo de desarrollo preconizado por la Comisión Económica para America Latina de las Naciones Unidas (CEPAL).
Para lograr el plan económico de Batista, se crearon más instituciones bancarias que emitían bonos los cuales eran comprados por la banca comercial y el BNC, estas instituciones a su vez otorgaban créditos de forma selectiva para crear lo que denominaban los planificadores de Batista; Gustavo Gutierrez y Joaquín Martinez Saenz, una nueva economía.
Estas instituciones fueron la Financiera Nacional de Cuba, el Fondo de Hipotecas Aseguradas (FHA), y el BANDES (Banco de Desarrollo Económico y Social) además de que se ampliaron las operaciones del BANFAIC.
Entre 1952 y 1958 se concedieron créditos públicos por valor de 1,256 millones de pesos de los cuales el 28.1% fué para actividades industriales, el 8.4% para la agricultura, y el 59.6% para servicios públicos.
La banca comercial expandió su crédito entre 1952 y 1958 en 157 millones de pesos, dirigidos a las diferentes actividades económicas, sobre todo préstamos tradicionales, a intereses más elevados que la banca oficial,y la inversión extranjera totalizó casi 340 millones de dolares dirigidos fundamentalmente a la minería y la refinación de petroleo, utilidades públicas, así como a la industria turística.
Una inversión total de más de 1,750 millones de pesos entre 1952 y 1958.
El propósito de la política económica de los gobiernos cubanos desde fines de la década de 1940 era
1-Disminución del desempleo
2-Terminación de la dependencia con respecto al azúcar, y diversificar la economía
3- Industrializar al país a través de la sustitución de importaciones
4- Crecimiento del percápita real.
Que se logró después de una inversión tan masiva?
Ningún país de America Latina tuvo un programa de inversiones percápita tan grande como Cuba.
El gobierno de Batista recaudó un 16.7% del ingreso nacional, y contrajo préstamos con la banca comercial y el BNC por valor de 1,123.4 millones de pesos, por lo que la suma de los recursos con que contó fué casi un 25% de todo el ingreso nacional entre 1952 y 1958.
El gobierno cubano había asumido en gran parte el control de la economía del país
Programa económico
1- Disminución de la tasa de desempleo
En el año 1950, el profesor Julian Alienes, director del Dpto de Estadísticas del Banco Nacional de Cuba, estimó el desempleo permanente en un 24.6%, con aproximadamente 443 mil jornadas/año perdidas.
En 1957, el survey realizado por la Junta Nacional de Economía que dirigía Gustavo Gutierrez estimó que el desempleo permanente se mantenía en un 23.4% con 515 mil jornadas/año desperdiciadas.
Entre 1953, y 1957, la fuerza laboral en Cuba se incrementó a una media anual de unos 48 mil personas, y se estima se crearon entre 1953 y 1957 solamente 45 mil 300 nuevos empleos anuales.
El desempleo que se había convertido en crónico, estaba dando lugar a un aumento de la emigración de cubanos hacia EEUU principalmente; entre 1945 y 1957 emigraron con residencia permanente a los EEUU, 66.3 miles de cubanos, de ellos entre 1955 y 1957, fueron 37.6 miles.
2- Terminación de la dependencia con respecto al azúcar
En 1925, las exportaciones de azúcar fueron el 42% del ingreso nacional. En 1950, el 33.8% y en 1958 el 26.9%, sin embargo, ningún bien o servicio compensó la caída relativa de las exportaciones de azúcar. Cuba simplemente estaba exportando menos, e importando más.
3- Industrializar al país a través de la sustitución de importaciones.
En 1948, la produccion industrial no azucarera constituía el 17% del ingreso nacional, y en 1956 era el 25.4% con un crecimiento absoluto de un 106.6%.
Sin embargo, esto no significó una sustitución de importaciones sino un cambio en la estructura de las importaciones. En el año 1948, las importaciones representaron el 32.% del ingreso nacional mientras que en 1958 fueron el 35.2%
4- El crecimiento del percápita real del cubano.
En 1950 el percápita real fué de 134.24 pesos, y en 1958 de 133.43 pesos, o sea se registra una disminución.
El poder de compra del peso cubano en 1950, teniendo como año base 1937, fué de 43.7 centavos, lo cual quiere decir que lo que se compraba con un peso en 1937, en 1950 se necesitaban 2.28 pesos, y en 1958 se necesitaban 2.54 pesos. Aunque no se registra un aumento en el índice de precios de los alimentos, sí se estaba sintiendo una presión inflacionaria en 1957-58.
Resultados macroeconómicos
Entre 1950 y 1958, con excepción del año 1953, todas las balanzas de pagos fueron deficitarias, acumulándose un déficit de 1,135.7 millones de dolares.
De una existencia de 568.3 millones de dolares en activos internacionales que repaldaban el 100% de todos los activos nacionales sujetos a reserva en 1950, en 1958 habían quedado reducidos a 84 millones de dolares respaldando solamente el 11.5% de los activos nacionales.
El déficit persistente en las balanzas de pagos estaba debilitando seriamente la posición internacional del peso cubano.
El peso y el dolar tenían una cotización oficial de uno a uno, pero en la realidad, el peso cubano se encontraba sobrevalorado en 1958 en un 25.5%, en tanto en 1950 estaba sobrevalorado en un 53.6%, lo que indica una politica monetaria conservadora del BNC.
Esta situación encarecía las exportaciones de Cuba, y abarataba sus importaciones, colocando al país en una situación comercial poco competitiva al deteriorar los términos de intercambio.
La expansión crediticia dió lugar a un acelerado proceso de intensificación del consumo y disminución del ahorro. En 1950, el consumo privado fué el 78.8% del ingreso nacional, y en 1958 el 82%, lo que indica que se estaba invirtiendo sin que existiera un ahorro real.
Entre 1950 y 1958, la inversión privada constituyó el 7.2% del ingreso nacional, cuando se considera que la tasa de inversión de un país, para lograr un crecimiento sostenido real, debe ser superior al 10% del ingreso nacional. De esta inversión, el 48% fue inversión residencial.
El enorme nivel de consumo después de la Segunda Guerra Mundial, y la formación de una extensa clase media, se evidencia a traves de varios datos que muestran un estandard de vida entre los más modernos de las repúblicas latinoamericanas:
a)- Un automobil particular por cada 40 habitantes; 3er lugar en America Latina
b)- Un teléfono por cada 38 habitantes. 4to lugar en America Latina
c)- Un radio por cada 6.5 habitantes. 3er lugar en America Latina
d)- Un televisor por cada 25 habitantes. 1er lugar en America Latina
e)- Un refrigerador por cada 18 habitantes. 2ndo lugar en America Latina
f)- 58 periódicos diarios y 126 revistas semanales. 2ndo lugar en America Latina
g)- Un médico por cada 980 habitantes. 3er lugar en America Latina
Conclusión
La inversión estaba llegando a su límite, el crédito no se podía expandir más,no había ahorro real en los bancos, se hacía necesaria una devaluación de la moneda cubana. La deuda pública en 1952 era un 19.9% del ingreso nacional de ese año, y en 1958 alcanzaba el 56.1% del ingreso nacional.
Para continuar en los años siguientes por esta misma vía hubiera sido necesario un préstamo masivo del FMI , o un empréstito norteamericano, ya que la inversion directa norteamericana no estaba muy interesada en Cuba en aquellos momentos a no ser en el turismo, y Cuba no podia incrementar a corto plazo sus exportaciones.
Desde el punto de vista social, la participación de los ingresos empresariales respecto al ingreso nacional, creció entre 1950 y 1958 en un 8.4%, en tanto el ingreso nacional solo lo hizo en un 4.6%. esto indica que hubo una redistribución del ingreso a favor de las clase medias y altas urbanas, y también a favor de La Habana, y en menor medida de las ciudades del interior en detrimento de las zonas rurales.
El capitalismo en 1959 entraba en su fase terminal en medio de una economia completamente desbalanceada, arrastrando consigo fatalmente a una gran República.