- Emilio J. Sánchez
El grano de maíz: historia de un aforismo
Una carta de 1893 refleja un momento de las relaciones con Antonio Maceo, la admiración por las culturas precolombinas y dos de las influencias filosóficas que marcaron al Apóstol.
No resulta extraño encontrar frases que han sido atribuidas incorrectamente a José Martí. Así, pululan libros, artículos y textos en la web que multiplican el error ad nauseam. Acaso la que se lleva las palmas sea la de “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”. Hay en ella dos errores: uno, menor, de forma; y otro, más serio, de contenido. A ello se suma el desconocimiento del contexto en que fue concebida y, acaso lo esencial, su significación.
El aforismo, en su expresión original, está contenido en una carta al General Antonio Maceo en diciembre de 1893 (Obras Completas. Ed. C. Sociales, La Habana, 1975. Vol. II, pp. 458-460). ¿Cuáles fueron las circunstancias?
Luego de la formación del Partido Revolucionario Cubano (PRC) en 1892, Martí se encuentra en plena labor de organización de las fuerzas para la guerra que él espera sea “generosa y breve”. Para ello contacta de manera personal o mediante correspondencia a los viejos militares mambises, de los que dependerá el éxito del plan. Y, sobre todo, espera el apoyo de los más importantes: Máximo Gómez y Antonio Maceo.
Se sabe que sus relaciones con los guerreros no eran cordiales después de la ruptura de 1884, cuando decidió retirarse del Programa Revolucionario de San Pedro Sula por considerar que este acusaba tendencias autoritarias y caudillistas. En aquella ocasión ambos generales manifestaron opiniones sumamente ofensivas.
RAMA DE OLIVO
Casi una década después, aquel ser sin rencor ya había tendido una rama de olivo.
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