- Alberto Roteta Dorado
Nada por lo que pedir perdón en el gran Día de la Hispanidad
Santa Cruz de Tenerife. España. Donald Trump, el presidente de Estados Unidos de América, eliminó el “Día de los Pueblos Indígenas”, creado por su predecesor, Joe Biden, y restauró el “Día de Cristóbal Colón”. Este acontecimiento, porque lo podemos considerar así, si se tiene en cuenta el actual contexto histórico, en el que cada vez se insiste con más fuerza y con menos fundamentos teóricos históricos que lo sustenten, en la idea de que España cometió las más grandes atrocidades de la historia desde la llegada de los primeros españoles al Nuevo Mundo.
De manera que, Trump, con la firmeza que lo caracteriza hizo justicia al restaurar el día dedicado a Cristóbal Colón, el descubridor de América, en los Estados Unidos de América. Si, porque el marino genovés es el verdadero descubridor del continente americano. Con este suceso – que cambió las concepciones de la geografía que se tenían en el siglo XV, así como el devenir de la historia universal– el reino de España y los reyes Fernando e Isabel, conocidos como los reyes católicos, se alcanza un protagonismo que se extendió por más de tres siglos y que, sin duda, no lo ha superado ningún otro imperio.
He insistido en la idea de que Colón es el verdadero descubridor, toda vez que, como sucede con tantos aspectos relacionados con la grandeza de España, se ha tratado de minimizar su papel en esta hazaña – téngase presente que América debe su nombre, no al almirante de Génova, sino al italiano Américo Vespucio, quien participó en dos viajes de exploración al Nuevo Mundo años después de la llegada de Colón–. Como es lógico, América existía antes de la llegada de los españoles, lo que no significa que el primer viaje del gran almirante no llevara implícito un descubrimiento: el descubrimiento de América. Se ha especulado sobremanera acerca de la presencia de otros pueblos, como los vikingos, mucho antes de la presencia española, algo que al parecer fue cierto. No obstante, los que precedieron a Colón y sus primeros marinos cometieron el grave error de no haber reportado su presencia y no haber descrito a modo de testimonio lo que encontraron a su llegada a estas aparentes nuevas tierras. No fue hasta el regreso de Cristóbal Colón a España, de su primer viaje, que se precisa que nuevas tierras, más allá del Atlántico, existían, hecho que alcanza su universalidad y adquiere su trascendencia a partir del hallazgo de Colón en 1492.
De modo que la grandeza de Cristóbal Colón, y de manera general, de los españoles, nadie la puede ocultar, minimizar o tergiversar, como se ha pretendido a través de los años por parte de los enemigos de España, ya sean los ingleses, devenidos en un nuevo y devastador imperio, los italianos con su “humanismo”, los vengativos holandeses, los franceses, con su “afamada” ilustración y hasta el protestantismo en su afán de negar la grandeza de la Iglesia Católica, institución muy ligada a la presencia española en el Nuevo Mundo.
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