- Vicente Morín Aguado
De las guerras tan humanas y tan inhumanas como son
Viene a mi mente Georgui K. Shukov, mariscal soviético, considerado el jefe militar que ha mandado la mayor cantidad de tropas en la historia. Enfrascado en la Toma de Berlín, le dolía que al verse obligado a pelear casa por casa, edificio por edificio, en el interior de las viviendas, un puñado de nazis fanáticos, muchas veces usando civiles como chantaje, resistían los asedios.
Lógica de estos enfrentamientos, el bando atacante, el sitiador, ha de exponer un número varias veces mayor de soldados para rendir a los pocos que están dentro. Generalmente son más altas las bajas entre los sitiadores, a la ofensiva, que entre los sitiados, escondidos defendiéndose desesperadamente.
La decisión fue dolorosa, demoler a cañonazos los edificios.
Shukov fue muy criticado ante la historia, lo mismo fueron y siguen siéndolo otros jefes militares, cito a MacArthur en Japón. Estadísticas bien consideradas indican que los muertos debido a los intensos bombardeos sobre Tokio y otras grandes urbes niponas, representaron muchas más víctimas civiles que las acaecidas en Hiroshima y Nagasaki.
El único consuelo posible de tales crueldades es que hoy Alemania y Japón son dos estados democráticos, con pleno respeto a los derechos humanos, eliminadas todas las formas legales de discriminación, a la cabeza del mundo tanto por su economía como por índices de desarrollo humano (IDH) de las Naciones Unidas.
Y por supuesto, su pueblo y sus líderes, curados de espanto, piensan en términos de progreso humano y social. La posibilidad de otro III Reich u otro Imperio del Sol Naciente quedaron en el pasado.
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