A ti, policía cómplice, ¿hasta cuándo harás de traidor?

a ti policia complice hasta cuando haras de traidorA ti, policía cómplice, ¿hasta cuándo harás de traidor?

Todos los días, al sumergirme en los vericuetos de la vida política de mi país, veo las tristísimas historias de la policía cubana erosionando la dignidad nacional. Sus abusos, sus atropellos, su falta de humanidad, la carencia de un espíritu humanista, su crueldad y el gozo de ver el sufrimiento de un pueblo desvalido, sabiendo que cuentan con el respaldo de un régimen cuya ideología corroe todo. Lo pudre todo .

A ti me dirijo, policía cubano,
tú que has cambiado el deber de proteger por la orden de reprimir,
tú que miras con odio al pueblo que alguna vez fuiste.
¿No te pesa el uniforme cuando lo manchas con la violencia?
¿No te queman las manos al empuñar la porra con la que golpeas a tu hermano?

No eres un héroe, aunque te lo prometieron.
No eres un servidor público, aunque te lo repiten.
Eres un engranaje gris y servil de una maquinaria de odio,
una sombra que acecha, espía y amenaza a los indefensos.
Un traidor. 

 

Los tiranos se sostienen en hombres como tú, que venden sus servicios y sacian su sed de verdugos. Un célebre escritor sentenció: "La gente mala se asocia muy rápidamente", una triste afirmación que encierra una gran verdad. Pero recuerda también que la gente mala muchas veces tiene finales terribles.

Te pregunto:
¿Acaso no recuerdas tus orígenes?
Vienes del mismo barrio donde los niños corren descalzos,
del mismo suelo que hoy pisas con botas que aplastan sueños.
Has permitido que te conviertan en un perro de presa,
ladrando órdenes sin cuestionar a quién muerdes,
porque quien te manda, te usa.

¿Es el miedo lo que te obliga? ¿El pequeño privilegio que te han dado?
El plato de comida que te lanzan como a un esclavo servil,
mientras tu pueblo —el tuyo— hurga en la basura para sobrevivir.

Mírate bien, policía cubano: ¿no te avergüenzas?
El espejo te devuelve un rostro manchado de cinismo.
No eres el dueño de nada.
No eres más fuerte que la madre a la que arrancas a su hijo,
ni más digno que el anciano al que humillas en una cola.
Tu poder es prestado y, tarde o temprano,
te lo arrebatarán los mismos que hoy te dan órdenes.

¿Sabes lo que duele más?
Que tu traición se clava como una daga en la espalda de tu propio país.
Porque cuando la historia te juzgue —y te juzgará algún día, no lo dudes—
tu nombre quedará escrito junto a los cobardes,
aquellos que eligieron reprimir para salvarse a sí mismos
y no entendieron que, así, lo perdieron todo.

Te pregunto una última vez, policía cubano:
¿Hasta cuándo harás de traidor?
¿Hasta cuándo serás cómplice del hambre, del miedo y de las lágrimas?
Despierta, todavía puedes romper las cadenas.
Todavía puedes devolverle honor a tu nombre.

Pero no por mucho tiempo. La paciencia de los pueblos no es eterna.
Y el día que las voces que hoy callas se transformen en un rugido,
tendrás que enfrentar la mirada de los que reprimiste
y, quizás, la de tu propia conciencia.

¿Es esto lo que quieres ser?
Piensa. Elige. Aún estás a tiempo.
¡Las tiranías nunca son eternas!

Jorge Luis LeonAutor: Jorge Luis León. Graduado de Lic. en Historia y Ciencias Sociales en el Instituto Superior pedagógico Enrique Jose Varona, es ensayista y escritor y autor de varias publicaciones en Periódico Cubano, 14Ymedio y ahora en Patria de Martí. Trabajó como profesor de historia en nivel medio-superior por 30 años. Al romper sus relaciones, con el Ministerio de Educación fue a dirigir una Academia de Ajedrez en Guanabacoa, donde residía, participó en múltiples torneos y escribió su libro Breviario Ajedrecístico, publicado en Cuba en el 2002.  En 2002 viajó a Estados Unidos, fundó una Academia... dio clases en varias escuelas hasta que se trasladó a Houston donde reside actualmente. Ahora estoy jubilado.

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