La doble fatiga

La doble fatigaLa doble fatiga

Las últimas protestas en Cuba del 17M mostraron que desde el 11J existe una grieta una especie de un doble cansancio de los oprimidos  y de los opresores. Los primeros (gran mayoría) hastiados de sufrir toda clase de calamidades y carencias mediante una proletarización forzada desde hace más de seis décadas, han llegado al punto de comenzar a quebrar las barreras psicológicas  de miedo construidas eficazmente por la Dictadura Comunista. Al otro lado de esta confrontación,  tenemos a los opresores aferrados y en franca negación de que ya perdieron el control; el régimen está en un punto de  fatiga y desmembramiento,  disimulada en un circo de arengas trasnochadas y discursos pusilánime que no convencen ni apacigua a una masa caótica y hambreada.

Ante la aterrada emergencia  de la gerontocracia  y sus menguados acólitos, aparecieron las esperadas soluciones cosméticas, demostrando lo limitado y débil que se encuentra el régimen con reservas nulas y un rango de maniobrabilidad escasas ante estos retos. Esta vez la rigidez y las circunstancias no les han permitido utilizar la pandemia para restringir la movilidad… ni se han decidido hasta la fecha a iniciar juicios sumarios en contra de los manifestantes. En adición ellos tenían su esperanza que los centenares de miles de personas forzadas a emigrar en los últimos años contribuirían a mejorar el control. La realidad le ha jugado una mala pasada que los ha dejado algo descolocado.

Por otro lado el exilio ha respondido de manera entendible, con todo un abanico de especulaciones y sugerencias típicas de los que estamos viendo los toros desde las gradas. Todos quisiéramos que el país sea libre, democrático y funcional lo antes posible a pesar de que los métodos para lograr este fin, encuentran dificultades en encontrar un acuerdo común. Los tiempos de deconstrucción y degradación de un sistema totalitario dependen de la efectividad de los factores que frenan o restringe la retroalimentación  del mismo. La pérdida de confianza actual de los ciudadanos en sus dirigentes comunistas  debe de ser reforzada  y sustituida con la emergencia  de un liderazgo o acuerdo que sea capaz  de guiar o normalizar las masas con apego  constitucional  después del inevitable caos que sistemas dictatoriales terminan generando.

Descalificar las protestas genuinas y evaluarlos con la premura de los que no se la están jugando considero que es algo que carece de sentido común. Los procesos y las gestas se mueven a la velocidad, la intensidad y capacidad de los verdaderos  protagonistas, los que ponen la piel… Desde afuera nuestras opiniones no pueden tener más impacto que las acciones en el terreno. Una gotera quiebra una roca y pequeñas grietas infiltra desplomando a la más colosal de las presas.

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