Martí y el exilio; el exilio como condición moral y ética

Martí y el exilio como condicion moral y éticaMartí y el exilio; el exilio como condición moral y ética

José Martí es un referente en cuanto al concepto de exilio, palabra que no necesita del adjetivo político pues la política es la esencia en la decisión de los que deciden marchar al destierro o de los que son expulsados o deportados de su país. Siempre me llamó la atención que Martí fuese deportado a España, la Metrópolis que él precisamente estaba tratando de quitárnosla de encima pues ella trataba a los criollos de inferiores y no respetaba los derechos de los cubanos. Sorpresivamente para mí fue allí donde se gradúa de abogado.

En la antigua Grecia el exilio era un castigo, la separación de la persona de la sociedad, y en la Biblia Satanás es expulsado del Reino de Dios mientras que los nativos en Norteamérica también exiliaban para separar de la tribu a los transgresores.

Las definiciones que proporcionan los académicos sobre el concepto exilio versan sobre la remoción forzada de individuos de sus casas y comunidades, pero no siempre es así, muchas personas eligen el exilio por concepto de ética y de moral. Ellos deciden exiliarse sin ser expulsados directamente, aunque desde luego presionados por las condiciones que impone el tirano. En estos casos la condición moral y ética de esas valientes personas que lo dejan todo atrás es admirable. A los exiliados cubanos la tiranía los acusa de cobardes, pero hay harta evidencia de la resistencia a la dictadura protagonizada desde el exilio por décadas, y la resistencia que aún se evidencia en esta sala –en este momento – con la presencia de todos ustedes, mis amados compatriotas que no cesan ni cejan en amar la tierra que los vio nacer, sumados a tantos otros hijos y nietos de exiliados que aman a Cuba como reflejo de la cultura que heredaron.

Martí no eligió pues el exilio, pero fue en el exilio, en esa Cuba fuera de Cuba que tanto ama nuestro anfitrión Julio Shiling, donde echó raíces en climas fríos que más le hacían ansiar el calor de la isla.

Mi primer contacto con Martí fue en el Colegio La Luz donde había un Rincón Martiano donde todos los 28 de enero entregábamos una rosa blanca y oíamos poesías y discursos. Mi escuela querida quedaba cerca de la Cantera de San Lázaro donde Martí quedó lisiado de por vida por una lesión en la ingle provocaba por la cadena y la bola de hierro que tenía que arrastrar. Yo también di dos viajes a Isla de Pinos donde pude ver la cama de Martí en esa penitenciaría donde picaba mármol. Y desde luego el colegio hacía excusiones a la casa de la Calle Paula, así que mi primer Martí es habanero y de paso de mi barrio. El Martí exiliado me tocaría más tiempo conocerlo, pero parecía vivo sentado en la Plaza Cívica y el peor día de mi vida sería el 4 de agosto de 1961 cuando despegué del Aeropuerto José Martí sin mis padres. O sea que casi todos aquí somos expertos en exilio, algo que nos ha marcado permanentemente.

Martí fue exiliado de Cuba en 1871 y no regresó hasta su muerte en 1895, o sea unos 24 de sus 42 años o 57% de su vida. Desgraciadamente muchos de nosotros hemos superado ese porcentaje de años fuera de Cuba. Hubo un corto paréntesis tras la amnistía de la Paz del Zanjón en 1878 en que Martí regresó a Cuba y su esposa Carmen dio a luz a su hijo Francisco José Martí, quien llegaría a ser un alto militar mambí. Al año siguiente Martí sería expulsado de Cuba nuevamente. Eso de querer regresar a la Patria es parte de la definición de exiliado que aparece en muchas fuentes. O sea, personas que siguen conectadas con el suelo que dejaron atrás, como dice Gloria Estefan en la canción “Mi tierra.”

O sea que dos veces Martí intentó no ser exiliado, en 1871 y 1895, la segunda como Mayor General del Ejército Libertador. Los presos políticos son también de alguna manera exiliados, por ejemplo, los del Gulag en Siberia eran exiliados internos, así como lo son hoy en día muchos disidentes rusos bajo Putin.

Luego de estadías en Francia, México, Venezuela y Guatemala, Martí viviría la mayor parte de su exilio en el barrio de Brighton en Nueva York, hoy conocido como la Pequeña Odesa, habitada por ucranianos. En 1892 él comenzó el Partido Revolucionario Cubano, prueba ello de que desde sus 16 años de edad no había abandonado la lucha por su país natal.

La oposición moral de los padres de los niños Pedro Pan a que sus hijos fuesen adoctrinados por el Estado fue una inmediata motivación para enviarlos fuera de Cuba, convirtiéndolos en exiliados en tan temprana edad.

Hay quien llama al exilio “el privilegio del dolor.”  El exilio se nutre de personas críticas del régimen de su país las cuales serían silenciadas o eliminadas por herejía si no salieran del país. También se nutre de personas que han sido despojadas de sus propiedades o que son perseguidas por su etnia, que no es el caso de Cuba. Pero el despojo de negocios y propiedades que hacen que la vida ya no pueda proseguir como era antes es también un tremendo impulso para salir del país.

La ausencia de dolor descalifica pues a alguien de ser exiliado. Si uno va y viene de Cuba para ver sus familiares o para disfrutar de vacaciones, entonces uno no es exiliado. Ojo que muchas de estas personas se oponen al régimen, pero al no sufrir la nostalgia de la separación quedan fuera del “privilegio del dolor.”

Ese dolor lo llevamos como medalla de distinción los exiliados. 

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