Incertidumbre en Medio Oriente y el mundo
Mientras la ONU llama a un "cese de hostilidades", resolución apoyada por 120 de los 193 países miembros; el Consejo de Seguridad de la ONU rechaza la propuesta de Rusia de un "alto al fuego", por no condenar el ataque de Hamás a Israel, ni mencionar el Derecho Humanitario; mientras que Israel demanda "poner en libertad a todos los rehenes de manera inmediata".
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, sin nombrar a Hamás, subraya que "proteger a los civiles nunca puede significar utilizarlos como escudos humanos", pero Israel critica al jefe de la ONU por decir que el ataque de Hamas "no ocurrió en el vacío", pidiendo su renuncia.
El grave conflicto se complica con nuevos actores. Los ataques de Hezbollah desde el norte continúan; pero se abre un nuevo frente en el sur con bombardeos de los rebeldes hutíes de Yemen, ambos secundados por Irán, país ilógicamente nombrado para la presidencia del foro Social de Derechos Humanos de la ONU.
Recordemos que Palestina está dividida en dos frentes en un prolongado conflicto interno. Fatah, fundada en 1958 –parte de la OLP–, gobierna con la Autoridad Palestina. En contraste, Hamas, organización islamista catalogada como terrorista, tiene como objetivo establecer un Estado islámico en toda Palestina.
La rivalidad entre Fatah y Hamas se intensificó con las elecciones de 2006, cuando Hamas obtuvo la victoria parlamentaria que llevó a enfrentamientos violentos y una división territorial de facto. Fatah retuvo el control de Cisjordania y Hamas domina Gaza, división que persiste, obstaculizando el proceso de paz en Oriente Medio y la creación del Estado de Palestina. Pero es la población palestina de ambas regiones la que sufre las consecuencias del conflicto agudizado por la ausencia de verdaderas elecciones.
El nuevo actor en el conflicto, Yemen, enfrenta también una guerra civil que se prolonga desde 2014, con una crisis humanitaria devastadora con raíces en la Primavera Árabe de 2011, cuando el presidente Ali Saleh fue derrocado, asumiendo la presidencia Abdrabbuh Mansur Hadi, pero las tensiones y desafíos económicos continuaron.
En 2014, el grupo terrorista Hutí con afiliación religiosa chiita proiraní, tomó el control de Saná, capital de Yemen, enfrentándose a las fuerzas gubernamentales del presidente Hadi, quien tuvo que huir.
En 2015, una coalición de países árabes liderada por Arabia Saudita lanzó una ofensiva para restaurar a Hadi en el poder contra la influencia de Irán, exacerbando el conflicto con los yihadistas, Al-Qaeda de la Península Arábiga (AQAP) y el Estado Islámico de Irak y Levante (ISIS), que aprovecharon el caos.
La Guerra Civil en Yemen ha cobrado más de 150 mil víctimas mortales en una crisis humanitaria devastadora, donde 20 de los 30 millones de pobladores padecen hambre, con 4 millones de desplazados internos que huyeron de la violencia y pobreza.
La situación en Medio Oriente es extremadamente compleja. Naciones Unidas otorga a Yemen entre 3 mil y 4 mil millones de dólares anuales en ayuda humanitaria; Palestina recibe unos 2 mil millones anualmente, pero la pobreza, violencia y terrorismo persisten en ambos países.
La situación sigue deteriorándose, pero algunas naciones avalan sin restricciones a un grupo terrorista como Hamas, que agradece el apoyo de Bolivia por romper relaciones con Israel y celebra el llamado a consulta de los embajadores de Colombia y Chile.
En medio de una crisis que se agrava, la empatía y comprensión objetiva de las causas y consecuencias resultan esenciales para abordar esta compleja situación en busca de soluciones. Miles de civiles inocentes, sin importar su nacionalidad, están sufriendo las devastadoras consecuencias de un conflicto donde la polarización mundial solo contribuye a exacerbar la violencia, en un escenario donde es crucial buscar un camino hacia una paz que beneficie a todos.
Autora Berit Knudsen @berit_knudsen