Retumba silencio del Papa Francisco ante crímenes castro-comunistas

retumba silencio papa francisco ante crimenes castroRetumba silencio del Papa Francisco ante crímenes castro-comunistas. El 2 de enero de 1981, el Gobierno de Cuba fusiló a tres hermanos que habían pedido refugio en la Nunciatura (embajada del Vaticano) en La Habana.

El Papa Francisco ha declarado hace poco: “Cuba es un símbolo, Cuba tiene una historia grande", y  habló con afecto sobre su relación con Raúl Castro. Tal como en su visita a Cuba en 2015 –cuando estuvo con su otro amigo, Fidel–, así como en la del Papa Benedicto en 2012, de los labios papales no salió ni un suspiro para que cesen la represión y el calvario de pesares que el Castro-comunismo impone al pueblo cubano.

Tristemente, no sorprende. Durante décadas, la Iglesia y el Vaticano han guardado silencio sobre los crímenes del régimen en su afán por preservar su influencia en la Cuba totalitaria. Cuentan con mucha ayuda dentro de la misma Iglesia –en Cuba, Roma, y por el mundo– de los reclutas de la Inteligencia cubana, bien entrenada por la antigua KGB y la Stasi.

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El 2 de enero de 1981, el Gobierno de Cuba fusiló a tres hermanos que habían pedido refugio en la Nunciatura (embajada del Vaticano) en La Habana: Ventura, Cipriano y Eugenio García-Marín Thompson, de 19, 21, y 25 años, respectivamente. Una atrocidad que involucró a la misma Iglesia Católica.

 

De una familia muy humilde, eran Testigos de Jehová. Amenazados con prisión por practicar su fe, el 3 de diciembre de 1980, junto con dos hombres y tres mujeres, penetraron en la sede diplomática y solicitaron asilo. Horas más tarde, Tropas Especiales del Ministerio del Interior invadieron el recinto y los llevaron a todos presos.

Luego de un juicio sumarísimo, condenaron a muerte a los tres hermanos, supuestamente por haber matado de un disparo al mayordomo de la nunciatura. Tres semanas más tarde, fueron fusilados. Luego se supo que el mayordomo estaba vivo y era un agente de la Seguridad de Estado que había fingido sus heridas como parte del montaje.

Los otros participantes del ingreso a la nunciatura fueron condenados junto con la madre de los jóvenes y varios parientes a 15 a 25 años de prisión; la presión internacional hizo que los soltaran antes. La madre murió en 1992, aún clamando por los huesos de sus hijos, que no le permitieron sepultar. 

Monseñor Meurice, consecuente como siempre, envió una carta a todas las parroquias de Cuba y los obispos cubanos pidieron por la vida de los hermanos. Pero el Vaticano mantuvo –y mantiene– hermético silencio sobre el caso. Oculta nada menos que su complicidad; dos exoficiales de la Inteligencia de Cuba han declarado a Archivo Cuba que el nuncio dio permiso a las autoridades cubanas para penetrar la sede y capturar a los que pedían asilo.

 

El silencio vaticano retumba ante los atropellos del terrorismo de Estado que dirige el “amigo” Raúl con sus compinches. Han fusilado masivamente, matado hasta niños, mujeres embarazadas y monjas… y siguen matando. Los cubanos sucumben en las cárceles, a manos de carceleros, a falta de antibiótico y huyendo por selva y mar; los médicos de alquiler son ultimados por “malandros” en Venezuela, y las tenebrosas mazamorras encierran a muchos miles por toda Cuba.

La fábrica de terror ha exportado la violencia por décadas, truncando incontables vidas por el mundo –incluyendo la Argentina de Bergoglio–, y sus conspiraciones matan prosperidad y esperanza a nivel continental.

El Papa Francisco se olvida, a sabiendas, de todas estas víctimas y de millones más subyugados por la dictadura cubana. Podría alentar símbolos como Patria y Vida y acompañar al pueblo en la construcción de esa historia, como merece todo hijo de Dios.

Maria C WerlauAutora: María C. Werlau. María C. Werlau (La Habana, 1959) Graduada Relaciones Internacionales por Georgetown University. Directora ejecutiva de Archivo Cuba, donde ha documentado 7.437 muertos y/o desaparecidos durante el castrismo.

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