EL CHILECIDIO (o como un país es capaz de suicidarse)

EL CHILECIDIO

EL CHILECIDIO (o como un país es capaz de suicidarse). La ceguera de los chilenos es impactante, y los ha llevado al suicidio del país, como dice el refrán: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”.

Los problemas de salud mental de los chilenos son hace mucho tiempo un tema preocupante. Según datos de la Encuesta Nacional de Salud (ENS), una de cada cinco personas ha tenido una enfermedad mental durante el último año.

Los problemas de salud mental afectan en mayor medida a las personas con menor nivel educacional, a los más jóvenes, a las mujeres e impactan de manera particular a personas de pueblos originarios.

Chile tiene una de las tasas de suicidio más altas en la región, en el país mueren 11 personas por cada 100 mil habitantes por daño autoinfligido. El suicidio es el acto de quitarse deliberadamente la propia vida. El comportamiento suicida es cualquier acción que pudiera llevar a una persona a morir. 

Si bien algunas personas tienen o han tenido un comportamiento o ideas suicidas a lo largo de sus vidas, ¿puede entonces una sociedad tener un comportamiento de este tipo?

La respuesta es sí, y la pudimos corroborar con los resultados de las elecciones del fin de semana en uno de los comicios electorales más importantes en la historia reciente del país, Chile eligió este sábado y domingo a las personas que los representarán en la elaboración de una nueva Constitución. La elección también incluyó los representantes de alcaldes y gobernadores. Con solo un 43% de participación, la convención que redactará la nueva Constitución estará dominada por la izquierda y los candidatos independientes (de mayoría de tendencia marxista)

Por otra parte, los resultados de las alcaldías, dieron un alto porcentaje de ganadores a representantes del partido comunista, de hecho, el Municipio más importante del país quedó en manos de una comunista.

NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER

Desde hace desde hace un par de años Chile ha sido testigo del desastre comunista en Venezuela, con miles de inmigrantes arrancando del régimen, escapando de la represión y el hambre, entonces, ¿Cómo se explica qué ante tales antecedentes, los chilenos hayan votado por los comunistas?

La ceguera de los chilenos es impactante, y los ha llevado al suicidio del país, como dice el refrán: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”.

El discurso progresista que se tomó la sociedad chilena, ha permeabilizado la mente de los chilenos, de tal forma que incluso deconstruyó la idea del comunismo para hacer creer a los ciudadanos que estaban votando; por el cambio, en contra de la constitución de Pinochet, ¡por la democracia y la libertad y una serie de camaleónicos epítetos que hicieron incluso creer a la gente que esto era la modernidad y que el comunismo era cosa del pasado y Oh! ¡Sorpresa! Como cual

caballo de Troya los comunistas han arrasado en estas elecciones, tanto los comunistas de papel (los oficiales), como los disfrazados con otros nombres, tales como; “Frente Amplio¨” (marxismo 2.o), independientes (todos marxistas), “coalición apruebo Dignidad “etc.,

Esto nos lleva a un retroceso de 40 años, es decir ha sido un suicidio con todas sus letras, o por lo menos un suicidio asistido por el caballo de Troya del comunismo.

Si la gente tuviese un mínimo de comprensión lectora, un mínimo de información, un mínimo de observación (viendo a los inmigrantes venezolanos), pero están cegados, casi como hipnotizados, poniéndose la soga en el cuello, cual autómatas.

Por otro lado, la Derecha tradicional, ha sido desprestigiada, además, por las acciones de un presidente traidor que no ha sabido liderar un país que económicamente estable y que estuvo a pasos de dejar el tercer mundo, con un sector político cobarde que jamás supo defender sus ideas; por miedo, por comodidad, por desidia y cobardía, también han contribuido con armar esta soga suicida.

LA ROMANTIZACIÓN DE LA POBREZA

No debemos olvidar que este proceso apocalíptico comenzó con violencia, y no cualquier violencia, una violencia que incluyó saqueos, la quema del metro (el servicio de transporte más importante de la capital), la destrucción de monumentos históricos, el rayado de las calles y una serie de montajes culpando a carabineros de la situación.

De eso ya hace más de año y medio, donde la violencia nunca se detuvo, sólo se minimizó o cambió de territorio (guerrillas en el sur), sólo la pandemia apaciguó la fuerza de la insurrección, una insurrección calcada de los textos neomarxistas de Guattari y Tiqqun , específicamente del libro “Contribución a la guerra en curso”, cuya tapa tiene la figura de un joven saltando un torniquete, exactamente como empezaron los hechos de esa negra semana de octubre, cuando estudiantes secundarios comenzaban a saltar los torniquetes del metro, horas después fueron quemadas esas estaciones. Este modelo se intentó replicar más tarde en estados Unidos y otros países latinoamericanos como Paraguay y Colombia (no con tan buenos resultados)

Sigo preguntándome entonces ¿Cómo es posible que los chilenos hayan avalado la destrucción de sus propias ciudades? ¿Cómo es posible que a partir de la violencia se hayan convencido de que esto era un bien para el país?

La salud mental del chileno, enferma de odio, un odio que la izquierda ha venido inyectando en la conciencia de los chilenos durante 40 años y apropiándose de las bases culturales, judiciales e incluso militares del país ha inoculado una conciencia suicida, enferma que ha sido alimentada con las drogas y el alcohol, en cada esquina en cada oficina, en cada escuela, en cada hogar.

Las calles sucias, las fachadas rayadas (en los lugares más lindos y emblemáticos de la ciudad) , las personas en carpa viviendo en la calle (no es pobreza como en Argentina donde he visto familias en la calles, acá son hombres y mujeres enajenados por las drogas y el alcohol), el aumento de la delincuencia, que se pasea impune por las ciudades robando y asaltando gente en sus autos, haciendo de una ciudad que hace menos de 2 años era la más segura de Latinoamérica en una ruleta rusa del asalto, (esto producto de la campaña de desprestigio de los carabineros) no son suficientes para hacer despabilar a los chilenos ante esta romantización de la pobreza que les han metido en las cabezas. Como si ser pobre, cochino y feo te hiciese más digno, en la búsqueda de una igualdad mal entendida y siempre abajista. Llevan décadas menospreciando a los empresarios, cambiando de categorías, denostando al esfuerzo para ganar dinero y romantizando una quimera.

DELINCUENTES ELECTOS

El extremo de la gravedad de la salud mental de los chilenos queda de manifiesto frente a la inconsecuencia de sus actos. Varios de los candidatos electos tienen o han tenido problemas con la justicia. Tal es el caso de la Machi Lincolao, mujer indígena electa como constituyente y acusada de autora intelectual del crimen de un matrimonio de empresarios en el sur de Chile, quienes murieron quemados vivos.

Otro caso es el diputado comunista Hugo Gutiérrez, prófugo de la justicia por no presentarse ante tribunales debido a una querella que la armada presentó por injurias en contra de él.

Los alcaldes electos de las comunas de San Ramón y Punta Arenas, el primero a punto de ser formalizado por corrupción y vinculado al narcotráfico y el segundo investigado por enriquecimiento ilícito. Otro caso impactante es el de la alcaldesa electa de la comuna de Santiago (la más importante del país) quien escondió el patrimonio millonario que posee para postular, además de tener fuertes lazos con los grupos que vandalizaron la capital (garra blanca y antifas), asimismo la candidata de Viña del Mar Macarena Ripamonti presenta querellas por hurto.

Otro caso es Jorge Sharp, alcalde reelecto de Valparaíso, acusado de notable abandono de deberes, ante una ciudad destruida, saqueada y convertida en basural (ciudad patrimonio de la humanidad, nombrada por la UNESCO)

Si estos son los candidatos elegidos por “el pueblo”, en busca de la “dignidad”, ¿me pueden explicar cual es el problema psiquiátrico que tienen los chilenos?

La dignidad de robar, de vandalizar, de destruir ¿eso para los chilenos es dignidad?,.

El problema acá no es del chancho, sabemos con anterioridad que el comunismo se apoya en la delincuencia para lograr sus cometidos, el problema es quien

alimenta a ese chancho, y esos han sido los chilenos, que cada día se quejan contra el aumento de la delincuencia, pero sin embargo votan por delincuentes, claramente sumidos en una esquizofrenia que los ha llevado al suicidio.

Para el politólogo chileno Juan Cristóbal Demian el aspecto esquizoide mencionado es ideológico, más que clínico, se trata de una concepción antropológica del ser humano como carente de una psique natural, que en el plano filosófico y psicológico reside en los planteamientos del “esquizoanálisis” propuesto por Gilles Deleuze y Félix Guattari. Bajo esta perspectiva podemos ver a la persona reducida a una corporalidad que produce su propio inconsciente como territorio de guerra política y que se subleva contra aquello que limita el deseo que es producto de dicha producción. Si entendemos que el deseo escapa de una condición humana basada en los valores tradicionales y, más aún, es por vía del fluir que toda corporalidad (ser humano) de rienda suelta a su deseo sin distinción individual, por ende, sin cánones de limitación moral, se apela en el rito (entendido desde su perspectiva como lenguaje esquizofrénico, es decir, sin limitaciones entre lo interno y lo externo) a una condición civilizatoria a-civilizatoria, es decir, sin moral, sin ley, sin propósito, sin nada. Eso también simboliza la desterritorialización ocurrida en la Plaza Baquedano con la claudicación del gobierno tecnócrata de Sebastián Piñera al retirar el monumento al General Baquedano por amenaza de la guerrilla urbana de destruirlo, la ausencia de estatua es un símbolo, un monumento a la nada, a la insurrección que no busca fundamentar nada.

Pocas esperanzas se vislumbran, ante un golpe de estado blanco dado por la izquierda, con un presidente traidor y con un congreso y ahora una asamblea constituyente plagada de marxistas, poco queda de ese futuro que se vislumbraba para el Chile hace menos de dos años.

El Deicidio es una expresión que hace referencia al acto de matar a un dios o una divinidad., en este caso no es una divinidad, ni una persona, sino un país, entonces, ¿Qué nombre podríamos ponerle a este desastre?

El CHILECIDIO, tal vez quede como genérico para un país que se pone la soga en el cuello y disfruta de ello

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