Cipayo y dictador es tu padre y tu tío. Señora Castro, ocúpese de los dictadores y cipayos de su patria y deje que las cosas en Latinoamérica cojan su rumbo. Al menos el presidente chileno pidió perdón a su pueblo y la dimisión de sus ministros, lo que jamás hizo Fidel Castro, ni hará su hermano Raúl.
Santa Cruz de Tenerife. España.- Cuando crees conocer toda posible idea absurda –algunas casi imposible de incluir bajo el calificativo de surreal– aparece con una de las suyas la hija del octogenario dictador cubano Raúl Castro, expresidente de Cuba, pero aún al frente del Partido Comunista, el único admitido por el régimen castrista.
Sucede que Mariela Castro Espín hace unos días llamó a Sebastián Piñera, el presidente de Chile, cipayo dictador. Sus acusadoras palabras, las que cito a continuación, aparecieron en su cuenta de Twitter: "La palabra perdón no tiene sentido cuando sale de la boca de un cipayo dictador. El perdón del dictador Piñera no convence al pueblo de Chile".
La también directora del CENESEX no es de los líderes políticos que peor está en cuanto a nivel de instrucción, y lo que los propios comunistas han llamado cultura general. Tal vez su formación dentro del campo de la pedagogía con especialidad en psicología le permitió no estar incluida dentro de la extensa lista de los partidistas semianalfabetos, o al menos, demasiado escasos de mente y de cultura; algo que no necesariamente va unido a normas de educación y ese saber comportarse que deben tener aquellos que ostentan esos sendos cargos vitalicios o que militan en las filas de organizaciones políticas. Sus frecuentes desplantes dan fe de lo que expreso. Recordemos el escándalo que trascendió como “el moco pegao” cuando se refirió a un reportero del Hispano Post que pretendía abordarla.
No obstante, no creo que la “defensora” de los derechos de las comunidades de gay, lesbianas, transexuales, etc. de la isla supiera el real significado del término cipayo en toda su dimensión y, como es lógico, en todas sus acepciones.
Si la Castro supiera que cipayo se les llamaba a los soldados del imperio otomano, específicamente de sus tropas de caballería de élite, hubiera sido cuidadosa en utilizar el término toda vez que, en este sentido, es un honor ser nombrado cipayo, de ahí que resulte incoherente la unificación de los términos cipayo y dictador para referirse a una misma persona, al menos, si consideramos esta acepción del término.
Si existiera alguna duda en relación con lo que acabo de expresar les recuerdo que el término procede de una adaptación portuguesa de la palabra de origen persa sepāhi, que puede ser traducida como soldado, lo que en realidad es un honor.
Pero la polémica Mariela se limitó al significado más reciente de dicho término, esto es, cuando se comenzó a usar de manera despectiva – que es como en realidad ella lo ha utilizado en su ataque verbal– para designar a los soldados que siendo nativos de la India fueron reclutados para servir a los intereses de Gran Bretaña, Portugal y Francia indistintamente entre los siglos XVIII y XIX.
En lo adelante se le asoció a la idea de mercenarios – concepto que su tío, el viejo dictador cubano que ya no está en este mundo, repitió hasta el cansancio– y secuaces asalariados, con lo que Sebastián Piñera no tiene absolutamente nada que ver, por cuanto es un chileno que fue elegido democráticamente por su pueblo, y no designado de manera secreta en un simulacro eleccionario como sucede en Cuba, la tierra de los Castro, de la que la señora Mariela es una descendiente directa.
Sebastián Piñera ocupa la presidencia de Chile desde el 11 de marzo de 2018, amén de su mandato anterior entre 2010 y 2014, habiendo desempeñado sus funciones de presidente con decoro. Su designación para otros puestos de gran importancia en la región (presidente pro tempore de la Alianza del Pacífico, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, Foro para el Progreso de América del Sur), así como sus encomiables esfuerzos en pos de la restauración de la democracia venezolana (como integrante del Grupo de Lima, cuya postura ha sabido encausar acciones encaminadas a recuperar el orden democrático de Venezuela) son dignos de destacar.
El hecho de que exista actualmente un clima de enorme tensión política en Chile está determinado por las multitudinarias protestas que comenzaron a partir del reclamo de estudiantes ante las alzas del sistema público de transporte, las que entraron en vigor el 6 de octubre de 2019. Sin embargo, resulta significativo que tuvieran lugar actos vandálicos similares a los que hace solo unos días sucedieron en Ecuador, país de la región donde también hubo acciones de protestas ante las medidas económicas dictadas por el presidente Lenín Moreno, principalmente por la subida del costo del combustible.
El mismo modus operandi. Comienzan protestas populares por causas muy parecidas, las acciones se intensifican y en medio del caos aparecen actos vandálicos protagonizados por delincuentes cuyo origen es ambiguo, lo que ha hecho suponer – y con sobradas razones bien fundamentadas y con una lógica y coherencia sostenibles– que dichos grupúsculos, ajenos al verdadero motivo de las acciones que comienzan siendo pacíficas, están siendo manipulados por las diezmadas fuerzas de la izquierda regional, en lo que los regímenes de Cuba y Venezuela están jugando un papel determinante como parte de sus planes de desestabilizar a las naciones con gobiernos democráticos de derecha.
Pero para no apartarnos del tema en cuestión, que no es precisamente un análisis de la situación política de Chile, sino los desacertados comentarios de
Mariela Castro hacia el presidente Sebastián Piñera, retomemos la idea del cipayo-dictador, como ha definido la comunista cubana (muy a su manera) al presidente chileno.
¿Acaso no se ha cuestionado la funcionaria del SENESEX por qué en Cuba no tienen lugar acciones de protestas masivas ante el alza de los precios de los productos más elementales para la alimentación, por la escases de comida y medicinas, por la no existencia de elecciones libres y democráticas, por la liberación de los prisioneros políticos, por la libertad de expresión y de pensamiento, por la existencia de pluralidad de partidos, por una educación pública de calidad, por la necesidad de la enseñanza privada con posible carácter religioso, por el aumento de los salarios, entre otras tantos aspectos por los que el pueblo de Cuba debería asumir su rol y exigir sus derechos?
La señora Castro Espín tiene la respuesta; pero no le conviene ni siquiera pensarla. Ella conoce perfectamente que la represión de la dictadura que han dirigido su delirante tío y su limitado padre impide todo tipo de acción de este tipo. Como es sabido el régimen invierte millonarias cifras para pagar a miles de agentes encargados de vigilar todos y cada uno de los movimientos de todos los cubanos.
Cipayos-dictadores son sus asesinos tío y padre, responsables directos de la muerte de miles de cubanos, unos asesinados en los años iniciales de la llamada revolución cubana, y otros muertos en las aguas del Estrecho de la Florida, y más recientemente en las selvas de América en medio de un éxodo que comenzó en los lejanos tiempos de la década del sesenta y que jamás termina.
Si hay protestas en Chile es porque hay libertad para salir a las calles y expresar libremente lo que se quiere, lo que presupone – a diferencia de Cuba–la no existencia de un régimen dictatorial, sino democrático.
Señora Castro, ocúpese de los dictadores y cipayos de su patria y deje que las cosas en Latinoamérica cojan su rumbo. Ya Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional (AI) se ha pronunciado en su contra por sus ofensas a Piñera. Al menos el presidente chileno pidió perdón a su pueblo y la dimisión de sus ministros, lo que jamás hizo Fidel Castro, ni hará su hermano Raúl.
No creo que sea conveniente para usted, ni para ningún miembro de su desdichada familia hacer este tipo de manifestaciones. Antes de ofender a un presidente de la región electo de modo transparente por su pueblo tenga presente los crímenes de lesa humanidad cometidos por los hermanos Castro, de los que usted desciende.
Recuerde que cipayo también significa soldado, y que en lejanos tiempos era un honor. Sebastián Piñera es un soldado chileno defensor de la libertad y del orden democrático.