Oficialismo castrista tergiversa extinción de UNASUR

Oficialismo castrista tergiversa extinción de UNASUR

Oficialismo castrista tergiversa la realidad de la extinción de UNASUR. Luego de la desacertada alusión a las palabras de José Martí, el periodista cubano prefirió arremeter contra instituciones como el Grupo de Lima y la Organización de Estados Americanos (OEA)

Santa Cruz de Tenerife. España.- Acudir a las “informaciones”, “análisis” y “comentarios” de algunos medios oficialistas de Cuba no es una tarea que resulte grata. Ya se sabe que lo expuesto estará siempre ajustado a los rígidos cánones que establecen como norma el Partido Comunista de Cuba (PCC), la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), la Central de Trabajadores, la Unión de Periodistas, la de Escritores y Artistas, u otras instancias que responden a los intereses del régimen.

Téngase presente que dichos medios de comunicación son órganos oficiales de las organizaciones antes citadas, y que en su totalidad están en manos del castrismo desde los años iniciales de la llamada revolución cubana. Recordemos también que por estos días vuelve a ser noticia la idea de que Cuba es el país de América con mayores restricciones para la práctica del periodismo libre.

No obstante, para los que con frecuencia analizamos y comentamos temas de naturaleza sociopolítica es conveniente consultar los medios oficialistas del país caribeño, lo que nos dará cierta idea acerca de la visión y del enfoque que se da desde posturas diametralmente opuestas a las nuestras acerca del acontecer político nacional, regional y del mundo.

Revisar el artículo: Unasur: la traición de arriar las banderas, publicado en Granma, el órgano oficial del PCC, el 18 de abril, me ocasionó gran malestar toda vez que su autor, el periodista Elson Concepción Pérez, desde una postura agresiva y excluyente, amén de su radicalismo excesivo y su necesidad de destacar las “virtudes” y “bondades” de ciertas figuras – actualmente inmersas en sendos escándalos de corrupción– de la política latinoamericana, pretendió exaltar a la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), entidad regional que por estos días va quedando sepultada luego de la creación del Foro para el progreso de América del Sur (PROSUR), una nueva organización que intentará la reunificación de los países del sur de América Latina bajo su nueva orientación política a partir del radical viraje que experimentó la región con la caída del Socialismo del siglo XXI.

Concepción Pérez introduce su escrito haciendo referencia al momento en que surgió UNASUR, esto es, el 23 de mayo de 2008, según el, los mandatarios de 12 países sudamericanos dieron el plausible paso integracionista de crear la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), un aire limpio de impurezas y traiciones, parecía –al fin– cumplir con los anhelos de Bolívar, San Martín y Martí, entre muchos otros, y avanzar hacia lo imprescindible: la unión”.

Desconozco si el autor no está informado acerca de los verdaderos motivos por los cuales los gobiernos de los principales países que integran la UNASUR  determinaron abandonar dicha instancia. De saberlo hubiera omitido la poética idea de “aire limpio de impurezas y traiciones”, por cuanto, si en algo falló la UNASUR fue precisamente en ser una organización demasiado impura y traicionera en la que sus líderes, dejando a un lado los verdaderos propósitos de integración regional en pos de la colaboración económica, social y cultural, trataron de imponer sus aberrados conceptos del engendro conocido como Socialismo del siglo XXI, la tendencia política que propagó el dictador venezolano Hugo Chávez por gran parte de Suramérica.

Este fue en realidad el verdadero propósito de la UNASUR, una entidad demasiado politizada que como todo lo que deriva del comunismo fracasó. Una rápida revisión de las biografías de sus fundadores nos podrá ofrecer con certeza una visión muy distinta de la que tiene el citado periodista.

Otro de los errores de Concepción Pérez ha sido llamar “hombres grandes de nuestra América en el siglo XXI” a Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Luiz Inácio Lula da Silva, Rafael Correa y Evo Morales. Le recordamos a este periodista del oficialismo cubano que el desaparecido Hugo Chávez es el máximo responsable de la crisis sociopolítica por la que pasa Venezuela actualmente.

Su desacertada unión a Fidel Castro, el más terrible de los dictadores contemporáneos del hemisferio occidental, amén de su malévola influencia regional en su ambición propagandística para imponer el comunismo bajo el nuevo ropaje de Socialismo del siglo XXI–, lo condujo al total fracaso de su gobierno, y lo peor, antes de morir se las agenció para traspasar su poder a Nicolás Maduro, un ser maquiavélico, incapaz e inescrupuloso que terminó de destruir a una de las naciones más privilegiadas de América del Sur.

¿Cómo es posible que se le llame gran hombre a quien se encuentra en prisión cumpliendo sendas condenas por sus implicaciones demostradas en escandalosos casos de corrupción (Lula da Silva), a quien es un prófugo de la justicia de Ecuador por sus implicaciones en el secuestro e intento de asesinato a un legislador opositor (Rafael Correa), a quien es el protagonista del saqueo más grande de la historia política de argentina (Néstor Kirchner), o a quien viola las leyes constitucionales para garantizar un continuismo político con dos mandatos ilegales (Evo Morales)? Tal vez la ignorancia, o la visión demasiado parcializada del analista oficialista, le impidan ofrecer una valoración certera más objetiva acerca de la realidad de aquellos a los que llamó “grandes hombres”, y que en sí son los grandes estafadores del siglo XXI.

Pero el mayor pecado de Concepción Pérez, y del diario Granma, del que forma parte, fue utilizar el pensamiento de José Martí de una manera descontextualizada – como suele hacerse casi siempre para poder adaptarlo a conveniencia y según las exigencias del régimen–. Acudió al genial ensayo martiano Nuestra América, de donde escogió la frase: “Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo en la cabeza, sino con las armas de almohada (…) las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas, valen más que trincheras de piedras”.

Una vez más se asume al Apóstol bendito y colosal Maestro como escudo defensivo para imponer desacertados criterios, aunque convencidos de que utilizando al autor de Versos Libres lo que se expone podrá adquirir una mayor credibilidad que garantice un mínimo de legitimidad. Grave error en el que caen los defensores del engendro cubano que se empeñan en seguir llamando socialismo, aunque para nada se parezca a lo que teóricamente expusieron los creadores de la malograda doctrina.

Es cierto que José Martí hizo un llamado a la integración latinoamericana mediante la palabra escrita. Su emblemático ensayo Nuestra América, documento imprescindible en el que hace referencia  a las “trincheras de ideas”, frase demasiado utilizada con propósitos manipuladores por los comunistas cubanos, es un ejemplo en este sentido; pero aprovecharse de las ideas y frases martianas fuera del contexto de su tiempo (final del siglo XIX), y de su espacio, es un verdadero sacrilegio.

Si José Martí viviera actualmente apoyaría la disolución de un organismo estéril, carente de sentido, devenido en símbolo de la corrupción política de los gobiernos socialistas de América del Sur, los que, por suerte, en su mayoría se han separado de dicha tendencia. 

Según Lenín Moreno, el presidente de Ecuador, figura clave para que luego se apartaran definitivamente de la UNASUR Brasil y Chile – ya lo habían informado mucho antes, aunque permanecieron en su nómina–:  “UNASUR se transformó en una plataforma política que destruyó el sueño de integración que en un inicio nos vendieron”.

Luego de la desacertada alusión a las palabras de José Martí, el periodista cubano prefirió arremeter contra instituciones como el Grupo de Lima y la Organización de Estados Americanos (OEA), con las que, como es lógico, el régimen castrista no las tiene nada bien toda vez que ambas son defensoras de la idea de la necesaria restauración del orden constitucional y de la democracia venezolana, lo que, de lograrse, el desgobierno castrista se hundiría aun más en las profundidades abismales de la desesperación. Téngase en cuenta el parasitismo obligado de la isla respecto a la patria de Bolívar, de donde le llega todo el petróleo a cambio de asesoramiento político y militar, así como a la presencia de miles de médicos y otros profesionales para labores políticas, además de la que desempeñan per se de acuerdo a su perfil.

Para el señor Elson Concepción Pérez los regímenes totalitaristas y autoritarios que proliferaron hace solo unos años en Suramérica son “gobiernos

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