- Julio M. Shiling
Se ha producido la mayor masacre de judíos desde el Holocausto. Si se quiere evitar la repetición de calamidades históricas, el último ataque contra Israel por parte del régimen de Hamás, respaldado por Irán y que controla Gaza como un Estado de facto, debe ser desafiado de manera integral. No son aconsejables los atajos ni las opciones de compromiso limitadas. Esto requerirá una determinación firme por parte del gobierno y el pueblo israelíes para reemplazar el abucheo político y el escarmiento moral (de muchas entidades inmorales) que recibirán por la respuesta justificada que deben dar.
La decisión de invadir Israel no fue simplemente ejecutada por una banda de terroristas islámicos sin escrúpulos. Sí, los invasores eran agentes del terror con adhesión al Islam, pero también son el órgano de gobierno autónomo palestino en Gaza. Las cuestiones de la legitimidad del régimen de Hamás y de si cuentan con el apoyo genuino de los gazatíes palestinos son puntos discutibles. El camino hacia una posible estatalidad palestina, objetivo tácito de los Acuerdos de Oslo (1993-1995) en la búsqueda de una solución de dos Estados, fue una gran oportunidad para demostrar la capacidad de practicar un comportamiento civil. A los dirigentes políticos palestinos se les presentaron mecanismos democráticos de autogobierno localizado. Esta iba a ser una oportunidad importante para poner a prueba su capacidad de vivir en democracia y en coexistencia pacífica con el vecino Israel.
En 2007, se libró una guerra civil de cinco días llamada la Batalla de Gaza entre las dos principales fuerzas políticas palestinas. Por un lado, estaba Al Fatah, partido socialdemócrata moderado (antiguo Movimiento Palestino de Liberación Nacional, facción de la OLP), y por otro Hamás. Los Acuerdos de Oslo establecieron dos zonas autónomas palestinas: Gaza y Cisjordania. Tras la lucha por el poder, Hamás monopolizó el control en Gaza, y Al Fatah abandonó la coalición gobernante en la franja y se marchó a Cisjordania, donde tendría jurisdicción sobre ciudades como Belén, Hebrón y Jericó (entre otras). El primero no reconoce al Estado de Israel. El segundo sí. Además, Hamás y, por consiguiente, el cuasi-Estado de Gaza, no solamente no reconocen la legitimidad israelí, sino que están categóricamente comprometidos con su destrucción. En otras palabras, el régimen de Hamás lleva en guerra contra Israel desde 2006.
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